NOTICIA 287ª DESDE EL BAR: CAN CAN

Salgo del trabajo cerca de la una de la noche, o de la madrugada, según el gusto del que lea. Decido irme a un par de bares nocturnos y piso El Reloj y bebo con el dueño argentino, porque el resto de clientes están en la calle. Luego piso La Vaca Flaca y convenzo al Vaquero de la Vaca para que cierre el bar e irnos a tomar algo juntos. Nos vamos a La Ruína donde bebemos con otros dueños de bar. Cerramos La Ruína y le digo que vayamos a La Gatera, pero insiste en ir al Can Can, una discoteca de música pachanguera donde hay tres clases de clientes: estudiantes internacionales, españoles con ganas de seguir la noche en un bar pero cuyos bares de música preferidos han cerrado y chicos y chicas jóvenes pachangueros que sólo quieren follar y follar y follar y follar y se presentan intimidatoriamente a todo ser viviente dentro del local. A todo esto en la puerta nos hemos cruzado con tres policías uniformados y uno fuera de servicio. A dos los conoce el Vaquero de la Vaca porque son los que cada cierto tiempo hacen inspecciones por los bares para ver si cumplen con las normativas, a otro de ellos lo conozco yo de ser uno de los clientes habituales del salón de juegos. Asíque los policías decicen entrar al Can Can con nosotros a beberse unas copas, y toman unos whiskys con Coca-Cola. No parece ser la primera vez, las camareras les conocen y les tratan preferencialmente. Se desentienden rápido de nosotros tras decirle al Vaquero que no se preocupe con las inspecciones porque ya han pasado las elecciones municipales. Se dedican a bromear entre ellos mientras beben y se ligan a un par de chicas de buen ver, que se dejan ligar. A todo esto me quedo pensando en una frase de Quillo (el anciano de unos 76 - 78 años, del Sevilla club de Fútbol y anti tauromaquia y toreros) en el salón de juegos cuando un cliente pidió que pusieran la corrida de toros de ayer en televisión y apareció un torero matando a un toro: "estos no valen ni el pan que se comen".

Observo el Can Can sentado en una grada de uno de los rincones, una chica adolescente me pregunta que porqué no me presento, contesto que porque voy a ayudar a una amiga. Me levanto y recojo del suelo a una conocida de haberla visto alguna vez en el Flamingo algún fin de semana. Su borrachera era enorme, un amigo suyo viene cinco minutos después y se hace cargo de ella. Decido irme, hoy trabajo y mañana y pasado mañana libro, los bares me esperan para ser espiados. Esto es lo que reporto al Alto Mando. Que la cerveza os acompañe.