lunes, septiembre 10, 2018

NOTICIA 1814ª DESDE EL BAR: MUSEO DE LA IGLESIA CATEDRAL-MAGISTRAL DE ALCALÁ DE HENARES

De los museos de Alcalá de Henares siempre había dejado postergado en su visita el Museo de la Iglesia Magistral-Catedral de los Santos Niños Justo y Pastor. Y tanto que lo postergué, el museo fue inaugurado en diciembre de 1997, han pasado ni más ni menos que veintiún años. Hay algún que otro museo religioso en la ciudad que también tengo postergado y que algún día visitaré, o esa es mi intención, como por ejemplo el Museo del Convento de San Juan de la Penitencia, vulgo de "Las Juanas", donde se guarda el báculo del cardenal Cisneros, hecho con el que fue bastón de mando de Boabdil, último rey de Granada. El interior de la torre y la propia catedral en sí, sí los he visitado. En concreto la catedral en sí ha sido frecuentada por mí abundantemente, ya sea por visita o por actos que se celebraban allí. La cripta del siglo XVI siempre ha sido un sitio que me ha llamado la atención. Como sea, el museo se me resistía. Le puse remedio hace poco. Pude ver que allí quizá la pieza más importante es lo que queda del sepulcro del cardenal Carrillo, un hombre aficionado a la nigromancia, que pese a ser cardenal ni le hizo asco a la vida beligerante, que casó a los Reyes Católicos, que se posicionó a favor de Juana "la Beltraneja" en la guerra civil castellana y que manejó la política de su época de manera que fue uno de los artífices de la unidad de los reinos hispanos, dando por resultado el Reino Hispánico, conocido como España en siglos posteriores. Este hombre vivió gran parte de su vida en Alcalá, en el Palacio Arzobispal, restauró los estudios generales a la ciudad, prosiguió las obras de mejora de la iglesia hoy magistral, a la que logró que fuera nombrada colegiata, y aquí murió en 1482. Fue enterrado en la iglesia medieval de San Francisco, que fue derribada en el siglo XIX para construir los cuarteles militares de la Plaza de San Diego, hoy Museo de Arte Iberoamericano y Biblioteca de la Universidad de Alcalá. Su sepulcro renacentista fue trasladado entonces a la Iglesia Magistral, donde fue colocado a la entrada, a los pies de un trascoro, hoy desaparecido. Al otro lado, a los pies del altar y coro, estaba el sepulcro del cardenal Cisneros. Con la guerra civil, en los primeros días, varios golpistas se encerraron en la iglesia y colocaron ametralladoras en la torre, dando lugar así a que la iglesia fue centro de combates iniciales. Por ello mismo la iglesia sufrió como sufrió cualquier lugar de combate. Un incendio la arrasó en buena parte. Se perdieron diversas obras de arte y documentos. Las esculturas del sepulcro del cardenal Cisneros fue muy deteriorado, pero la peor parte se la llevó el sepulcro del cardenal Carrillo. Tras la guerra civil no se inició la restauración de la iglesia hasta la década de 1940, hacia 1941. El sepulcro de Cisneros se restauró y fue trasladado a la capilla de San Ildefonso, de la Universidad de Alcalá de Henares, aunque sus restos mortales siguen enterrados en la catedral, en la zona donde estuvo su sepulcro. El sepulcro de Carrillo estuvo totalmente destrozado. Los restos de Carrillo se dejaron donde estaban, al igual que a Cisneros, simplemente se le puso una lápida sencilla y actual. Su sepulcro fue restaurado, lo que se pudo, en los años 1970. No se podía ver hasta que en 1997 se abrió este museo. Aunque su restauración responde correctamente a las normas actuales que diferencian lo antiguo de lo actual, y aún deja apreciar preciosas estatuas y relieves renacentistas, contiene en sí ladrillos y cemento que no apreciamos. Algo que era necesario. Tal como quedó, no estaría mal haberlo repuesto en su lugar, a pesar de haberse perdido el trascoro barroco, que se puede ver en foto antigua dentro del museo. En todo caso, parte de las vallas del sepulcro de Cisneros y de otras piezas se pueden ver hoy en otros lugares, por ejemplo en el Museo Arqueológico Nacional. No obstante, buena parte de sus obras de arte se salvaron posteriormente al incendio de 1936 por la iniciativa de la Segunda República de poner a salvo el patrimonio cultural y artístico de España. El mismo plan que salvó los cuadros del Museo del Prado permitió el traslado y salvaguarda de las obras de esta iglesia.

La Iglesia Magistral no estuvo a punto para recuperar el culto hasta el periodo 1963-1973, que se reabrió y así sigue hasta la fecha, aunque tuvo una nueva restauración y reforma a finales de los años 1990, con motivo del nombramiento de Patrimonio de la Humanidad a Alcalá de Henares. Pero el destrozo de 1936 no fue el único periodo que la iglesia estuvo cerrada por necesidad de restauración. La inicial parroquia que fue se levantó a partir de unas edificaciones de los siglos finales del Imperio Romano donde posiblemente se produjeron los casos de martirio (tortura) de los condenados, y por tanto de los Santos Niños Justo y Pastor. Allí había restos posteriores de un cementerio cristiano, cerca de otro de carácter visigodo. Los restos de aquellos muros sirvieron para las construcciones de ampliación y edificación que llevaron a este lugar a ser iglesia. En principio dieron entrada a una cripta abovedada. Los tres últimos arzobispos de Toledo del siglo XV comenzaron la construcción de los que sería la iglesia magistral que hoy más o menos es la que conocemos. En concreto Cisneros, que fue el que le logró el título de magistral, fue el que más empeño hizo siguiendo las obras de mejora de Carrillo y Mendoza. Elevó en suelo entre un metro y medio y cinco. Creó la cripta actual del siglo XVI, y una serie de cuestiones arquitectónicas y artísticas. Ahí tenemos el patio del claustro, inconfundiblemente renacentista, en torno al cual se monta el museo actual. Sin embargo, a partir del siglo XVIII se inició un declive de mantenimiento, y con la desamortización del siglo XIX y las nuevas tendencias urbanísticas, desaparecieron varias capillas, fenómeno prolongado hasta los primeros años del siglo XX. En 1904 se consideró que la iglesia estaba ruinosa, pero que pertenecía a un conjunto monumental que había que conservar como parte del patrimonio artístico español. El arquitecto al cargo eliminó a lo largo de las décadas siguientes muchas de las aportaciones estéticas del cardenal Cisneros, hasta que en 1931 pudo volver a abrirse al culto. Los destrozos de 1936, la reforma de 1941 y la de finales de los años 1990, hacen que la Iglesia magistral-catedral no sea estéticamente como la del siglo XVI, aunque en lo básico lo sea.


La iglesia magistral fue nombrada catedral por Juan Pablo II cuando en 1991 restauró el obispado de Alcalá de Henares, el cual existió del siglo V a 1099, ya que posteriormente fue parte del arzobispado de Toledo y después del obispado Madrid-Alcalá. La bula papal donde se lee esta restauración se exhibe en el museo, en una antesala previa donde se podrán ver cosas como por ejemplo el arca del siglo XVI donde se conservaron los restos de los Santos Niños durante varios siglos, hasta que fue sustituida por otra arca, creo que en el siglo XX.

Pero en este museo también se conservan restos de otros lugares de la Iglesia en Alcalá, como por ejemplo una Virgen que estuvo en la citada desaparecida iglesia de San Francisco, que se ubicó en una iglesia de Santa María en la Plaza de San Diego, desaparecida, como he dicho, en el siglo XIX para construir los cuarteles militares que hoy son parte de la Universidad de Alcalá. Quizá esta Virgen María nos parece muy nueva, pero la cuestión es que lo parece porque fue restaurada, pintada siguiendo un modelo por ordenador de cómo pudieron ser sus colores. Personalmente me parece un tanto desacertado, pero al menos no desentona tanto como algunas atrocidades de restauración que se han visto en noticiarios en los últimos tiempos. Lo que me pregunto es qué tipo de controles siguen los restauradores, si los siguen, cómo se logran los vistos buenos del control de su calidad.

Pienso en los restos que se exponen también en el Antiquarium del Palacio Arzobispal, auno en mi mente las diversas exposiciones de Arte Sacro, o que tiene que ver con la Iglesia, en esta ciudad, y me pregunto también cómo no se le ha ocurrido a nadir unir todas estas piezas en un único y mayor museo de arte religioso en Alcalá. Sé que además deben haber muchas piezas y cuadros que hoy por hoy no se exhiben, ya sea dentro de los cuartos del Palacio Arzobispal o en otros lugares. Claro que tener diversas exposiciones puede permitir la obtención de algunos fondos mínimos para mantener cada uno de sus edificios. No lo sé muy bien, pero sí creo que sería interesante un museo de este tipo, o un museo de la ciudad, incluso.

Quizá uno de los inconvenientes del museo es que el respetuoso silencio, o el hablar bajo, que la gente tiene en la zona de la iglesia, al entrar en el claustro, que es la zona museizada, no tienen reparo en hablar alto, muy alto. Aunque en un primer momento gocé de cierto silencio viendo las lápidas que se quitaron y no se repusieron en su sitio en la iglesia, del siglo XV al XVIII, una de ellas de un músico del XVIII, en seguida entraron grupos de personas a cada cual más vociferante, el primero de ellos en alemán, el resto en español puro y duro. Aunque en otros museos se habla y se oye un rumor perpetuo, en este lugar era harto desagradable, no se entiende bien porqué elevaban tanto la voz.

Algunas de las fotografías antiguas me hicieron pensar que no sería desagradable recuperar algunas de las propuestas con las que contaba la iglesia antes de 1936, pero supongo que algunas no fueron recuperadas por ser barrocas y pensarse que se prefería recuperar un aspecto más gótico-isabelino (que es su estilo original) y más renacentista. Además, a mí me da la sensación que lo diáfano del espacio hoy día y la sencillez de las lápidas de Carrillo y de Cisneros, así como de algunas ornamentaciones, puede que vayan en consonancia con un gusto por lo minimalista y la sencillez propias de la década de 1970 y del momento de la restauración de los años 1990. Aparte, un techado de madera en la puerta lateral le daba un cierto toque curioso a esa entrada. Ese techado se quitó, como se quitaron varias casas, para poder crear la actual Plaza de los Santos Niños, sin embargo, ese techado, aunque fuese del siglo XIX, tenía un cierto toque romántico. De acuerdo que en origen no estaría, pero en origen esta iglesia tampoco era como es. Depende de a qué fecha nos dirijamos para verla de un modo o de otro. Si nos quedáramos con la reforma que le hizo el cardenal Cisneros habría que recordar que en las primeras décadas del siglo XX se quitaron muchas de sus decoraciones. Quizá el aspecto actual es el aspecto acorde al siglo XXI, eso no lo niego, pero siempre resulta interesante ver cómo fue y cómo es.

Saludos y que la cerveza os acompañe.

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