domingo, abril 21, 2024

NOTICIA 2311ª DESDE EL BAR: LA VIDA SON PROCESOS

He completado mi particular vuelta al sol un año más. Cumplo hoy 45 años. Este año he escamoteado a los lectores la entrevista a la que les suelo dar oportunidad a hacerme, pido disculpas, habrá otras ocasiones. Lo cierto es que hoy cumplo 45 años en cuanto a que nací, aunque técnicamente no nací. Yo vine a la vida por operación de cesárea, por lo que quienes hemos venido del vientre de nuestra madre al mundo de esta manera somos técnicamente extraídos, no nacidos. Los nacidos son aquellos bebés que salen del útero de la madre de manera natural mediante un parto donde no se realiza operación quirúrgica alguna. Aunque no es menos cierto que popularmente todos decimos que hemos nacido, todos hemos nacido, pese a que técnicamente la diferencia es la que es. En otros siglos esa diferencia no era menor. Mucha gente que pudo haber venido al mundo mediante cesárea, cuando esta no existía de una manera médica fiable para madre e hijo, no vino, y a menudo moría, a veces junto a la madre en el intento de nacer. 

Tenemos conocimiento y constancia de que se han podido producir cesáreas desde tiempos prehistóricos, aunque con el objetivo de extraer al bebé vivo de una madre que o bien no se puede salvar del parto fallido o bien estaba muerta. Con total seguridad tenemos testimonios de diversa índole, incluso legal, de la antigua Roma, desde tiempos de la República Romana, donde se legalizaba la cesárea si la madre había muerto y el feto estaba vivo y podía vivir como bebé. Pasados los siglos, incluso milenio, de cesáreas de aquella manera, tenemos la primera cesárea documentada más o menos exitosa en el año 1500, en Suiza, cuando Jacob Nufer, un castrador de cerdos, según dice Wikipedia, le practicó una a su propia esposa, deseando la supervivencia de hijo y madre, cosa que logró. Desde entonces, con vueltas y revueltas contra la Inquisición, con un apoyo investigador de los protestantes, con un humanismo que se desarrollaría hasta los ilustrados, entre el experimento y la práctica médica en competencia con las prácticas nada sanitarias, se fue desarrollando esta práctica sanitaria de la ginecología. Yo soy de esa generación que en la década de 1980 y parte de la de 1990 entre el colegio y el bachillerato te enseñaban los avances de la ciencia en la Historia explicándote la altísima mortalidad femenina durante los partos, cosa que se solucionó cuando alguien se dio cuenta en el siglo XIX de que esta estaba ligada a menudo con una falta de higiene durante el parto mismo. Pero en la otra cara, en la de las cesáreas, la mortalidad era mayor, y era porque la falta de higiene tenía todavía más potencialidad de matar a la madre, entre otras cuestiones. Regresemos a Wikipedia, dicen allí que en Reino Unido con Irlanda en 1865 la mortalidad en cesáreas era del 85%, siendo esos países muy avanzados en medicina. La introducción de la asepsia (higiene y esterilización de instrumentos y guantes), más la sutura uterina desde 1882 ayudaron a mejorar las cifras de supervivencia para la madre (sí, antes esto, la uterina, no existía, por lo que una cesárea podía ser sinónimo de muerte para la madre por desangración). En 1912 se avanzó en realizar las incisiones de manera transversal y a realizar cesáreas extraperitoneales. La anestesia, las transfusiones de sangre y los antibióticos han mejorado el asunto, más aún hacia este siglo XXI actual. 

Cuando yo nací por cesárea, o sea: fui extraído, era 1979, pero lo cierto es que yo, como todo el mundo, o casi todo, fui gestado durante nueve meses por mi madre en su útero, por la unión de uno de sus óvulos, que la mujer tiene desde su adolescencia en forma de ovocito que cada mes, uno a uno, se harán óvulo, y un espermatozoide de mi padre, célula reproductiva masculina cuya vida desde su formación dentro del hombre es de cien días, al menos que salga al exterior del cuerpo, por lo que su supervivencia se reduce drásticamente, siendo que podría durar hasta siete días si lograra estar dentro del cuerpo de una mujer, horas si no lo está. Si restamos a aquel abril de 1979 los nueve meses de mi gestación, yo ya estaba en proceso de estar tomando vida antes de ese mes, más allá de mi potencial existencia por parte del óvulo de mi madre y del espermatozoide de mi padre en el desarrollo de sus propias vidas tiempo antes de la unión de sus células reproductivas que me dieron lugar para formar el cigoto del que vendría yo en el útero de mi madre. En otras palabras, fui engendrado en julio de 1978. Soy producto del verano de 1978, entre otros factores de las vidas y biografías de mis padres, claro está. De hecho, uno de los datos que conozco de mi biografía más bizarros, es que cuento con el dato de dónde fui engendrado. Por razones que no termino de saber muy bien, pero que recuerdo (e incluso anoté en mi diario) y que tenían toda su lógica en una conversación madre-hijo cuando yo era adolescente, hablando de la historia familiar y tal, sé que en concreto soy producto de unas vacaciones en Valencia. Cosa curiosa, porque lo habitual es que mi padre (en mi infancia) cogiera sus vacaciones en agosto, lo habitual, que rara vez no fue así. Así que en julio debieron estar en Valencia. Yo siempre he pensado que fue en Valencia capital antes de encontrar algún piso vacacional (sí, antes era también normal encontrar pisos vacacionales, sólo que antes no era algo tan abusivo como ahora, y quien no lo crea que repase dónde vivían las familias de la serie de televisión Verano azul -Antonio Mercero, 1981-), ahora bien, pudo ser en Santa Pola, no porque fuera el lugar de veraneo habitual de mis padres cuando podíamos veranear, que ese a lo largo de la década de 1980 lo habitual era que fuera Cullera, sino porque había historias sobre un verano en Santa Pola antes de que yo naciera, pero también había otras de otro en Alicante. No sé ahora cómo habrá evolucionado la cosa con esto de las sensibilidades hipersensibles con cómo se habla, pero antes decir "Valencia" valía tanto para la comunidad como para la ciudad, era el contexto el que te hacía (y hace) saber de qué se habla, pero en algunas conversaciones cabe la duda, como esta que cito, del mismo modo que decir Valencia era antes común que valiera para referirse a Castellón o a Alicante (provincias), porque se manejaba más como concepto vacacional que como lugar geográfico concreto.

Sea como sea, nací en abril de 1979. Aquí estoy, celebrando el día con mi gata Reina, que en teoría cumplirá 19 años el día 8 de mayo. Digo en teoría porque ella nació en Meco en la primavera de 2005. Una chica tenía muchos animales en su casa y su gata tuvo una enorme camada que regaló destetándola en exceso antes de tiempo, con dos meses de edad. Mi madre cumplía años a finales de julio de ese 2005 (otro dato para aquellas vacaciones de 1978), siempre quiso tener un gato (tuvo uno de niña y adolescente, era de mi abuelo) y con mi padre no pudo ser, como sea, por motivos relacionados con esto, la oportunidad surgió a comienzos de julio de aquel 2005 y como no sabíamos el día exacto del nacimiento de Reina fijamos como tal el día que la trajimos a casa pero restando dos meses, el 8 de mayo. Lo cierto es que el lenguaje es a menudo referencial o de concepto. Cuando la chica dijo que tenía dos meses se refería a una aproximación, no a dos meses exactos. Podía tener un mes y semanas o bien dos meses y días o semanas, ¿quién sabe si casi tres meses? Como sea, el 8 de mayo de este año Reina cumplirá 19 años, aunque puede que biológicamente los haya cumplido ya o esté muy muy muy cerca en días de cumplirlos. 

El promedio de vida de un gato doméstico hoy día son 15 años, años más, años menos, siendo muy raros los gatos que llegan a 20 años, y más raros aún, excesivamente raros los que llegan a 21 o más. Los gatos callejeros van de 4 a 7 años. Mi gata está cerca de los 19 años, repito: si es que no los ha cumplido ya. En el último mes y pico, quizá un poco antes pero más leve, ha tenido achaques de salud importantes. Ahora yo la ayudo a bastantes tareas rutinarias y hábitos normales de su vida. Por suerte para ella me ha pillado en el desempleo. Tengo todo el tiempo para atenderla con cariño... aunque debería tener ingresos... con urgencia, pese a que eso no sea tan bueno en cuanto a atenciones para ella, pero sería peor no tener ni para comida para ella, ni para mí. La vida son procesos.

 Hoy nos hemos levantado juntos, la he dado comida, agua y la he llevado al arenero y al sofá, donde ahora estamos. Y nos hemos hecho nuestra tradicional foto de cumpleaños, deseando poder hacernos la del 8 de mayo. 

Ahora mismo me está dando caricias con su cabeza y pata, a la vez que reclama las mías. Vamos a ello.

Saludos y que la cerveza os acompañe.

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