En esta primera entrega de dos en realidad voy a centrarme en la revista de cómic que me ha parecido más curiosa de entre todas las que me regaló. Una auténtica reliquia, una pieza de coleccionista, pero también una rareza en aquella España. Hablo de la revista Misterix. Me pareció extraña en sí misma, aunque me dijo Marcos que algunos de los cómic los había heredado él de niño de sus tíos, por lo que esta revista sin duda hizo su entrada en España bastante antes de que el propio Marcos naciera. Digo que hizo su entrada porque la revista Misterix no era una revista española, era una revista argentina. Eso me llamó la atención. Era la típica revista juvenil de cómic muy popularizada en las décadas centrales del siglo XX. Es famosa en Estados Unidos Detective Comics, que dio lugar al nombre de la editorial y donde aparecieron todos los superhéroes de esa editorial, así como sirvió de ejemplo a la posterior editorial Marvel y todas sus revistas. En Europa podría citar como ejemplo la francesa Pilote, donde hicieron aparición Astérix o Spirou. En España, para entendernos mejor, serían revistas como Pulgarcito, TBO, DDT o Mortadelo. Pues bien, en Argentina una de las revistas, o comic-book, con bastante auge fue Misterix, que recibía el nombre de su personaje principal, el héroe de ciencia ficción Misterix, una copia a su manera del norteamericano Flash Gordon, al cual en España también se le copió con Diego Valor.
El ejemplar original que yo he recibido es el número 297, publicado el 28 de mayo de 1954. No recibe censura española de la dictadura de Franco, pues evidentemente de alguna manera la revista entró en España. Para quien no lo sepa, los cómic también recibían censura. Tal vez, por ser un cómic, cuando pasó la frontera no llamó demasiado la atención a los guardias de aduana, o tal vez pasó hasta desapercibido. La revista, a la que he repasado varias veces, no tiene ningún sello de censura española. Toda su publicidad hace referencia a negocios ubicados en Buenos Aires. Su precio está en céntimos argentinos y los precios de sus obras publicitadas están en plata argentina. Incluso se anuncia una escuela panamericana de creación de historietas. La ciencia ficción en cómic estaba también férreamente censurada en España para las publicaciones infantiles y juveniles, a pesar de que se publicaron obras ubicadas en el espacio del futuro. El permiso recibido para publicar historias de Diego Valor intentaba españolizar a un Flash Gordon que recibió todo tipo de impedimentos, según pudo historiar Vicente Sanchís con documentación en la mano de la oficina de censura.
Otra cosa que me llamó la atención era encontrar los nombres italianos de guionistas e ilustradores que han hecho Historia del Noveno Arte en Europa y América, como Ongaro y Campani, o el guionista alemán Oesterheld. Pero sobre todo me ha llamado la atención encontrar al italiano Hugo Pratt. El cómic argentino posterior a la Segunda Guerra Mundial tuvo un gran auge al nivel del cómic norteamericano, pero con cierto toque europeo que se alimentaba del cómic francés. Tomaba para sí elementos de ese cómic anglosajón y elementos del cómic francés. Mientras tanto, en la Italia salida de la derrota de la Segunda Guerra Mundial, hubo varios jóvenes creadores que habían combatido y que comenzaran a hacer sus primeras creaciones con relativa calidad pero con cortas expectativas para que ellos pudieran vivir de ello. Fue un empresario argentino de las revistas infantiles y juveniles el que viajó a Europa en busca de creadores que crearan nuevas líneas de cómic que le dieran una clase europea que les diferenciara de sus competidores. De ese modo se llevó a varios de los grandes creadores del cómic europeo antes de ser famosos. Tomaron relativa fama en Argentina antes de que decidieran ir a Francia o Bélgica, donde encontraron la fama total creando personajes míticos, como Corto Maltés en el caso de Hugo Pratt.
Únase a esto la preciosidad de esa portada a color donde se nota claramente una tipografía de letra realizada a mano y unos trazos claramente clásicos. Llama la atención la gran calidad de color que tenía esta revista, en la segunda viñeta hay un degradado de coloreado que hoy día es común por ordenador, pero que entonces era complejo ya que imprimirlo era altamente complicado y solo se lo permitían las editoriales que tenían las máquinas más caras y modernas del momento, como los norteamericanos. Ahí sí hay offset.
Una preciosidad. Toda una joya para mi colección de cómic.
No hay comentarios:
Publicar un comentario