TEXTO 107: Instrucciones del Directorio al representante en Vendée. 18 de Septiembre de 1796
(a. IV, 2º día complementario)
"Vuestra carta del 16 Fructidor (2 de septiembre), ciudadano, ha provocado la total atención del Directorio. Percibe al igual que vos, de entre los habitantes del departamento en el que ejercéis vuestras funciones, un tipo de hombre bastante numeroso, al que los sentimientos de paz y de unión serán durante mucho tiempo, si no extraños, por lo menos penosos en la práctica. La mínima vejación puede reabrir las heridas mal cerradas. En otros, puede reavivar los esfuerzos de una rabia moribunda. La tolerancia hacia los viejos errores y el olvido de los daños recíprocos pueden provocar el acercamiento de los espíritus sólo a largo plazo, y vuestra máxima ocupación, ciudadano, debe de estar dirigida hacia ese saludable fin. Sin duda es una tarea penosa, pero el fin es útil, dulce y glorioso. Evitad que cualquier arbitrariedad dé motivo para el descontento. Evitad, ante todo, que los sacerdotes sean molestados en el ejercicio de su culto, en la medida en que respeten las leyes, y si en alguna circunstancia hubiera que reprender a alguno, hacedlo de tal manera que su culpa sea tan palmaria para todos, que nadie se sienta tentado a abrazar sus perjuicios o apoyar su fanatismo. En una palabra, no pierda de vista que vuestra función es facilitar la regeneración de estas desgraciadas regiones, y que no debe descuidar nada que pueda contribuir a la tranquilidad y a la observancia de las leyes constitucionales.
El Directorio tomará en consideración las observaciones que le habéis transmitido en cuanto a la reorganización de la policía y el pago de las contribuciones atrasadas.
Carnot, P. Barras, Reubell."
El presente texto es una carta con instrucciones del gobierno revolucionario del Directorio francés al representante de él mismo en la región de la Vendée. Está fechado el 18 de Septiembre de 1796, que según el calendario revolucionario correspondía con el año IV del triunfo revolucionario con la proclamación de la República, 2º día complementario. Es posible que se escribiera desde París, por ser la capital donde se ejercía el gobierno de Francia y ser los autores precisamente miembros que componían el Directorio. Se trata de Carnot, P. Barras y Reubell. Carnot era un militar y político que había sido diputado revolucionario en la Asamblea Constituyente de 1791, de la que tuvo cierta actividad importante en las decisiones militares. Participó en el gobierno de la Convención Nacional, llegando a votar la ejecución de Luís XVI. Desde entonces destacó organizando el ejército y diversas ofensivas militares. El Consejo de los Ancianos le eligió de modo que pasó a formar parte del nuevo gobierno del Directorio, siendo el presidente del mismo en 1796, año de estas instrucciones, a la par que enviaba a Napoleón a Italia. En 1797 fue destituido y más tarde tuvo que huir acusado de reaccionario. No pudo regresar a Francia hasta el gobierno de Napoleón en 1799. P. Barras había pertenecido a la antigua nobleza. Era un militar disipado que participó de la toma de la Bastilla y el Palacio de las Tullerías. Durante la Convención Nacional también fue diputado. Votó la ejecución del Rey sin posibilidad de apelación a la condena. Dirigió la represión contra la insurrección monárquica que se dio en Marsella y Tolón. Robespierre quiso condenarle al conocer su pasado, por lo que Barras organizó el golpe de Estado de Termidor, que acabaría con la etapa del Terror de la Convención. Ordenó el fin de las ejecuciones políticas y suavidad de trato con los hijos de Luís XVI. Tras la revolución de Pradial contra el gobierno fusiló a todos los insurrectos, ayudado por Napoleón. Fue nombrado miembro del Directorio, siendo él su figura más importante y quien realmente lo dirigía. Se rodeó de lujo y personalidades y apoyó la carrera de Napoleón, el cual le alejaría de París años más tarde. En cuanto a Reubell era el tercer miembro del Directorio en aquel tiempo. Sin embargo, solía dejar hacer a los otros dos miembros.
La carta se hace cargo de una carta anterior del representante en la Vendée, de la que se deduce que en la región persistían actitudes contrarrevolucionarias (v.g.: "percibe, al igual que vos, de entre los habitantes del departamento en el que ejercéis vuestras funciones, un tipo de hombre bastante numeroso, al que los sentimientos de paz y de unión serán durante mucho tiempo, si no extraños, por lo menos, penosos en la práctica"). Por ello le dan instrucciones, u órdenes, de tolerar algunas actitudes contrarrevolucionarias, con el fin de que poco a poco desaparezcan al ver como sus ideas se desenvuelven en la libertad y la paz y no en el acoso violento. Incide la orden en respetar al clero y no provocarle, así como no perseguirles por sus actos y sermones propios de su condición. Creen que la actitud contrarrevolucionaria es por parte de poca gente, débil y pronta a desaparecer. Aunque aceptan que se aplique un castigo ejemplar al que muy abiertamente llame a la contrarrevolución. Por lo que se está recomendando la tolerancia siempre que los actos contrarrevolucionarios no sean explícitos. La idea sería la de permitir sus opiniones e ideas siempre que estas no sean llamamientos explícitos a reavivar la contrarrevolución o que puedan simplemente reavivarla sin ser llamamientos. En cierto modo se busca un respeto mutuo entre gobierno y vendeanos, pese a que el respeto de los vendeanos se tuviese que basar en el miedo al castigo o en la aceptación de sus libertades restringidas. Se habla de hacer respetar la constitución y se consiente en reorganizar la policía y las contribuciones atrasadas, por lo que es de creer que esto lo ejercían los propios vendeanos y se les había denegado por un tiempo, el del triunfo de la revolución sobre su insurrección.
La región de la Vendée, de praderas y colinas, era eminentemente campesina. Ocupa buena parte de la fachada atlántica de Francia. Había sido pasiva durante el inicio de la revolución hasta que la institución monárquica fue afectada de modo muy directo al asaltarse el Palacio Real en 1792 y proclamarse la República. Los habitantes de la región eran mayoritariamente monárquicos, por lo que se situaron en la contrarrevolución. Además, aunque no todas las zonas de la región, eran mayoritariamente defensores del catolicismo a ultranza. Eso también les distanciaba de una República de carácter más ateo, agnóstico, laica y, según casos, pagana. Ya de por sí, existía malestar con el clero del nuevo gobierno. Estos eclesiásticos lo habían jurado, mientras que los que no lo habían hecho habían huido o se habían ocultado, siendo considerados héroes o mártires por los vendeanos. Los juramentados eran considerados como apóstatas, ya que los fundamentos de la Monarquía tienen raíces religiosas. La destitución del Rey, su guillotinamiento y una leva forzosa que se intentó hacer para combatir a las naciones vecinas que iban a invadir Francia, provocaron el levantamiento en armas de la Vendée. La guerra contrarrevolucionaria se inició en 1793. No tenían plan ni jefe, aunque a veces había cabecillas destacados provenientes del clero o la nobleza.
Inicialmente tuvieron éxitos militares que coincidieron con los iniciales fracasos de la República Francesa en sus fronteras. Pero la revolución encarnada en la Convención Nacional reorganizó sus ejércitos, en parte gracias a los autores del presente texto, como ya hemos dicho. Esa reorganización llevó a diversos triunfos militares contra los adversarios del gobierno. En concreto, contra la Vendée fueron definitivas las victorias del 17 de Octubre de 1793 en Cholet, del 12 de Diciembre en Le Mans y del 23 de Diciembre en Savenay. A partir de ahí se inició una dura retirada de los vendeanos hacia la Vendée trazando una guerra de guerrillas, mientras los revolucionarios arrasaban la región por orden de la Convención Nacional.
Los cabecillas vendeanos supervivientes en 1795 eran Stofflet y Charette, que capitularon en Varades con el general revolucionario Hochet. Capitulación que buscaron ambos bandos, pues no parecía posible ni conveniente para la convivencia en la nación una victoria total. El 17 de Febrero y el 27 de Junio se depusieron las armas. La República admitió la libertad de culto católico (prohibido en la etapa jacobina de la Convención), suprimió la obligatoriedad del servicio militar (que fue una de las razones del levantamiento) y restituyó los bienes incautados. Los vendeanos aceptaban el gobierno republicano.
Mientras, otros realistas desembarcaron en Quiberon para imponer la persona de Luís XVIII como nuevo Rey de Francia. Fueron derrotados en un mes, con graves represiones.
Aún con todo, perduraron las guerrillas contrarrevolucionarias y las conspiraciones, por lo que el 24 de Febrero de 1796 fue fusilado Stofflet, y el 29 de Marzo, Charette. La carta con las instrucciones está firmada el 18 de Septiembre, por lo que parece ser que los contrarrevolucionarios, sin cabecillas sobresalientes, continuarían expresando sus ideas, las cuales irían aminorando debido al callejón sin salida en el que se hallaban. Aún existirían guerrillas o actos aislados de vendeanos. Eso sería lo que buscaría reprimir el Directorio, poniendo interés en los inductores (posibles cabecillas importantes en el futuro). Por ello habla del clero y el respeto a él, castigando sólo a los más evidentes por su fanatismo contrarrevolucionario. Se trataría de abrir la mano, pero dentro de un orden constitucional que necesitaba del miedo al castigo para mantenerse en algunos sectores de la Vendée. Aunque en general se confía en el efecto integrador que, poco a poco, harían las libertades que se les dio en la capitulación de 1795.
Por otra parte, los monárquicos que optaron por las vías políticas, que ahora con el Directorio podían usar, sabían que era delicada su permanencia en los órganos de gobierno. El mismo Directorio intentaba que no tuvieran demasiada influencia ni representación. Los monárquicos sabían que necesitaban de la inactividad popular monárquica si querían lograr algo por vía política y no ser otra vez reprimidos, o iniciar otras guerras. Por ello estos no alentaron a la Vendée en esta ocasión, la cual parecía realmente apagarse. Aunque tampoco hay que olvidar que el gobierno francés evolucionó hacia un personalismo casi dictatorial en la persona de Napoleón, personalismo al que se opuso Barras, que acabó en 1804 en la autocoronación del propio Napoleón como Emperador de Francia, con concordato, incluso, con la Santa Sede.
Bibliografía:
- Furet, F., Denis, R., La Revolución Francesa, ed. Rialp, Madrid, 1965 (edición española: 1988).
- Paredes, J. (coordinador), Historia Universal Contemporánea. I: De las revoluciones liberales a la Primera Guerra Mundial, ed. Ariel, Barcelona, 1999.
- VV.AA., Enciclopedia Universal Ilustrada Europeo Americana, Vol. VII, ed. Espasa-Calpe, Madrid, 1980.
- VV.AA., Enciclopedia Universal Ilustrada Europeo Americana, Vol. XI, ed. Espasa-Calpe, Madrid, 1980.
- VV.AA., Enciclopedia Universal Ilustrada Europeo Americana, Vol. LXVII, ed. Espasa-Calpe, Madrid, 1980.
[Este texto lo escribí en 1 de marzo de 2005 como parte de los textos propuestos para su análisis por el profesor Roncal en los cursos presenciales predoctorales de la Universidad de Alcalá de Henares.]
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