Algunos estudiosos de la Historia, de la sociología y de la Filosofía sostienen actualmente que estamos viviendo desde hace unos años el tránsito a una nueva Edad de la Humanidad. La Edad Contemporánea, cuyo principio simbólico es situado, según el país o la cultura, entre la primera máquina de vapor en el siglo XVIII, el comienzo de la producción fabril entendida de modo actual, la revolución Norteamericana con epicentro en la década de 1770’, la revolución francesa de 1789-1799 y otras posibilidades, estaría llegando a su fin, si es que no habría acabado simbólicamente ya, y dando paso a los albores de la nueva Era. Una serie de conceptos como los cambios en la vivencia de estar y de pensar las sociedades (al margen ya de conceptos tan entorno a religiones, morales patriarcales y de epicentro familiar en sentido amplio o incluso nacionalismos), el final de los pensamientos más directos de metrópoli-colonia, los cambios de las relaciones entre naciones, cada vez más pendientes de formaciones panestatales (ONU, OTAN, OPEP, UE, EEUU, UNESCO, Liga Árabe, Conferencia Americana, incluso el terrorismo internacional, etc.), los cambios de relaciones entre los individuos en todo el planeta gracias a la revolución de las telecomunicaciones, los nuevos hallazgos científicos en todos los ámbitos, y otra multitud de factores que componen nuestro mundo, es lo que llevan a esta teoría de la nueva Era, aún sin nombre. Parece claro, eso sí, que el mundo de 2008 cada vez tiene menos que ver con el de 1789, 1848 ó 1945. ¿El comienzo de la nueva era? No se ha determinado puesto que aún no se ha acordado que ya estemos en una nueva era, aunque cada vez haya más voces que apuntan a que por lo menos lo estaremos antes de acabar el presente siglo XXI. La creación de Dolly (el primer mamífero clonado), la llegada a la Luna, el descifrado del código genético, la generalización de las telecomunicaciones en su máxima expresión en Internet, la caída de la Unión Soviética o la destrucción de las Torres Gemelas de New York, son algunas de las fechas que se han barajado como simbólicas, si bien es cierto que ninguna era ha comenzado de la noche a la mañana, son sólo simbolismos.
¿Y qué sostienen los detractores de estas nuevas ideas, los que no aceptan que ya sea una nueva era o que si bien puede que entremos en alguna en breve todavía no es el momento? Prácticamente se basan en la existencia de los Estados Nación nacidos tras las guerras napoleónicas y reafirmados en 1830, 1848, 1870, 1918 y 1945. Estados que se han fortalecido con el desarrollo del sistema socioeconómico del capitalismo y de las formas de democracia burguesa, hoy día llamado sistema occidental y confundido con el término sistema liberal (en el sentido que adquiere liberal sobre todo desde mediados del siglo XX), el cual no indica lo mismo, ya que ese sistema occidental también abría las puertas a sistemas que miraban por el progreso en conjunto de toda la sociedad y no sólo de los pudientes, eso ocurría tras 1848 y derivaría en una época de ideologías de izquierda y de derechas de todas las índoles y que han dado por resultado toda la Historia y sociedades que conocemos desde entonces a nuestros días. Y sí, todas estas fechaciones atendiendo a estos datos son ciertamente etnocéntricos desde Occidente, ya que las sociedades africanas o asiáticas no funcionaban al mismo modo social y político que Europa y América, pese a que también es cierto que Asia corrió a parecerse a Europa a partir de las últimas décadas del siglo XIX, con éxito dispar, o que África, a fuerza de ser un continente colonizado, se vio forzado a vivir bajo formas europeas hasta sus independencias tras 1945, tras las cuales copiaron las formas europeas, o eso trataron.
Todas estas formaciones tienen una superestructura mental, ideológica, religiosa, social y económica en cada individuo. Los detractores de que estemos entrando en una nueva era, sostienen que todo esto no ha cambiado. Los Estados Nación perduran y siguen incluso dando lugar a guerras, pese a los organismos internacionales, las ONG no tienen el peso que se le otorga, las comunicaciones, según ellos, ya eran masivas con inventos como el telégrafo o el teléfono, con lo que los ordenadores o los teléfonos móviles sólo sería otro paso nada revolucionario en lo social, la religión sigue jugando un papel importante y se basan precisamente en el derribo de las Torres Gemelas y sus repercusiones en el mundo musulmán y en el cristiano como principal ejemplo, y los nuevos descubrimientos científicos no son mejores que la invención en su día de los automóviles, el cinematógrafo, los rayos X, el trasplante de corazón, la radio, el televisor o la penicilina. Y bien también que la liberación de la mujer y la igualdad de razas no son más que logros venidos de la misma raíz de igualdad de derechos iniciada a finales del siglo XVIII.
Uno se puede ubicar a uno u otro lado del debate: estamos en una nueva era, no lo estamos, o no lo estamos pero estamos a punto, quizá en cuanto tengamos una colonia en La Luna y un pie en Marte. Pero desde luego hay algo mas claro que todo eso. Es cierto que pese al avance de las sociedades, la tecnología y la medicina, el Estado Nación no ha sido superado, pese a la existencia de organizaciones internacionales cada vez más generalizadas. Da igual si este es democrático, dictadura o monarquía, aunque parece claro que se generaliza el Estado Nación de sistema occidental (democracia de sistema económico basado en el capital y en ciertas nociones de Estado de Bienestar, hoy día acosadas por un voraz capitalismo mal entendido por las empresas internacionales que lo han reinterpretado al estilo del siglo XIX: hacer dinero a toda costa).
Esa infraestructura funciona hoy día socialmente bastante activamente, pese a las interrelaciones individuales que está creando Internet por todo el planeta, puesto que aún hay guerras y conflictos por marcar fronteras. Lo cierto es que pese a esta realidad palpable en Oriente Próximo, las dos Coreas, el Este Europeo, África o regiones americanas, por ejemplo, también es cierto que cada vez el mundo se está comprendiendo a sí mismo como algo donde las fronteras las marcan los Estados y las personas, pero a la vez las necesidades sociales, protagonizadas también por personas, no tienen fronteras. Es inevitable pensar en que hay necesidades sociales a nivel mundial que poco tienen que ver con los Estados Nación. Y me estoy refiriendo principalmente a necesidades ecológicas. El cambio climático avanza azuzado por el ser humano. Y sí, las naciones intervienen en sus propios suelos y en sus propias aguas, sin embargo sus repercusiones son para todos y no sólo para los habitantes de esa nación. Si Brasil decide destruir su selva a favor de empresas madereras es el planeta entero el que pierde un pulmón y el que sufre este “cáncer de pulmón”. Si China decide avanzar económicamente sin controlar sus emisiones de contaminación ambiental, su humo lo respira el planeta. Si Europa y América decide consumir sin control, es al planeta al que no paran de amputarle sus maderas, su aire, sus alimentos, sus suelos fértiles, su flora o su fauna. Se ve necesario, pues, mirar más allá de las fronteras políticas y económicas.
¿Y qué sostienen los detractores de estas nuevas ideas, los que no aceptan que ya sea una nueva era o que si bien puede que entremos en alguna en breve todavía no es el momento? Prácticamente se basan en la existencia de los Estados Nación nacidos tras las guerras napoleónicas y reafirmados en 1830, 1848, 1870, 1918 y 1945. Estados que se han fortalecido con el desarrollo del sistema socioeconómico del capitalismo y de las formas de democracia burguesa, hoy día llamado sistema occidental y confundido con el término sistema liberal (en el sentido que adquiere liberal sobre todo desde mediados del siglo XX), el cual no indica lo mismo, ya que ese sistema occidental también abría las puertas a sistemas que miraban por el progreso en conjunto de toda la sociedad y no sólo de los pudientes, eso ocurría tras 1848 y derivaría en una época de ideologías de izquierda y de derechas de todas las índoles y que han dado por resultado toda la Historia y sociedades que conocemos desde entonces a nuestros días. Y sí, todas estas fechaciones atendiendo a estos datos son ciertamente etnocéntricos desde Occidente, ya que las sociedades africanas o asiáticas no funcionaban al mismo modo social y político que Europa y América, pese a que también es cierto que Asia corrió a parecerse a Europa a partir de las últimas décadas del siglo XIX, con éxito dispar, o que África, a fuerza de ser un continente colonizado, se vio forzado a vivir bajo formas europeas hasta sus independencias tras 1945, tras las cuales copiaron las formas europeas, o eso trataron.
Todas estas formaciones tienen una superestructura mental, ideológica, religiosa, social y económica en cada individuo. Los detractores de que estemos entrando en una nueva era, sostienen que todo esto no ha cambiado. Los Estados Nación perduran y siguen incluso dando lugar a guerras, pese a los organismos internacionales, las ONG no tienen el peso que se le otorga, las comunicaciones, según ellos, ya eran masivas con inventos como el telégrafo o el teléfono, con lo que los ordenadores o los teléfonos móviles sólo sería otro paso nada revolucionario en lo social, la religión sigue jugando un papel importante y se basan precisamente en el derribo de las Torres Gemelas y sus repercusiones en el mundo musulmán y en el cristiano como principal ejemplo, y los nuevos descubrimientos científicos no son mejores que la invención en su día de los automóviles, el cinematógrafo, los rayos X, el trasplante de corazón, la radio, el televisor o la penicilina. Y bien también que la liberación de la mujer y la igualdad de razas no son más que logros venidos de la misma raíz de igualdad de derechos iniciada a finales del siglo XVIII.
Uno se puede ubicar a uno u otro lado del debate: estamos en una nueva era, no lo estamos, o no lo estamos pero estamos a punto, quizá en cuanto tengamos una colonia en La Luna y un pie en Marte. Pero desde luego hay algo mas claro que todo eso. Es cierto que pese al avance de las sociedades, la tecnología y la medicina, el Estado Nación no ha sido superado, pese a la existencia de organizaciones internacionales cada vez más generalizadas. Da igual si este es democrático, dictadura o monarquía, aunque parece claro que se generaliza el Estado Nación de sistema occidental (democracia de sistema económico basado en el capital y en ciertas nociones de Estado de Bienestar, hoy día acosadas por un voraz capitalismo mal entendido por las empresas internacionales que lo han reinterpretado al estilo del siglo XIX: hacer dinero a toda costa).
Esa infraestructura funciona hoy día socialmente bastante activamente, pese a las interrelaciones individuales que está creando Internet por todo el planeta, puesto que aún hay guerras y conflictos por marcar fronteras. Lo cierto es que pese a esta realidad palpable en Oriente Próximo, las dos Coreas, el Este Europeo, África o regiones americanas, por ejemplo, también es cierto que cada vez el mundo se está comprendiendo a sí mismo como algo donde las fronteras las marcan los Estados y las personas, pero a la vez las necesidades sociales, protagonizadas también por personas, no tienen fronteras. Es inevitable pensar en que hay necesidades sociales a nivel mundial que poco tienen que ver con los Estados Nación. Y me estoy refiriendo principalmente a necesidades ecológicas. El cambio climático avanza azuzado por el ser humano. Y sí, las naciones intervienen en sus propios suelos y en sus propias aguas, sin embargo sus repercusiones son para todos y no sólo para los habitantes de esa nación. Si Brasil decide destruir su selva a favor de empresas madereras es el planeta entero el que pierde un pulmón y el que sufre este “cáncer de pulmón”. Si China decide avanzar económicamente sin controlar sus emisiones de contaminación ambiental, su humo lo respira el planeta. Si Europa y América decide consumir sin control, es al planeta al que no paran de amputarle sus maderas, su aire, sus alimentos, sus suelos fértiles, su flora o su fauna. Se ve necesario, pues, mirar más allá de las fronteras políticas y económicas.
Cómo se notan la de ensayos que has leído en la carrera.
ResponderEliminarUn besito.
esta parte ha sido publicada por disemdi en:
ResponderEliminarhttp://www.disemdi.com/2008/05/19/utopia-ecologista-por-daniel-l-serrano/