En la última semana, la pasada, empecé a hacer yoga por primera vez en mi vida. Unas clases para principiantes a través de un canal de Youtube. Desde que trabajo en casa he notado que necesito hacer algo, y de momento llevo unos meses yéndome a caminar nada más terminar mi jornada, pero iba sintiendo cada vez más como una peor movilidad en mi espalda, o al menos molestias. Así que me dije, ¿por qué no?, el yoga ayuda a estirar y mover el cuerpo.
Lo cierto es que estoy satisfecho con mis progresos, en una semana he recuperado algunos movimientos de manera más normal. No sé cuánto tiempo me durará esto del yoga, pero lo interesante de esta experiencia, aparte de lo personal, está en la respuesta social que he descubierto cuando a final de semana he dicho que comencé a hacer ejercicio dentro de mi casa por primera vez, y además yoga.
Desde las personas que lo han apoyado y hasta animado, a personas que frontalmente creían en mi fracaso de antemano, veían mal que lo haga autodidacta o son contrarios a que mi ejercicio sea el yoga.
Hace muchos años, en mis años universitarios, fui voluntario para recoger firmas para que la Iglesia Magistral no retirara a las cigüeñas, pues por aquellos años el obispado habló de ello. Las cigüeñas tienen protección municipal desde la década de 1980 en Alcalá de Henares, fue el primer municipio en protegerlas con normativa local. Lo habitual era encontrar personas que querían firmar, pero de vez en cuando encontraba a alguien no sólo en contra, sino también enfadado con que recogiera firmas... y expresaban su enfado como si yo fuera su enemigo. Poco más o menos algunas personas me recordaron esto cuando les dije que había empezado a hacer yoga, como si una decisión personal fuera a ser algo que les fuera a hacer algún mal a ellos.
Y esa es nuestra sociedad cada vez más, y cada vez en más cosas. O quizá esa es mi percepción cada vez más, porque cada vez me resulta más fácil encontrar personas que si tú dices "me voy a tomar un té con hielo", son capaces de armar la guerra mundial contra ti, contra el té y contra el hielo, aunque tú no hayas obligado a nadie a tomar té ni a tomar hielo.
Saludos y que la cerveza os acompañe.
Tolerancia, se está perdiendo el valor de la tolerancia, de admitir como normal cosas con las que no nos identifiquemos necesariamente. Viva el té y la cerveza 🍻
ResponderEliminar