Hoy comencé el curso de Técnicas Avanzadas de Secretariado, al cual dije que me apunté en la Noticia 232ª. Hasta el 11 de Abril pasaré las mañanas en la Cámara de Comercio de Lunes a Viernes recibiendo clases de personas que no son profesores, pero sí empresarios o relacionados con el mundo empresarial. Teóricamente se nos enseñará a ser secretarios de dirección, aunque debería anotar más bien secretarias, pues de unas quince o veinte personas sólo dos somos hombres. El curso lo avala y ofrece el Instituto Nacional de Empleo, la Comunidad de Madrid, el ayuntamiento de Alcalá de Henares, la Concejalía de Educación de Alcalá, la Consejería de Mujer y Empleo de Alcalá, y la Cámara de Comercio de la región de Alcalá de Henares.
Hay varios "profesores" y los horarios es de lo más antipedagógico que haya podido ser planificado, y no lo digo como queja al aire, si no como queja de quien ha estudiado una carrera universitaria (Historia) orientada tanto a la investigación y el análisis como a la educación, así como alguien que pasó el curso que le otorgó el Certificado de Aptitud Pedagógica (haciendo sus respectivas prácticas, el CAP)... En otras palabras, dicho por alguien que oficialmente sí está reconocido como profesor y le han preparado para ello. El "profesor" de hoy en el curso lo decía sin tapujos, él es empresario, un día le invitaron a dar una conferencia, le gustó hablar a un auditorio y se ofreció a dar cursos gratuitos a desempleados. Pero claro, dar conferencias no es lo mismo que dar clases. No parece que eso importe mucho a los que avalan los cursos. No parece que les importe si sus "profesores" tienen capacidades y aptitudes de profesores. Tal vez alguno, sin haberse preparado para la enseñanza tenga grandes cualidades para enseñar, lo que puede ocurrir, pero no nos engañemos, no todos las tienen. Si así fuera no existirían ni Pedagogía, ni Magisterio, ni Humanidades, ni Filologías, ni Historia, ni cursos para obtener el CAP. El "profesor" de hoy, que podía caer más o menos simpático, era precisamente eso: demasiado empresario y demasiado conferenciante, pero poco profesor. Y es que es precisamente eso, no todo el mundo vale para enseñar aunque todos crean que sí, del mismo modo que no todo el mundo vale para ser cirujano cardiovascular. Del mismo modo que él nos decía explícitamente que la mayoría de los que estábamos allí no seríamos secretarias o secretarios porque no valdríamos para ello, porque no tendríamos aptitudes, podría haberle contestado tranquilamente en voz alta, pero es que usted tampoco vale de profesor aunque sepa mucho de empresas, también usted debería hacer un curso para saber cómo se dan de verdad clases (el CAP como mínimo) y no tanto conferencias y discursos magistrales.
En primer lugar no se pueden planificar clases exclusivamente teóricas de cinco horas seguidas sobre un único tema, como han hecho (en el caso de hoy sobre comunicación en las empresas). Se debe tratar de conocer al alumnado y sus necesidades, darle humanidad al asunto de la enseñanza, cosa que rechazó él mismo diciendo que cada uno tenía sus cosas y era mejor aprovechar el tiempo lo máximo posible dado que se acababa el 11 de abril el curso. En ese sentido un curso de mes y medio tampoco dará mucho rendimiento, teniendo en cuenta que hay otros cursos de este tipo que duran seis meses el ayuntamiento o la cámara de comercio podía haber alargado la duración. Tuvo el acierto de hacer intervenir a los alumnos y abrir debates, pero el desacierto de usar una falsa modestia y falsa política incorrección para terminar todo diálogo en un monólogo, el suyo, sólo su punto de vista es el correcto y válido aunque haya dejado hablar, así no se educa, puesto que en realidad no se deja pensar al alumno, se le hace acatar y acatando no se aprende, se memoriza y la memorización poco vale en el aprender aunque algo valga (porque algún valor tiene, pero no exclusivo ni el más importante). Por otra parte se le nota la autoridad al modo de "lo que digo es sentencia", quizá adquirida en su faceta de empresario, pero lo que tiene delante no son subordinados, son alumnos, quizá no haya contado con ello o quizá es un defecto profesional que se le haya creado en la personalidad. Y desde luego algo que no debería haber ocurrido nunca en el aula son sus continuos comentarios políticos de ataque al socialismo y la izquierda en general. Porque en el respeto hay una de las bases de la educación y bien está que él sea conservador en mayor o menor grado, y que se le note, pero lo que no está bien es que ataque a la gente que no piense como él delante de un alumnado... porque sus alumnos pueden ser precisamente contrarios a sus ideas políticas, sociales o religiosas. Por oír he oído en clase hasta un ataque a la población china en España a costa de que sus negocios están superando a las pequeñas empresas autóctonas, lo que me ha sonado a xenofobia, al menos en un primer momento que ya veré si es real conforme se desarrolle el resto de clases. Todo eso no se puede dar en un aula como profesor. Todos tenemos ideas y esas ideas es cierto que se notarán. Los alumnos no son tontos, pero una cosa es que se noten y otra cosa es que las dejes al descubierto expresamente comentándolas en clase y, con ello, no respetando a tus alumnos. Y me abstengo de comentar otros fallos que se han producido en el curso, aunque algún acierto hubo, también es cierto que era el primer día... Pero no, un conferenciante, un empresario, no es profesor, aunque sepa mucho de lo que habla. Se puede dar el caso, repito, de alguien que se le dé bien la enseñanza sin haber recibido nunca orientación para ello, pero, sin engañarse, no todo el mundo vale.
Yo estaré en el curso porque quiero realizarlo y tener con él más posibilidades en el mundo laboral, pero desde luego en un primer día, lo vivido en el aula no me simpatiza. Si hace poco teníamos la noticia acerca del periodista Buenafuente rechazando un galardón periodístico porque también se lo daban a Losantos (por lo que Buenafuente dijo no querer tener un mismo galardón que alguien que usa del periodismo para hacer partidismo y ataques en lugar de informar), yo retomo ese espíritu de Buenafuente y digo: porque deseo el título de secretario de dirección haré el curso, pero desde luego en este primer día de curso no me gustó lo que vi por parte de quien lo imparte, hasta el punto de poder afirmar que, si en los días sucesivos el panorama no varía, diré que es una vergüenza para mí recibir clases de gente que han colocado como profesores (aunque no lo sean) y mal ejerzan de ello.
Hay varios "profesores" y los horarios es de lo más antipedagógico que haya podido ser planificado, y no lo digo como queja al aire, si no como queja de quien ha estudiado una carrera universitaria (Historia) orientada tanto a la investigación y el análisis como a la educación, así como alguien que pasó el curso que le otorgó el Certificado de Aptitud Pedagógica (haciendo sus respectivas prácticas, el CAP)... En otras palabras, dicho por alguien que oficialmente sí está reconocido como profesor y le han preparado para ello. El "profesor" de hoy en el curso lo decía sin tapujos, él es empresario, un día le invitaron a dar una conferencia, le gustó hablar a un auditorio y se ofreció a dar cursos gratuitos a desempleados. Pero claro, dar conferencias no es lo mismo que dar clases. No parece que eso importe mucho a los que avalan los cursos. No parece que les importe si sus "profesores" tienen capacidades y aptitudes de profesores. Tal vez alguno, sin haberse preparado para la enseñanza tenga grandes cualidades para enseñar, lo que puede ocurrir, pero no nos engañemos, no todos las tienen. Si así fuera no existirían ni Pedagogía, ni Magisterio, ni Humanidades, ni Filologías, ni Historia, ni cursos para obtener el CAP. El "profesor" de hoy, que podía caer más o menos simpático, era precisamente eso: demasiado empresario y demasiado conferenciante, pero poco profesor. Y es que es precisamente eso, no todo el mundo vale para enseñar aunque todos crean que sí, del mismo modo que no todo el mundo vale para ser cirujano cardiovascular. Del mismo modo que él nos decía explícitamente que la mayoría de los que estábamos allí no seríamos secretarias o secretarios porque no valdríamos para ello, porque no tendríamos aptitudes, podría haberle contestado tranquilamente en voz alta, pero es que usted tampoco vale de profesor aunque sepa mucho de empresas, también usted debería hacer un curso para saber cómo se dan de verdad clases (el CAP como mínimo) y no tanto conferencias y discursos magistrales.
En primer lugar no se pueden planificar clases exclusivamente teóricas de cinco horas seguidas sobre un único tema, como han hecho (en el caso de hoy sobre comunicación en las empresas). Se debe tratar de conocer al alumnado y sus necesidades, darle humanidad al asunto de la enseñanza, cosa que rechazó él mismo diciendo que cada uno tenía sus cosas y era mejor aprovechar el tiempo lo máximo posible dado que se acababa el 11 de abril el curso. En ese sentido un curso de mes y medio tampoco dará mucho rendimiento, teniendo en cuenta que hay otros cursos de este tipo que duran seis meses el ayuntamiento o la cámara de comercio podía haber alargado la duración. Tuvo el acierto de hacer intervenir a los alumnos y abrir debates, pero el desacierto de usar una falsa modestia y falsa política incorrección para terminar todo diálogo en un monólogo, el suyo, sólo su punto de vista es el correcto y válido aunque haya dejado hablar, así no se educa, puesto que en realidad no se deja pensar al alumno, se le hace acatar y acatando no se aprende, se memoriza y la memorización poco vale en el aprender aunque algo valga (porque algún valor tiene, pero no exclusivo ni el más importante). Por otra parte se le nota la autoridad al modo de "lo que digo es sentencia", quizá adquirida en su faceta de empresario, pero lo que tiene delante no son subordinados, son alumnos, quizá no haya contado con ello o quizá es un defecto profesional que se le haya creado en la personalidad. Y desde luego algo que no debería haber ocurrido nunca en el aula son sus continuos comentarios políticos de ataque al socialismo y la izquierda en general. Porque en el respeto hay una de las bases de la educación y bien está que él sea conservador en mayor o menor grado, y que se le note, pero lo que no está bien es que ataque a la gente que no piense como él delante de un alumnado... porque sus alumnos pueden ser precisamente contrarios a sus ideas políticas, sociales o religiosas. Por oír he oído en clase hasta un ataque a la población china en España a costa de que sus negocios están superando a las pequeñas empresas autóctonas, lo que me ha sonado a xenofobia, al menos en un primer momento que ya veré si es real conforme se desarrolle el resto de clases. Todo eso no se puede dar en un aula como profesor. Todos tenemos ideas y esas ideas es cierto que se notarán. Los alumnos no son tontos, pero una cosa es que se noten y otra cosa es que las dejes al descubierto expresamente comentándolas en clase y, con ello, no respetando a tus alumnos. Y me abstengo de comentar otros fallos que se han producido en el curso, aunque algún acierto hubo, también es cierto que era el primer día... Pero no, un conferenciante, un empresario, no es profesor, aunque sepa mucho de lo que habla. Se puede dar el caso, repito, de alguien que se le dé bien la enseñanza sin haber recibido nunca orientación para ello, pero, sin engañarse, no todo el mundo vale.
Yo estaré en el curso porque quiero realizarlo y tener con él más posibilidades en el mundo laboral, pero desde luego en un primer día, lo vivido en el aula no me simpatiza. Si hace poco teníamos la noticia acerca del periodista Buenafuente rechazando un galardón periodístico porque también se lo daban a Losantos (por lo que Buenafuente dijo no querer tener un mismo galardón que alguien que usa del periodismo para hacer partidismo y ataques en lugar de informar), yo retomo ese espíritu de Buenafuente y digo: porque deseo el título de secretario de dirección haré el curso, pero desde luego en este primer día de curso no me gustó lo que vi por parte de quien lo imparte, hasta el punto de poder afirmar que, si en los días sucesivos el panorama no varía, diré que es una vergüenza para mí recibir clases de gente que han colocado como profesores (aunque no lo sean) y mal ejerzan de ello.
Me contuve de hacer determinados comentarios a la peculiar teoría histórica que hizo del poco alentador panorama laboral español, pese a las cifras, donde había importantes omisiones y, lo que me parece a mí, alguna que otra alusión a frases que respaldarían la COPE o El Mundo. Aún con todo el tipo era simpático, y sentido del humor tenía. Abordamos un poco de la comunicación visual que transmiten las personas y la que debería transmitir las secretarias y secretarios. Algo opiné y hablé, y pese a alguna diferencia resuelta con cortesía, llegó a decirme avanzada buena parte de las cinco horas de hoy que yo podría ser director de algún tipo de análisis en una empresa (marketing, mercado, personal, etcétera). Y es que Historia es mucho eso, en realidad, análisis, investigación... Aunque también dijo que el haberme vestido de verde hoy (un jersey de lana verde que me regalaron hace años) demostraba en mí aparente serenidad, pero desequilibrio interior (sí, así soltó la perla hacia mi persona). No me lo tomé a mal, pero la verdad es que no elegí el jersey por su color, si no porque era el primero que había encima de una montaña de ropa en mi armario y me había despertado con la hora justa para ir al curso. Pero creó sentencia este "profesor" y el alumno desapareció.