sábado, noviembre 05, 2011

NOTICIA 1009ª DESDE EL BAR: TINTÍN, MILÚ, PEDRO TORO Y YO MISMO

Ayer por la mañana Pedro Toro decía en la radio, en Hoy por Hoy Henares, de la Cadena Ser, que el belga Tintín era de los héroes del cómic juvenil (y adulto) el que menos le atraía. Él era más del francés Astérix, de Goscinny y Uderzo nacido en 1961, o de Mortadelo y Filemón, nacidos estos en España en 1958 de la mano de Francisco Ibáñez, aunque en realidad, su aspecto casi de ese personaje llamado Hellboy le delata (Mike Mignola, 1994), él se decanta más por el cómic europeo que contiene personajes menos populares. Que te lo diga Pedro Toro y te lo razone te hace pensar, porque, no obstante, este hombre con el que he coincidido pocas pero reiteradas veces desde mediados de los 1990' es una persona muy imbuida en el mundo de la cultura desde el cine, el cómic y la música. Fue él una de las personas que en Alcalá de Henares organizaba muestras de cine de terror, por ejemplo, eliminada por el ayuntamiento mucho antes de que comenzara la crisis económica de 2008 con una excusa de falta de dinero que intuyo falsa por parte del ayuntamiento, que en esas fechas estaba eliminando los organismos culturales de la ciudad que no le interesaban, recuérdese la Fundación Colegio del Rey, posiblemente por motivaciones políticas. No voy a entrar ahí.

La cosa es que Pedro Toro decía que le simpatizaba más el capitán Haddock, compañero alcohólico del joven y famoso periodista Tintín, creado por el belga Hergé desde 1929. De pequeño, contaba, no le atraían esos cómics de aventuras, donde el personaje principal le parecía una persona de vida aburrida, sin vicios, sin pareja, a solas con su perro, siempre rebuscando aventuras e historias raras para reportajes que nunca se le veía escribir, pero por los que todo el mundo le conocía. Cómo alguien bromeó en un tweet, ¿cómo haría Tintín para justificar un gasto millonario en un viaje a La Luna para un reportaje?

Yo a diferencia de Pedro Toro no he tenido el placer de leer a Tintín a temprana edad, no he podido elegir entre él o Astérix, tampoco pude leer entonces a Astérix, leía a Mortadelo y Filemón, Zipi y Zape, 13 Rué del Percebe, Capitán Trueno, Azañas Bélicas, Mafalda y los héroes de la Marvel y de DC Cómics, cuyas publicaciones en simples revistas de papel por entonces eran mucho más asequibles. Mi padre trabajaba de tornero desde 1967 en un taller de Madrid. Yo nací en 1979, y coincidía que a mediados de los 1980' los dueños de aquel taller se pelearon entre ellos, dando por resultado una serie de problemas económicos que se combinaron con la crisis de la metalurgia española de esas fechas. En consecuencia la familia se ajustó el cinturón, pues hubo un año incluso que no se cobraba sueldo. Así fue hasta que la empresa terminó cerrando en 1993 y mi padre estuvo entre el desempleo y trabajos mal pagados mientras esperaba la resolución del juicio que los trabajadores pusieron a aquellos empresarios que se habían declarado insolventes usando la ley de modo que siendo personas de mucho dinero legalmente nada estaba en sus cuentas ni a su nombre. Sea como sea, sólo hacia 1995 mi padre pudo cobrar una indemnización que hizo que fuera copropietario con otros dos socios de su propio taller de tornos hasta su muerte en 2003. De aquella etapa de mediados de los 1980' a ese 1995 la familia se ajustó mucho el cinturón y aprendimos a vivir sin despilfarrar y usando lo posible todo lo que teníamos... de ahí que a veces se me vean ropas de los primeros años 1990', supimos lograr que la ropa se conserve... Son esas cosas de la educación que a uno se le queda... ¿Qué le vamos a hacer? Todo esto viene a cuenta de que los cómic de Astérix o Tintín eran caros, solían publicarse a la americana, en cómic books, normalmente integrales, y su precio era tan alto que eran prohibitivos.

Sin embargo Tintín me atraía. Intuía que en él había algo. Aventuras serias, humanas. Tanto a Astérix como a Tintín sólo los podía leer cuando los periódicos publicaban suplementos infantiles que a veces incluían unas pocas viñetas semanales de las que nunca llegabas a enterarte de nada, pues les faltaba el principio y el final, pero te ilusionaban y hasta las coleccionabas como tesoros. A menudo esperabas a Navidad, que era cuando uno de los dos únicos canales de televisión, televisión española 1 y radiotelevisión española 2, emitían una película de dibujos animados de alguno de estos héroes del Noveno Arte. Pero ahora el director Steven Spielberg (que tantas alegrías me ha dado en mi infancia, juventud y edad adulta también, y alguna decepción) ha estrenado una película de Tintín y decidí ir a verla el pasado jueves, a solas... Hubiera ido con amigos, pero ellos ya habían ido sin yo haberme enterado a tiempo para apuntarme. Sea como sea ahí estaba yo, y quizá a solas saboreé en movimiento dibujos y sensaciones que estaban en mí cándidamente ilusionados en mi más profundo niño interior. Como si ese niño interior hubiera estado esperando dentro de mí todos estos años para ver a Tintín.


Los cómic de Astérix pude leerlos enteros, algunos, en mi adolescencia, gracias a un profesor de latín, Miguel Ángel Areses, que nos daba a leer en latín precisamente para que aprendiéramos la lengua. Eran un placer. Sólo hace pocos años que pude adquirir algunos ejemplares de segunda mano. Pero de Tintín, lo reconozco, no pude leer nada completo hasta 2007, año en el que trabajaba por las noches de camarero en La Vaca Flaca. Por entonces se abría dos horas antes de lo que se abre ahora, y no había literalmente nadie. Uno limpiaba, ponía música y se aburría. Entro los objetos del bar había un ejemplar de Tintín en el Congo publicado en España antes de su actual segunda censura, pero no de la primera (en esa ocasión: autocensura) que sufrió en 1946. Es un cómic de 1930 que en la Biblioteca Nacional Norteamericana está catalogado como libro ofensivo, junto al Mein Kampf de Hitler, y no es broma. Vale que Hergé, el autor, simpatizara con los NAZIS alemanes durante la ocupación de Bélgica en la II Guerra Mundial, pero el tiempo y su forma de ser posterior le exoneró. Cierto es que hay quien ha querido ver en Tintín algún rasgo de esta ideología, que yo creo que no se sostiene, aunque sí que es cierto que ataca al socialismo soviético en algunas historias, pero sobre todo en la Guerra Fría eso no es lo mismo que ser de extrema derecha. Pero la acusación de racismo a este álbum, aunque considerable, es refutable (no mucho) en cuanto a que en el año en el que se publicó la mentalidad occidental de raza blanca respecto al mundo negro y el África era en sus productos culturales del mismo talante, más que nada porque realmente existían en esas fechas las colonias, existían los porteadores negros, el analfabetismo en África y otra serie de rasgos que salen en otras obras, como Tarzán, o los negros pintados del cine de esas fechas. Otra cosa es que el Congo Belga fuera junto a la República Sudafricana de los boers uno de los lugares de África donde los colonizadores más racistamente se comportaron. Pero no me pierdo más en esto, la cosa es que aquel fue mi primer y único tomo de Tintín que he podido leer hasta la fecha entero, resguardado por la falta de clientela en un bar durante dos horas.

Viene bien esta película, además, tampoco en mi vida había visto nada en el cine en tres dimensiones (3-D). Mi padre nos hablaba de ello, de su juventud en esas películas, pero en 3-D yo sólo había visto ilustraciones en revistas juveniles. La primera vez que se trató de recuperar esa clase de cine después de aquellas películas cuya mejor época debieron ser los años 1960', fue en 1991, en la sexta entrega de Pesadilla en Elm Street, película que me dio suficiente miedo en sus reportajes como para no verla. Y desde ahí a las más recientes y evolucionadas películas en 3-D no había entrado a ninguna hasta este jueves. Y fue una gran sensación que aumentó mis ilusiones y fantasías juveniles... 3-D, Tintín y Spielberg... mi juventud revivida en dos de tres cosas que no pude disfrutar en su momento.

Tintín llega además a Alcalá de Henares justo cuando esta semana que entra va a empezar el Primer Congreso de Conferencias Internacional de Cómics y Novelas Gráficas 2011. Sitios de innovación visual y textual. Alcalá de Henares, Madrid. Del 9 al 12 de Noviembre de 2011" ("First International Conference on Comics and Graphics Novels 2011. Sites of Visual and Textual Innovation. Alcalá de Henares, Madrid. November 09th-12th 2011"). Del que vengo informando desde febrero pasado por esta bitácora y del que, tras publicar varios monográficos de personajes de cómic en Historia, lo recordé la Noticia 984ª con sus respectivos enlaces, entre ellos la programación. El sábado por la mañana, como os dije en aquella Noticia 984ª, yo daré un comunicado en una conferencia propia de 20 minutos sobre Corto Maltés, Hugo Pratt y la Historia, pero también previamente el miércoles a las 16:00 h. estaré presentando la sesión del panel 24, a conferenciantes que hablarán a través de "V de Vendetta", y otros cómics, de la distopía, post-colonialismo y lo nacional-popular. Y el viernes por la mañana presentaré la sesión del panel 14, con conferenciantes que hablarán en esa ocasión de diferentes aspectos de la política reflejada en los cómic, ya sea a través de lo que se creó durante la Guerra Fría, a través de la caricatura, o a través de lo que dejan traslucir los autores de sus ideas en sus obras. Muy interesante.

Tintín en 3-D... ¿Tiene sentido que el Noveno Arte, basado en el dibujo en dos dimensiones y la literatura, salte al cine en forma de dibujos animados que pretenden tener tres dimensiones? Es realmente paradójico. Cómo paradójico es que la caricatura de los personajes creada por Hergé siga conservándose en la película pero tratando de aproximarse a un rostro humano real. Los trazos sencillos y claros de Hergé, los colores pastel y planos de su obra, los enfoques a veces esquemáticos que muestran hábilmente en las viñetas lo justo para crear una atmósfera detectivesca, pasan en la película a un mundo lleno de movimiento y acción, a veces de un barroquismo y espectáculo que no hay en esas viñetas, más propias de la reflexión del periodista detective que de su acción física, aunque la haya también en papel. Pero también es una película llena de guiños, y no sólo al propio Hergé y al propio mundo de Tintín, también a películas anteriores de Spielberg, como "Indiana Jones" y "Tiburón", a determinadas escenas del espía "007", y me atrevería a decir que incluso en la manera de manejar los planos, a las mas recientes y exitosas películas de "Piratas del Caribe". Y sin embargo funciona. Apasiona. Uno desearía vivir aventuras con Tintín, que sigue siendo un obsesionado de cada mínimo detalle al que su propio perro, Milú, tiene que rescatar. Quizá Pedro Toro tenga razón y Haddock es el personaje necesario, la fuerza complementaria a la inteligencia obsesiva de Tintín. Pero faltan muchos personajes, como Tornasol, por ejemplo, que quizá en próximas entregas enriquezcan este mundillo en cine. De momento este Tintín es muy recomendable de visitar en la gran pantalla. Más estos días que van a ser tan de Cómic.

Saludos y que la cerveza os acompañe.

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