sábado, noviembre 18, 2017

NOTICIA 1751ª DESDE EL BAR: DE VERDÚN A CESPEDOSA

La Extensión Universitaria de la Universidad de Alcalá de Henares ha preparado un mes de noviembre con dos exposiciones en Alcalá de Henares muy interesantes para mi gusto. La primera casi se me escapa entre unas cosas y otras de mi vida. Se inauguró el pasado día 10, dentro de las VIII Jornadas Sobre la Vida y Obra de Manuel Azaña, que en esta ocasión se centró en su faceta volcada con la cultura francesa. Como cada año hubo conferencias y otros actos, esta vez entre los días 9 a 13. Uno de esos actos es la inauguración de esta exposición citada y la cual aún se puede ver en el claustro del antiguo colegio universitario de Caracciolos, hoy Facultad de Filología adscrita a la de Filosofía y Letras sita en el Colegio de Málaga. En concreto no está en la Sala de Exposiciones San José de Caracciolos, de la calle Trinidad, número 5, lo que fue en otros siglos la iglesia del edificio, si no en ese claustro citado dentro del edificio contiguo, donde se imparten las clases, en torno a la escalera principal entre los dos patios, la que da acceso a las aulas y despachos de profesores. La exposición se llama Manuel Azaña en Reims y Verdún. Impresiones de un viaje a Francia (1916). Como es evidente, las fotografías muestran las imágenes que se encontró Azaña a los 36 años cuando viajó a visitar el estado y frente de guerra de Francia en la Primera Guerra Mundial (1914-1918). Ha pasado de ese viaje ciento un años.

La cosa es que en 2014 comenzaron las conmemoraciones diversas que atañen a los cien años que cumple la Primera Guerra Mundial, hecho por el cual publiqué un artículo sobre ese acontecimiento y la Literatura que surgió de él en el periódico Diagonal, y que me dio pie a publicar el año pasado, 2016, mi libro de ficción Relatos de la Gran Guerra. Esta exposición fotográfica del viaje de Azaña a Reims y Verdún se podría encuadrar también en esos recordatorios del centenario de la guerra que cambió el rumbo de la Historia en el siglo XX. En 1916, cuando se realizaron estas fotos, la batalla de Verdún y la del Somme darían pie a una nueva etapa bélica dedicada al desgaste del enemigo mediante una gran ofensiva y contraofensiva permanentes donde se vivieron gran número de atrocidades, matanzas y destrucciones de todo tipo. El estancamiento bélico en Verdún hizo que se planeara el escenario del Somme para distraer tropas y avanzar, pero ambos frentes sólo fueron atolladeros de muerte que conmocionaron el mundo y lo traumatizaron para el resto de su existencia. Azaña llegó al lugar con otras personas invitado como periodista e incipiente político que era. Las fotografias nos muestras las ciudades de retaguardia, los efectos de las bombas, la población con máscaras antigás por causa de las novedosas armas químicas cuyas nubes se transportaban con el aire hacia las poblaciones civiles, siendo estas daños colaterales traducidos en muertes por la toxicidad o en cegueras, o también nos muestran unas trincheras que no parecen en un primer momento de primera linea de frente, por la tranquilidad que respiran sus militares.

Las fotografías que se nos muestran gozan de una buena calidad de copia, así como una enriquecedora labor informativa en los textos de las cartelas, que introducen la visión que dejó por escrito Manuel Azaña de todo cuanto allí vio y comprendió como la locura y destrucción del mundo civilizado. Es probablemente de estos hitos de barbarie que él afianzara uno de sus puntos de vista sobre la necesidad del diálogo y la democracia como medio para solucionar los problemas sociales y políticos. La Segunda República, de la que será ministro, jefe de gobierno y jefe de Estado, será el primer gobierno cuya Constitución, escrita en 1931, introdujera en sus artículos la política y objetivos de la Sociedad de Naciones como medio pacífico de solucionar los problemas entre naciones.

Y si gusta la fotografía y se desea seguir viendo más exposición porque la anterior se haya quedado corta, precisamente en la Sala de Exposiciones de San José de Caracciolos, al lado, hay una exposición fotográfica mucho más extensa. Se trata de la obra antológica de Juan Manuel Castro Prieto, que fuera uno de los primeros alumnos de la Facultad de Económicas de la Universidad de Alcalá, tal como recoge su entrevista para UAH.esNoticia. Se puede ver parte de su obra de manera digital en su página oficial, aunque no es el mismo efecto visual ni emocional que ver las fotografías en la vida real montadas en la exposición. Castro Prieto es Premio Nacional de Fotografía 2015 y expone por primera vez una colección tan completa de su obra en Alcalá de Henares. Cespedosa de Tormes, pueblo de Salamanca, está unido a la biografía del fotógrafo, por lo que buena parte de la obra gira en torno a ese pueblo y la visión que tiene de él y de sus habitantes este fotógrafo. Aparece también gente de su propia familia. Una visión que abarca desde los años 1970 hasta el actual 2017. Es por ello que esta exposición se llama Cespedosa.

Algunas de las fotografías tienen unas iluminaciones y unas texturas que parecieran cuadros pintados de manera hiperrealista, pero son imágenes sacadas de la realidad con una cámara. Aunque podemos rastrear la evolución, que por otra parte parece parada, del pueblo y sus habitantes en estas décadas, lo bonito de estas imágenes es su sentido poético, metafórico y simbólico, algunas con cierto sentido de humor o de ironía. Con elegancia se nos muestra tanto las escenas comunes y tópicas de los pueblos y los sucesos de sus habitantes, como también los hechos puntuales y excepcionales, como el joven con una oveja en brazos que con naricera puesta y lentillas para los ojos un tanto especiales, parece un zombi. Pero realmente llaman la atención otras imágenes como pudiera la de la mujer joven y bella iluminada por la luz natural en el sobrado, mujer y lugar donde se haya son un contraste llamativo, o esos ancianos que rigen una tienda donde se encuentran sentados sin ningún cliente que atender y un cartel un tanto irónico sobre sus cabezas. La luz natural prima, ya sea solar o de la iluminación artificial de una habitación. No hay focos, ni flashes. En algunos momentos existen claroscuros muy interesantes, en otros, claridades muy modernas conectadas con una vida pasada. Realmente es una exposición muy recomendable. No os la deberíais perder.

Ambas exposiciones son gratuitas. Saludos y que la cerveza os acompañe.

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