En esta segunda parte, la transición ideológica que hubo en el siglo XV en la cual la persona empezó a ser el centro del vivir la vida y no tanto Dios.
(La primera parte está en la Noticia 1255ª.)
MEDIOEVO
Y RENACIMIENTO
Sobre la Literatura y la
Filosofía.
El siglo XV supone la
transición de la Edad Media a la Edad Moderna. Por ello en ella se da un cambio
de valores. Aunque ese cambio no se produce de modo súbito. Venía precedido por
el conocimiento de autores de la Edad Antigua desde época carolingia, y más
notablemente desde el siglo XII con el uso de traductores del mundo grecoárabe,
que trabajaron obras clásicas sólo conservadas y tratadas en esos momentos por gente
de ese mundo. Así pues, durante toda la Edad Media Aristóteles había sido una
autoridad en teología e interpretación del mundo. Sobre todo desde Santo Tomás
de Aquino. Parte de la obra de Aristóteles llegó a occidente por medio de
pensadores musulmanes como Avicena, referente importante para otro pensador de
la época como fue Roger Bacon.
El pensamiento base de la época estaba en la
reflexión sobre el problema de la mediación divina en el hombre y el libre
albedrío, así como en el alcance de la sabiduría. Esta se entendía como
conocimiento de la divinidad a través del rechazo de lo material a favor de lo
espiritual para alcanzar la salvación. Sin embargo, Bacon plantea la educación
de la humanidad, reflejada en la técnica, como medio para alcanzar la salvación
al conocer y poder elegir entre el bien y el mal, por lo que no se rechazaba lo
material para alcanzar esa salvación. No se debía contemplar sólo la
Naturaleza, sino que se debía transformar, lo que implicaba una colaboración
que posibilitaría una salvación colectiva y no tanto una salvación individual,
que era la que se alcanzaba con el rechazo de lo material (la espiritualidad
era algo introspectivo por sí sola). Comprender la Naturaleza y poder cambiarla
ayudaba a atender a las necesidades humanas. De ahí que se desarrollara la
medicina mágica, la astrología, la alquimia... Era el hombre, buscando el
dominio de la Naturaleza, y no sometiéndose a ella. Eran ideas rompedoras,
renovadoras, de lo que hasta entonces se había entendido y aceptado en occidente.
El alma podía ser estimulada para mejorar el cuerpo y sanar enfermedades (no
sólo resignarse a padecerlas) por medio de la oración, por ejemplo, lo que
implicaba ya algo de medicina mágica. Estas ideas de conocer y transformar la
Naturaleza surgieron en Bacon tras la lectura atenta de la Biblia, y su
estudio, donde en el Génesis se exponía que las cosas que se crearon en el
mundo terrenal fueron dadas al hombre.
Se superaba así, en cierto grado, a la
interpretación que se hacía de Aristóteles donde el hombre era un ser acabado
en sí mismo y perfecto en su "inmovilidad personal". Para dar ese
paso de superación interpretativa influyeron las visiones aristotélicas
musulmanas. Gente como Averroes interpreta la perfección de los seres
humanos sin necesidad de llegar a la muerte física, pues filosofar es una
abstracción tal que era equivalente a la muerte en el camino a esa perfección.
La humanidad va adquiriendo su perfección en el conocimiento y no importan los
individuos protagonistas de este, siendo así que en cada momento que un
individuo tiene la mayor sabiduría de su época (v.g. Aristóteles), al morir ese
individuo esa sabiduría estará en otro individuo que la recoge y aumenta, en ese sentido sería la sabiduría de la humanidad y no la del individuo la realmente
esencial. Estas ideas de mejora del conocimiento a través de la historia (y
como deber de cada hombre) eran el comienzo del cambio de valores del fin de la
Edad Media. Averroes interpreta la historia y el mundo desde la eternidad, por
lo que el hombre no debía ya preocuparse tanto de lo teológico y sí más por el
hombre y su obra. Esa idea fue la contribución de este pensador musulmán al
pensamiento cristiano occidental.
En el siglo XIV Guillermo de Occam daba otro
paso en el cambio de concepciones. Interpretó la metafísica y la lógica con
relación a su época correspondiente a lo largo de la historia. De ese modo
acababa con las visiones aristotélicas, averroístas y moralizantes del mundo
que se manejaban en su tiempo. Mostraba un mundo discontinuo en los absolutos
que se habían interpretado hasta entonces (como pudiera ser el del bien). Llegó
a dividir a la persona en tres o cuatro
realidades absolutas.
Lo que en realidad estaban haciendo todos
estos pensadores era crear universos vacíos de Dios, pero también del hombre
mismo, donde todo era mecánico. Se estaban creando nuevos temas de estudio, por
más que a veces se les estudiara como a los temas típicamente medievales.
Aunque hasta la escolástica estaba retrocediendo ante el avance de nuevas formas
más críticas, las cuales serían el humanismo, en él se buscaba traducciones más
fieles a los originales del latín de los clásicos. Y es por este camino
filológico por el que crece un interés y una preocupación renovados, y mayor
que en el resto de la Edad Media, por la literatura y el arte. Pero a la vez,
la literatura y el arte, en sus formas, tienen una influencia en la filosofía y
la ciencia de entonces, al reflejar una nueva filosofía en términos no
filosóficos. Las nuevas sensibilidades e inquietudes que surgían eran mejor
expresadas en esos contextos que en el lenguaje de los grandes pensadores. El
mundo ya no era algo inmóvil y las obras literarias y artísticas tendían a
reflejar la libertad, la voluntad y la actividad de la época.
Por lo dicho, es destacable en esta época una
nueva preocupación por las formas literarias, sobre todo por la poesía y la
prosa (estando esta última muy cargada de poesía). Toda clase de poesía
(religiosa, secular, doctrinaria, lírica...) estaba mezclada. A través de todas
se alcanzaba la verdad tras comprenderlas despojándolas del mito, aunque no
habría poesía sin mito en ella. Son la culminación de la experiencia humana. La
poesía muestra ahora el ritmo viviente de las cosas y lo expresa haciéndose
revelación y profecía. En esos momentos sólo la poesía logra expresar lo que la
filosofía no puede comunicar con su lenguaje aún lleno de formas medievales. La
poesía profana convive con la religiosa. Ambas vendrían a dar la visión del
mundo respectiva, la primera sobre el mundo físico (lo sensible y lo bello), la
segunda sobre el interior de ese mundo (lo transcendente y espiritual). Por
este medio poético la filosofía ha girado, necesariamente, hacia el platonismo,
abandonando así la larga tradición aristotélica del escolasticismo medieval.
Sucede al captar la poesía las ideas que expresa de un modo intuitivo y no
tanto en modo discursivo y reflexivo. Se considera que la poesía intuitiva es
el modo en que Dios poseía al hombre para transmitirle sus ideas (lo que en
cierto modo es una renovación de las inspiraciones de las Musas en el mundo
antiguo). Desde el siglo XII se combinaba poesía y prosa (v.g. Bocacio),
mezclando así la intuición y la explicación reflexionada, lo que no deja de ser
ya todo un preanuncio de las nuevas épocas que venían para el pensamiento
humano.
Así pues, Platón se abre paso en el cambio de
valores a través de la poesía. Pero dentro de la poesía se consideraba que
existiría una que reproducía la verdad, y otra que reproducía falsificaciones
ilusorias. Ahí comenzaría una polémica entre poesía pagana y poesía religiosa.
Aunque ambas, como se ha dicho sirven para expresar el cambio de valores de su
tiempo. La poesía pagana podía dar buenas enseñanzas, la religiosa era
considerada de carácter supremo. Ambas dan experiencias que más tarde
recogerían los lógicos. Es por entonces cuando comienza otra polémica más entre
estas poesías, siendo llamada la pagana "de gentiles", por ser estos
los que más la leían o escribían. Era una lucha que se daba entre el Dios
cristiano y la verdad cristiana defendida durante la Edad Media, y los dioses
paganos de la Edad Antigua. Era una lucha teológica, en realidad, de cómo
entender la vida.
El problema, sin embargo, no era que se
volviera a los Dioses antiguos, pues estos nunca habían desaparecido del mundo
cultural occidental, no habían "muerto" como se solía decir que
habían hecho, sino que se volvía a recurrir a ellos como un espíritu nuevo a la hora de responder a impulsos humanos
universales, cosa que durante toda la Edad Media había sido monopolizada por
las respuestas cristianas (por esta razón, y no por otra era por la que se
decía que los Dioses antiguos -léase paganos- habían muerto). Se vuelve, así, a
tratar sobre la mitología clásica y a levantar estatuas y edificios al modo
antiguo, no como vuelta a ello, sino como una reinvención reciclada de ello,
pues aún con todo el mundo cristiano seguía siendo muy importante en la mente
de muchos de aquellos protagonistas del humanismo y el prehumanismo. Se estudia
la arquitectura antigua como medio de perfección de las formas arquitectónicas,
pero la ponen al servicio de su época (de la Iglesia o de los Reyes o Duques, y
no a favor de una restauración pagana o de una vuelta a un Imperio Romano). La
religión pagana es retomada como sabiduría oculta sobre el ser, y no como culto
religioso. Se busca la belleza y las nuevas respuestas al ser humano ante
actitudes universales, como ya se ha dicho. El humanismo no es un retorno
simple a las formas clásicas, sino una búsqueda y una revalorización del ser
humano y su significado en el mundo. Es un objeto de reflexión que incide en la
esencia del hombre. Este ya no tiene porqué conformarse con vivir en un valle
de lágrimas, donde lo terrenal es una mera transición hacia el Reino de los
Cielos tras la muerte corpórea.
Pese a todo, esto no era visto así por muchos
de los contemporáneos de la época. La poesía de gentiles era vista como algo
ligado a Dioses paganos, por lo que en la cabeza de muchos no podía ser más que
una teología de gentiles, basada en paganos, y teología sólo cabría una: la
cristiana. Pero entre los defensores hubo autores que supieron encontrar
argumentos para contestar al respecto, gente como Bocaccio o Salutati. La
poesía no dejaba de ser algo hermoso y se buscaban sus formas perfectas.
Arguyeron que se trataba de mitos y fantasías, por lo que debían ser tratada
como tales, y no como teología. Esgrimían que se debía permitir, por esa vía,
que hubiese una poesía de gentiles, del mismo modo que ya se había aceptado una
cierta filosofía de gentiles (la de los autores clásicos que se iban estudiando
cada vez más, sobre todo filológicamente). Sin embargo, Bocaccio se equivocaba,
desde nuestro punto de vista, al afirmar que la poesía era algo apartado de la
filosofía, sino algo que representaba a la Naturaleza y su belleza. No hace
falta volver a explicar, como se hizo más arriba, que las artes en aquella
época explicaban mejor el pensamiento y actitudes del momento mediante un
lenguaje no filosófico y de una manera intuitiva. Pero Bocaccio incurría en una
contradicción al afirmar que en la poesía antigua, en sus mitos y fábulas,
había una sabiduría oculta sobre el ser humano, si esto fuera así (como sería
al ser tratada como expresión filosófica desde el arte) su argumento de que la
poesía era algo diferente a la filosofía sería ilógico, contradictorio. Por
ello, Bocaccio, sin ser consciente de ello, venía a confirmar a la poesía de
gentiles como expresión de los nuevos sentimientos y las nuevas percepciones de
la época. Aunque en cierto modo eso también era reconocer el origen fantástico
de las religiones, tema peligroso en la época y por ello huido por muchos.
Lo que pide Bocaccio acerca de independizar
una poesía de gentiles de otra religiosa al igual que se hizo con la filosofía,
tiene que ver con la búsqueda original del verdadero sentido de Aristóteles, ya
mencionado antes, aunque esta filosofía, al final, volvió a la teología al
intentar imponerse como tribuna de esta. No obstante, la poesía busca los
orígenes humanos desde los mitos antiguos según evoluciona el humanismo,
separándose entonces de la idea que se tenía acerca de que se trataba de una
teología pagana, o de la utilización de los mitos antiguos al servicio del
mundo cristiano. Las fábulas se transforman en una escuela para formar a los
humanos, a la vez que ensalzan sus hazañas. En cierto modo los Dioses eran
hombres divinizados. Pero en el siglo XV, con un humanismo más desarrollado,
esos Dioses antiguos son, más que hombres divinizados, fuerzas de la Naturaleza,
y como tales era bueno conocer esas fábulas pues enseñaban acerca de la
Naturaleza, a la par de su belleza. En cierto modo, según avanzaba el humanismo
se volvía realmente a un concepto de los mitos parecido a como lo pensaron los
primeros "teólogos" antiguos (como fuerzas de la Naturaleza), pero no
exactamente igual ya que contaban con la belleza estilística de los poetas
humanistas que usaban de esos mitos para deleitar y dar salida a los anhelos no
alcanzados de los hombres. Las fantasías divinas rellenaban lo que no podían
rellenar el pensamiento lógico del hombre, pero como deleite y fábula, más que
como creencia real en una teología pagana.
En realidad todo esto estaba agotando la
visión de un mundo, el medieval. Cambiaba la preocupación por un tema (como
pueda ser la salvación, Dios, el libre albedrío y el valle de lágrimas) a la
preocupación por otro (como pueda ser el hombre como centro y no tanto la
religión, la vida misma y su sentido, la Naturaleza y su estudio y
transformación). La relación entre el hombre y lo que le rodeaba estaba
cambiando, ya sea la relación con la Naturaleza, la vida, Dios, las
instituciones que había creado, u otra cosa. En definitiva eran conscientes de
que pasaban unas épocas de transición, de crisis de un mundo que se agotaba, el
medieval, pero a la vez de nacimiento de otro mundo que nacía con fuerza, el
moderno. Por ello, lo que se entiende generalmente como el último siglo de la
edad media, el XV, y el primero de la moderna, el XVI, son siglos donde el
hombre se siente inseguro en cuanto a valores a los que acogerse férreamente,
al no ser tan válidos los principios medievales por su falta de auténtico
sentido para la vida más allá de lo teológico, ni los principios modernos al no
haber encontrado estos aún su mejor expresión ni su desarrollo ni su
planteamiento exacto más allá de intuiciones.
El humanismo naciente intentaba criticar
aspectos medievales como la astrología, o explicar rigurosamente la Biblia,
esos temas le unían aún a lo medieval. Eran mundos mezclados a la fuerza, al
ser una transición. No se trataba de una ruptura en la historia, era una
continuidad. Esas preocupaciones, e incluso el amor a los clásicos, ya se
habían vivido en algunos de los siglos de la Edad Media, sobre todo desde el
siglo XII, o en el periodo carolingio. El humanismo del siglo XV, como
transición al mundo moderno, era el resultado de un largo proceso de búsqueda
de los clásicos y entre los clásicos. Quizá se hable de ruptura dado que los
humanistas de la época hablaban de un renacimiento de épocas antiguas que
gozaban de una civilización muy diferente a lo que ellos consideraban épocas
oscuras (las de la edad media propiamente dicha, tratada así porque no gozaba
de tanto prestigio cultural como su época precedente, a causa de lo rico que
parecía el mundo latino en comparación con las aportaciones germanas). Por otra
parte, esos humanistas veían como el mundo cambiaba con nuevos descubrimientos
(los de Colón o Galileo, por ejemplo), lo que les hacía diferenciar su época
como una época diferente a la medieval, pero a la vez diferente a la antigua, y
esa distinción entre la Antigüedad y la Edad Moderna no la hacían los propios
medievales entre ellos y la Edad Antigua. En este sentido, los renacentistas no
buscaban volver a la antigüedad, aquel había sido un periodo quizá bello,
idílico, pero no se podía volver a él, pues era el pasado y el mundo había
cambiado. Como mucho podían fijarse en ese pasado como ejemplo para su
presente. Aparte los medievales habían utilizado de los antiguos tanto como los
del Renacimiento. Los poetas, historiadores y oradores antiguos no habían sido
ignorados en el Medioevo, y parte de las obras que copiaron fueron usadas por
pensadores humanistas, de los que a algunos les costaría reconocer que se
beneficiaron de esa conservación medieval. Quizá es más criticable que los
medievales con frecuencia tomaran la copia como penitencia por el pecado
original y no los estudiasen, por lo que a veces era como no conocer la obra,
cosa criticada desde el siglo XII y mucho más con la llegada del humanismo.
Pero el estudio no se limitaba al contenido de lo que se decía, sino también de
cómo se decía, de hecho, muchos humanistas se preocuparon quizá en demasía más
sobre la gramática y la filología de algunas obras que sobre la obra en sí.
Pero es a través de esto como cambia la filología, la poesía, el saber
científico o la concepción de tiempo y periodización, dando el nacimiento de la
nueva filosofía del mundo moderno.
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