martes, noviembre 16, 2010

NOTICIA 855ª DESDE EL BAR: CANGAÇEIRO O JAGUNÇO, LA REVOLUCIÓN DE LOS MUERTOS VIVIENTES (1)

En 1916 Corto Maltés, según nos cuenta Hugo Pratt, tuvo en Brasil un encuentro con cangaçeiros (en castellano se asimila del portugués a bandoleros o bandidos brasileños). Ocultos en la selva Amazona esperaban al ejército brasileño para vengar el asesinato de un lider suyo. En realidad estos cangaçeiros buscaban una justicia social que los transformaba en jagunços, este es un término portugués intraducible y propio de Brasil, es referido a personas que empuñaban armas para defender a sus familias, hogares e intereses personales porque ya no podían defenderlo de otro modo, no les quedaba nada más (aunque algunos jagunços eran parte de los ejércitos de los “Coroneles”, de los que hablaremos luego, por buscar mayor protección). Corto Maltés se implicó en aquella lucha, convencido de estar ayudando a los cangaçeiros a lograr una venganza justa que ayudaría a los campesinos brasileños de aquel lugar.


Las luchas obreras en Brasil, después de su independencia en 1822, comenzaron al final del Imperio Brasileño, en 1889, de manos de los campesinos. Comenzaron en las regiones de Canudos, Contestado, Paraná y Santa Catarina. En parte las provocaron las ansias y actuaciones de los terratenientes poderosos, que deseaban mantener su poder e influencia con la proclamada República de Brasil. Una de las primeras leyes que se habían aprobado fue el final de la esclavitud en 1888, cosa que les había colocado a los terratenientes en una situación contraria al nuevo gobierno, mientras los nuevos libertos negros se entregaban a movimientos mesiánicos de liberación espiritual y material místicos.

Se inventó un sistema por el cual el trabajador era libre para trabajar, pero las tierras que trabajaba no eran suyas, por lo que su único beneficio con el trabajo se transformaba realmente en un beneficio que le daba lo justo para comer, nada más, el resto debía entregarlo a los terratenientes. De ese modo esos terratenientes encontraron la fórmula de mantener su poder, si bien no existía ya la esclavitud formal y legal, el nuevo sistema colocaba a los trabajadores libertos en una condición de trabajo en exceso dependiente del terrateniente, el cual además ya no pagaba su manutención como esclavo. La situación se agravaba con la aparición del desempleo entre los libertos que no necesitaban en los campos estos mismos terratenientes. Para mayor tragedia de los campesinos brasileños, la llegada de inmigrantes chinos (coolies) y europeos, abarató la mano de obra en el campo ya de por sí excesivamente barata, y ayudó a aumentar el desempleo brasileño.

Mientras las tierras de las grandes propiedades habían pasado al Estado, con la idea de que los trabajadores libres de la esclavitud pudieran ahorrar y comprar pequeñas porciones de tierra para sí mismos de esas expropiaciones. Pero a causa de lo dicho y de que las herramientas más necesarias en el campo estaban en manos de los grandes terratenientes, el nuevo hombre libre brasileño de finales del siglo XIX no sólo no podía ahorrar si no que además se endeudaba con los terratenientes que, en el pasado, habían sido sus mismísimos amos durante la esclavitud.

Esos terratenientes se dedicaron a especular con la tierra y su precio. Los antiguos propietarios de esclavos eran así ahora señores de tierras que ponían en cultivo para obtener café y azúcar, muy valorado en los mercados norteamericanos y europeos. Tales cultivos no solucionaban los problemas de hambre de sus propios contratados para cultivar sus tierras. Todo esto hizo de ellos señores del Brasil con gran influencia regional, como caciques, en algunas zonas eran más que caciques con todo el control que habían logrado ejercer gracias a la posesión de la tierra y las herramientas de trabajo, con todo el dinero que esto les generaba. Tanto poder acumularon que la mayor parte de estos terratenientes pasaron a ser en estos años de la República parte de la Guardia Nacional del ejército brasileño. Casi todos fueron coroneles, ya fuera porque se autodenominaron así (con poder en áreas de influencia como para que además fuera cierto en la vida real) o porque alcanzaron ese grado. A lo largo de 1880 a 1900 eran la elite económica, militar, con poder caciquil y con capacidad para controlar los resultados electorales de sus regiones, ya fuese usando de regalos y favores entre los votantes o los recontadores de votos, o bien usando de presión, la amenaza, la violencia, el chantaje, el soborno, o todo tipo de irregularidades. Los “coroneles” tenían ejércitos personales de sicarios, algunos de ellos eran jagunços. Defendían el país frente a enemigos de este, lo que les convenía a ellos y lo que le convenía al propio gobierno, que no podía llegar con el ejército regulara a determinados lugares. Pero eso mismo hacía también que defendieran con las armas el gobierno que les interesaba, derrocaban o levantaban presidentes. Estos intereses no eran los mismos para todos los “coroneles” brasileños, lo que provocaba guerras entre ellos de modo esporádico. Mataban en ajustes de cuentas, practicaban la extorsión a pequeños propietarios de otro coronel contrario, lo que provocaba represalias sangrientas o perjudiciales en otro sentido a las familias de trabajadores agrícolas, y en fin se formaba así un Brasil formado de varios Brasiles, tantos como “coroneles”. A la larga la Historia podría decir que la mayor parte de estas guerras no oficiales respondían a la idea de los “coroneles” de mantener la igualdad de consecución de votos favorables a sus intereses en las elecciones. Si un “coronel” pretendía hacerse con una zona electoral que le era ajena provocaba la guerra entre los diferentes caciques “coroneles”.

Todo esto provocó que entre 1890 y 1910 numerosos campesinos brasileños optaran por irse del Nordeste de Brasil a la Amazonía. El litoral se hizo ganadero y señorial, se trasladó hacia Paraná paulatinamente. En el interior, Amazonia, se intentó dar tierras nuevas a esos campesinos. Las expropiaciones de tierras por el gobierno sólo provocó entonces la especulación de los precios que favoreció otra vez a los más ricos, lo cual impidió que los agricultores pobres pudieran acceder a una pequeña parcela, parecían condenados a trabajar para los grandes terratenientes en condiciones deplorables.

El sur de Brasil se marginó de todo este proceso y estalló la Guerra del Contestado por las tierras de Paraná y Santa Catarina. El gobierno de Brasil le dio permiso a una empresa estadounidense para crear un tren desde Sao-Paulo a Rio Grande. Tal empresa colocaría sus propias vías férreas y a lo largo de estas podrían controlar 9 kilómetros de ancho. Para tal concesión era irremediable la expropiación de tierras, lo que no gustó entre los terratenientes, y un conflicto inminente con los propietarios de grandes ganados. Terratenientes y ganaderos iniciaron así la guerra civil uniendo sus intereses contra el gobierno de Brasil y la empresa norteamericana de ferrocarriles. El conflicto se recrudeció a causa de los movimientos mesiánicos de los trabajadores más pobres. Para 1911 se había acumulado una gran cantidad de desposeídos sin trabajo que, para aumentar sus recelos, veía como se instalaba a muchos europeos para realizar los míseros trabajos, por menos dinero aún, que hasta entonces habían realizado ellos, y que, además, se les instalaba en aquellos lugares. No hay que olvidar tampoco que muchos de aquellos desposeídos brasileños eran libertos de raza negra, lo que añadía al conflicto un factor racial, cultural y, también hay que decirlo, religioso en un sentido místico y hasta de vudú.

En los años de 1880' el descubrimiento de las posibilidades del caucho para la industria del automóvil fue un incentivo a la economía de Brasil. El árbol del caucho era originario de la selva Amazona, único lugar productor por entonces. El gobierno prohibió sacar semillas o el mismo árbol del país. Los productores de caucho, los grandes propietarios, ayudaron a que se mantuviera esta ley usando de ejércitos personales y severos castigos que a menudo incurrían en el asesinato de quien osase hacer peligrar su monopolio. La selva Amazonas se transformó en un epicentro económico de la producción del caucho, y de la creación de unos caciques que funcionaban como una mafia omnipresente y omnipotente permitida por el gobierno. Manaos se construyó gracias a esto. Las matanzas, incluso de tribus, fueron el río de sangre de aquel "oro blanco" de Brasil. La empresa Goodyear, de neumáticos, trató varias veces romper el monopolio con infiltrados, pero no terminaba de lograrlo. Las familias de “coroneles” del Amazonas usaron trabajadores brasileños o europeos que se endeudaban por diversos motivos, de modo que a cambio de saldar sus deudas podían trabajar hasta acabar las mismas, pero nadie conocía en realidad el estado de esas deudas, por lo que en realidad trabajaban de por vida como esclavos. Tratar de huir era morir por la selva Amazonas o por los sicarios, a veces con torturas como castigo ejemplar a quien quisiera intentarlo. Un inglés logró sacar de modo secreto semillas de caucho en 1885 que se plantaron en las posesiones británicas en Asia, de ese modo la producción de caucho ya no fue exclusiva de Brasil, aunque en 1887 (cuando Dunlop inventó los neumáticos de caucho) era aún el único gran Estado productor, lo fue hasta buena parte del primer cuarto del siglo XX. Realmente Firestone no logró comercializar el caucho no brasileño hasta 1915, producido en la Liberia británica por ellos mismos, ya que tuvieron que esperar a que crecieran los árboles del caucho como para sacar su resina de las cortezas. Pero el conflicto que provocaba en Brasil entre 1880 y 1920 se sumó a los conflictos ya citados entre 1890 y 1910. Brasil era tan exótico y próspero como peligroso.

[La fotografía es un fotograma de la película brasileña "Deus e o diabo na terra do sol", de Glauber Rocha (1964, año del golpe de Estado militar de ultraderecha, del que obviamente era contrario esta película). La estética de este personaje cangaçeiro es idéntica a la imagen que se ve en fotografías históricas de finales del siglo XIX y principios del XX en Brasil. A quien quiera abrir el enlace de las fotografías históricas de cangaçeiros le aviso que hay una de ellas donde aparecen montones de cabezas cortadas de ellos junto a cananas, fusiles mauser, machetes y sombreros como colección particular de un grupo de policías brasileños de la época.]

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