Ya creo que va siendo hora de que escriba los capítulos tercero y cuarto de la Historia de mi familia. Ya publiqué en Agosto del año pasado la historia familiar hasta los bisabuelos maternos y los bisabuelos paternos. De otro modo me estaría quedando con algo incompleto en este blog. De momento dejo aquí el capítulo tercero, los abuelos maternos. Y como los informes de Historia a veces son largos pues digo lo de siempre, que algunos no lo sabréis. Al principio escribo brevemente sobre mí o mis intenciones, como ahora, y luego cuelgo el informe de Historia, quien quiira leerlo que lo lea, quien no quiera que no lo lea. Es recomendable leerlo impreso en papel para no quemarse mucho los ojos en la pantalla, o bien aumentar la letra de la pantalla. Sea como sea ya sois mayorcitos para elegir lo que queréis hacer. No obligo a nadie a leer. Simplemente escribo lo que deseo, y ahora deseo ir completando la Historia a través de mi familia. Un saludo y que la cerveza os acompañe.
(En foto el abuelo Félix entre 1936 y 1939)
EL INFORME: ABUELOS MATERNOS
Como ya se dijo en la noticia 121ª, del 3 de Agosto de 2006, la familia materna tiene ramificaciones por toda España, así como por Perú y Argentina. Aún más, el apellido Páez tiene sus orígenes remotos en Galicia y en Portugal. Si bien es cierto también que en nuestra actualidad buena parte de la dispersión de mi familia materna se debe en gran parte a los sucesos de la guerra civil española (1936 - 1939). En principio, como se vio en mi historia familiar narrada hasta los bisabuelos, entre finales del siglo XIX y comienzos del siglo XX estaban asentados en diversos lugares de Andalucía. Retomemos ahora la historia de las siguientes generaciones, la de los abuelos maternos, que como se vio está unida en parte a la historia de los bisabuelos por parte de abuela materna.
El primero de mis abuelos en nacer fue mi abuelo materno, Félix Páez Rico, el 29 de Enero de 1909. Era uno de los diecisiete hijos que tuvieron Manuel Páez Jiménez y Dolores Rico Galbán. Nació en Andalucía, en el pueblo de Bélmez (provincia de Córdoba). Es de suponer que durante su infancia ayudara a su padre Manuel en tareas de agricultura, pero el exceso de hijos y la procedencia pobre de la familia le haría irse temprano del hogar. Se sabe que estuvo por varios lugares de España (Asturias, País Vasco y algún otro lugar), pero en general se desconoce mucho de su vida anterior a 1931 (año de la proclamación de la II República Española).
Caso diferente es el de la abuela materna, Antonia García Díaz, su futura esposa. Nació el 1 de Agosto de 1911, en Andalucía también, en el pueblo de Guadix (provincia de Granada). Era hija de José Antonio García López y Jacoba Díaz García. Contándola a ella eran once hermanos, pero ella era la hija preferida del matrimonio. Antonia, desde joven fue educada por su padre autodidacta, principalmente, y en colegio, pero se puso a trabajar desde muy temprano. Siendo así que se fue a trabajar de sirvienta, exactamente de niñera, a la casa de Sánchez Guerra, político monárquico que llegó a ser ministro y hasta presidente de gobierno de duración breve en los últimos años del reinado de Alfonso XIII, previo a la dictadura del general Miguel Primo de Rivera (1923 - 1929). Posiblemente ella entró al servicio de Sánchez Guerra durante esos años de dictadura, cuando el político fue obligado a la fuerza a dejar los asuntos de Estado. No obstante este político fue llamado por Alfonso XIII en 1929 para formar un nuevo gobierno tras la caída de la dictadura, pero él se negó dadas las calamidades de aquel monarca. Sánchez Guerra había llegado a participar incluso de un intento de golpe republicano intentando acabar con la dictadura de Primo de Rivera, lo que le valió la reclusión en un buque prisión. Sea como sea, el trabajo de mi abuela en su casa la llevó por primera vez a Madrid, donde se sorprendió de ver una gran cantidad de coches circulando por la actual Gran Vía... cantidad que hoy día sería nimia. A sus padres, José Antonio y Jacoba, nunca les gustó que se fuera a trabajar sola a Madrid siendo tan joven, por lo que se trasladaron a vivir con ella. Lo hicieron de modo definitivo cuando se proclamó la República y la democracia el 14 de Abril de 1931. No se sabe muy bien a qué se dedicaron, es posible que fueran porteros de una casa.
Entretanto, Félix, al proclamarse la República se instaló en Alcalá de Henares (Madrid). Jugó en el equipo de fútbol (pudo ser en el de la ciudad o en alguno de su liga interna, no se saben los detalles, aunque es posible que fuera alguno de su liga interna) y llegó a ejercer de fotógrafo. La República avanzaba en sus acontecimientos conocidos que habrían de desembocar en 1936 en el estallido de la guerra civil, cuando un bando autoproclamado "nacional" (fascistas, NAZIS, monárquicos y nacionalcatólicos principalmente) intentó un golpe de Estado fallido y la población española se dividió en dos... y dentro de esos dos, en muchos grupos. Félix era simpatizante anarquista, llegando a afiliarse en determinado momento de la guerra al sindicato CNT. Sea como sea fue de los primeros milicianos en defensa de Alcalá de Henares a favor de la República. La ciudad, como se sabe, permaneció fiel al gobierno democrático y legal incluso un poco más de tiempo que la misma Madrid capital en 1939. Sin embargo se había transformado en un claro objetivo militar por dos motivos: el primero ser un paso estratégico para entrar en Madrid capital y además tener el aeródromo militar más moderno del gobierno. El segundo motivo vino en 1937, cuando la NKVD (futuro KGB) se instaló en la ciudad bajo las órdenes de Orlov (general de la URSS) y fue el epicentro del mando de las Brigadas Internacionales en ayuda a la República. Por todo ello, una de las primeras batallas que protagonizó Alcalá, aparte de su defensa en primeras horas, fue la Batalla de Guadalajara, los militares y milicianos alcalaínos principalmente tuvieron que retener allí a una avanzada militar de los fascistas italianos. Mi abuelo Félix participó de aquella batalla, llegando a contar que el éxito que tuvieron se debió a que los italianos no conocían el terreno y se metieron tanto en barro que ellos sólo debían apuntar y dispararles como si fuera tiro al blanco desde las elevaciones de terreno.
Por otra parte, la abuela Antonia y sus padres soportaron la llamada Batalla de Madrid. Mientras la capital resistía como podía el empuje fascista, los fascistas lanzaban montones de bombas sobre la población civil. Cuando comenzaron las evacuaciones a Valencia ellos se sumaron a ellas. Es posible que el abuelo y la abuela se conocieran desde las épocas no bélicas de la República, o tal vez lo hicieron durante la guerra, en todo caso, cuando ellos fueron evacuados, Félix fue a acompañarles en cuanto pudo a Catarrojas (pueblo de Valencia). Allí se casaron de modo civil, en ningún momento de modo religioso. Pero los trasiegos de la guerra debieron mover aún más a la familia, pues Antonia tuvo a su primer hijo durante la guerra, en 1938 en Madrid capital. Lo llamaron Félix, como el padre.
La guerra terminaba y ganaba el fascismo y la dictadura de Franco. La represión que se prometía, prometía miles de muertos y miles de exiliados. Las tropas de Franco hostigaron hasta el último momento a los que huían hacia los puertos de Valencia de tal modo que un bombardeo destruyó los archivos de Catarrojas, destruyendo así la legalidad del matrimonio de Félix y Antonia, por otra parte era una suerte pues ese matrimonio civil hubiera podido ir en su contra. Félix tomó nota y quemó todas sus pertenencias y documentos que le ligasen a su pasado republicano, quedándose tan sólo una pequeña fotografía de carnet donde vestía el traje militar de la república sin banderas ni distintivos, aunque sí con las manchas oscuras de haber estado allí. Tal fotografía no la enseñaría ni a sus hijos hasta los años 1980'. El 1 de Abril de 1939 comenzaba la etapa de la dictadura de Franco. Muchos de los hermanos de Félix y de Antonia, los supervivientes, se habían exiliado a Perú o a Argentina, o bien se habían desperdigado por España. Ellos intentaron en un primer momento partir al exilio a Argentina, junto a uno de sus hermanos, pero al solicitar el visado Antonia comenzó a llorar y el cónsul argentino se lo negó alegando "conjuntivitis", excusa débil y lamentable. Al abuelo Félix no le quedó otra que pasar una temporada oculto en Madrid capital. Llegó a casarse por segunda vez con Antonia, esta vez en la misma Madrid y por la Iglesia católica, quizá para no levantar sospechas. La fecha pudo ser 1939 ó 1940.
Aunque hay que decir que Antonia sí era creyente católica y muy devota de San Antonio. Al cual le hizo ofrendas desde mediados los 1960' hasta que su senilidad se lo impidió mediados los 1990'.
No había dinero, se había perdido todo lo material, la guerra y buena parte de las esperanzas. Los padres de Antonia, sí conservaban algo de dinero, por no haber participado, por edad, tan activamente de la guerra. Se trasladaron a Madrid y compraron una casa en el barrio de Vallecas y posteriormente en la calle Paravicinos, barrio de Cuatro Caminos. Allí vivieron con su hija y su esposo, dedicándose a vender en el mercado negro productos de primera necesidad (estraperlo) y a alquilar habitaciones a diversas personas. Sin agua caliente siquiera. La abuela Antonia tuvo a su segundo hijo, Manuel, en 1943. Por entonces, ella a veces se veía en la necesidad de practicar la mendicidad por iglesias y calles, a veces cargando con los hijos. La situación de la familia no era buena. El 10 de Julio de 1949 moría la madre de Félix, y el 29 de ese mes tenía a su primera hija, María Dolores, mi madre, llamada así por aquella bisabuela. Al año siguiente, o quizá en 1951, el padre de Félix, Manuel, no pudo soportar más la muerte de su esposa y se suicidaba en las puertas de un cementerio, ahorcándose. La calamidad de la familia era tanta que el abuelo comenzó a ser muy callado y casi nunca habló de su pasado y mucho menos de su familia. A veces prefería cubrir las calamidades con el alcohol. Cada día más infectado por el odio y el asco a la dictadura y al silencio impuesto por medio del miedo.
Félix trabajaba en una cuadrilla de albañiles al servicio de una contrata que llegó a construir uno de los edificios de la plaza de Callao en Madrid que hoy día alberga un muy conocido y visitado centro comercial multinacional. Aún más, con el paso del tiempo, durante los 1960', se produjo una paradoja de la Historia familiar. La contrata de albañilería fue contratada por la Casa Real. De este modo mi abuelo pasó a formar parte de la cuadrilla de albañiles del Palacio de la Zarzuela, del entonces Príncipe Juan Carlos de Borbón, hoy Rey de España. Un antiguo anarquista trabajando en la construcción y las chapuzas del palacio del futuro Rey, que por entonces era visto como futuro sucesor de Franco y su política dictatorial (pues todavía nadie sospechaba el giro a la transición democrática que este iba a dar).
Sin embargo la situación económica no era muy buena aún. Pusieron a trabajar a sus dos hijos varones en cuanto pudieron, prefiriendo que su hija, mi madre, estudiara el tiempo que pudiese en un colegio. Sólo pudieron cubrir la enseñanza general básica, tras de lo cual ella tuvo que ponerse a trabajar de costurera, pese a que ella misma era la preferida de sus padres.
José Antonio y Jacoba acabaron yendo a un asilo por voluntad propia, como se contó en su capítulo, muriendo ella en 1969 y él autoexiliándose a Perú. Pero para entonces Félix y Antonia se las podían apañar con el trabajo de albañil, los sueldos de los hijos y el alquiler de habitaciones. Incluso tenían canarios y gatos. Pero algunas comodidades, que hoy llamaríamos equipaciones básicas del hogar, no llegarían hasta mediados los 1970', ni qué decir tiene de la tardía entrada de un televisor en el hogar, aunque sí lo conocían por medio de una vecina.
Anécdota curiosa es la de la presentación entre Félix y Rufino (padre de mi padre), ya que mientras uno fue anarquista, el otro fue comunista durante la guerra, y ambas tendencias se culpaban los unos a los otros de haber perdido. Si en principio la situación fue tirante por ese y otros motivos más personales, terminaron haciendo muy buena amistad, pese a que el abuelo Félix, por las circunstancias de su vida seguía siendo silencioso y triste, pese a darse a alguna fiesta privada de vez en cuando.
En noviembre de 1975 moría Franco y en la casa de los Páez no se podía ocultar la alegría que ese hecho supuso, aunque intentando que los vecinos no se enteraran, pues aún recordaban episodios terribles de la guerra y de la dictadura. El viraje que el Rey Juan Carlos I de Borbón hizo de la política cambiando la dictadura por una Monarquía Parlamentaria que funciona casi como una República, gustó en la casa. Adolfo Suárez fue bastante apreciado, pero cuando surgió el intento de golpe de Estado de Tejeros, en 1981, y el Rey contribuyó a pararlo, logró que el abuelo Félix se declarase juancarlista y simpatizase con la socialdemocracia del PSOE de Felipe González, presidente de gobierno de 1982 a 1996. Bien es cierto, que durante las inciertas horas de 1981, Antonia y Félix, emulando a José Antonio y Jacoba, se pusieron en contacto con su hija para intentar reunirse en cuanto pudieran y almacenar comida, como si de otro 1936 se tratase y se hubiera de repetir la Historia.
No todo fue política en estos años, como es obvio, aunque en la vida de Félix sus circunstancias personales y su militancia política tuvo un gran peso. Hubo motivos de alegría y de fiesta, contactos con las familias de Perú y de Argentina, bares y amigos de bares por parte de toda la familia, trabajaron de porteros de su propio portal y conocían a todos los vecinos... Y la afición al fútbol continúo, siendo Félix padre del Atlético de Bilbao (no se sabe bien porqué), Félix hijo del Real Madrid y Manuel del Atlético de Madrid, organizándose los fines de semana encuentros muy variopintos en torno a una radio. Se casaron su hijo Manolo y su hija Dolores (Loli), pero nunca se casó su hijo Félix. Este, que se dedicaba a transportar aparatos médicos (fue uno de los que debían llevar un marcapasos al Hospital donde trataron a la comunista Dolores Ibarruri, y que nunca llegó a tiempo con él), sufrió diversos problemas. Él mismo debió ponerse un marcapasos desde muy pronto, aparte de un accidente laboral que le partió parte del cráneo, sustituido por una placa metálica. Quedó invalidado para el trabajo relativamente pronto en su vida. Quedó soltero y vivió con ellos.
En 1985, a pocas semanas de mi sexto cumpleaños, Félix Páez Rico moría de forma precipitada. Sufrió un infarto al corazón tan fuerte que le abrió una grieta. La grieta se fue abriendo a cada latido, por lo que apenas tuvo una hospitalización de dos o tres días. Se le rajó de arriba abajo, llegando a asegurar los médicos que vivió más tiempo del que esperaban. Murió en el Hospital de La Paz de Madrid cuando le acompañaba mi madre en su lecho. Aunque en sus últimas horas las drogas administradas le hacían desvariar, en ningún momento aceptó la presencia de un cura ni los últimos rituales católicos, aunque admitió la presencia de un sacerdote en calidad de amigo, pero no de sacerdote. El abuelo Rufino siempre le reconoció y aprecio su coherencia ideológica hasta el último momento. Tenía 76 años. Fue enterrado en el cementerio de La Almudena, en la capital.
Pero esta fecha fue más significativa de lo aparente. A partir de ella la abuela Antonia se sumió en una profunda tristeza que comenzó a desembocar en un principio de senilidad aún no muy pronunciada. Visitaba la casa de mis padres una vez a la semana. Pero a partir de los 1990' a veces sus visitas pasaron a ser de varios días. En 1993 el despido laboral de mi padre la movieron a ayudarnos al modo similar como la debieron ayudar sus padres durante los años de la posguerra. En 1996 su senilidad era fuerte, unida a una ceguera progresiva y una sordera en aumento. En 1998, debido a las deficiencias de la casa de Madrid, a que el tío Félix no podía cuidarla debidamente a causa de sus propios problemas, y a problemas con su otro hijo, la abuela Antonia fue instalada definitivamente en la casa de su hija María Dolores, mi madre, en Alcalá de Henares. El episodio decisivo fue cuando la policía municipal, por medio de un amigo familiar en el cuerpo, encontró vagando a la abuela por la ciudad, la cual se fugó de Madrid a Alcalá creyendo poder realizar el viaje como cuando tenía la cabeza bien. Siempre fue muy decidida en sus decisiones, en cierto modo era como en su juventud cuando se fue sola a servir en casa de Sánchez Guerra.
La suerte familiar cambió, mi padre ahora era copropietario de un taller de tornería. Antonia fue operada de cataratas y se la puso un audífono. En 2000 la falta de espacio en el hogar hizo que compráramos la casa del vecino, el señor Gaspar, un hombre que compró la casa cuando mis padres, en 1975, pero que abandonó en 1976 al morir su esposa. Me trasladé a esa parte de la casa cuando estuvieron unidas las dos casas.
Antonia no perdió ni sus fuerzas ni su salud. En varias décadas no había necesitado de medicación alguna, y los médicos al revisarla la diagnosticaban un mejor estado de salud que el de su hija, mi madre. Sin embargo la senilidad aumentaba irremediablemente, y con ella la sordera y la ceguera, siendo ya poco útiles la operación de cataratas que se hizo y el audífono. En 2003 murió mi padre sin que ella lo notara ni lo supiese, pese a que lo vivió y que se le dijo, aún hoy día a veces dice que quiere esperar su venida para comenzar a comer. Pasó muy pocas semanas en casa de su hijo Manuel, el cual la rechazó de su hogar. Regresó a nuestra casa, donde hoy día perdura. Casi ciega, casi sorda, el año pasado, 2006, tuvo un problema de huesos que por primera vez en décadas hicieron que tuviera que tomar medicamentos. Perdió la capacidad de andar y de valerse por sí misma en cualquier función locomotriz. La senilidad se disparó y ya no dice nada coherente. Perdió el sueño por las noches y grita. La convivencia en casa se ha vuelto muy difícil desde que su situación comenzó a ser así, no obstante, es la abuela. En este año de 2007 cumplirá 96 años en Agosto. Su padre vivió 102.
(En foto el abuelo Félix entre 1936 y 1939)
EL INFORME: ABUELOS MATERNOS
Como ya se dijo en la noticia 121ª, del 3 de Agosto de 2006, la familia materna tiene ramificaciones por toda España, así como por Perú y Argentina. Aún más, el apellido Páez tiene sus orígenes remotos en Galicia y en Portugal. Si bien es cierto también que en nuestra actualidad buena parte de la dispersión de mi familia materna se debe en gran parte a los sucesos de la guerra civil española (1936 - 1939). En principio, como se vio en mi historia familiar narrada hasta los bisabuelos, entre finales del siglo XIX y comienzos del siglo XX estaban asentados en diversos lugares de Andalucía. Retomemos ahora la historia de las siguientes generaciones, la de los abuelos maternos, que como se vio está unida en parte a la historia de los bisabuelos por parte de abuela materna.
El primero de mis abuelos en nacer fue mi abuelo materno, Félix Páez Rico, el 29 de Enero de 1909. Era uno de los diecisiete hijos que tuvieron Manuel Páez Jiménez y Dolores Rico Galbán. Nació en Andalucía, en el pueblo de Bélmez (provincia de Córdoba). Es de suponer que durante su infancia ayudara a su padre Manuel en tareas de agricultura, pero el exceso de hijos y la procedencia pobre de la familia le haría irse temprano del hogar. Se sabe que estuvo por varios lugares de España (Asturias, País Vasco y algún otro lugar), pero en general se desconoce mucho de su vida anterior a 1931 (año de la proclamación de la II República Española).
Caso diferente es el de la abuela materna, Antonia García Díaz, su futura esposa. Nació el 1 de Agosto de 1911, en Andalucía también, en el pueblo de Guadix (provincia de Granada). Era hija de José Antonio García López y Jacoba Díaz García. Contándola a ella eran once hermanos, pero ella era la hija preferida del matrimonio. Antonia, desde joven fue educada por su padre autodidacta, principalmente, y en colegio, pero se puso a trabajar desde muy temprano. Siendo así que se fue a trabajar de sirvienta, exactamente de niñera, a la casa de Sánchez Guerra, político monárquico que llegó a ser ministro y hasta presidente de gobierno de duración breve en los últimos años del reinado de Alfonso XIII, previo a la dictadura del general Miguel Primo de Rivera (1923 - 1929). Posiblemente ella entró al servicio de Sánchez Guerra durante esos años de dictadura, cuando el político fue obligado a la fuerza a dejar los asuntos de Estado. No obstante este político fue llamado por Alfonso XIII en 1929 para formar un nuevo gobierno tras la caída de la dictadura, pero él se negó dadas las calamidades de aquel monarca. Sánchez Guerra había llegado a participar incluso de un intento de golpe republicano intentando acabar con la dictadura de Primo de Rivera, lo que le valió la reclusión en un buque prisión. Sea como sea, el trabajo de mi abuela en su casa la llevó por primera vez a Madrid, donde se sorprendió de ver una gran cantidad de coches circulando por la actual Gran Vía... cantidad que hoy día sería nimia. A sus padres, José Antonio y Jacoba, nunca les gustó que se fuera a trabajar sola a Madrid siendo tan joven, por lo que se trasladaron a vivir con ella. Lo hicieron de modo definitivo cuando se proclamó la República y la democracia el 14 de Abril de 1931. No se sabe muy bien a qué se dedicaron, es posible que fueran porteros de una casa.
Entretanto, Félix, al proclamarse la República se instaló en Alcalá de Henares (Madrid). Jugó en el equipo de fútbol (pudo ser en el de la ciudad o en alguno de su liga interna, no se saben los detalles, aunque es posible que fuera alguno de su liga interna) y llegó a ejercer de fotógrafo. La República avanzaba en sus acontecimientos conocidos que habrían de desembocar en 1936 en el estallido de la guerra civil, cuando un bando autoproclamado "nacional" (fascistas, NAZIS, monárquicos y nacionalcatólicos principalmente) intentó un golpe de Estado fallido y la población española se dividió en dos... y dentro de esos dos, en muchos grupos. Félix era simpatizante anarquista, llegando a afiliarse en determinado momento de la guerra al sindicato CNT. Sea como sea fue de los primeros milicianos en defensa de Alcalá de Henares a favor de la República. La ciudad, como se sabe, permaneció fiel al gobierno democrático y legal incluso un poco más de tiempo que la misma Madrid capital en 1939. Sin embargo se había transformado en un claro objetivo militar por dos motivos: el primero ser un paso estratégico para entrar en Madrid capital y además tener el aeródromo militar más moderno del gobierno. El segundo motivo vino en 1937, cuando la NKVD (futuro KGB) se instaló en la ciudad bajo las órdenes de Orlov (general de la URSS) y fue el epicentro del mando de las Brigadas Internacionales en ayuda a la República. Por todo ello, una de las primeras batallas que protagonizó Alcalá, aparte de su defensa en primeras horas, fue la Batalla de Guadalajara, los militares y milicianos alcalaínos principalmente tuvieron que retener allí a una avanzada militar de los fascistas italianos. Mi abuelo Félix participó de aquella batalla, llegando a contar que el éxito que tuvieron se debió a que los italianos no conocían el terreno y se metieron tanto en barro que ellos sólo debían apuntar y dispararles como si fuera tiro al blanco desde las elevaciones de terreno.
Por otra parte, la abuela Antonia y sus padres soportaron la llamada Batalla de Madrid. Mientras la capital resistía como podía el empuje fascista, los fascistas lanzaban montones de bombas sobre la población civil. Cuando comenzaron las evacuaciones a Valencia ellos se sumaron a ellas. Es posible que el abuelo y la abuela se conocieran desde las épocas no bélicas de la República, o tal vez lo hicieron durante la guerra, en todo caso, cuando ellos fueron evacuados, Félix fue a acompañarles en cuanto pudo a Catarrojas (pueblo de Valencia). Allí se casaron de modo civil, en ningún momento de modo religioso. Pero los trasiegos de la guerra debieron mover aún más a la familia, pues Antonia tuvo a su primer hijo durante la guerra, en 1938 en Madrid capital. Lo llamaron Félix, como el padre.
La guerra terminaba y ganaba el fascismo y la dictadura de Franco. La represión que se prometía, prometía miles de muertos y miles de exiliados. Las tropas de Franco hostigaron hasta el último momento a los que huían hacia los puertos de Valencia de tal modo que un bombardeo destruyó los archivos de Catarrojas, destruyendo así la legalidad del matrimonio de Félix y Antonia, por otra parte era una suerte pues ese matrimonio civil hubiera podido ir en su contra. Félix tomó nota y quemó todas sus pertenencias y documentos que le ligasen a su pasado republicano, quedándose tan sólo una pequeña fotografía de carnet donde vestía el traje militar de la república sin banderas ni distintivos, aunque sí con las manchas oscuras de haber estado allí. Tal fotografía no la enseñaría ni a sus hijos hasta los años 1980'. El 1 de Abril de 1939 comenzaba la etapa de la dictadura de Franco. Muchos de los hermanos de Félix y de Antonia, los supervivientes, se habían exiliado a Perú o a Argentina, o bien se habían desperdigado por España. Ellos intentaron en un primer momento partir al exilio a Argentina, junto a uno de sus hermanos, pero al solicitar el visado Antonia comenzó a llorar y el cónsul argentino se lo negó alegando "conjuntivitis", excusa débil y lamentable. Al abuelo Félix no le quedó otra que pasar una temporada oculto en Madrid capital. Llegó a casarse por segunda vez con Antonia, esta vez en la misma Madrid y por la Iglesia católica, quizá para no levantar sospechas. La fecha pudo ser 1939 ó 1940.
Aunque hay que decir que Antonia sí era creyente católica y muy devota de San Antonio. Al cual le hizo ofrendas desde mediados los 1960' hasta que su senilidad se lo impidió mediados los 1990'.
No había dinero, se había perdido todo lo material, la guerra y buena parte de las esperanzas. Los padres de Antonia, sí conservaban algo de dinero, por no haber participado, por edad, tan activamente de la guerra. Se trasladaron a Madrid y compraron una casa en el barrio de Vallecas y posteriormente en la calle Paravicinos, barrio de Cuatro Caminos. Allí vivieron con su hija y su esposo, dedicándose a vender en el mercado negro productos de primera necesidad (estraperlo) y a alquilar habitaciones a diversas personas. Sin agua caliente siquiera. La abuela Antonia tuvo a su segundo hijo, Manuel, en 1943. Por entonces, ella a veces se veía en la necesidad de practicar la mendicidad por iglesias y calles, a veces cargando con los hijos. La situación de la familia no era buena. El 10 de Julio de 1949 moría la madre de Félix, y el 29 de ese mes tenía a su primera hija, María Dolores, mi madre, llamada así por aquella bisabuela. Al año siguiente, o quizá en 1951, el padre de Félix, Manuel, no pudo soportar más la muerte de su esposa y se suicidaba en las puertas de un cementerio, ahorcándose. La calamidad de la familia era tanta que el abuelo comenzó a ser muy callado y casi nunca habló de su pasado y mucho menos de su familia. A veces prefería cubrir las calamidades con el alcohol. Cada día más infectado por el odio y el asco a la dictadura y al silencio impuesto por medio del miedo.
Félix trabajaba en una cuadrilla de albañiles al servicio de una contrata que llegó a construir uno de los edificios de la plaza de Callao en Madrid que hoy día alberga un muy conocido y visitado centro comercial multinacional. Aún más, con el paso del tiempo, durante los 1960', se produjo una paradoja de la Historia familiar. La contrata de albañilería fue contratada por la Casa Real. De este modo mi abuelo pasó a formar parte de la cuadrilla de albañiles del Palacio de la Zarzuela, del entonces Príncipe Juan Carlos de Borbón, hoy Rey de España. Un antiguo anarquista trabajando en la construcción y las chapuzas del palacio del futuro Rey, que por entonces era visto como futuro sucesor de Franco y su política dictatorial (pues todavía nadie sospechaba el giro a la transición democrática que este iba a dar).
Sin embargo la situación económica no era muy buena aún. Pusieron a trabajar a sus dos hijos varones en cuanto pudieron, prefiriendo que su hija, mi madre, estudiara el tiempo que pudiese en un colegio. Sólo pudieron cubrir la enseñanza general básica, tras de lo cual ella tuvo que ponerse a trabajar de costurera, pese a que ella misma era la preferida de sus padres.
José Antonio y Jacoba acabaron yendo a un asilo por voluntad propia, como se contó en su capítulo, muriendo ella en 1969 y él autoexiliándose a Perú. Pero para entonces Félix y Antonia se las podían apañar con el trabajo de albañil, los sueldos de los hijos y el alquiler de habitaciones. Incluso tenían canarios y gatos. Pero algunas comodidades, que hoy llamaríamos equipaciones básicas del hogar, no llegarían hasta mediados los 1970', ni qué decir tiene de la tardía entrada de un televisor en el hogar, aunque sí lo conocían por medio de una vecina.
Anécdota curiosa es la de la presentación entre Félix y Rufino (padre de mi padre), ya que mientras uno fue anarquista, el otro fue comunista durante la guerra, y ambas tendencias se culpaban los unos a los otros de haber perdido. Si en principio la situación fue tirante por ese y otros motivos más personales, terminaron haciendo muy buena amistad, pese a que el abuelo Félix, por las circunstancias de su vida seguía siendo silencioso y triste, pese a darse a alguna fiesta privada de vez en cuando.
En noviembre de 1975 moría Franco y en la casa de los Páez no se podía ocultar la alegría que ese hecho supuso, aunque intentando que los vecinos no se enteraran, pues aún recordaban episodios terribles de la guerra y de la dictadura. El viraje que el Rey Juan Carlos I de Borbón hizo de la política cambiando la dictadura por una Monarquía Parlamentaria que funciona casi como una República, gustó en la casa. Adolfo Suárez fue bastante apreciado, pero cuando surgió el intento de golpe de Estado de Tejeros, en 1981, y el Rey contribuyó a pararlo, logró que el abuelo Félix se declarase juancarlista y simpatizase con la socialdemocracia del PSOE de Felipe González, presidente de gobierno de 1982 a 1996. Bien es cierto, que durante las inciertas horas de 1981, Antonia y Félix, emulando a José Antonio y Jacoba, se pusieron en contacto con su hija para intentar reunirse en cuanto pudieran y almacenar comida, como si de otro 1936 se tratase y se hubiera de repetir la Historia.
No todo fue política en estos años, como es obvio, aunque en la vida de Félix sus circunstancias personales y su militancia política tuvo un gran peso. Hubo motivos de alegría y de fiesta, contactos con las familias de Perú y de Argentina, bares y amigos de bares por parte de toda la familia, trabajaron de porteros de su propio portal y conocían a todos los vecinos... Y la afición al fútbol continúo, siendo Félix padre del Atlético de Bilbao (no se sabe bien porqué), Félix hijo del Real Madrid y Manuel del Atlético de Madrid, organizándose los fines de semana encuentros muy variopintos en torno a una radio. Se casaron su hijo Manolo y su hija Dolores (Loli), pero nunca se casó su hijo Félix. Este, que se dedicaba a transportar aparatos médicos (fue uno de los que debían llevar un marcapasos al Hospital donde trataron a la comunista Dolores Ibarruri, y que nunca llegó a tiempo con él), sufrió diversos problemas. Él mismo debió ponerse un marcapasos desde muy pronto, aparte de un accidente laboral que le partió parte del cráneo, sustituido por una placa metálica. Quedó invalidado para el trabajo relativamente pronto en su vida. Quedó soltero y vivió con ellos.
En 1985, a pocas semanas de mi sexto cumpleaños, Félix Páez Rico moría de forma precipitada. Sufrió un infarto al corazón tan fuerte que le abrió una grieta. La grieta se fue abriendo a cada latido, por lo que apenas tuvo una hospitalización de dos o tres días. Se le rajó de arriba abajo, llegando a asegurar los médicos que vivió más tiempo del que esperaban. Murió en el Hospital de La Paz de Madrid cuando le acompañaba mi madre en su lecho. Aunque en sus últimas horas las drogas administradas le hacían desvariar, en ningún momento aceptó la presencia de un cura ni los últimos rituales católicos, aunque admitió la presencia de un sacerdote en calidad de amigo, pero no de sacerdote. El abuelo Rufino siempre le reconoció y aprecio su coherencia ideológica hasta el último momento. Tenía 76 años. Fue enterrado en el cementerio de La Almudena, en la capital.
Pero esta fecha fue más significativa de lo aparente. A partir de ella la abuela Antonia se sumió en una profunda tristeza que comenzó a desembocar en un principio de senilidad aún no muy pronunciada. Visitaba la casa de mis padres una vez a la semana. Pero a partir de los 1990' a veces sus visitas pasaron a ser de varios días. En 1993 el despido laboral de mi padre la movieron a ayudarnos al modo similar como la debieron ayudar sus padres durante los años de la posguerra. En 1996 su senilidad era fuerte, unida a una ceguera progresiva y una sordera en aumento. En 1998, debido a las deficiencias de la casa de Madrid, a que el tío Félix no podía cuidarla debidamente a causa de sus propios problemas, y a problemas con su otro hijo, la abuela Antonia fue instalada definitivamente en la casa de su hija María Dolores, mi madre, en Alcalá de Henares. El episodio decisivo fue cuando la policía municipal, por medio de un amigo familiar en el cuerpo, encontró vagando a la abuela por la ciudad, la cual se fugó de Madrid a Alcalá creyendo poder realizar el viaje como cuando tenía la cabeza bien. Siempre fue muy decidida en sus decisiones, en cierto modo era como en su juventud cuando se fue sola a servir en casa de Sánchez Guerra.
La suerte familiar cambió, mi padre ahora era copropietario de un taller de tornería. Antonia fue operada de cataratas y se la puso un audífono. En 2000 la falta de espacio en el hogar hizo que compráramos la casa del vecino, el señor Gaspar, un hombre que compró la casa cuando mis padres, en 1975, pero que abandonó en 1976 al morir su esposa. Me trasladé a esa parte de la casa cuando estuvieron unidas las dos casas.
Antonia no perdió ni sus fuerzas ni su salud. En varias décadas no había necesitado de medicación alguna, y los médicos al revisarla la diagnosticaban un mejor estado de salud que el de su hija, mi madre. Sin embargo la senilidad aumentaba irremediablemente, y con ella la sordera y la ceguera, siendo ya poco útiles la operación de cataratas que se hizo y el audífono. En 2003 murió mi padre sin que ella lo notara ni lo supiese, pese a que lo vivió y que se le dijo, aún hoy día a veces dice que quiere esperar su venida para comenzar a comer. Pasó muy pocas semanas en casa de su hijo Manuel, el cual la rechazó de su hogar. Regresó a nuestra casa, donde hoy día perdura. Casi ciega, casi sorda, el año pasado, 2006, tuvo un problema de huesos que por primera vez en décadas hicieron que tuviera que tomar medicamentos. Perdió la capacidad de andar y de valerse por sí misma en cualquier función locomotriz. La senilidad se disparó y ya no dice nada coherente. Perdió el sueño por las noches y grita. La convivencia en casa se ha vuelto muy difícil desde que su situación comenzó a ser así, no obstante, es la abuela. En este año de 2007 cumplirá 96 años en Agosto. Su padre vivió 102.
Definitivamente, tu abuelo Félix es un héroe romántico, un luchador, aliado a los republicanos y en contacto con las Brigadas Internacionales... La anécdota de la batalla de Guadalajara me ha recordado algo muy parecido que vive el personaje de "La misteriosa llama de la reina Loana", de Umberto Eco.
ResponderEliminarNo sabía lo que es "estraperlo". Una nueva palabra para mi diccionario particular (y hasta he conseguido la historia de la palabra). Gracias.
¡Cuánto daño ha hecho Franco a España! Sembrar el miedo entre la población es una de las cosas más ruines que existen. Es una manera brutal de establecer la censura, la opresión y el silencio. Un silencio que hace cargar con la culpa de sentirse partícipe por no poder denunciar (ya que en ello va la vida) y frustrado por no poder decir lo que estalla dentro de uno.
¡Qué bien me ha caído tu abuelo Félix! ¿se nota? Me ha entristecido enormemente lo que narras de su muerte. La grieta en su corazón, que se abre a cada latido, es una imagen que difícilmente podré olvidar. Para mí expresa taaaanto dolor (ese que llevó durante su vida cobijándose en el silencio).
Me han gustado tus abuelos, tengo la sensación de conocerlos y también de entenderte un poco más a ti, producto de esa historia tan apasionante que cuentas.
Si tuvieras algunas fotos tomadas por Félix, qué bueno sería que las publicaras. Sería otro homenaje al abuelo, ¿no?
conmovida me dejó usted
ResponderEliminarMe encantan estos informes, Canichu. Ahondar en nuestras raíces, que no se pierda lo que somos...
ResponderEliminar