martes, octubre 17, 2017

NOTICIA 1745ª DESDE EL BAR: LA EQUIDISTANCIA COMO MANIPULACIÓN E INFANTILISMO INFORMATIVO

El periodista Pascual Serrano publicó en el diario Público el pasado 12 de octubre una necesaria reflexión sobre la equidistancia en el periodismo que vivimos actualmente, se llamaba "Sobre equidistancia y periodismo". El tema de la equidistancia suele ser tratado muy a fondo en las carreras universitarias de Periodismo, Filosofía, Historia, Humanidades y cualquiera de los estudios relacionados con la comunicación en cualquiera de sus formas, incluidas las artísticas. 

Con el asunto del proceso de independencia de Cataluña llevamos muchas semanas con todo tipo de noticias y debates donde más de una vez se ha colado el término y el asunto de la equidistancia no como forma de ética informativa o postura moral de los ciudadanos, si no como arma arrojadiza estúpidamente usada a conveniencia de aquel que quiere imponerse, que no argumentar, sobre quien no piensa como él o que haciéndolo no lo hace en todo. El mismo 12 de octubre, el mismo diario de carácter estatal Público, así como otros (principalmente catalanes), se hicieron eco de la noticia del despido del periodista británico John Carlin, colaborador de El País, por discrepar de la línea oficial de ese diario respecto a los sucesos de Cataluña y la forma de enfrentarse a ellos el gobierno central español, se puede leer aquí. La mal llamada equidistancia de estos días donde todos son equiparados por igual y donde no procede hacer análisis críticos se ha instalado entre nosotros, y se abrió paso sucintamente en innumerables debates televisivos en La Sexta, TVE 1, Canal 24 h., Cuatro, TV3 y Antena 3, y en cadenas de radio como COPE. Hacer un análisis donde además no se coincida con el parecer mayoritario de la zona que te toque ante el asunto es síntoma de que se tomen a quien hace la reflexión como un extremista injusto, sin atender en absolutamente nada a lo que dice. Se trata de imponer un punto de vista, sin siquiera escuchar y pensar tras escuchar al otro. Un punto de vista más de porqué España se radicaliza. 

Es interesante y necesario para quien le interese este tema leer la reflexión de Pascual Serrano para hacerse eco de su toque de atención con toda razón.

Hace poco, desayunando en un bar "de viejos", un bar de barrio, uno de ellos se enciscó con Cataluña a toda voz manteniéndonos a todos los presentes callados. Decía a toda voz barbaridades violentas contra los catalanes sin decir ni un sólo argumento político, ni demostrar que conoce realmente lo que ocurre mas allá de un "buenos y malos", "nosotros, ellos", y remató gritando en sentencia suplicatoria que les apliquen el 45. Y este es el nivel de estupidez. El articulo 45 no venía mal, pues era el día que comenzaron hasta cerca de doscientos incendios entre Portugal, Galicia y Asturias, por ello no venía mal para esos lugares. El artículo 45 de la Constitución habla de la conservación del medio ambiente. Hay mucho gañán gritando que lleva razón, lo malo es que confundir el 45 con el 155 tras no haber dado ni un sólo atisbo de conocimiento ni razonamiento de lo que ocurre, sus mecanismos y demás, es que delata que realmente ese hombre está tan saturado de una mal entendida "equidistancia" que en realidad no es nada "equidistante" y sí muy "manipulante". La saturación de unas mismas noticias, sin además análisis, crea cotorras y loros, lo malo es que también existe lo que se llama "el teléfono escacharrado", donde si el primero dijo "azul", al final la transmisión de unos a otros hará que alguno jure y perjure que se dijo "blanquinegro".

Decía en la entrada anterior que faltaban discursos políticos y que se estaba abusando de usar las masas como argumento válido (Noticia 1744ª). Su exacerbo lleva a cosas como esta, pues la equidistancia mal entendida puede llegar a crear pusilánimes que dejan hablar a quienes bajo el nombre de la equidistancia son en realidad medios de comunicación altamente interesados en hacer prevalecer unas posturas y unas visiones. Es el peligro del que nos dio buena cuenta mucha gente antes del estallido de la Segunda Guerra Mundial, cuando veían avanzar las ideas del nazismo sin que los ciudadanos más demócratas se atrevieran a contradecirlo. Es interesante conocer el pensamiento de Adorno, que ya nos avisó de los peligros de la equidistancia al dejarnos ausentes de un "algo" racional que nos sirve para saber qué sí y qué no. También en cierto modo nos previno Bertolt Brecht en su obra teatral, y tantos otros. La propia Historia nos colocó al Primer Ministro británico Chamberlain como el equidistante fatídico que por no llamar las cosas por su nombre y no tomar postura hizo un pacto con Hitler para evitar la guerra que era evidentemente inevitable, lo que llevó a unos desastres brutales. No podemos condenar a Chamberlain, jugó sus cartas creyendo en ellas, su único error es haber tenido un sentimiento de mal entendida equidistancia.

La equidistancia no es mala. No lo es para muchas cosas. Ayuda a comprender, a reflexionar, a entender, a solucionar. Lo malo es que la equidistancia te prive de tu propio sentido común y termines siendo un pelele que repite los argumentos de los demás, los tópicos o que incluso las más flagrantes mentiras las transforme en realidad bajo argumentos como los típicos de la guerra civil española, por ejemplo, donde según muchos fatalmente informados "los dos bandos ejecutaron personas". Esa verdad en esa frase simplona es cierta, y en un desarrollo de argumentos simplones también es cierta. Si se consulta a los historiadores, a los archivos, a los estudios serios y profundos, uno se dará cuenta de que ese argumento está infantilizado, para descargar unos sentimientos que hubieran sido conflictivos en los años de la Transición. Hoy día sabemos que a pesar de las lógicas propias de las guerras en lo cualitativo y en lo cuantitativo las ejecuciones de uno y otro bando no fueron iguales, del mismo modo que unos no hubieran empezado sin haber empezado antes los otros. Las víctimas y los verdugos no se pueden equiparar. No hay equidistancia ninguna entre la democracia y la dictadura. No hay equidistancia alguna cuando a finales de 1936 la República comenzó a legislar y actuar contra las ejecuciones extrajudiciales, que cuando en las mismas fechas la zona alzada legislaba para amparar a aquellos que hicieran esas ejecuciones extrajudiciales contra todos los sospechosos. No es lo mismo una República tratando de respetar los procesos militares y protegiendo presos en cárceles ante varias matanzas de primeras horas de la guerra, que varios generales alzados que dejaron registrado por varios medios sus órdenes no sólo de no hacer prisioneros en varios municipios y regiones, si no de matar a todos los que se puede y a ser posible sembrar el terror todo lo posible para desmoralizar al contrario.

No nos engañemos, en periodismo y en Historia quien te diga que hay que ser equidistante, neutral, te miente para utilizarte o hace fatalmente su trabajo. 

No se trata de tergiversar los acontecimientos ocultando datos, o investigando sólo sobre una parte. Tal como apunta Pascual Serrano en su artículo de opinión, tal como nos enseñaron todos los profesores de nuestras respectivas carreras universitarias, hay que llegar a la verdad y hay que tratar de decir la verdad. Para eso hay que recopilar todo tipo de datos posibles. La magnitud de los hechos que ocurren en el mundo nos hace no tener vida suficiente para recopilar todos los datos posibles, pero sí para acumular grandes cantidades. Los profesionales de la información y los de la Historia tienen más claves que una persona común (entendida esta como alguien que no se dedica profesionalmente a estas cuestiones) para poder conocer, entender e interpretar los hechos sobre los que trata. No hay que ocultar nada. Se ha de elaborar una tesis, confrontarla a la antítesis de los datos que se van adquiriendo e ir elaborando la síntesis, lo que viene siendo el método científico aplicado a las ciencias humanas, que por ser inexactas y no ciencias puras, que son exactas, siempre están en constante revisión y perfeccionamiento, por tanto: sujetas a cambio. Los profesionales del periodismo y de la Historia estamos llamados a hablar con honestidad incluso si nuestra tesis o nuestras simpatías quedan derrumbadas ante la evidencia de lo recopilado. Pero lo que nos es imperdonable es ser equidistantes. Porque la equidistancia que se reclama en estos últimas semanas no es equidistancia, es tergiversación.

Todo el mundo, absolutamente todas las personas, tienen posturas ante el mundo y la vida, tienen su visión y sus conceptos a raíz de sus experiencias y conocimientos. No existe absolutamente nadie que sea neutral de modo pleno. No hay nadie equidistante. Se puede uno aproximar, pero no serlo. Si le dices a alguien que eres neutral, equidistante, le estás mintiendo. Yo jamás lo he dicho. No comparto esa idea. Tiendo a conocer todos los datos. Tiendo a analizarlos, y les doy el análisis que creo correcto como todo el mundo hace. Periodistas e historiadores no estamos exentos de esto. Nuestra gran cantidad de datos nos ubica en una posición más cercana a lo que pudiera ser más ajustado a las realidades diversas que se viven o que se vivieron. Podemos explicar y comprender la postura de un francés demócrata judío de la Segunda Guerra Mundial, y a la vez hacer lo mismo con un alemán nazi, como decía Pascual Serrano, pero eso no es ser equidistante, es ser profesional. Es la obligación de conocer y dar a conocer todas las posturas y visiones, pero no se puede ser equidistante y equiparar ambos bandos. La equidistancia se debe limitar a tratar de comprender, por ejemplo, la mentalidad de los nazis para hacer lo que hicieron, comprender para explicar y analizar, no porque se comparta, te puede repugnar totalmente, una cosa no quita la otra. Lo que no se puede decir es que franceses y alemanes mataron igualmente y que da lo mismo un muerto de uno y de otro bando, porque todos mataban por igual, como se dice con la guerra civil española. No. Hay innumerables variables y razones que hace que no sean equiparables, y que no debamos ser equidistantes. Que un judío mate a cuchillazos a un nazi en el guetto de Varsovia no salva de la maldad a los nazis que mataban a miles en las cámaras de gas, ni hace igual de responsable al judío que a los guardias de los campos de exterminio. Las agresiones y los agredidos, las formas, los sucesos, las ideas, las palabras, los actos, lo material, lo etcétera, lo innumerable que valorar, hasta los detalles personales de los actores que intervienen tanto en acto, como en decisiones tomadas a miles de kilómetros. No, el periodismo y la Historia no pueden ser equidistantes del modo tan irresponsable como se intenta forzar a que seamos los ciudadanos y algunos periodistas aún responsables y profesionales ante los hechos de la actualidad del mundo. No es equiparable por ejemplo la situación del referéndum kurdo con la del catalán. Quienes hicieron aquellas comparativas desde el ABC y El País, demostraron una gran falta de profesionalidad para poder lograr sus objetivos ideales para España. Faltaron a su compromiso serio de informar correctamente a sus lectores, pero también a su deber constitucional de informar a los españoles.

En las Ciencias Humanas nuestro material de trabajo nos obliga al análisis y la interpretación constante de los hechos, a la reflexión y el contraste. Se tienen que reunir todos los datos posibles, de cualquier índole, directos e indirectos. Y cuando tenemos algo que presentar porque estamos convencidos de que eso es lo más próximo a la realidad, incluso si se tiene un compromiso personal, ético y moral, político en su término griego antiguo, no nos queda otra que presentarlo mediante la construcción de un texto o de un discurso. Debemos, pues, construir un relato. Ese relato se verá afectado por nuestra concepción del mundo, es inevitable. Lo honesto no es decir que eres equidistante, ni neutral. Lo honesto es que se sepa cuál es tu visión del mundo, y lo honesto es que quien te escuche o lea sepa que él también lo hará desde su visión del mundo. Entendernos es comprendernos. Así empieza el diálogo y así empieza el entendimiento en sí. 

Se tiene que saber cuál es tu visión del mundo, como lo concibes, para que quien reciba tus datos como periodista o como historiador sobre los hechos a tratar, sepa que esa interpretación no es mentira ni es tergiversar, es simplemente que tras muchos datos, sin anular ni ocultar ninguno, absolutamente ninguno, incluso si estos juegan en contra de las ideas de uno mismo, tú has llegado a ese análisis, a esas conclusiones. La Historia cambia porque aparecen nuevos datos, pero también nuevos análisis y nuevas concepciones. Por eso no está mal conocer también la historiografía de un asunto si alguien está muy interesado en ese asunto, porque a través de ella tendrá aún más visiones que nos ayuden a construir nuestras propias conclusiones y razonamientos. 

No se trata desde las propias ideas de hacer partidismo, nada más lejos. No es eso. No se debe trabajar con partidismo, pero sí debes ser honesto contigo y con los demás. Las líneas son difíciles, lo sé, pero esa es la realidad. Lo honesto es que si mi visión del mundo me dice a mí mismo que lo que realmente explica las cosas es la visión X, mi interpretación siga a esa visión, pues la considero la correcta. Pero no seguirla por partidismo, pues eso sería engañar y defraudar, sino con honestidad, sin ocultar ni tergiversar, siguiendo la interpretación, reconociendo lo propio y lo ajeno sin equidistancia, con análisis, con interpretación, con reflexión, con construcción del discurso, no como suma de acontecimientos como en un dietario. Lo deshonesto es querer hacer creer a alguien que le cuentas algo desde lo neutral y lo equidistante, es deshonesto, pero también un infantilismo y una estupidez. Ya somos adultos para colocar a las hadas en cada uno de sus cuentos.

Huyo de los Ferreras y los Herrera que lideran debates políticos totalmente adulterados, machacantes y manipuladores para crear estados de opinión  basados en la pasión y no en la reflexión, pero les escucho para conocer también esas visiones. Me disgusta el Antena 3 que sólo da la versión cercana al PP, y el TVE que dice lo que diga el gobierno, les escucho por conocer sus visiones, enriquecer la mía. Si Antena 3 dijera a las claras su línea editorial, que a nadie le resulta desconocida ya desde hace años, no me importaría nada que la siguieran practicando, porque ya sabemos que esa es su visión del mundo como corporación, pero entra el problema de que la visión de la corporación no tiene que ver con la profesionalidad del periodista, de ahí lo grave del despido de John Carlin en El País. Tal vez, si en los medios de comunicación mayoritarios hubieran dado cabida auténtica a la pluralidad, no a la falsa equidistancia, sino al compromiso informativo real, habría ahora en la sociedad española una riqueza mayor en sus conocimientos y en sus opiniones, y eso podría ayudar al auténtico diálogo que empieza a necesitar este país: el de sus ciudadanos entre sí. Lamentable era el anciano que el otro día gritaba que les apliquen el 45, demostrando que ni conoce la Constitución ni sabe muy bien de qué va la cosa. Lo que se necesita, como dije el otro día, es más discurso político. Más pan y menos circo.

Saludos y que la cerveza os acompañe.

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