En estas vacaciones, dado que me ha tocado tomarlas en la semana de fiestas, estoy intentando aprovechar el tiempo de aquella manera, dentro del gran desperdicio que estan siendo las vacaciones por esta insistencia que no sale de mí de que las tenía que coger en agosto sí o sí pese a que mi tarea en el archivo no requiere de esa urgencia. Papeleos burocráticos de cara a un asunto de septiembre, paseos, fotocopias, las amistades trabajando o no contestan o no aparecen, buena parte de los lugares cerrados, preparación de un proyecto de publicación para diciembre, preparación de una boda que he de asistir, imposibilidad de salir de Alcalá de Henares ni siquiera a la población de al lado, en fin... pero son ferias y fiestas y yo no reniego de ellas. Bien es cierto que este año son muy flojitas de todo tipo de actos y aunque dicen que están pensadas para todos los gustos (siempre dicen lo mismo) no es así. Este año echo en falta una gran cantidad de cosas que eran plenamente de mi gusto, y noto en lo musical excesivas carencias de estilos que no sean los grupos comercializados en los medios de comunicación de manera masiva.
Ahora bien, he bailado las charangas de hasta dos peñas, Los Abejorros y El Pito, he estado empapándome de sidra en el pregón con los peñistas, paseado con los gigantes y Los Jardineros, bailado en Los Presidiarios, donado dinero a causas sociales negándome a coger el bocadillo consabido a cambio, creo que en Los Reincidentes... y quedan fiestas, pero no puedo estar todas las horas de mis vacaciones a tiempo completo gastando dinero con los precios de las fiestas, que, lo siento, son abusivos, incluido el del "vaso solidario", porque lo cierto es que muy poca gente se queda el vaso toda la fiesta, por lo que podríamos decir que la "fianza" solidaria encarece una bebida ya de por sí cara, no es de extrañar que la mayor parte de la gente recurra a las latas y litros de los ultramarinos abiertos. Y es que cualquier cosa en estas fiestas es vaciar los bolsillos. No es viable. Menos en mi situación. Quisiera ir a algún concierto de las fiestas, de momento he dejado pasar varios, por dejadez y porque no puedo estar todos los días gastando ni de fiesta ininterrumpida. De ahi que también me haya dedicado simplemente a pasear o a hacer papeles que decía. Me atrae el concierto de Salán de esta noche, el guitarrista de Miguel Ríos, quizá el clásico de orquesta de la Plaza de Cervantes, del festival Gigante del último fin de semana de las fiestas... no me atrae como para pagar por él. No me atrae la gente que han decidido contratar tanto como para dejarme un pastón en verles y luego en consumir algo dentro del recinto. Y tampoco hay espectáculos de calle gratuitos como otros años, salvo charangas y teatrillos infantiles... Pues eso, que para todos los gustos no se han diseñado las fiestas. Y sí, me he divertido donde he participado, pero había que comentar este "pero", que no es pequeño, pese a que las fiestas hayan salido en Televisión Española bajo la falsa noticia difundida incluso desde el ayuntamiento de Alcalá de que las fiestas vuelven tras dos años sin ellas por la pandemia. Mentira. En 2020 y en 2021 se celebraron fiestas. Se organizaron de otro modo, eso es verdad, pero fiestas hubo. De hecho los fuegos artificiales de 2021 fueron altamente concurridos. A ver qué tal serán los de 2022, que serán además mi final de vaciones.
Sí que puedo decir que hay tres cosas que he hecho que nunca antes había hecho: participar de una despedida de soltero de un amigo, montar por primera vez en una noria a petición de ese amigo y su pareja, junto a ellos, y comer en un restaurante de comida griega. Había picoteado algo griego en otro local, pero no había comido en un restaurante griego. Hablo de Acrópolis Greek Taberna, en la calle Cardenal Cisneros, cerca de Puerta de Madrid. Pertenece a la misma gente que el restaurante Skrei Noruego, también en Alcalá de Henares, el cual tiene locales en otras localidades, según chiva el buscador de Google. La camarera no es griega, es ucraniana, eso da igual. Detalles, porque igualmente veo que uno de los platos griegos que sirven anuncia tener pimentón de La Vera, que es de Extremadura. La verdad es que hacen comida griega tal cual, aunque la adapten un poquito. El local es pequeño pero muy agradable. Relaja el azul y blanco, colores nacionales de Grecia, y pura referencia de la cultura mediterránea. Probablemente en otros días sea necesario reservar sitio, como es agosto, fiestas, fui a la hora de la comida temprano y es miércoles, yo no tuve problema en conseguir mesa para uno, en una de sus mesas con esos jarrones tan bonitos de fina forma y relajante composición. El precio es muy razonable y barato, comí de menú, pero tienen cosas fuera de menú. Yo pienso repetir. Tomé una especie de tortas de calabacín que llamaban "filetes rusos", supongo que por falta de traducción mejor, ya que tienen los nombres en griego y después traducidos entiendo a como han podido. Me los sirvieron con ensalada y salsa de yogur, con pan de pita. Me pusieron las clásicas aceitunas negras aliñadas por ellos a los que yo pedí acompañar de agua fría, prescindiendo de usar vino que, aunque legítimo y también algo muy mediterráneo, me podía cambiar los sabores, que en parte para eso es el vino en las comidas. Yo al agua fresca, como los antiguos romanos que la tomaban muy gustosamente con aceitunas, que no todo eran vinos. Las tortas de calabacín estaban cremosas y eran realmente algo muy digno. De segundo tuve más crema de yogur, patatas, ensalada y pollo al modo griego. Y de postre más yogur ahora con nueces y miel que era un colofón espectacular. Me ha gustado la experiencia y pienso repetir. Como me gustó la experiencia de montar en la noria por primera vez en mi vida. Quizá mis amigos pensaron que estaba pasando de ellos o pasándolo mal, pero lo cierto es que estaba viviendo como un niño esa experiencia que, de niño, nunca viví. Vi a las personas pequeñitas, me acordé de Hitchcock... y de mis padres, si me hubieran visto... pero mis padres no estaban abajo esperando al niño, y aunque mis amigos quizá creyeron que lo estaba pasando mal en la jaula, pese a que era su día de pareja en la despedida de soltero de él, pese a que me hacían un gran honor montándome con ellos en su jaula, mientras el resto de invitados iba en otras, lo que no sabían es que el regalo me lo hicieron a mí haciéndome vivir algo que nunca pude vivir. Tenían un niño maravillado... tan maravillado como hoy al culminar esa comida griega con aquel postre.
Saludos y que la cerveza os acompañe.
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