sábado, octubre 06, 2012

NOTICIA 1140ª DESDE EL BAR: HUGO PRATT A TRAVÉS DE CORTO MALTÉS Y EL SIGLO XX (4 de 6)



HUGO PRATT A TRAVÉS DE CORTO MALTÉS Y EL COMIENZO DEL SIGLO XX (por Daniel L.-Serrano) (4 de 6)

Las aventuras de Corto habían podido ser creadas desde 1967 a 1988, a pesar de las referencias más duraderas en el tiempo en Los Escorpiones del Desierto (1969-1992), una novela, sus intenciones declaradas de continuarlo o la referencia citada en 1994 en la biografía en cómic de Saint-Exupéry. Hugo Pratt no quería deshacerse del personaje, probablemente lo sentía como algo propio. Pero a la vez, no quería adentrarle en épocas donde todo se volviera más tecnificado, posteriores a la II Guerra Mundial.  “En un mundo donde todo es electrónico, donde todo se encuentra calculado e industrializado, no hay lugar para un tipo como Corto Maltés”.[1]


 




Corto Maltés son las aventuras de un marino lanzado a la piratería corsaria primero, y a la aventura después, que repasa el comienzo del siglo XX en sus tres primeras décadas desde una perspectiva de antihéroe romántico y anarquista que, no lo puede evitar, prefiere la justicia moral y social al lucro personal con el que aparentemente comienzan todas sus aventuras. La gran diferencia con Luca Zane de Corto Maltés es el no apego a ningún negocio estable, como lo es el de transportista de mercancías por río de Luca. Y la gran diferencia con Koinsky, el polaco protagonista de Los Escorpiones del Desierto, es la veneración de Corto por la vida, a pesar de que también mate cuando le es inevitable en sus aventuras, y por el respeto a unas normas de cortesía, mientras Koinsky no tiene ni lo uno ni lo otro para lograr sus objetivos. Corto cree en las personas, incluso en sus enemigos, cree en que todo el mundo se merece una oportunidad. Koinsky no cree en ello, y por ello no da oportunidades. Es un descreído a costa de un afán de venganza por la muerte de su familia en la ocupación alemana de Varsovia, pese a que de vez en cuando  Koinsky muestra rabia ante una muerte injusta y una misma sed de venganza  por tales sucesos. Son como dos Némesis. Quizá Hugo Pratt quiso distanciar la personalidad de ambos personajes, y sin embargo tienen puntos en común, los de la intuición de querer alcanzar una justicia para las personas que encuentran desfavorecidas ante alguien que les oprime. Posiblemente ambos sean proyecciones del propio Hugo Pratt. Una cosa sí que es evidente en ambas historias. Las historias de Corto Maltés se desarrollan en un mundo que un niño y un adolescente Hugo Pratt conoció entre Italia y África, que sin duda completó con numerosas lecturas e investigaciones personales, y las de Los Escorpiones del Desierto es el mundo de la II Guerra Mundial que el autor conoció en África. Quizá no sea tan raro que de sus cinco personajes más populares, tres de ellos confluyan en África, y que precisamente sus personajes se entrecrucen por sus páginas, hablamos de Anna de la Jungla, Corto Maltés (en una de sus novelas gráficas) y Los Escorpiones del Desierto. En el primero estaría el África que el autor más recordaría de su infancia. No obstante los protagonistas no dejan de ser jóvenes como él lo era. Allí están representados todos los conflictos coloniales y tribales que él pudiera conocer, pese a que los situara entre 25 y 30 años antes de su propia experiencia. Aparte de todo el África con culturas aún no occidentalizadas al completo que también conoció. Pero, cuidado, también contiene Ana de la Jungla el África tribal una plena concienciación política que aspira a su independencia, como se puede ver en Las Etiópicas de Corto Maltés, y en Los Escorpiones del Desierto. Hay que recordar que precisamente la I Guerra Mundial iniciada justo cuando se inician las aventuras del primer título, transformó el panafricanismo preocupado por acabar con las desigualdades raciales y mejorar las condiciones de vida de las personas de raza negra, en otro tipo de aspiraciones. La I Guerra Mundial supuso para el panafricanismo un giro hacia dos posturas. Por un lado la concienciación de que como pueblo pueden disponer de ellos mismos y aspiran a su autonomía e independencia. Por otro lado, el desembarco de ideas socialistas a través de sus puertos, atractivas a los panafricanistas por cuanto suponía de igualdad de razas y clases. Ya en Las Etiópicas, a través del personaje dhankali Cush se ve incluso otro componente más que llevaría a los movimientos independentistas de después de 1945, pero que eran evidentes en la I Guerra Mundial, un sentimiento independentista marcado también por el sentimiento de pertenencia a la religión  islámica y el arraigo a sus territorios africanos. Un sentimiento que, como comunidad religiosa, les inspiraba la necesidad de no ser gobernados ya no sólo por europeos, sino tampoco por gentes de otra religión. Hay, sin duda, un arraigo a África en todas estas gentes, y un componente socialista muy básico mezclado con la religión, un sentimiento de raza, ya negra, ya árabe, que incluso reniega del islamismo de los turcos que luchan en la zona. Algo que el propio Lawrence de Arabia supo utilizar en aquellas fechas no tan lejano de esas tierras africanas.

En Los Escorpiones del Desierto sería el final prematuro de la adolescencia de Pratt, apenas bien vivida, a causa de la guerra, la pérdida de la inocencia, quizá por ello Koinsky es un personaje tan brutal, es otro héroe antihéroe como Corto Maltés… pero menos simpático, descarnado. En ese mismo título se ve bien algo que conocería bien el autor, el movimiento de tropas y el juego político que suponía para unos y otros los avances de la guerra, las rencillas personales pagadas con sangre aprovechando esa misma violencia institucionalizada, y el ir y venir de oportunistas en un frente que no estaba tan definido como el europeo o el asiático a costa del uso de guerrillas y espías.


No hay que despistar tampoco nunca a los personajes secundarios. Pratt ponía gran énfasis en ellos, sin llegar jamás a perfilar su historia del todo, igual que la de sus protagonistas. Siempre dejaba un espacio para el misterio, la especulación y la sugerencia, que hacen al lector pensar en las posibles relaciones e historias sin contar, y a la par contadas en cierto modo. Seguía la máxima del director de cine John Ford por la cual los personajes secundarios a menudo podían ser tan atractivos que podían soportar buena parte de la historia que se narraba. Así pues salen personajes históricos en Corto Maltés (en otros cómic suyos también) bien conocidos junto a otros no tan obvios, tales como los ya citados a lo largo de este ensayo más otros como el escritor Ernest Hemingway, el zarista iluminado Ungern-Sternberg, los mafiosos polacos instalados en Argentina creando una red de prostitución llamada “La Varsoviana”, el multimillonario Aristóteles Onassis, muy diversos tipos de revolucionarios auténticos y anónimos de todo el planeta, ya sean brasileños, chinos, africanos, irlándeses, rusos, etcétera, junto a muy diversos tipos de imperialistas con códigos morales muy concretos tales como japoneses, ingleses, alemanes, o norteamericanos, junto también a toda una gama de gobernantes de Repúblicas Bananeras en las Antillas y coroneles del Brasil. Pero también aparecen atractivos secundarios del mundo ficticio que, en nuestras mentes, han formado nuestra civilización. Son personajes que aparecen en obras de teatro dibujadas, sueños o estados de alucinación en los peores trances de los personajes. Hablamos de gentes como el mago Merlín, el Rey Arturo, Samael, diversos dioses mayas, Percival, y otros. A veces salen mencionados, como la aviadora Amelia Earthart.

Pero Pratt no sólo repasa en sus secundarios a innumerables personas reales y ficciones del mundo real fuera de ese cómic de su invención, sino que inventa secundarios que son ejemplo de ese mundo del comienzo del siglo XX y que acompañan a Corto por gran parte de sus aventuras. Desde Rasputin, el nihilista y asesino ruso, de idéntico nombre al malogrado asesor del zar, que deserta de las tropas zaristas en plena guerra con Japón en 1905, quien será el mejor amigo de Corto pese a existir entre ellos una relación de amor y de odio, a otros tan sugerentes como la pitonisa y revolucionaria Boca Dorada, la también revolucionaria, pero agente doble, Shangai Lil, con quien se insinúa que existió una relación de amor entre ella y Corto, la prostituta Esmeralda, que también se insinúa un antiguo amor de Corto, la antagonista Veneciana Stevenson, que finaliza sus aventuras embarazada sin mencionarse el nombre de quién pese a que sólo Corto estaba con ella, Banshee, la irlandesa del ejército revolucionario IRA que tiene nombre de diosa que atrae la muerte, o el Monje, que siendo un personaje real en realidad es la encarnación de una leyenda española auténtica popular en el siglo XVI por la cual se decía que un monje se adentró en el océano y fundó una civilización cristiana donde sus ciudades eran de oro. 




[1] V. Mollica y M. Pagnelle, Pratt, 1980, en http://www.dreamer.com/corto/cortovid.htm
***Los tres retratos centrales son, por este orden: Luca Zane (de "Ana de la Jungla"), Corto Maltés (de "Corto Maltés") y Koinski (de "Los Escorpiones del Desierto").

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