VIAJE AL SUBFONDO DEL ABISMO "- Hoy en día - he aquí el progreso - los viejos trabajan, practican la cópula y no tienen tiempo que perder, ni un momento para pensar; y si, por cualquier malhadada circunstancia, el tiempo produjo una grieta en la masa compacta de sus distracciones, queda el soma, el deliciosos soma, del que medio gramo equivale a medio día de descanso, un gramo a un fin de semana, dos a una escapada por el Oriente magnífico, tres a una sombría eternidad en la Luna; y al retorno se hallan al otro lado de la grieta, sanos y salvos en la tierra firme de los trabajos y diversiones cotidianos, corriendo de cine - sensible en cine - sensible, de chica en chica neumática, de campo en campo de golf electromagnético..." (Aldous Huxley, "Un Mundo Feliz"). Por aquel entonces yo acababa de bajar de los Cielo Televisivos; una gitana había querido leerme la mano, pero, como no encontró ninguna letra, le compré un periódico. Inmediatamente envolvió un bocadillo... yo le hubiera dado un uso más higiénico. Había bajado de mi crucifixión para mirarme las manos. Encontré en ellas que no eran mis manos... a decir verdad eran dos agujeros. Por lo menos, aún conservaba mis tres manos negras y transparentes con las que solía saludar, eso sí, no tenían las cuerdas de marioneta que tantas veces me estorbaran... alguien se las había cortado. Como ya había viajado por Nuriland, por Lo, por Pepperland, por el Mar de Monstruos y Sueños, por la Ciudad de la Embriaguez y otros muchos lugares, como aquellos Cielos Televisivos, decidí hacer un nuevo viaje y avancé enmascarado tras las Puertas del Abismo. Nunca había ido a este lugar y no esperé a que esta vez anunciara mi ida la gárgola del Palacio Arzobispal. A las cinco de la noche crucé de nuevo la Plaza del Centro y volví a ver una familia patinando (madre, padre, hija, hijos... y la abuela mirando). Volvió a caerse el pequeño y se aferró al suelo echando raíces y transformándose en árbol. Mis ojos, que lo vieron todo, volvieron a ser fuego. Me ladró el Perro Caníbal y empecé a bailar con él alrededor de la dama rubia que está dentro de su laberinto rojo, durmiendo en su cuna de cristal bajo sus tres soles, verde, amarillo y rojo. Y rojo tras rojo perdí al perro y me quedé solo, solo ante una puerta. Llamé y me llamaron. Entré y entraron. Primero me preguntaron porqué insultaba sin hablar y hablaba sin insultar. Yo no les contesté y me arrastraron hasta un campo de ropa donde sentí un fuerte dolor en el pecho, se extendió, tuve convulsiones y eché hojas por la boca, flores por los oídos y savia por los ojos... pues parece ser que echó raíces en mí corazón y ramas en mis venas, y esto no era otra cosa sino la Soledad Floreciente. Fue entonces cuando supe que estaba yo dentro y fuera de mí... pues, sin quererlo, descubrí que caminaba por el interior de mi cerebro. Al principio era un pasillo oscuro con puertas a los lados colocadas y construidas sin ninguna lógica. Avancé aquel tramo y vi una puerta sin bisagras, ni pasador, ni hoja, ni dintel; sin pensarlo más, entré. Entonces me dijeron que no podía haber un hombre que lo tuviera todo, pues no podría tener "nada", y que si tuviera "nada" entonces ya habría algo que no tuviera. Miré al suelo y vime muerto entre flores de campanas azules. Salí de allí y seguí por el pasillo hasta una puerta más o menos inexperta que no sabía abrirse. Allí había dos anillos llorando mientras dos niños (uno era una niña) sin ojos jugaban a pasarse la pelota. Les llamé pero no me hicieron caso, me puse entre ellos pero siguieron jugando. Volví al pasillo y anduve. Vi una puerta que tenía escrito: "seres imperfectos buscando la perfección son seres perfectos buscando la imperfección". Entré. Tan sólo había una chica cuyo pelo era pelo injertado del chico que ella amaba (el cual había muerto) y se estaba duchando. Como vi una puerta nueva en la ducha, entré a ducharme con ella. Como ella me ignorara entré en la puerta. Delante mía había una voz y leí en ella: "¿has leído san Mateo 17, 21?" dije: "no", pero no me hizo caso. Caminé hasta la Plaza de las Siete Esquinas (sólo tenía Seis) y supe que tenía que decidir ir por un camino. Pronto miles de voces se oyeron aproximarse, venían por mí. Rápidamente entré en el camino que no tenía suelo. Como aquello era una playa, decidí hacer un castillo. Pero al cavar en la arena, empezó a sangrar. Estaba dentro de un gran charco de sangre del que quería salir, pero me tragó. Pero pude entresacar algo de mis manos y cabeza de aquella viscosa sangre negra, pero perdí el conocimiento. Al despertar no podía moverme, estaba dentro de una sólida costra. Golpeé la costra con mis palabras y estalló en arena y yo quedé libre y viajé por las estrellas. Puede que ya no estuviese en mi mente porque ya no sentía ser árbol... ¿O quizá ya me había acostumbrado a serlo? Daniel L.-Serrano S. Mateo 17, 21: "el reino de Dios está en medio de vosotros". P.D.: “¿Puedes oírme cuando digo que si llueve o hace sol sólo es un estado de ánimo? “ (the beatles) |
[Este relato fue publicado en la revista El Recreo en 1997, cito la fechad e memoria pero en todo caso no está lejana a ese año. El final ha sido retocado por mí para este blog].
¡Plin!
ResponderEliminarQuerido Canichu, este es el relato más embriagadorque he leído en mucho tiempo, ¡es extraordinario!.
ResponderEliminarCreo que debería plantearse algún cambio en el tiempo que dedica a la realidad histórica y a la ficción; tiene Ud. mucho talento colega.
También me gusta la nueva imagen, la veo como un híbrido de John Lennon y el negro blanco. Enhorabuena .
¿Retocaste el final? Siento curiosidad por conocer la razón.
ResponderEliminar"...pues parece ser que echó raíces en mí corazón y ramas en mis venas, y esto no era otra cosa sino la Soledad Floreciente". Este texto me angustia demasiado, sin embargo, el conjunto del texto me inspira cierta alegría, una alegría tímida.
ResponderEliminarMe ha gustado mucho tu relato. Es verdad que tienes un estilo extraordinario.
por un momento pasé del señor de los anillos a Bladerunner... magnífico relato, chapeau!!!
ResponderEliminarSalud
LUZBEL GUERRERO: alterno escritos... depende de época y motivación, ya veré si cuelgo más relatos... este tendrá ya unos diez años... estoy elaborando uno que si lo acabo pronto lo cuelgo. Un saludaco.
ResponderEliminarRAQUEL: el final original citaba los pseudonimos de algunos amigos míos que vienen la rescate con citas de frases suyas de un capítulo de mi vida... lo eliminé porque diez años después lo vi muy empalagoso y preferí este otro final que acorta en un párrafo el original... lo que no quita para que no siga pensando lo mismo que dije en el orginal publicado en El Recreo y que conocen aquellos que lo protagonizan.
LILIANA: es sólo un laberinto... los tengo más angustiantes, creo.
HARRY REDDISH: hummm... puies no sé donde están las reminiscencias pero si tu lo dices las buscaré. Un saludo.
Qué Psicodélico. Salud.
ResponderEliminarno esta mal, no....el texto. gracias por el link.
ResponderEliminarel dia que sepa, te pongo dos.
thanks!!!
ResponderEliminarRectifico la percepción del parecido, hoy, su imagen me recuerda a uno (no sé cuál) de los: Crosby, Still, Nash & Young.
ResponderEliminarESTÁTICO: la verdad es que sí, pero lo peor, o lo mejor, no lo sé, es que algunas imágenes las saqué de la realidad... Ubs... Un saludo.
ResponderEliminarEL FANTÁSTICO AMANTE DE PLÁSTICO: No hay de qué por el link, un saludico.
MARI: No hay de qué... para servir y para gustar. AHí te mando un pingüino con un daikiri esta vez.
LUZBEL GUERRERO: me abruman sus piropos rockeros... co lo que me gustan a mí esos músicos. gracias.