miércoles, noviembre 17, 2010

NOTICIA 856ª DESDE EL BAR: MUERTOS VIVIENTES DE BRASIL, LEVANTAOS CONTRA EL OPRESOR (2)

Cuando Corto Maltés se encontró con aquellos jagunços, que tomó en principio por cangaçeiros, él se encontraba a bordo de la barca patrullera de un río Amazónico gobernada por el capitán De Oliveira. Su propio barco había sido detenido para ser interrogado. Corto buscaba al "coronel" Gonçalves como tapadera de uno de sus negocios de aventuras anarquistas. En realidad transportaba un cargamento de armas ilegal para los guerrilleros de la cangança de aquella zona que luchaban contra aquel terrateniente "coronel", el cual había estado explotando y asesinando a muchos campesinos empobrecidos. El cargamento lo proporcionaba una dama de Salvador de Bahía con aspecto joven, de la que se rumoreaba que en realidad era tan anciana que nadie recordaba su nacimiento, pese a que todos la recordaban con el mismo aspecto toda la vida. Aquella mujer se llamaba Boca Dorada, y se transformó tras este episodio en uno de los personajes aliados de Corto Maltés más inquietantes y misteriosos. Se trataba de una sacerdotisa vudú brasileña con ideales revolucionarios en consonancia con los jangunços. Fueron aquellos jagunços que encontró Corto Maltés los que le liberaron de su lucha con el capitán De Oliveira, pero también con los que se embarcó en una nueva aventura idealista. El lider de ellos era llamado "Tiro-Fijo".

Las luchas sociales de Brasil de finales del siglo XIX y principios del XX, que involucraron a Corto Maltés en aquel 1916, estaban imbuidas de ese sentimiento guerrillero que mezclaba ideas sociales con ideas mesiánicas entre el vudú y el cristianismo supersticioso y tergivesado por mal entendido. Todo este movimiento del que era parte cuando menos Boca Dorada, había sido iniciado por Antonio Maciel, un hombre en busca de justicia social en Brasil en los últimos años del siglo XIX. Algo que Hugo Pratt, el narrador de las aventuras de Corto Maltés, debía conocer bien.

Antonio Maciel, “el Consejero”, inició una peregrinación con desposeídos para asentarse en tierras de Belo Monte al margen de otra ley que no fuese la de la justicia humana. 30.000 personas de aquella marcha fueron exterminados por el ejército brasileño entre 1896 y 1897. Su movimiento era mesiánico. Sus ideas eran promonárquicas, al menos desde el punto de vista gubernamental ya que esa fue la excusa dada oficialmente para aniquilarles. Tal versión monárquica de las ideas de Maciel fue dada por un monje benedictino que le visitó en 1897, pero Maciel estaba totalmente alejado del monarquismo. Buscaba otra cosa, justicia social, que para él y sus seguidores sólo se podía dar sin amos, siendo todos iguales según la propia religión también acreditaba junto a las ideas socialistas. Los prisioneros que hizo el ejército tras el combate represivo fueron degollados. Murieron en la región de Canudos. Al haber sido un movimiento mesiánico (la liberación del alma en el Cielo y la del cuerpo en la Tierra, gracias a promesas divinas de la llegada de un mesias -libertador-), Canudos se transformó rápidamente en un lugar de peregrinación donde mucha gente esperaba que Maciel resucitara para liderarles en su liberación y su lucha por la igualdad y la justicia. Mal interpretaban así algunas de las frases de Maciel. Este líder se había negado a pagar impuestos, y con él sus seguidores, esto fue lo que le puso en el punto de mira de todos los “coroneles” para ser asesinado. Todos los sicarios de Brasil habían sido movilizados para matarle. Había pues un trasfondo de lucha social que la gente campesina brasileña, altamente analfabetizada, mezcló con ideas místicas. Tras las matanzas de 1897 estas ideas crearon toda una mitología revolucionaria que provocó un estado de guerrilla y de resistencias de jagunços. La República federal de Brasil se veía forzada a mantener a los “coroneles” para combatir este movimiento. Los “coroneles” además tenían por interés que no se produjesen las ocupaciones de tierras incontroladas a manos de desposeídos, pues deseaban esas tierras para mantener o para expandir sus cafetales, y el gobierno deseaba que se quedaran los cafetales para poder seguir teniendo ganancias del mercado internacional del café en Norteamérica y Europa.

Entre 1912 y 1916 el ferrocarril creó nuevas expropiaciones que originaron otro conflicto entre “coroneles”. En este nuevo contexto de conflicto sangriento apareció un monje llamado José María (su nombre real era Miguel Lucena Boaventura). La población más humilde le tomó por un resucitado que había venido para darles justicia social en el campo. También él fue acusado sin pruebas de monárquico, por lo que se retiró de las ocupaciones de tierra que ya había iniciado para instalarse con numerosos seguidores en torno de las vías férreas. Eran las mismas tierras en disputa en Paraná y Santa Catarina de unos años antes. Por ello, ante la amenaza a sus vidas se retiraron de nuevo, esta vez a Mato Grosso. Un ataque del ejército con ametralladoras modernas mató a este monje en 1912, el cual pasó a ser un mártir en el imaginario colectivo de la sociedad brasileña. Los campesinos contraatacaron y se hicieron con aquella ametralladora. Infringieron la primera gran derrota del ejército brasileño en el conflicto revolucionario gracias al uso de la misma. Entre tanto, uno de los trenes que comenzaron a circular por esas vías era un viejo tren de carbón y vagones de madera que había hecho Historia en Estados Unidos, era el Unión Pacific que atravesó de Este a Oeste por primera vez aquel país. Sus techos estaban llenos de sicarios que defendían los intereses de los caucheros, ya que trataba de llegar hasta Manaos por el caucho.

La guerra a tres bandas entre campesinos, “coroneles” y ejército se prolongó hasta 1916. hubo derrotas y victorias absolutamente para todas las partes, sin que nadie se impusiera del todo. Los campesinos combatían con la idea de que cuando morían resucitarían en el futuro junto con el monje José María, con quien regresarían para conducir la lucha hacia la victoria.

El movimiento mesiánico de jagunços, acusado de monárquico en falso, perjudicaba los intereses del ferrocarril, y con ellos los del gobierno y los de los terratenientes y ganaderos “coroneles”; estaba claro que en esta lucha a tres bandas los campesinos eran el enemigo común de gobierno y “coroneles”. A lo largo de esos cuatro años de 1912 a 1916 el contrato y uso de sicarios, “jagunços”, se multiplicaron con mucho. Para muchos jóvenes y para algunos desposeídos de mala vida, ser sicario era labrarse un futuro. Cualquier motivo podía llevar a ser sicario, desde los forzados a serlo por presión, deuda o extorsión, a los voluntarios, buscadores de fortuna, criminales y aventureros. La zona estaba descontrolada con toda clase de venganzas, extorsiones, torturas y ejecuciones. Tras la finalización de la guerra a tres bandas en 1916, la situación se prolongó hasta 1930, pues al tener de fondo un trasfondo de lucha social, o lucha de poseedores contra no poseedores, se perpetuó en realidad lo que era una guerrilla y unos conflictos que se iban complementando de ideas revolucionarias, hay que tener presente que los comunistas leninistas se hicieron con el poder en Rusia en 1917, y que en breve se pondría a funcionar la III Internacional.

En 1918 la Guardia Nacional que había compuesto los “coroneles”, se descompuso a favor del ejército regular de la República de Brasil. Eso fue lo que solucionó parte del problema, aunque no del todo. En aquel 1930 una revolución política triunfante puso a una gran parte de los “coroneles” en la cárcel. En 1937 un golpe de Estado militar de derechas impuso la dictadura y neutralizó la necesidad de mantener a los “coroneles” que quedaban en activo, aunque fueron protegidos hasta 1945 por el nuevo gobierno militar. Su principal protector fue el Partido Social Democrático (PSD), de Getulio Vargas. Este hombre había sido presidente de gobierno entre 1930 y 1934, luego lo fue de 1934 a 1937, y desde el golpe militar hasta 1945 volvió a repetir presidencia de gobierno, obviamente con diferentes posturas políticas. En 1951 a 1954 volvió a repetir presidencia.


[El dibujo es una viñeta de la novela gráfica "Corto Maltés, Bajo el Signo de Capricornio" (1970), posteriormente mal llamada "Suite Caribeña", de Hugo Pratt. Se trata del momento en que "Tiro-Fijo", en la imagen, conoció a Corto Maltés].

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