domingo, agosto 01, 2021

NOTICIA 2064ª DESDE EL BAR: POCO PASA

Comienzo de agosto y contrato de trabajo finalizado, con la salvedad de que esta vez el jefe para el que trabajé se despidió de mí diciéndome que estaba satisfecho con mi trabajo y entrega y que contaba conmigo para otro proyecto de archivo de unos dos meses y medio a empezar en septiembre. Le estoy agradecido. Esta vez paso agosto con relativa tranquilidad al menos de cara a terminar 2021 con ingresos garantizados, aunque ahora en agosto y todo lo que sea de septiembre (el próximo sueldo no se vería hasta principios de octubre) deba ir tirando de este sueldo y finiquito que supongo me será ingresado mañana lunes, 2 de agosto.

 Lo cierto es que mi sector es demasiado así. Demasiado todo temporal, demasiado todo al día. Somos los nuevos jornaleros del siglo XXI. Estos días algunos noticiarios te dejan calculadoras que te dicen cuánto tienes que trabajar para poder cobrar la pensión de jubilación completa en el futuro. No necesito yo, ni mucha gente de mi generación y cercanas, hacer uso tales herramientas. Teniendo en cuenta la Gran Recesión de 2008 y todo lo que ha supuesto, así como que previamente se nos cerraban puertas por otros motivos, tenemos tantos tiempos de desempleo y tal cúmulo de trabajos diferentes que la respuesta es sencilla: tendremos que trabajar tal vez hasta el día que nos muramos. 

 Poco se habla de eso. Mucho se habla como si la realidad nuestra fuera la misma que la de la gente con algo más de edad de la actualidad. Pero la realidad es bien diferente a esos anuncios que en estas fechas nos indican que ahora que hay vacunas hay que ir de vacaciones o te muestran en confortables viviendas unifamiliares con jardín. Nos están vendiendo motos, solo que solo las compran los que ya tienen eso o se ven cerca, la gran mayoría, como vivimos la realidad generalizada, no compramos esas motos y, sinceramente, poco pasa en España para lo que podría pasar. En Francia otra historia sería.

 Esta mañana me llamó una antigua compañera de trabajo en otro archivo para ver cómo me iba y contarme cómo le iba a ella. Supe por ella que había una convocatoria de oposiciones a archivos. Esta vez ni me había enterado. La última fase del proyecto recién acabado ha absorbido tanto de mi tiempo y consumido tantas de mis fuerzas físicas que el cansancio, unido a esas facturas de la luz que prohíben que tengas un día después del trabajo pudiendo hacer cosas tan simples como pasar una tarde al ordenador, ha hecho que no ojeara periódicamente las publicaciones del BOE ni del Ministerio de Cultura. Aún podría apuntarme a las de auxiliar de archivo, pero esta vez van sin preparar y probablemente sería perder tiempo y dinero.

 No creo en las oposiciones. Es un sistema anticuado y es una fábrica de decepciones. En anteriores ocasiones he pasado las partes teóricas, pero no las prácticas, a pesar de hacer exactamente lo que durante más de una década he venido haciendo laboralmente siendo felicitado (oh, paradoja) por esos mismos funcionarios de archivo que luego ha resultado que estaban en los tribunales que tumbaban la prueba práctica. ¿Cómo es posible que lo que es válido laboralmente no lo sea en un examen? La respuesta podría escribirla larga y tendida y creo que no saldría favorecido el sistema, pero dejo la imaginación del lector para que vaya haciendo sus cálculos.

 Es mentira que en los tribunales los que examinan no conozcan a los opositores. En muchas oposiciones nos presentamos personas que hemos trabajado con la administración durante años a través de empresas, quien más quien menos todos conocemos a alguien. Incluido ese fraudulento hecho de funcionarios que imparten prácticos por módicas cantidades de dinero y luego se presentan a ser parte del tribunal, esto, aunque lo nieguen, ocurre, aunque no es lo general. Lo que sí es general es que se conozca a alguien, pero nadie dice nada. Si todos invalidáramos tribunales porque conoces a tal o a cual, o porque sabes que X conoce a Y o trabajó para Y, no se podrían celebrar oposiciones, todos los tribunales serían invalidados. Por contra de lo que se pueda pensar, y salvo algún caso, que de todo hay, en realidad esto no influye para que apruebes o suspendas. Conocer a alguien no implica nada, estaría por decir que en todo caso son más exigentes y duros para, por si acaso, no se les pueda acusar de favoritismo o tráfico de influencia.

 Luego tenemos ese caso en el que se convocan una cantidad de plazas elevada y aún así saben que no darán todas las plazas porque no les conviene, a pesar de que luego se pasen todo el santo día quejándose de que les falta personal. Dinero manda y quizá otro tipo de cuestiones de cara a elaborar peticiones futuras de la administración al gobierno. Las cuentas han de cuadrar, Hacienda manda, aunque Europa diga que hay que cubrir un número de plazas. Se convocan, no se cubren todas. ¿Fraudulento? En mi opinión, algo sí.

 El sistema premia además la memoria y lo teórico y no pone medios para medir otras cualidades, como la vocación o la eficacia o la predisposición. A menudo he trabajado en archivos donde hay funcionarios que no conocen su trabajo o sus herramientas o son reacios a adaptarse a nuevos conocimientos. Por supuesto hay otros que son magníficos profesionales que, y esto lo he visto, hasta se enfadan con superiores u otros compañeros si no logran solucionar el problema o la solicitud que les plantea un ciudadano. Claro que también existen esos otros funcionarios cuya hora del café nos daría tiempo a los demás para visitar Toledo, o cuyas conversaciones de pasillo duran el triple que las laborales. Pero de todo hay y, repito, también he visto muy buenos profesionales que, dando tiempo a  todo, lo social es importante, se desviven por servir al ciudadano totalmente. 

 El gobierno ha decidido regularizar la situación del personal laboral interino que lleve más de diez años en un mismo puesto, haciéndolo funcionario automáticamente. A los que lleven más de diez años pero en diferentes puestos, les pondrá un examen con un nivel de acierto bajo para poder pasarles al funcionariado. Era una petición de Europa. No está mal, porque seamos sinceros, buena parte del sistema se sostiene con esta gente que estando tantos años en ello son los que más conocen aquello con lo que tratan. No se puede desperdiciar su conocimiento. También ha anunciado el gobierno el mayor lote de oposiciones de la Historia reciente española, cosa que viene sucediendo desde los últimos años de Rajoy. Es síntoma del gran abandono que tuvo durante el gobierno Rajoy el cubrir los puestos que iban dejando las jubilaciones. La administración se estaba quedando vacía. España no ha colapsado de pura chiripa. Esto lo he conocido desde dentro como trabajador que suele trabajar con la administración a través de empresas con contratos de obra y servicio. También funcionan gracias a nosotros, que les solucionamos la papeleta y que, lo aseguro, conocemos muchas de sus tareas, capacidades y herramientas mejor que una buena parte de los funcionarios. 

 Que no se engañen algunos de los funcionarios más pretenciosos, que existen, que no seas funcionario no quiere decir que sepas menos que ellos el oficio, a menudo ocurre justo lo contrario, sabemos mucho más que ellos al tener que rotar por todas partes y conocer un gran número de instituciones y sus personas y recursos. Pero somos los grandes olvidados y a nosotros nos toca seguir en el desierto con contratos temporales a menudo mal pagados, mal reconocidos. También es un desperdicio de recursos humanos para esta España.

 En todo caso, la función pública no tiene porqué ser sostenida solo con funcionarios, en Francia, por ejemplo, una buena parte son contrataciones directas de la administración, o sea que se podría prescindir de las empresas intermedias y mejorar con ello los contratos de trabajo y, tal cual, abaratar incluso el costo al gobierno para sacar adelante el trabajo que necesitan cubrir. Pero eso no se hace. El sistema no está pensado para el trabajador por cuenta ajena. Yo una vez trabajé así. No conocía a nadie de quien me entrevistó en el Ministerio de Cultura, era una mesa con mucha gente sentada escuchando y haciendo preguntas. Todo lo que contestabas debías demostrarlo con papeles en la mano. Además era larga la entrevista. No trabajabas porque conocieras a alguien, como se ha extendido en la creencia popular, sino porque demostrabas valer.

 En fin, reflexiones, reflexiones reflexiones. Una reforma laboral pendiente, lotes de oposiciones, yo de nuevo en paro aunque esperando un nuevo proyecto en septiembre... y el tiempo pasa y uno está algo desengañado con el sistema opositor español. No es garantía de nada, empezando también por aquellos funcionarios que a la hora de elaborar preguntas o examinar pareciera que quieren lucirse más ellos que lograr funcionarios nuevos. Hay que jugar a la lotería.

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