Llámalo X, llámalo Y, pero sabes que siempre ha sido y es Z.
Y lo seguirá siendo.
Puedes autoconvencerte de que siempre fue Y, porque la Y te sea algo más cómodo que la X, por tanto, puedes convencerte a ti mismo que jamás fue Z, que siempre fue Y, lo que te haría renegar para ti haber participado o ser parte de la X, puesto que la Z simplemente la has negado, tal vez olvidado. En ese pensar dirás que si bien tú eres o estás en Y, entonces el otro es o está en X, sigues negando la Z. Aún en el caso de que vuelvas a vislumbrar que la Z existe, caso aparte es si la llegas a considerar parte de todo esto, puede que la hayas negado por razones tan infames para ti, para tu razonamiento, que le otorgues la Z o parte de la Z a todo aquel y aquello que le hayas dado el valor X, a pesar de que X e Y siempre fueron y son Z.
Tú te mantendrás en la Y y adjudicarás la X y la Z a todos y todo lo demás. Te negarás a interrelacionar con la X y la Z. De ese modo, en tu purismo de inexistente Y todo lo existente será Y en tu mundo y será X o Z en todo mundo ajeno a tu control y que, encima, interfiere en tu mundo Y.
Lo más sencillo de los manuales de vuelo son las cubiertas, pero volar es otra cosa. Tener la estantería cubierta de libros de vuelo no te convierte en una persona con horas de vuelo en su experiencia.
Pongamos por caso una copa de cristal en su vuelo ascendente y descendente, mano mediante, con sus huesos y sus venas, arterías que animan los músculos y tendones bajo las órdenes de los nervios bien dirigidos desde el cerebelo y el cerebro, ignota jungla de minicableados neuronales cargados de electricidad y conectados a la vez por otro cableado nervioso más a las esferas de los ojos, con su retina, pupila e iris incluidos y protegidos por la carne de los párpados, el lagrimear del lagrimal y los pelos de las pestañas mientras una intrincada e imperceptible combinación de cálculos transforma montones de ondas de luz en formas y les da valores de precisión matemática para calcular distancias, volúmenes y posibles pesos que (oh, azar) parecen acertar a la hora de tomar la copa de cristal, cuando en realidad todo es, siempre fue, será Z.
Llámalo X, llámalo Y, pero tú y yo sabemos que siempre fue Z para todas las causas con todos sus efectos y resultados actuales y por venir.
Saludos y que la cerveza os acompañe.
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