HUGO PRATT A TRAVÉS DE CORTO MALTÉS Y EL COMIENZO DEL SIGLO XX (por Daniel L.-Serrano) (5 de 6)
La obra literaria que inspiraba a Pratt inicialmente
deambula entre la novela de aventuras de Emilio Salgari o Fenimore Cooper, pero
también la de Jorge Luis Borges, Herman Melville, Joseph Conrad o un Jack
London. Mientras que Milton Caniff era su historietista favorito en sus
inicios. Curiosamente todos estos autores y otros eran los mismos que leía
Corto Maltés según se va leyendo en las citas que a veces recuerda o pronuncia
a lo largo de la saga[1]. La
biblioteca que dejó Hugo Pratt al morir en Grandvaux o en Pully, según la
biografía, en todo caso en Suiza, contaba con 35.000 volúmenes en Lausana[2]. Se
había ido formando a lo largo de toda su vida con múltiples lecturas. También
legó un gran número de discografía, sobre todo de jazz, y un innumerable reguero
de recuerdos de conversaciones con innumerables escritores de literatura y
creadores de cómic de todo lo largo del siglo XX. Por ello sus obras se
asemejan a menudo a las novelas en sí más que a la novela gráfica. Quizá por
ello su obra roza la perfección de guión. Intentar seguir todas las referencias
directas o encubiertas a obras literarias, mitologías, leyendas, vidas de
personas reales, hechos históricos, incluso comprobar la perfección de detalle
de trajes, emblemas, vehículos (de los cuales algunos los dejó al cargo de un amigo suyo arquitecto) y demás, puede ser una tarea enciclopédica, y en
su lectura: apasionante.
Sus dibujos sufrieron tres etapas, una primera un tanto
recargada, buscando un manejo de la sombra y la luz que no se ha llegado a
igualar. Una etapa posterior que eliminaba a la vista los detalles menos
importantes para centrarla en lo que la imagen quería narrar, pues Hugo narraba
con palabras una cosa y con la imagen mostraba otra, como en el caso de algunos
asesinatos de Rasputín, donde con palabras llega a decir “se lo merecía”, y en
su rostro se ve la cara de arrepentimiento inmediato por un asesinato pasional[3]. Y una
última etapa donde era consciente que sus cómic en blanco y negro se estaban
coloreando y pintaba de modo claro y esquemático dejando lugar para el color,
pero también a la simpleza para dar más espacio aún a la historia narrada en diálogos.
Pero también tiene otras referencias visuales y narrativas
evidentes. Si bien se ha citado que seguía la máxima del director de cine John
Ford para darle importancia a los personajes secundarios como soportes de la
historia a narrar, no se nos ha de olvidar algunos guiños a la cinematografía,
como el del nombre de la citada Shangai Lil[4], sacado
del personaje interpretado por Marlene Dietrich, Shangai Lily, en la película
de cine negro El Expreso de Shangai (Shangai Express), de Josef von Sternberg en 1932 (que el nombre de este personaje
coincida con el de una obra cuyo director tiene un apellido que es el mismo que
el de uno de los personajes reales que hacen de malos en esta historia de
Pratt, no deja de ser uno de los típicos guiños y bromas del autor en busca de
mezclar realidad y ficción). Pero también resulta que aparece el King Kong[5], de la
película homónima de Merian C. Cooper y Ernest B. Schoedsack en 1933, en las
alucinaciones que sufre Corto Maltés al visitar la casa del escritor Herman
Hesse. O la copia total de un fotograma de la película brasileña “Deus e o
diabo na terra do sol"[6], de
Glauber Rocha en 1964, para presentar al personaje cangaçeiro Tiro Fijo[7], un tipo
revolucionario con ideas entre místicas y anarquistas que se dio en el Brasil
del comienzo del siglo XX. También
existen referencias visuales al metraje de Lawrence de Arabia, de
Robert Bolt y Michael Wilson en 1962, en el primer capítulo de Las Etiópicas[8],
personaje real de la I Guerra Mundial al que también mencionan a lo largo de
este libro. E incluso referencias al cine de género negro clásico de Hollywood
(sobre mafiosos) de los años 1930’, y a Dos Hombres y un Destino, de George Roy Hill en 1969, en Tango[9].
Estos guiños, literarios, de su vida personal o
cinematográficos, no eran exclusivos de Corto Maltés, aunque sea donde más
abunden. También están en otras de sus obras consagradas, como las citadas Ana
de la Jungla y Escorpiones del Desierto, que tanto se entrecruzan y
tienen que ver con Corto Maltés cuando pasó por África… el mismo lugar donde
estuvo Hugo Pratt. Así por ejemplo, en la biografía que dibujó de Saint-Exupéry, aparece la imagen insinuada de un cartel propagandístico de la
Guerra Civil Española insinuando que el fascismo es la Muerte en sí misma[10], aunque
Pratt le da un giro en el dibujo mostrando lo sutil de lo fantasmagórico de un
Saint-Exupéry que alucina mientras muere y la guerra como fenómeno de muerte
gratuita[11].
Pero es que además ese cómic era otro guiño, otra mezcla de la realidad y la
ficción en su vida. Había usado esta vez a Saint-Exupéry en lugar de a Corto
Maltés o cualquier otro de sus personajes ficticios, para contar lo que a él
mismo le estaba pasando. Es curioso que un personaje real, transformado en
ficción por él, era ahora el que iba a narrar a sus lectores lo que estaba
ocurriendo, a pesar de ser un cómic creado en el 50º aniversario de la muerte
de aquel escritor. En 1978 había declarado a Numa Sadoul:
“NUMA SADOUL: A propósito: ¿qué piensas de la muerte?
HUGO PRATT: Para mí la manera más interesante es
terminar con romanticismo, como un aventurero. ¡Morir cardíaco, gotoso o
diabético me parece un asco!
NUMA SADOUL: Ya te he dicho que tienes algo de Orson
Welles, ¿encuentras interesante desaparecer como él, a bordo de un avión…?
HUGO PRATT: ¡Pero Orson Welles no ha muerto!
NUMA SADOUL: Déjame acabar. Desaparecer como Welles en
‘M. Arkadin’: el personaje desaparece, solo, en su avión, yendo sobre el mar,
sin que se llegue a saber si cayó o no. Bonito, ¿verdad?
HUGO PRATT: Tiene su encanto. Creo que también
Saint-Exupéry desapareció así. Pero, aunque ese es un final hermoso, para mi
caso personal sería adecuado morir de la última flecha del último guerrero
dhankali, por ejemplo.”[12]
Así que la muerte de morir
simplemente desapareciendo en un avión que va a la deriva hacia el mar, como
Saint-Exupéry, como apuntó Pratt, ya había sido sugerida por Numa Sadoul en
1978. Pratt, en 1994, sólo había retomado esta idea de su amigo Sadoul para no
decir que él también se estaba muriendo de un cáncer de intestino, cosa que
ocurrió definitivamente en 1995. Dejaba dos obras póstumas, Morgan
(publicada en ese 1995 y reeditada en 1999/2000) y Uomini a sei zampe,
esta inconclusa aunque apareció en 1996, más las intenciones de crear otra
historia de Corto Maltés. Una vez más había mezclado realidad y ficción incluso
en su última hora, esta vez rizando el rizo al mezclar más realidad y más
ficción de la vida de otro autor.
Hugo Pratt había dicho que hubiera
preferido morir de la última flecha del último guerrero dhankali, aquellos
guerreros africanos que tan bien conoció en África y que con tanto empatizó, a
pesar de que durante su etapa de policía colonial de 1941 a 1942 ellos mismos
querían matarle por considerarle un enemigo. Pratt, siempre condescendiente y
comprensivo, comprendía la lógica de toda aquella guerra y nunca eliminó su
admiración por ellos. De hecho ya hemos mencionado la aparición del personaje
Cush como nexo de unión entre Corto Maltés y Los Escorpiones del
Desierto. Las historietas que de niño admiraba de Caniff, le leía incluso
antes de ir a África, según Pratt ya en 1935 con ocho años de edad, eran
precisamente aventuras africanas, al igual que las de otro de sus admirados
autores, Lyman. Es de considerar entonces el impacto que le produjo el
continente cuando fue a él en 1937. Precisamente su primer éxito fueron
aventuras africanas, con Hombres de la Jungla, y el siguiente éxito
otro, Ana de la Jungla, con sus recuerdos infantiles y adolescentes. A
Corto Maltés, con quien comparte tantas similitudes como hemos visto, le hizo
pasar por allí y coincidir con aquellos personajes de esas historias. Y a Los
Escorpiones del Desierto les dotó de sus recuerdos bélicos. Pero aún tuvo
otro éxito de aventuras africanas, como era Cato Zulú (1984-1988)
ambientado en las guerras zulúes y las guerras boers del siglo XIX, en el cual
cobraban protagonismo importante precisamente los africanos.
La obra de Pratt está plagada de él
mismo. Y Corto Maltés es su otro yo innegable, al que dotó de montones de
referencias a su propio pasado familiar, su propia vida y vivencias, y montones
de personajes con nombres o actitudes que habían existido en la vida real en
torno a él. Los rasgos del personaje y los de él mismo coincidían, y los de su
amor malogrado, Pandora Groovesnore, eran los de su amor más profundo, Gisela
Dexter, del mismo modo que Anne Frognier, su esposa, había dado rostro a Ana
de la Jungla años antes. Pratt siempre negó que Corto Maltés fuera él, fuera
su otro yo. Toda su vida estuvo haciéndolo. Sólo llegó a reconocer que sus
experiencias, encuentros, viajes y demás eran la mezcla que había creado al
personaje. Estaba con ello confirmando lo que de modo directo negaba. Los
desmentidos, como escribiría Carlos S. Olmo Bau, eran de poca utilidad. Cuando
murió en 1995 su amigo Umberto Eco escribió en un artículo necrológico: “se ha
contado a sí mismo, para toda la vida, cómo le hubiera gustado ser”.[13]
En torno a África, tanto en los
cómic de su infancia, como en su paso por ella y sus dibujos de lo que veía, se
forjó aquello que iba a forjar su obra. Su criado Brahane tenía el talante de
tolerancia y comprensión que sería parte de Corto Maltés y que le educó a él
mismo. Las vivencias entre culturas y que su primer amor de juventud fuera
etíope lo adquirió allí. También allí saboreó el sin sentido de la guerra.
Después vendrían múltiples viajes por todo el mundo, teniendo por referencia
Venecia, pero sin terminar de vivir en ningún lugar concreto. Conociendo a
múltiples personas y adquiriendo cada vez más y más gusto por aprender y leer.
Era sin duda él Corto Maltés. Todo él estaba en Corto Maltés. Y África. No es
casualidad que los personajes de sus cómic más importantes, salvo Sargento
Kirk y Ernie Pike, confluyeran en África y todos se cruzaran en
persona o en referencia en aquellos lugares.
Hugo Pratt había logrado contar su
vida mezclándola con ficción.
[1]
Alberto Ongaro, “Cómo nació Corto Maltés”, en Tótem, s.f.
[2]
Iván Pintor, “La balada de Corto Maltés”, en http://www.dreamers.com/corto/
[3]
Antonio Sagarra, “Introducción a una obra maestra: La Ballata del Mare Salato”,
en Bang, nº 9, 1973.
[4]
Hugo Pratt, Corto Maltés en Siberia, ed. Norma, Barcelona, 2007.
[5]
Hugo Pratt, Las Helvéticas, ed. Norma, Barcelona, 2007, Págs.: 59-63.
[6]
Daniel López-Serrano Páez, Noticias de un Espía en el Bar: Noticia 855ª
desde el bar: Cangaçeiro o jagunço, la revolución de los muertos vivientes (1),
Noticia 856ª desde el bar: Muertos vivientes del Brasil, levantáos contra el
opresor (2), y en Noticia 857ª desde el bar: Ya no quedan zombis vudús
guerrilleros (y 3), http://www.espiadelbar.blogspot.com,
[16 al 18 de noviembre de 2010].
[7]
Hugo Pratt, Suite Caribeña, ed. Norma, Barcelona, 2006, Pág. 74.
[8]
Hugo Pratt, Las Etiópicas, ed. Norma, Barcelona, 2006, Págs. 15 a 34.
[9]
Hugo Pratt, Tango, ed. Norma, Barcelona, 2006. Ver también Daniel
López-Serrano Páez, Noticias de un Espía en el Bar: Noticia 901ª desde el
bar: La Patagonia Rebelde
(1), Noticia 902ª desde el bar: La Patagonia Rebelde (2), y Noticia
903ª desde el bar: La Patagonia
Rebelde (y 3), http://www.espiadelbar.blogspot.com, [22 al 24 de febrero de 2011].
[10]
Cartel de Pedrero / Unión General de Trabajadores. Sindicato de Profesionales
de las Bellas Artes, [Madrid]: Junta Delegada de Defensa de Madrid, Delegación
de Propaganda y Prensa, [entre 1936 y 1939] (Madrid : Rivadeneyra, U.G.T.)1
lám. (cartel): il. col. ; 99,5 x 70 cm, Se puede consultar en:
http://pares.mcu.es/cartelesGC/servlets/visorServlet?cartel=110&page=3&from=catalogo
[11]
Ídem Nota 24, Pág.: 69. Y también Daniel López-Serrano Páez, Noticias de un
Espía en el Bar: Noticia 967ª desde el bar: Saint-Exupéry Está Sin
Morir, http://www.espiadelbar.blogspot.com,
[05-agosto-2011].
[12]
Ídem Nota 1.
[13]
Carlos S. Olmo Bau, “Adiós a Hugo Pratt”, en Thader, nº 3, 1995.
***El retrato en cómic de Hugo Pratt que os muestro en esta entrada lo realizó su amigo, y en cierto modo discípulo, Milo Manara.
***El retrato en cómic de Hugo Pratt que os muestro en esta entrada lo realizó su amigo, y en cierto modo discípulo, Milo Manara.
Gerardo Fierro, miembro de los fans de Corto Maltés en Facebook, escribe en italiano la siguiente inforamción acerca del parecido de un personaje de cómic con Corto Maltés tras su desaparición en la guerra civil española:
ResponderEliminar"Hugo Pratt es admirado por todos los escritores y los diseñadores italianos. En una nota publicada por ed. Bonelli, Mister No en la serie, el protagonista se reúne año después de su padre, que había muerto en la Guerra Civil española, y tiene la apariencia de nuestro Amado .... y Corto habría desaparecido en ese mismo.
Episodios 292 293 294, veinte años más tarde, Tierra y Libertad, 'El traidor'."
Me parece una inforamción interesante, pero desconozco esas viñetas y ese cómic.
Geraro Fierro me corrije, me dice en ese mismo club que que Bonelli no es un personaje, sino un colaborador de Hugo Pratt. sergio Bonelli se llamaba en realidad Guido Nolitta, y también fue un viajero incasable, sobre todo por la Amazonía.
ResponderEliminarAnota el propio Geraro Fierro:
ResponderEliminar"Autor: Colombo, Marzorati, Masiero, Mignacco, diseñador: Roberto Diso, Orestes Suarez, Septiembre - Octubre - Noviembre de 1999."
Obviamente esos son los autores de ese cómic, Tierra y Libertad, "El traidor", y se habla de un personaje, Bonelli, que era un colaborador de Pratt y que se parece a Corto Maltés. Teniendo en cuenta la temática de esos cómic y la desaparición de Corto en la guerra civil española, ¿se estaría insinuando que es hijo de Corto?
Ya he visto el cómic, y es posible la sugerencia.
ResponderEliminarDe hecho el personaje, me traduce Gerardo, no sólo se parece a Corto Maltés, sino que dice que su padre estaba siempre viajando por aventuras, y él había nacido en 1939 (el relato se desarrolla en 1959) en España.
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