HERBERT SPENCER, SU BIOGRAFÍA.
Herbert Spencer es un filósofo
entroncado con la sociología. Sin embargo, tenía carencias de formación por
desinterés en campos como la Historia, el Arte o las Lenguas. Era autodidacta
y, pese a lo dicho, conocía a múltiples autores, por lo que era bastante culto.
Tocó también campos del positivismo, la psicología y las teorías
evolucionistas, es de la unión de todo ello que su filosofía suele considerarse
que es de carácter evolucionista, más que positivista o sociológica. Fue
considerado, incluso hoy día, como uno de los primeros pensadores anarquistas,
aunque en realidad esto no es del todo así, aunque sí defendió la necesidad de
minimizar al máximo posible la intervención de los Estados en las vidas de los
individuos, cosa que se lee por ejemplo en su libro “El individuo contra el
Estado”. No toleraba la autoridad ni los dogmas. Nació en Gran Bretaña en
1820, en Derby. Fue hijo de un maestro progresista y sin férreas ideas
religiosas, cosa que le influyó en una mentalidad muy abierta. Vivió en
Londres. Pasó por diversos trabajos de juventud, como ayudante de profesor o
trabajador en los ferrocarriles, e intentó inventar cosas. Sin embargo, fue
decisivo cuando con 28 años pasó a subdirigir la revista “The Economist”,
una de las revistas más liberales y progresistas en la izquierda que había en
Gran Bretaña en aquella época. A partir de entonces escribe sus ideas en ella y
en varios libros que comenzó a publicar
con grandes dificultades económicas. A menudo vivió gracias a las ayudas de sus
amigos, entre los que se encontraban varias personas famosas, como los biólogos Thomas Henry Huxley y Leonard Huxley
(el abuelo y el padre del escritor Aldous Huxley), donativos de lectores suyos y herencias familiares
inesperadas. Era hipocondriaco y sufría periodos de saturación mental. Creía
que la cultura oficial limitaba su libertad, por lo que apenas leía. Por ese
mismo motivo se alejó de la política y de las asociaciones obreras. Se decantó
siempre por la democracia, en sentido no de partidos y parlamentarismo, sino
como relación entre las personas. Por ello deleznó el imperialismo de su época.
Los problemas sociales que el colonialismo y el avance de la industria suponían
a las ideas positivistas afectaron a sus ideas cuando era mayor, aunque
quisieron homenajearle varias veces (él no aceptó). Sus ataques a la autoridad
generaron tales críticas contra su persona que decidió irse de Londres a
Brighton en 1898, siendo anciano. Le pesó mucho esos ataques y las
malinterpretaciones de las cosas que decía. Murió en 1903.
HERBERT SPENCER, SU PENSAMIENTO.
Spencer quería que la sociología
sirviera para cambiar la sociedad a algo mejor. Por ello es un positivista
funcionalista, ya que su sociología comprende la sociedad con un desarrollo que
debe tener una función. Del mismo modo sus contactos con el evolucionismo hizo
que adaptara esas teorías biológicas a su pensamiento. Creía que la sociedad
evolucionaba progresivamente de lo material a lo biológico a lo moral,
etcétera. En este sentido de querer darle utilidad para el cambio social a la
sociología le dio gran importancia a la educación y a la cultura, desconfiando
siempre de la que era dirigida, ya que consideraba que la dirigida coartaba al
individuo y su libertad. Fue él quien sacó la frase evolucionista de
“supervivencia de los más dotados”, y no Darwin. Se refería a la sociedad. Estaba
obsesionado precisamente con el evolucionismo como ciencia que lo englobase
todo, y con una defensa total de la libertad individual de las personas. Fue esa defensa de la libertad individual la que hace que a menudo o le citen pensadores y seguidores de las ideas anarquistas, o bien que se le confunda con uno de los padres del anarquismo; quizá no está tan desencaminada en parte esta idea.
El individuo debía ejercer su
libertad sin coacciones y siempre que no afectara a la libertad de otros
individuos. Por ello el Estado debía reducirse a una mínima expresión, la cual
sería ocuparse de cuestiones políticas pequeñas y domésticas, y defender a la
población de ataques de otros Estados, pero en ningún caso debía regular las
vidas de las personas (lo que sería injerir en su libertad individual). Es la
libertad individual la que organiza el Estado gracias a la sensatez de las
personas y a acuerdos entre los mismos individuos para no degenerar en caos. La
sociedad se crea en ese modo como “ajuste perfecto” de unos individuos a otros
y sus actividades, ya que la sociedad es necesidad para los individuos. El
Estado por tanto debía ser mínimo y basarse todo en asociaciones que cambiaran
la sociedad y la volvieran más altruista y más abierta (en ejercicio de la
comprensión y uso de la libertad). Esto volvía al asunto de la educación, ya
que esta debía empezarse de modo libre en los niños, mediante la experiencia, y
sin dirigismos, ya que los castigos y las obligaciones tenían malos resultados
en el desarrollo posterior del individuo y de la forma de ser de la sociedad,
según sostenía él. A favor de todas estas ideas sostuvo que existían unas
estructuras de cómo funcionaba la sociedad, por ello se le consideró también un
estructuralista del funcionalismo.
Cuanto más estructurada fuera una
sociedad, más evolucionada sería esta misma. La máxima estructuración social
sería mediante la coordinación individual. Él creía que era totalmente posible
una coordinación de toda la Humanidad, y siempre en pos de una sociedad mejor,
libre y más justa. En todo ello, como se ha dicho, era fundamental la educación
y la cultura de un modo no dirigida por Estado o dogmas.
HERBERT SPENCER, SUS OBRAS.
La
estática social (1850).
Principios de psicología (1855).
Primeros principios (1862).
Principios de biología (1864).
La clasificación de las ciencias (1864).
La sociología descriptiva (1873).
Principios de sociología (de 1877 a 1896).
El individuo contra el Estado (1884).
Sistema
de filosofía sintética (11 volúmenes publicados entre 1886 y 1889).
Scientific,
Political and Speculative Essays (1891)
Autobiografía (1894, publicada sólo a partir de
1904).
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