La Cuarta Sinfonía de Beethoven (Sinfonía nª 4, en si mayor, opus 60) era una sinfonía más bien tranquila. Quien mejor lo explicó en su propio siglo XIX fue otro gran compositor, Schumann. Catalogó y describió a la obra como "doncella griega". La explicación que le daba era que Beethoven creaba una sinfonía tranquila y amable y a continuación un gigante colosal lleno de ímpetu. Para Schumann la Cuarta Sinfonía era una doncella griega delicada y bella entre dos robustos gigantes que la ensombrecían.
La composición de esta Cuarta Sinfonía se produce en 1806. Beethoven comenzó ese año con el fracaso y retirada de su ópera Fidelio, por entonces: Leonore, que se venía sucediendo a las reacciones que aún intentaban comprender y asimilar la Tercera Sinfonía presentada al gran público el año anterior. Para el verano las relaciones con su hermano Caspar Carl están totalmente deterioradas. No pasa buenos momentos personales. El príncipe alemán Licknowsky, que era uno de sus protectores y que le había pagado la Segunda Sinfonía, decidió llevárselo de viaje con él a una de sus propiedades en Grätz. Allí Licknowsky era vecino del conde Franz von Oppersdorff. En una velada que le ofreció Licknowsky a Von Oppersdorff, Beethoven tocó la Segunda Sinfonía. El conde Von Oppersdorff estuvo tan encantado y maravillado de aquella obra que le pagó la mitad de una gran cantidad de dinero para el coste de una nueva sinfonía para su propio uso privado con sus invitados, siempre y cuando se pareciera a la que acababa de oír, o al menos siguiera sus cánones, que, como vimos, eran más cercanos al neoclasicismo a pesar de que introducía algunas innovaciones. Beethoven acabó la Cuarta Sinfonía en octubre de aquel 1806, se la interpretó y le pagó la otra mitad que le faltaba y aún le adelantó dinero para que compusiera una quinta sinfonía, pero de esa ya hablaremos.
La obra se estrenó en 1807, en el palacio del príncipe Lobkowitz, y en noviembre para el gran público en Hohtheather, siendo tocada junto a los también estrenos de la Obertura Coriolano y el Concierto para piano nº 4, compuestos en los mismos meses, a la vez. De hecho aquel verano le fue muy fecundo, pues compuso varias obras, algunas de las cuáles son algunas de las más exitosas que tuvo. La Cuarta Sinfonía duraba unos treinta y seis minutos aproximados, a lo largo de cuatro movimientos, por lo que abandonaba momentáneamente la ruptura de los tiempos clásicos de la Tercera Sinfonía, para aproximarse a los tiempos y a las tonalidades de la Primera y de la Segunda Sinfonía para agradar al conde. Era una obra muy alegre, con un comienzo un tanto bucólico, y en general bastante tranquila, recreándose en dibujar un ambiente agradable. Dos adagios y dos allegros componen los cuatro movimientos, si bien el primer adagio contenía un allegro en su parte final. Los allegro no eran con brío, mantenían así un cierto equilibrio que no deseaba incurrir en pasiones desbordadas, de ahí que Schumann la considerara una "doncella griega" frágil y delicada, pero lleno de sutilidades y belleza. La pretensión de la obra era más modesta y trataba de imitar la tradición sinfónica del siglo XVIII, en parte por los gustos del conde y en parte por los primeros resultados de la Tercera Sinfonía, aún tan dubitativos entre el público. La Cuarta Sinfonía, quizá por parecerse a algo que era lo común aún, pero que pronto sería anticuado, tuvo una gran acogida sin dudas en la gente. Era, como diríamos hoy, más para el gusto comercial.
Es llamativo que a pesar de ser año doloroso para Beethoven, una vez más se refugió en su ocultación mediante el intento de transmitir felicidad y alegría en su obra. Alguno de sus biógrafos creen que en este momento no aspiraba a la victoria sobre sus asuntos personales, sino a mantener una dialéctica sostenida y equilibrada entre sufrimiento y alegría como explicación y razón de ser de la vida. Entramos aquí en la filosofía de vida personal del autor.
Es la sinfonía más íntima, donde transforma sufrimiento en alegría y lleva su drama personal a los valores de otros seres humanos. En esta obra Beethoven quiso hablar de justicia, amor y fidelidad, cuestiones que sentía traicionadas por su hermano, casado y con hijo ese año con una de las mujeres a las que el autor amó. La escribió rápidamente pues es una de las pocas sinfonías que se han escrito prácticamente de seguido. Pero además, estaba en marcha la composición de la Quinta, y hay quien cree que la Cuarta y la Quinta combinarían entre sí. El asunto del destino ya llama en la Cuarta, y es que la sordera también crecía más y más en Beethoven, lo que no le ayudaba en su ser. Contenía innovaciones y es más compleja de lo que sonoramente pudiera parecer, pero todo esto era más detectable por personas altamente melómanas que para el público común.
Esta Cuarta Sinfonía la pude obtener hace poco en el mismo mercadillo benéfico de la iglesia de San Francisco de Asís donde compré la Tercera Sinfonía. El disco que la contenía también incluye la Quinta Sinfonía, ambas tocadas por Barenboim con la Berliner Staatskapelle, como la anterior. Igualmente es una grabación de 1999 en el Studio One de GDR Radio Studios, de Berlín. Se editó en 2000.
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