Ha pasado ya completa mi nueva primera semana de desempleo. Yo soy de esos trabajadores a los que la reforma laboral es como si no fuera conmigo. Así que entro y salgo del paro como siempre, según se agotan los proyectos de archivo para los que me contratan las empresas de archivos. Soy además, lo he comentado alguna vez, de esos trabajadores que trabajando viven en el umbral de la pobreza según se cuantifica este en España. Como sea, en esta primera semana me he dedicado a arreglar mis papeles del paro y de la prestación contributiva, he estado con mi gata en casa entreteníéndonos y acompañándonos el uno al otro... Qué cosa esta que ya con esta edad las amistades tienen sus trabajos estables, sus familias, algunos tienen hijos e hijas y se pasan estos días apañándoselas uno como puede en la soledad de la casa, a veces visitando a conocidos en los bares donde sabes que los encontrarás por el mero hecho de tener algún contacto social, pues la casa, pese a estar acompañado de la gata, tiene frío. Uno ha dado paseos y ha visto a esos gatos del barrio tomando el sol junto a un coche, he visto como el ayuntamiento retiró las cabinas de teléfonos públicos con las que uno se ha criado desde que nació y que, ojo, se usaban por parte ahora de inmigrantes... hasta que la chavalada del barrio las rompió hace meses y nadie las reparó. Ahora ya no están. En cambio el ayuntamiento ha colocado algo que al barrio ni le va ni le viene, un poste informativo para turistas que quieran ir a las ruinas romanas. Lo han colocado donde estaba una de esas cabinas de teléfono. Llegará un día que el ayuntamiento llegará a la conclusión de que en este barrio, de cara a los turistas, les sobrará los vecinos.
No obstante, también desde que nací hay un pequeño campo detrás de los bloques de viviendas, que antes era más grande, donde de niño yo vi pastar a las últimas ovejas que quedaban en Alcalá de Henares, pero luego tiraron la ermita donde me bautizaron, que estaba allí, excavaron más Complutum, lo vallaron, ampliaron esas vallas, impidieron así que los vecinos pudiéramos seguir paseando por el campo en nombre de la arqueología, redujeron ese campo al que ahora queda. La gente pasea libremente ahí a sus perros sin molestar a nadie, o se llevan a los niños, o se pasea sin más, es un pequeño escape de la urbe, y fui por allí estos días. Pero tiene todo su tiempo contado. En verano una amiga me enseñó una publicación del ayuntamiento donde algún lumbreras trata a ese espacio como solar a lo largo del Camarmilla y ahora planean cepillarse ese espacio verde para hacer un espacio urbano con calificación de "verde" en el cual planean poner un parque infantil con elementos de juego de Complutum, máquinas de ejercicio para mayores y, en fin, crear un parque de los de adoquín y que te den. Se dice en esa misma publicación que los vecinos lo usan para pasear a los perros y en cierto modo se dice que se hace por ellos, pero eso no es verdad. Se hace por los turistas que desean traer sin importarles nada la gente que vivimos aquí. Si construyen un parque infantil, la gente ya no podrá pasear a su perro. Y aunque construyeran zonas de juego para perros, no es lo mismo esa especie de jaulas que les montan que un campo natural con espacio abierto para que corran y huelan y hagan cosas que les hace disfrutar como locos. No me gusta estos planes del ayuntamiento. Así que pasee por allí y fotografíe aquello, porque he dado muchos paseos desde que nací por allí y solo pensar que el ayuntamiento lo va a destruir me ha llevado a, por lo menos, guardarlo en foto.
También fui al Cementerio Jardín, a ver los columbarios de mis familiares, y me recree con los colores del otoño del río Henares. Escribí una solicitud de consulta al Archivo de la Memoria Histórica, fui al recital de Chus López y Mario Misas en las escaleras de Laurent en la calle Santiago, di una charla sobre mi libro "La depuración de maestras y maestros en Alcalá de Henares (1939-1941)", en el Centro Social 13 Rosas, salí el sábado por bares amigos, fui al cine, vi As bestas (Rodrigo Sorogoyen, 2022), la cual se me hizo larga en un determinado momento a mitad de metraje, ahora me planteo ir a ver Cliff Walkers (Zhang Yimou, 2021), una de espías que los cines Cuadernillos, que ahora son Ocine, ponen en sesión única esta tarde, y miro ofertas de trabajo en las que veo que no encajo.
Cuando el viernes 18 acabó mi contrato de trabajo, el guarda de seguridad de aquel archivo, un señor relativamente cerca de la jubilación, me preguntó al irme que si me podía preguntar mi edad. 43, le dije. Me comentó que él tenía una hija unos pocos años más joven que yo y que estaba laboralmente como yo, entrando y saliendo de trabajos, y a modo de despedida me preguntó "y con 40 años ya, ¿esta es la vida que te han dado? ¿Este es el futuro que nos van a dar?", y deseándome lo mejor se despidió deseando volver a vernos pronto.
Saludos y que la cerveza os acompañe.
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