lunes, agosto 05, 2024

NOTICIA 2335ª DESDE EL BAR: CAMINOS VARIABLES

 Cuando te presentas a un concurso literario o de otra índole a los primeros a los que ya has ganado es a aquellos que pudiendo, no se presentaron. Cuando te presentas a una oposición pasa lo mismo, pero más aún, si en una oposición se apuntan al final dos mil personas pero a la hora de la verdad se presentan mil doscientas, ya hay ochocientas a los que has pasado. Así ocurrió también por ejemplo en cierto modo en estas Olimpiadas este fin de semana cuando Carolina Marín se rompió la rodilla jugando por entrar a obtener medalla en badmington, o cuando el mismo día, en las carreras clasificatorias de los cuatrocientos metros lisos masculinos, uno de los atletas favoritos y que salió corriendo en buena posición sufrió un problema en la pierna que le hizo caer en la primera curva, viendo perderse en un sólo momento todo lo trabajado y ganado en años. Esa es la vida. No es que eso no sea parte del deporte, es que el deporte también es eso y es un reflejo de que la vida es eso. Lo resumió el cantante John Lennon en aquella frase: "la vida es aquello que pasa mientras te empeñas en hacer otros planes"

Carolina Marín, aún sabiendo ya que la rodilla estaba rota, se empeñó en salir andando de la pista rechazando la silla de ruedas o la camilla. Los informativos y su entorno afirman que ha sido injusto terminar así, sin haber sido derrotada compitiendo, sino por una caída... pero es que la caída era una de las posibilidades de la competición, de ella o de la contraria, la caída era una de las posibilidades de la vida. Inesperada, puede, pero no por no esperarla no ocurrirá. Ocurrió. 

En las Olimpiadas de Barcelona 1992, en la carrera de las semifinales de los cuatrocientos metros lisos, Derek Redmond, otro de los favoritos de aquel año, sufrió en plena carrera la rotura del tendón de la corva de una de sus piernas. Él declaró más tarde haber oído como un estallido, como si hubiera estallado un músculo, y después un tremendo dolor. Aún así se levantó y trató de llegar a la meta andando, mal andando. El resto de atletas se alejaron rápidamente y ya habían atravesado la meta cuando él seguía intentándolo. Todo el mundo le decía que se retirara y saliera de la pista, pero él seguía caminando, lo que despertó la ovación del público. En ese momento un señor saltó a la pista corriendo y trató de convencerle de que lo dejara ya, pero Derek se negaba y justo en ese momento el señor decidió ayudarle a llegar a la meta andando apoyado en él. Aunque eso ya implicaba su descalificación, los organizadores les dejaron terminar ante un público aplaudiendo. El señor que le ayudó, se supo después, era su padre. Derek no volvió a competir en nada, pero regaló una de las imágenes más hermosas y épicas de las Olimpiadas.

La vida es aquello que va ocurriendo y siempre ocurren hechos ineludibles e inesperados que cambian el ritmo de los acontecimientos. Yo he vivido varios ya. Los antiguos griegos consideraban de esto que era producto de los caprichos y los juegos de los dioses con los humanos manejados como fichas en un tablero. 

Siempre puedes ser Derek Redmond, pero recuerda que la caída de Marín es parte de las posibilidades del juego.

Saludos y que la cerveza os acompañe.

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