"El verdadero actor que hoy acude frente ustedes es la Civilización, que en todos los países sigue siendo algo imperfecto y problemático... la civilización no espera que ustedes hagan imposible la guerra. Sólo espera que la acción jurisdiccional ponga todas las fuerzas de la ley internacional, sus preceptos, sus prohibiciones y sus sanciones, del lado de la paz, para que todos los hombres y mujeres de bien, en todos los países, se les permita vivir sin permiso de nadie, bajo el mandato de la ley".
(Discurso inaugural de la acusación del fiscal Robert H. Jackson contra los criminales de guerra nazis, juicios de Nüremberg, 20 de noviembre de 1945).
Los juicios de Nüremberg contra los crímenes de guerra nazis y fascistas de la Segunda Guerra Mundial, celebrados en 1945, fueron la base legal, junto a la Convención de Londres, los acuerdos de Paz de Versalles de 1919 y a varios acuerdos internacionales sobre la legislación internacional acerca de la guerra que funcionaban desde finales del siglo XIX y principios del XX, del inicio del desarrollo legal de la declaración de los derechos humanos y las leyes que habían de regir el cumplimiento de estos. No se trataba de establecer los derechos humanos como nueva ley internacional, sino de reconocer que estos existían y crear así un código legal que los recogieran. Ese pequeño matiz es el que explica que se pudieran juzgar los crímenes cometidos durante la guerra mundial entre 1939 y 1945 y no desde la declaración universal por escrito de los derechos humanos en 1948. No es que se aplicase con carácter retroactivo las nuevas leyes internacionales de derechos humanos, si no que se reconocía que estos derechos existían desde siempre y lo que se hacía en esos momentos era ponerlos por escrito y darlos a reconocer a las naciones adscritas a la nueva Organización de las Naciones Unidas (ONU). Pero aún si un país o grupo no los reconocía, no los firmaba, esta legalidad internacional se le aplicaría a ese país, pues los derechos humanos no son derechos que se puedan eliminar de entre los derechos de los humanos. Incluso si un país legislara en contra de los derechos humanos, estaría cometiendo un crimen contra la humanidad, en cuanto comete un crimen contra los derechos humanos. Es así por ejemplo que, mencionada la ayuda de Franco a Hitler con la División Azul, mencionado el origen del gobierno del general Franco y mencionadas las represiones de la dictadura en España, en los juicios de Nüremberg y en la posterior ONU, la dictadura de Franco fue condenada, aislada y considerada criminal contra la humanidad. Más aún, puesto que los derechos humanos no tenían fecha de inicio, sino desde el mismo principio de la Humanidad, considerando que sería altamente conflictivo aplicarlo a otros siglos y épocas, se decidió comenzar la aplicación a partir del entramado legal que supuso las paces y fin de la Primera Guerra Mundial desde 1918, a pesar de que en fechas recientes se han tratado cuestiones de años más atrás en el siglo XX. Pero especialmente se fijaron las responsabilidades a juzgar a partir de 1933, año del ascenso al gobierno del partido nazi en Alemania, y de 1936, año del inicio de la guerra civil española.
De entre los crímenes contra la humanidad que se recogieron se consideró que era crimen contra la humanidad el exilio forzado de grandes masas de personas, o la emigración en forma de éxodo masivo, ya sea porque esas personas no puedan vivir en paz en su propio país de residencia a costa de motivos ideológicos, raciales, religiosos, económicos etcétera, máxime si el exilio y éxodo estaba motivado por la presión de un gobierno o grupo organizado. Obviamente cuando se escribía esto se pensaba en los grandes movimientos de exiliados españoles republicanos entre 1936 y 1939, y sobre todo en las enormes masas de personas trasladándose a otros países y continentes desde Europa por la presión represora de Alemania y de Italia, especialmente. Muy en concreto ponían su punto de vista en lo ocurrido con la población judía y con la polaca, así como en los traslados forzosos y desapariciones de personas que desde el decreto Noche y Niebla de la Alemania nazi en 1941 se habían dado por todo el territorio de dominación nazi, así como los éxodos vividos por una gran cantidad de territorios asiáticos, especialmente en China, por culpa de la expansión belicista y represora del Imperio Japonés.
En nuestros días, especialmente desde 2015, vivimos un gran éxodo y exilio de personas de Próximo Oriente que huyen de la compleja guerra en Siria, donde existen varios bandos en disputa y varios frentes abiertos, no sólo del gobierno monárquico contra los rebeldes demócratas, sino también con quienes quieren crear un Estado laico y democrático kurdo, los seguidores del extremismo islámico y, muy en concreto, el Estado Islámico. Miles de personas de origen principalmente musulmán huyen hacia Europa, en concreto buscan refugio en la Unión Europea. Es un crimen contra la humanidad la persecución de estas personas, pero también es un crimen contra la humanidad su exilio masivo, sea de forma legal o por presión de los combatientes. Un crimen contra la humanidad que será de compleja solución el día que haya de juzgarse, ya que si está claro quien cometió que crimen específico, como es por ejemplo la decapitación de civiles, en esta guerra, será más difícil dilucidar de entre todos los combatientes quién ejerció más o menos presión para provocar el éxodo hacia el exilio de miles de personas, teniendo en cuenta que la ley internacional buscará personas concretas o gobiernos concretos, no tanto comunidades ni grupos en conjunto.
Como sea, es un derecho humano y un derecho internacional, el derecho al asilo político. El incumplimiento con el asilo político de una persona que busca refugio y exilio atenta contra su derecho humano y puede incurrir en un crimen contra ese derecho, y si se hace de manera masiva, será otro crimen de la humanidad, en este caso por parte de quien debía ofrecer su ayuda y cobijo al desamparado por las leyes y la justicia en su país de residencia.
La Unión Europea y diversos países que aún no forman parte de ella están dando ejemplos peligrosos de dar por bueno y necesario lo que en los juicios de Nüremberg de 1945 y en la formación de la ONU en 1948 se consideró una atrocidad y un crimen. Entramados legales de búsqueda de la justicia y la solidaridad internacional que fueron además la base de la fundación de las comunidades europeas que desde los años 1950 dieron por origen la actual Unión Europea. Como señalaba un periódico hoy, la Unión Europea vive sus peores momentos, ya no sólo por la crisis económica, sino por su manifiesta deshumanización y visto bueno a lo que en otros tiempos consideró atrocidad. Puede que políticos, banqueros y empresarios encuentren razones para moderar, regular, modular, el éxodo de miles de personas desde Oriente Próximo, pero a la vez desatienden las razones expresamente humanitarias y el derecho internacional y humano que asiste a estas personas. Fundar Europa al margen de los valores humanos es un camino tan peligroso al lanzar determinadas ideas a los ciudadanos comunes de lo correcto y lo incorrecto que podría aupar a los grupos más extremistas y xenófobos como en aquel 1933 se aupó el partido nazi por el que se acabó celebrando los juicios de Nüremberg en 1945, tras millones de muertes en una enorme guerra.
Asistimos en estos días a una Unión Europea que presiona a Grecia para que impida que entren esas personas que, ya de por sí, tienen fuertes problemas y represiones violentas en las fronteras de Turquía, o bien, lanzándose al mar vía Chipre o vía Bósforo, mueren en las aguas del Mediterráneo o el Egeo. Pero Grecia no tiene fronteras físicas con otros miembros de la Unión Europea donde rijan las leyes de libre circulación, por lo que la presión a ellos es una presión, quizá, más de otro tipo para lograr objetivos económicos por parte del ala conservadora del Parlamento Europeo. Es vergonzoso el gran campo de refugiados establecido en el país de Macedonia, al norte de Grecia y no miembro de la Unión Europea, que recuerda a los campos de refugiados franceses para españoles en 1939, donde tanta gente murió de hambre, frío, maltrato, enfermedad, intemperie... Y no es algo que no esté ocurriendo estos días en los que incluso hemos asistido en los telediarios a las imágenes de unos policías golpeando a estos exiliados apretujados contra vallas de alambre. Hemos visto a varios de los países miembros interrumpiendo los acuerdos de Schengen sobre la libre circulación de personas, base social del sentido de ser de la Unión Europea. Hemos visto una Bélgica que llegó a plantear reconocer a los emigrantes y exiliados con brazaletes y pintando las puertas de sus casas, lo que no tiene nada que envidiar a como se identificaba a judíos, izquierdistas, apátridas, españoles republicanos, homosexuales, testigos de Jehová, etcétera, en la Alemania nazi y en los territorios que dominaron. Vemos a una Alemania actual preocupada por estas personas, presionando al resto de países para que se repartan cuotas de reparto de exiliados, pero a la vez criminalizando a los que llegan y limitándoles su entrada en el país, como Suiza, y más aún, asistimos al auge en Alemania de partidos de extrema derecha que buscan su legalización y de relanzamientos de las ventas del Mi Lucha, de Adolf Hitler. Vemos, no hay excusa para España tampoco, la enorme valla de Ceuta y Melilla, aunque la emigración masiva que recibe no sea exactamente la de Próximo Oriente, y vemos, cosa preocupante, la presión de Reino Unido al resto de la Unión para aprobar medidas legales a su gusto contrarias al espíritu social de la Unión. Reino Unido ve como Francia y Alemania le dan el visto bueno a una serie de medidas como el menor sueldo por un mismo trabajo para aquel que no sea británico, o la desprotección total en todo lo social del no británico. Se crean así varias Europas, no una Europa, a cada cual más peligrosa en combinación con los desastrosos efectos de la crisis económica y una población dispuesta a escuchar a quienes señalen como origen de sus problemas aquellas personas que, equivocadas, planteen que son los grupos humanos determinados el problema, y no otras razones de carácter político, económico y, ¿por qué no decirlo?, incluso militar y geoestratégico.
El tema es muy complejo, queda sobre la mesa cuestiones como el desbordamiento económico que supone una llegada tan masiva a una determinada región europea. Pero esas cuestiones son asumibles, como lo fue asumible en el pasado, por generosidad y humanidad, la acogida de españoles exiliados en México, por ejemplo o la llegada de europeos exiliados a Estados Unidos. El tema es complejo. No lo niego. Pero lo que se está planteando es el mensaje que se está dando a los propios de la Unión Europea con cada brazo cruzado, con cada medida injusta. Hay que reconocer que algunos sectores de la población tienen miedo a la llegada de terroristas, o tal vez a un cambio cultural, es en esos aspectos en los que la Unión Europea debiera trabajar para poder mitigar esos miedos y no dar campo abierto al ascenso de ideologías que, como en 1933, puedan dar grandes horrores a Europa y otro baño de sangre o de injusticias.
El exilio forzoso y la emigración masiva forzada son crímenes contra la humanidad. No es que lo diga yo, lo dicen las leyes internacionales. Es un derecho humano el derecho a asilo. Es un crimen contra el derecho humano negar a los exiliados en un éxodo masivo refugio político y físico. La Unión Europea se fundó socialmente de acuerdo a estos ideales. Eso, básicamente, es lo que está sobre la mesa. Eso se está socavando en nuestros días. Eso debiera ser uno de los grandes debates sociales del hoy y no sólo escenarios de telenoticias y periódicos.
¿Solución? No tengo yo soluciones. Las han de tener las naciones, la Unión Europea. Es la hora de la coherencia, no de las puertas cerradas. Hasta ahora las medidas tomadas ponen en peligro la propia Unión, sobre todo lo acordado con Reino Unido, pero más allá, ponen en duda algunos de los valores en los que se supone que nos reafirmamos como europeos al formar la Unión Europea. Valores humanos. Derechos humanos.
Hoy estuve repasando algunas de estas noticias. Reflexionaba sobre ello mientras veía en un periódico cómo van los frentes de guerra en Siria. Y entre tanto, en España, la búsqueda de un nuevo gobierno no plantea estos temas que, sin duda, por ser España de la Unión Europea, son temas igualmente españoles. España, un país con pasado de exilio reciente.
Saludos y que la cerveza os acompañe.
Mientras Dinamarca crea una legisalción mediante la cual el gobierno requisa bienes de los refugiados y migrantes que llegan en una teórica "compensación" por los gastos al Estado que produce su acogida, ayer la Unión Europea firmó con Turquía un acuerdo que escanadaliza a la propia ONU. Según este acuerdo la UE aumenta las partidas de dinero y ayudas a Turquía para que esta haga todo lo posible por el medio que sea para que haga de tapón con las personas que tratan de salir de Siria hacia la UE, a la par que, pese a acciones de dudoso valor en derechos humanos y democracia, da beneficios políticos a Turquía que apuntan a su posible futura integración en la UE. Aparte, mañana entra en vigor una ley en Grecia por presión den la UE mediante la que Grecia ya no permitirá entrar en sus fronteras a más refugiados.
ResponderEliminarPersonalmente me parece vergonzoso por un lado, humanitariamente equivocado, democráticamente peligroso, y políticamente llena de posibles dobles raseros y futuros incumplimientos que pueden llevar a caminos difusos.