lunes, diciembre 09, 2019

NOTICIA 1925ª DESDE EL BAR: CORTO MALTÉS, EL DÍA DE TAROWEAN


Corto Maltés ha regresado por tercera vez con Juan Díaz Canales y Rubén Pellejero, más la ayuda en el coloreado por parte de la hija de una de ellos dos. En esta ocasión la aventura se llama El día de Tarowean, que es el equivalente al día de Halloween y también al día de las bromas, dependiendo de la cultura. Vuelve de nuevo en una edición en blanco y negro y otra en color, una en catalán y otra en español, en el caso de España. 

Esta vez se parte de una diferencia con el resto de aventuras del personaje, tanto cuando lo hacía Hugo Pratt como cuando lo han retomado Díaz Canales y Pellejero, la fecha en la que transcurre no se nos sugiere por pistas, se nos dice directamente: 1913. Además la historia tiene una ubicación fácil de localizar esta vez dentro de la biografía de Corto, es el tiempo exactamente anterior a su aventura en La balada del Mar Salado. De hecho esta historia completa la otra, todos los misterios que había creado Pratt los han querido dejar en nada Díaz Canales y Pellejero. Como bien se ve en la portada, se pretende explicar porqué Corto se nos dio a conocer por primera vez atado en cruz a unos maderos y flotando en medio del océano. Pero también se nos quiere explicar el misterio de El Monje, las sociedades secretas, porqué Corto está en la piratería... demasiado desvelar. Dejan algo sin explicar, de hecho añaden alguna nota nueva sin explicar, como cuando se menciona que Corto tuvo malaria en algún momento de su vida anterior, pero fundamentalmente este cómic está lanzado a los seguidores prácticamente para desvelar todo aquello que el autor original prefirió dejar en el misterio. Un fenómeno muy de nuestros días comerciales.

Posiblemente sea la mejor de las tres aventuras que hasta ahora han afrontado Díaz Canales y Pellejero, que comienzan a comprender que el guión no puede ser un guiño tras otro a lo ya hecho por Pratt, tampoco las viñetas. Sigue habiendo algo de todo eso, de hecho al comienzo de la aventura algunos trazos nos recordarán a , pero todo cobra sentido artístico en su totalidad y se llega al final de esta historia con unos trazos totalmente virados a ese barroquismo con el que comenzó todo en la que fue la primera aventura que conocimos del héroe. Si que es cierto que quizá el asunto del perfil psicológico es otra cosa, puesto que al comienzo con Pratt pareciera que Corto evoluciona de un pirata sin escrúpulos que se transforma en antihéroe, pero con este preludio a aquella historia hay un giro y pareciera que Corto siempre fue un romántico y que desde el principio tenía una amistad inquebrantable con Rasputín. Meten rasgos psicológicos que en realidad evolucionan a la par con la biografía de los personajes con los que debieran tener a la altura de ese 1914 en el que conocimos al personaje al principio. Es perdonable, aún con todo, y nos cuadra si pensamos que ya en La juventud Hugo Pratt llegó a hacer algo aproximado a eso mismo. Ahora bien, debieran cuidar estos aspectos y no dejarse arrollar por ellos en el futuro. Incluidas todas las posibilidades en forma de pistas ocultas que dejó Pratt en cada una de sus historietas, pues Corto no es sólo lo que se dice de él directamente en cada aventura, es también lo que se dice indirectamente e intuitivamente, aparte, claro está, de que Pratt, amante del misterio, sabía que había cosas que no explicar nunca. El misterio es parte de la vida de Corto.

Esta vez la aventura, que retoma las aventuras en Oceanía, tiene numerosas referencias a los relatos de Jack London  ambientados en el Océano Pacífico y muy evidentemente a El corazón en las tinieblas de Joseph Conrad. Además la historia ha vuelto a hacer un alegato feminista, otro poético y otro más mitológico, el mismo nombre de la aventura hace referencia a la mitología. Corto Maltés se encomienda al patrón de los náufragos y la historia cierra un círculo. Obviamente La balada del Mar Salado cobra ahora un giro y queda asociada a este Día de Tarowean.

Le ha sentado bien este nuevo relato a Díaz Canales y a Pellejero, y al propio Corto que, por razones obvias, esta vez no gana. Nuestro antihéroe está condenado al fracaso y lo sabemos desde el principio, desde que vemos la portada. Sabemos el final de su aventura desde el primer momento y lo interesante es saber cómo le ocurrió aquello. Eso también es un giro en las aventuras de Corto. Aunque Pratt con aquel comienzo ya dejó dibujado que Corto no siempre gana, es ahora cuando le vemos perder. Un aspecto interesante y que quizá aproxima más a Díaz Canales y a Pellejero a encontrar su propio rumbo con Corto, aunque aún les falta algo para completar ese viaje. 

Yo lo he disfrutado. Saludos y que la cerveza os acompañe.

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