¡Qué gozada que La Panadería vuelva a vestir su muro más popular con un mural! Los amantes del rock ya llevamos tres décadas apreciando y amando este bar en Alcalá de Henares, un bar que previamente fue una panadería hace décadas, de ahí el nombre. Pero los alcalaínos, los que llevamos aquí tiempo, también la apreciamos por el buen gusto de Paul, el dueño, por decorar el muro de su propiedad que da a la Calle Mayor con murales que han sido siempre un punto de atracción a todos los ojos. Siempre ha sido un poco de irreverencia, o quizá no es esa la palabra, quizá un poco de arte actual y callejero, que venía a decir que Alcalá de Henares es algo más que el clasicismo del Renacimiento cisneriano. Lo curioso es que precisamente el nuevo mural contiene al cardenal Cisneros. No importa, ese mural se merece el foco de atracción, no obstante, hasta algunas recopilaciones fotográficas de los años 1930 españoles dejan ver a unos soldados de las brigadas internacionales, durante la guerra civil en apoyo de la Segunda República, andando con ese muro detrás, por entonces en color sólo blanco, sin murales. Ese muro es más viejo que el propio dueño del establecimiento. Es parte de la ciudad. Así de simple, un muro, un mero y simple muro, o tapia, como se prefiera.
El muro comenzó a llamar la atención a los viandantes cuando Paul decidió decorar la entrada a su bar de rock a la vez que le regalaba a la ciudad una bonita imagen rompedora de lo común en la ciudad. Yo los recuerdo desde los años 1990, aunque ignoro cuando empezó a hacer que los pintaran artistas siempre locales, siempre de la ciudad. En 1994, de hecho, fue objeto de una de mis primeras fotografías en un curso de dos años de Fotografía en bachillerato, cuando todo era analógico y todo lo decidías y te la jugabas en los enfoques y en los revelados tanto de negativo como de positivo. Tenía por entonces al actor James Dean sentado al modo de un fotograma de la película Gigante (George Stevens, 1954), creo que es de esa película, con un cartel de La Panadería detrás, como si James Dean, o su personaje, estuviera sentado en la puerta del bar, aún no en la terraza de verano. Quería jugar con esa imagen y la del castaño de indias de detrás de la
tapia, también de Paul, que en esa época del año no tenía hojas. No fue la única vez que James Dean nos daría la bienvenida al bar, si no recuerdo mal tuvo dos murales para él. También hubo una vez un Rocinante como robótico, del futuro, relinchando con don Quijote detrás en sus locuras. Hubo muchos murales en ese muro. El más reciente era una visión futurista del cuadro "Ronda de Noche", de Rembrandt, sólo que el escenario era una calle Mayor desolada por alguna guerra y donde se adivinaba más un futuro distópico que idílico. Me hizo gracia cuando lo vi por primera vez, porque yo estaba en la Universidad y en un concurso literario, sin que aún existiera ese mural, yo había escrito un relato donde precisamente en una distopía la Calle Mayor estaba arrasada y existía un control violento y policial sobre la población. Fue toda una coincidencia. Ese recuerdo me hace pensar que el último mural se debió pintar en algún momento entre 1999 y 2004, años en los que realicé la Licenciatura en Historia, tal vez en 2005, año que cursé los cursos presenciales del Tercer Ciclo o Doctorado.
En 2017 ese mural ya estaba muy deteriorado. Os enseño una imagen de 2016 que tomó la familia dueña de La Panadería. El momento en el que más murales se fueron haciendo fueron los años anteriores a 1998, año que se nombró a Alcalá de Henares Patrimonio de la Humanidad. Creo recordar que se hacía un mural al año, más o menos, según se acercaba el verano. También era un espectáculo verlo pintar. Al menos se renovó una vez más después de 1998, por lo que he contado más arriba acerca de la fecha de creación del que hasta ahora teníamos la costumbre de ver. Fue el que más años duró, pese a su deterioro. No sé la razón exacta de porqué no se pintó ningún otro. Lo que he oído lo he oído de terceras personas y nunca le pregunté ni a Paul ni a Eric sobre porqué no hacían poner otro mural. No voy a escribir lo que he oído de terceros, simplemente no se puso nada nuevo, a pesar de que era uno de los murales más queridos de la ciudad. Era el polo de atracción de muchas fotografías antes de que en esa misma calle lo fuera la estatua de Quijote y Sancho, y desde luego, mucho más barato de hacer. Y mucho más libre, siempre con las temáticas que deseaba Paul, pues para eso era su muro, aunque diera a la Calle Mayor. Luego ya, ahora, política o no de Turismo en la ciudad, eso es otra historia que en principio cuando todo esto comenzó nada tenía que decir, ni decidir. Los tiempos cambian, supongo.
El mural lo ha realizado esta vez Zaida Escobar, y si no me falla la memoria y hasta donde me llega el conocimiento, creo que es la primera mujer en realizar esta importante referencia en la Calle Mayor, así que se le puede sumar ese dato al dato ya de por sí relevante de que la tapia de La Panadería vuelve a vestirse tras varios años más de diez años con el mismo mural anterior. Zaida de hecho está de enhorabuena este mes de mayo-junio, el pasado 9 de mayo presentaba la inauguración de una exposición común de artistas en la que ella participaba, La indecisión está tomada, en la Sala de Exposiciones del Antiguo Hospital de Santa María la Rica, y el día 24 de mayo presentaba en Alcalá Cómic su libro, junto a la poetisa Inma Luna, Desde las entrañas, del cual han estado firmando ejemplares incluso a comienzos de este mes de junio en la Feria del Libro de Madrid. Pues resulta que entre finales de mayo y principios de junio estaba realizando este mural para La Panadería, el cual dio por acabado el sábado 3 de junio, imbuida en la Fiesta de la Música, y hoy día 5 le ha dado barniz para que resista las intemperies del tiempo.
Habría que decir que el encargo no era exactamente en exclusiva de La Panadería, como ocurría en el pasado. La Concejalía de Cultura a través del ayuntamiento de Alcalá de Henares quiso que se recuperara ese mural, aunque no con el espíritu real de esos murales del bar de rock, donde el dueño era totalmente libre de poner lo que le viniera en gana, sino que ellos proponían ocupar el muro con una temática que tuviera que ver con el cardenal Cisneros (1436-1517), pues este año 2017 la ciudad está celebrando el quinientos aniversario de su muerte. Ya se ha producido una exposición muy interesante de muñecos de juguete Playmobil recreando su vida, varias conferencias y exposiciones, más todo lo que queda por hacer y por verse. No obstante, el cardenal Cisneros cambió para siempre el rumbo de la Historia de Alcalá de Henares, por entonces perteneciente al arzbispado de Toledo, de ahí que aquí estuviera el Palacio Arzobispal. Si Carlos III es considerado el "mejor alcalde de Madrid", podríamos decir lo mismo con Cisneros respecto a Alcalá. La fisonomía de la ciudad, el ser un centro universitario y cultural, el ser un centro de poder que a punto estuvo de ser la capital de España hasta que Felipe II se decidió por Madrid, y otras cuestiones de las que aún vivimos sus consecuencias son decisiones de Cisneros, así también como muchos de sus edificios e instituciones. Ya habíamos vivido en el año 2014 un aniversario cisneriano, al celebrarse los quinientos años de la primera edición de la Biblia Polígrota. Se hizo entonces una exposición muy completa en la Universidad de Alcalá llamada "El sueño de Cisneros". El libreto que regalaron por entonces era un muy buen trabajo de documentación que iluminaba mucho sobre la obra del cardenal, se puede completar con la serie de artículos que ha ido publicando Puerta de Madrid estos meses. Sin embargo, este año 2017, durante la feria del libro de Alcalá, regalaron un libretito, cada vez que comprabas un libro, llamado Alcalá de Cisneros, en español, inglés y francés, el cual, a pesar de estar escrito por Lope Huerta, es un producto algo inefable que parece más bien un folleto, de calidad material (eso sí), que no aporta nada que no aportara cualquier tríptico de turismo, pues además se centra tanto en los edificios de la Universidad que poco o nada aporta de Cisneros, más que de rebote. Cosas que pasan en esta ciudad. Y lamento tener que decir esto de algo escrito por Lope Huerta, que en otras ocasiones hace textos de Historia con cierta sustancia interesante.
Quizá, si pensamos el conjunto de las cosas que acabo de decir, es el
sino de los tiempos actuales de Alcalá: se premia al producto que
produce turismo, no tanto al que genera Cultura, conocimiento de la
Historia, o perseveración de lo alcalaíno, que para el caso es lo que
atraería al turismo y al Patrimonio de la Humanidad. Sea como sea, Zaida
se presentó a la convocatoria de creadores para realizar el mural de la
tapia de La Panadería, teniendo que tener el visto bueno del ayuntamiento y de los dueños del bar. Ella, más o menos sobre febrero o
marzo, contactó conmigo para que le hablara de Cisneros. Tuvimos una
larga charla sobre la figura del mismo, ya que, a pesar de que ha habido
quien ha dicho que el mural resultante es muy conservador respecto a lo
rompedor e innovador de los murales que normalmente ha tenido La
Panadería, ella quería introducir elementos reivindicativos donde se
vieran también las sombras del cardenal. Aunque hay asociaciones
católicas que piden que santifiquen a Cisneros, tuvo en su vida no sólo luces,
sino muchas sombras que nada santificables son, por ejemplo la que
mostró y
muestra la exposición de Playmobil en la Sala de Exposiciones del
Antiguo Hospital de Santa María la Rica: la quema de ejemplares del Corán en Granada y
otros libros escritos en árabe en 1502.
Ella me presentó dos bocetos realizados por ordenador. Yo le había presentado retratos de Cisneros realizados por pintores que le conocieron en vida, ella se había fijado en la estatua de él que hay en la Plaza de San Diego, copia de la original del siglo XIX. El boceto que más me gustaba a mí no fue elegido. Yo le había relatado por encima una biografía de Cisneros desde que era enemigo del arzobispo Carrillo, al que esta ciudad le debe también un cierto legado cultural y de poder, hasta que murió como regente de España en 1517. A la vez le hablé de la Inquisición, ya que ella estaba interesada en este aspecto. Ella tenía una idea de la Inquisición más propia de las Inquisiciones habidas en el centro de Europa, Francia e Italia, así como de historias propias de la Leyenda Negra, pero poco ajustadas a las auténticas sombras o el auténtico ser de la Inquisición española. La Inquisición en España llegó de manera tardía a la península, primero a la Corona de Aragón y, con los Reyes Católicos, al Reino de Castilla. En principio no tenía una partida presupuestaria propia, por lo que se financiaba de las confiscaciones a los condenados, de ahí un cierto auge de las condenas. Además, era un poder que permitía ejercer cierta autoridad al margen de las fronteras de los reinos del Reino Hispánico. En tiempos de Cisneros, cuando nació la institución en España en torno a 1480-1481, no se creó para perseguir brujas y hechiceros, como ella creía, si no para cortar y perseguir a los criptojudíos, o sea: a los falsos conversos principalmente de origen judío, pero también falsos conversos al cristianismo desde el islam, o para perseguir a los herejes. En 1492, con la expulsión de los judíos de España se redobló la actividad de la Inquisición. Sus primeras décadas fueron las más crudas. Los procesos a brujas no es que no existieran, pero eran minoritarios en comparación con los habidos en el resto de Europa y en la América anglosajona. De hecho, los estudios más recientes sobre procesos inquisitoriales en Alcalá de Henares a brujas se presentaron el pasado mes de noviembre de 2016 en el encuentro de historiadores del Valle del Henares, investigado por Javier Fernández Ortea, hablan de cerca de una decena de estos procesos, casi todos ubicados entre el siglo XVII y el XVIII. En épocas de final del siglo XV y comienzos del XVI, por lo que respecta a Alcalá, no hubo persecución a brujas ni hechiceros. No hubo casos juzgados. Quizá por ello, en esta propuesta de mural, Zaida incluyó aquí a los disciplinantes que pintó Goya en el comienzo del siglo XIX, pues la Inquisición duró en activo hasta 1820, y sus formas no habían variado mucho, aunque sus objetivos principales habían variado un poco y su virulencia se había rebajado mucho, más centrada en el siglo XVIII y el XIX a comprobar la limpieza de sangre de cara a la obtención de títulos y a la revisión de libros para la censura. Zaida incluía en este mural espigas de trigo, ya que le dije que una de las principales cosas que hace el cardenal por la ciudad es un pósito de trigo y un molino que dota a la ciudad de reservas de cereal y pan por varios siglos, obra que, no tan recordada como la Universidad o el trazado de las calles al estilo renacentista italiano, es de vital importancia para la gente común. El dato además se puede leer en una placa de época que conserva la Catedral Iglesia Magistral de los Santos Niños. A Zaida le gustó ese dato.
El otro boceto es el que eligieron para ser pintado. En este boceto las figuras de escritores y gente importante que estudiaron en la Universidad de Alcalá aparecen con sus trajes bien reforzados en negro, mientras que en el resultado final, que se vé arriba, quedan matizados en grises, y la cara de Cisneros tiene reflejos de luz amarillenta-naranja, como de atardecer o amanecer. Igualmente esa especie de bigote (licencia del boceto) bajo la nariz de Cisneros, desapareció. Hay quien le ha dicho a Zaida que Cisneros era leporino, yo desconozco tal dato, ni lo he observado en los cuadros que le hicieron artistas en vida de él mismo. Los disciplinantes desaparecieron de este mural, y el trigo. Sin embargo, si en el otro aparecían dos brujas de Goya volando, aquí aparecen hasta tres escobas voladoras de brujas, con sus brujas, pintadas a partir de cuadros de Goya en el siglo XIX. Pero la referencia a los judíos no desaparecen con la desaparición de los lacerantes, aparece con una estrella de David ubicada en la arquitectura del patio de la Universidad de Alcalá, aunque de menor tamaño que en el anterior boceto. Cisneros no era partidario de la Inquisición en un principio, en 1480-1481. No le gustaban los métodos de Torquemada, que ejerció de 1483 a 1498. Sin embargo, durante el segundo inquisidor general, Diego de Deza, de 1498 a 1507, Cisneros fue cambiando de opinión respecto a las posibles utilidades de la Inquisición de cara al gobierno cristiano de España. Es en las épocas donde la responsabilidad de los actos de la Inquisición recaen en Deza que Cisneros logra en 1499 el inicio de su proyecto de crear una Universidad en Alcalá y el comienzo de la Biblia Polígrota, a la vez que procede a la quema de Coranes en Granada en 1502. En esas mismas épocas, en las que la ciudad de Alcalá de Henares sufre una transformación drástica de su trazado de calles, plazas y edificios ante los proyectos urbanísticos renacentistas del viejo Cisneros, se produjo la destrucción de las casas de los judíos más pobres, que no vivían en la Calle Mayor (que cambia sus columnas de madera por otras de piedra), para poder allanar los terraplenes que tenía la propia Calle Mayor, por entonces de barro hasta que la adoquinan en esas fechas. A partir de 1507, y hasta su muerte en 1517, Cisneros se convierte en el tercer inquisidor general del Reino Hispánico, siendo por tanto responsable de los actos y dirigiendo la Inquisición en esos años, que no son pocos, y que pertenecen a las épocas más activas del tribunal, se relajará (no mucho, más bien poco) con Carlos I y con Felipe II volverá a tener una mayor actividad muy virulenta, a partir de Felipe III la Inquisición, siendo aún bastante activa, comenzará a relajarse progresivamente. Sea como sea, Cisneros en diez años de inquisidor no relajó su actividad, no la eliminó, no cambió sus objetivos y medios, no dictaminó el regreso de los judíos expulsados en 1492, aunque admitió el regreso de los judíos conversos al cristianismo que se habían ido a Portugal recibiendo mayores represiones que en España. En fin, este fue el aspecto más oscuro que interesó a Zaida, aunque hizo hincapié en él desde el punto de vista de las brujas, cosa que no estaba tanto sobre la mesa en esos años y en Cisneros. Es su licencia. Y es innegable que la Inquisición existió de 1480 a 1820 en España, y que Cisneros usó de ella como Inquisidor General. Por mucho que las instituciones de turismo de Alcalá hablen de la ciudad de las tres culturas, en Alcalá también se vivió el progromo de finales del siglo XIV y también hubo expulsión de judíos en 1492, y Cisneros tenía esta ciudad bajo su especial protección, incluso siendo inquisidor. Las licencias de los artistas deben entenderse no como algo exacto, sino como algo que desde su óptica refleja una realidad. Quien haya querido encontrar en el mural anacronismo o tendenciosidad, y ha habido quien, no entiende esto. Pero para anacronismo, si somos exactos, hemos de pensar que los muchos literatos que aparecen en los pasillos superiores del patio universitario no vivieron en tiempos de Cisneros, o que ese patio tampoco existía con Cisneros, ni Cisneros lo hubiera aprobado, pues buscaba un edificio humilde en adobe, mucho menos con su escudo en la zona superior. Eso son legados de Cisneros, fueron posible gracias a Cisneros, y aquí son una licencia para dárnoslo a entender... aunque yo hecho en falta el trigo, en lugar de las construcciones imperiales de la Universidad. Pero no olvidemos además que Zaida opta por representar a Cisneros viéndole desde abajo, y de frente, enérgico. Casi todo lo que vemos de él en vida son retratos de perfil y a una altura igualada. La perspectiva de Zaida nos da una figura de poder, con rictus rígido y firme, una figura de autoridad, decisión y mando. Los tonos fríos de los grises y los azules nos hablan de la frialdad, apenas acariciada por unos dorados del sol del atardecer que quieren darle cierta pasión, la misma que debió tener para tomar Orán asegurando el Mediterráneo para el comercio lejos de los corsarios de la Berbería o la misma que le llevó a levantar la Universidad de Alcalá para formar a quienes llevaran el futuro Imperio Español. Está entre la forma de una estatua y de una persona, signo del paso del tiempo, que a algunos los transforma en hombres monumentalizados.
Me hubiera gustado ver alguna referencia a La Panadería en el mural, todos los anteriores tuvieron tal referencia. Y es cierto que no hay futurismo o referencias pop, pero no se puede decir que sea del todo conservador, aunque algo de ello haya, pues siendo un homenaje es muy transgresor que se deslice en ese homenaje las luces pero también importantes sombras. La mera aparición de la estrella de David en el mural hubiera sido un escándalo en unas épocas españolas antisemitas, pero es de justicia en un siglo XXI español donde recordamos, y no ocultamos nuestro orgullo por el pasado, una calle Mayor que tenía los comercios de los judíos ricos, que enriquecieron la ciudad y que tenían un Corral de la Sinagoga que hoy día es una de sus plazas transitadas por turistas.
Es un mural diferente a los habidos en La Panadería, quizá el ayuntamiento simplemente debía haber facilitado que existiera un mural, sin decir qué debía haber en el mural. No importa que allí no haya algo de Cisneros, o de Cervantes, puede perfectamente haber una batalla galáctica y un cartel de La Panadería flotando en el espacio, una referencia al 2001 de Stanley Kubrik, la mujer asesinada en la ducha en Psicosis, un cuadro de Van Dyck puesto al estilo cubista, o lo que sea. Alcalá es algo más que el Siglo de Oro, pero al menos, hay que felicitarse por ello, volvemos a tener mural en La Panadería. Saludos y que la cerveza os acompañe.
EN el mural del IV Centenario del Quijote salía Alonso Quijano leyendo El elogio de la locura de Erasmo, acompañado por un caballo robótico y con un fondo de chimeneas de de central nuclear.
ResponderEliminarSe pude ver aquí, pero muy recortado, el mural era bastante más que esto: http://static.panoramio.com/photos/original/98453.jpg
Aquella vez el autor fue más arriesgado, lo que a mi juicio fue un acierto. Y sospecho que al tuyo también, porque el último párrafo trasluce una nostalgia de lo que pudo haber sido.
Cambiando de tema, dice Lope Huerta a menudo que si Alcalá cambiase su nombre, no debería ser por el de Alcalá de Cervantes sino por el de Alcalá de Cisneros, ya que si el escritor tuvo la suerte de nacer en Alcalá, Alcalá tuvo la suerte de acoger al Cardenal.
Bueno, sí, hubiera apostado por un poco más de transgresión, pero bueno, de los dos bocetos yo hubiera elegido el del trigo, es una apuesta menos obvia de conmemorar en la figura de Cisneros. Lo que ocurre es que la transgresión antes nos invitaba a imaginar historias de porqué se da esaa imagen, qué ha ocurrido, te hacía imaginar causas posibles, ¿por que James Dean está sentado en la puerta del bar? ¿Qué ha pasado en un mundo alternativo donde Rocinante es un robot y hay una inquietante central nuclear? ¿Qué ha pasado en el futuro para que la calle Mayor esté destrozada y aparezcan guardias en la ronda de noche? Por supuesto te invitaba a hacer muchas más lecturas y relfexiones. La diferencia es que ahora esa transgresión no te invita a imaginar alternativas o a chocar con un posible futuro horrible nacido de las cosas del hoy, sino que te invita a reflexionar sobre el pasado, respecto a lo que ocurrió en un futuro que también es pasado. Tenemos las respuestas, no tenemos que imaginar alternativas, ni reflexionarlas. Tenemos la respuesta de los judíos en 1492, o las respuestas de los literatos en la Universidad del siglo XVI al XVII. Es una reivindicación de otro estilo.
ResponderEliminarEN lo del nombre de Alcalá, esas declaraciones las he leído yo en el libreto que cito en este artículo. Yo anotaré por aquí que en tiempos de la guerra civil Alcalá de Henares tuvo un mote: Alcalá la Roja. Nombres, nombres, nombres...
Un abrazo.