No sé cuánto llevo ya sin salir un fin de semana, salvando el encuentro con mis amigos más antiguos el día de Navidad, para lo cual ahorré. Y no salgo por falta de empleo, por tanto: por falta de dinero. El paro está destrozando mi vida social y con ello se destroza también poquito a poquito el ánimo. Ánimos no me faltan. Pero el lunes se cumple una fecha redonda de la que ya hablaré y todo va haciendo mella. El paro prolongado es un elemento de desgaste en general del ser humano hasta niveles de privarle de su vida en gran medida. Yo aún con todo me defiendo, y reconozco que me mantengo muy activo y estoy en mejor ánimo que muchas de aquellas personas que en mis mismas circunstancias a veces veo totalmente apagados, pero, y siempre hay peros en la vida, todo va sumando para bien y para mal. Me siento a veces poco menos que un preso siendo libre de andar por donde quiera, pero preso. El dinero, mal que les pese a muchos bienpensantes conforma nuestra vida actual en el siglo actual y poco es lo que se puede hacer sin él, excesivamente menos son las personas que comprenden esto y se acercan a hacer, o a implicar en, cosas a uno bajando a este nivel de escasez. También es normal. No hay reproche. Sólo explicación.
Saltemos esta trascendencia inicial para poder hablar del primer post que dedico a los bares de Alcalá de Henares dentro de este año 2015. Esta es una breve selección de unos pocos bares que pisé entre los últimos meses de 2014 y los primeros días de 2015 a costa de algunas invitaciones de amistades y de unos ahorros de monedillas que tuve para poder tomar una caña de cerveza con amistades que regresaron por Navidades a España para estar con sus familias, pues tienen que trabajar en el extranjero, y que me llamaron expresamente para compartir un rato conmigo. No son todos los sitios, pero es que algunos de los que estuvimos ya han sido mencionados anteriormente.
Y aunque ya ha sido mencionado anteriormente también El Gato de Tres Patas (Ronda de la Pescaderia, nº 27), este sí quiero volver a mencionarlo en este 2015. Lo reseñé antes, aparte de por otros motivos secundarios, lo hice específicamente por primera vez el 9 de octubre de 2009, en la Noticia 691ª, porque lo habían abierto hacía poco y me gustó su planteamiento. Quizá sea el mejor bar de tapas de la ciudad en cuanto a calidad, y una cantidad que tampoco es desdeñable, pero sobre todo es calidad. El dueño, Javier, un amante de los juegos y de las historias de ciencia ficción y de fantasía, mantiene una carta que va variando cada poco tiempo con unos toques que a menudo se aproximan a una cocina muy elaborada. Tiene incluso cosas comestibles aptas para celiacos y para veganos. También da comidas. Uno de los atractivos del bar es un gran montón de juegos de mesa, de los que los clientes pueden hacer uso, con los cuales se celebra una vez a la semana una tarde específica de juegos. Si yo quería volver a mencionarlo se debe a que en septiembre pasado, mientras ayudaba a los dueños del Flamingo Rock Bar a instalar el bar en su nuevo local, por amistad larga con al menos uno de ellos, en un descanso fui a este bar a tomar un refresco. Allí estaban dos chicos más jóvenes que yo hablando de las bondades del trabajo en el extranjero y de los grandes males del trabajo en España. Como el ambiente en el sitio siempre es muy cordial, intervine en la conversación, porque vi que podía hacerlo, hablando de la realidad del trabajo en España en relación con las responsabilidades personales y familiares al hacerte mayor y no necesariamente por cumplir años. Me daba la sensación que uno de ellos no había trabajado fuera de una beca universitaria y el otro, el que venía del extranjero, estaba en el mismo caso, pero con beca Erasmus, pero los dos parecían en posesión de la verdad absoluta del mundo laboral español. El baño de realidad no sé si les aportó algo, porque lo cierto es que me trataron con condescendencia, así que me hice el tonto. Cuando se fueron, el dueño, al que conozco desde 2009 a fuerza de ir a su bar y que sabe que últimamente voy menos por estar en un paro prolongado, me invitó a una cerveza y me contó su particular experiencia laboral, algo que me sonó a un estar bastante en consonancia con lo que yo había dicho. Aquello me gustó mucho, tanto que algún día, cuando vuelva a tener sueldo, quisiera corresponder llevando allí a muchos amigos a los que yo pueda invitar si no tienen con qué pagarse una cerveza y una mínima vida social.
En esos días de septiembre ayudando en el montaje del Flamingo Rock Bar, Pepe, mi amigo dueño del bar, me invitaba a tomar cafés, antes de empezar los trabajos de cada tarde, en el bar de la Casa de Asturias, que está dentro del recinto de las Casas Regionales (Ronda de la Pescadería, nº 26). Es un lugar al que he ido desde niño, pero sobre todo desde 1995 con mi grupo de amigos más antiguos, aunque no con mucha frecuencia. Ahora sí tengo algo de frecuencia. Las Casas Regionales están construídas dentro del edificio del antiguo matadero de Alcalá de Henares del siglo XIX, el cual estuvo abierto hasta los años 1960 ó 1970. Su arquitectura está protegida y es parte del Patrimonio de la Humanidad, pues es de la poca arquitectura monumental e industrial del siglo XIX que queda en España con uso público. La Casa de Asturias es muy acogedora, el resto también, sólo que en esta tienen unas buenas tapas, precios bajos y una cerveza autóctona de allí llamada Belenos que es muy digna y muy a tener cuenta. Destaca además sus desayunos con hogazas de pan tostado gigantes.
El Fogón de Amós también es muy querido por mí y a este he estado yendo desde que era adolescente a mediados de los años 1990. Los dueños me conocen. Está en la calle Rico Home, nº 18. Se trata, como indica su nombre, de un fogón, que es un tipo de hostelería que según los expedientes del corregimiento de Alcalá de Henares entre los siglos XVI a XIX era lo que realmente más abundaba en la ciudad junto a las posadas. Fogones y figones tienen un hueco importante en la Historia hostelera de la ciudad, aunque quedan pocos propiamente dichos. Toda su comida se basa en carnes a las brasas, aunque también tienen patatas con salsas y otras cosas. Las hacen al momento para el cliente, no las tienen preparadas previamente. Así que tienen las brasas funcionando sin parar. El olor del fogón es marca de la casa. Los dueños, camareros y camareras son muy amables y conversadores. Los precios son bajos y es ideal para ver partidos de fútbol si eres del Real Madrid, no es mi caso, el de ver partidos de fútbol, digo. Algún amigo ha puesto pegas a que tengan carteles y otras decoraciones de tauromaquía, pero si a uno le da igual, en serio que es una excelente opción, y muy de aquí. Es entrañable ver por las mañanas a algunos ancianos que van allí para tomarse juntos su chato de vino. A lo largo del mes de octubre las dos amigas que más compañía y planes hacen conmigo sabiendo mi situación económica y aceptándola, me han llevado allí en algunas ocasiones. Gracias, María y Eva. Y gracias también a los dueños por invitarnos en ocasiones sin razón alguna para hacerlo.
El Garnacha es una vinoteca situada en el número 1 de la Plaza de los Santos Niños, donde antes estaba el ambigú (que es un tipo de negocio y no un nombre, como algunos creían) de los antiguos Cines Cisneros. La verdad es que a mí me gusta más la vinoteca llamada El Tempranillo de esa misma plaza, pero de esa ya hablaré en el futuro. La he pisado más y conozco a uno de sus camareros desde los tiempos del Quebec de la Calle Mayor. Me parece un lugar de calidad. Como sea, el Garnacha lo menciono porque en el mes de noviembre, durante la celebración del XIV Encuentro de Historiadores del Valle del Henares, antes de ir a comer al Macandé del Corral de la Sinagoga, mis amigos y colegas historiadores Julián Vadillo y Juan Pablo Calero, me invitaron a tomar una cerveza en este sitio. Era domingo por la mañana y ponían un platito de paella. No se trata de una tapa, sino de un pincho, lo que es cumplir con la idea de la comida como acompañamiento a degustar de la bebida. Es apropiado para consumir o catar vino. El estar dentro de un edificio de origen medieval tiene su encanto.
También en noviembre, en este caso unas semanas antes del Garnacha, fui jurado de Alcine, para su clausura en la noche del viernes 14 fui hacia la sala de conciertos Ego para ver un par de conciertos que ponían el broche antes de proyectar los palmarés. Pero yo y otras dos amigas fuimos absorvidos por el bar de al lado, el Tráfico Bar de Copas (calle Zaragoza, nº 4). Este año van a cumplir diecisiete años de existencia, lo que pone su apertura inicial en 1998, y efectivamente, en aquellas fechas yo iba bastante por allí, sobre todo porque también existía en la zona otro bar llamado Paranoid, de música heavy metal que abrió en torno a 2003-2004, hoy día cerrado. El Tráfico es un bar de rock, sobre todo autóctono de España, que apuesta por conciertos de bandas locales de rock. Es ideal para ir adentrada la noche. El concierto que nos absorvio aquella noche era de los Chuzos de Punta, que tocaron temas de Barricada, Reincidentes, Leño y otros grupos que yo canté entusiasmado, parecía que no había pasado el tiempo de cuando yo iba por allí. Fue fantástico. Me llevé uno de sus calendarios de mano, que regalaban, y lo guardo con cariño. Me resulta raro no haber hablado nunca antes de este bar siendo uno de los míticos y clásicos del rock y las noches alcalaínas, si bien está alejado de la zona de bares común. Por cierto, ellos saben perfectamente que buena parte de su clientela antigua no va o no va tanto por la crisis y los efectos personales que produce, en un programa de mano de los conciertos que programaron ese mes se lee: "No penséis en la crisis, sólo está en vuestra mente, no existe, que España va bien!!!", y a continuación se lee en un bocadillo de cómic de la boca de Bart Simpson: "¿Nos quitarán la siesta?".
La Fuencisla (Calle Mayor, nº 68) es nuevo desde el verano pasado. Los que somos de Alcalá de Henares lo recordamos de cuando en los años 1980 era una cerería que vendía velas, hachones, santos, vírgenes y bacalao en salazón que exponían al aire en la puerta. Durante muchos años este negocio, que debía tener muchos años de antigüedad a juzgar por el estilo de su entrada, quizá de los años 1940, sino anterior, estuvo cerrado. Sin uso. Abandonado. El principal acierto de los dueños del local al reabrirlo fue mantener la puerta original, el nombre de aquella cerería, y la pintura original, que fue restaurada. Me quito el sombrero ante un empresario responsable y consecuente con lo que es la Historia de la ciudad y el Patrimonio de la Humanidad representado en esa puerta de entrada comercial que nos remite a las profundidades del siglo XX de la ciudad previo al nacimiento de mucho alcalaíno actual. Lo segundo que me ha gustado es que los dueños, o al menos quienes atienden el negocio, saben empatizar enseguida, te tratan como si fueran amigos, saben hacer bromas de buen gusto y te hacen sentir confortablemente. Lo tercero que me gusta es que una amiga mía, la citada Eva, trabaja eventualmente allí y sé que además los que llevan el bar son muy buena gente a través de ella, cosa que yo mismo he percibido en mi poco trato con ellos. En diciembre, tanto Eva, como la también citada María, como otra amiga llamada Isabel que vino de su trabajo en Inglaterra, me invitaron a ir a este sitio. Tienen dos patios cubiertos, con chimeneas reales de fuego en funcionamiento. Se puede ver la arquitectura medieval con sus arreglos de la Edad Moderna y de los siglos XIX y XX. Tienen un piano para quien quiera tocarlo, siempre que sepa y pida permiso. Sus tapas no son muy diferentes al resto de tapas de la Calle Mayor, pero es el ambiente y el bienestar que transmiten sus regentes lo que te hace sentir bien allí. Un italiano, varios brasileños. A mí me gusta. Además, soluciona mi curiosidad por saber cómo era la Fuencisla por dentro tras tantos años que sólo vimos la degradación de sus cierres de entrada. Un acierto de gestión en cuanto a trato humano y en cuanto a respeto por la Historia del local.
De La Cartujana (calle Manuel Azaña, nº 16) yo quería hablar hace tiempo, pero lo fui retrasando. Ahora tengo la paradoja de cómo hacerlo, pues sus regentes, o al menos su encargado está al cargo del nuevo El Gato Verde, de la calle san Felipe Neri, que sustituye al insustituíble Perro Verde. Lo que he visto desde fuera, como por ejemplo videocámaras enfocando al público o el haber quitado las pinturas de músicos de jazz de la entrada, no me ha gustado, y lo que me han contado de dentro, tampoco, pues parece que ya no hay ambiente familiar, se han hecho cambios estructurales innecesarios y el trato prácticamente es la producción de tapas comunes y corrientes como las del resto de bares de tapas de la Calle Mayor. Como sea, yo aún no lo he pisado, asíque del Gato Verde mejor hablar cuando lo conozca por mí mismo, tal vez cambie mi opinión, no sé. También me han dicho que no va mucha de la clientela que iba, porque no encuentran en su ambiente lo que encontraban en el anterior bar. Como sea, el que sí me gusta de esta gente, y que sí conozco, es el propiamente llamado La Cartujana, de la calle Manuel Azaña, que es la calle que demarca el Parque de San Isidro por detrás del centro comercial Carrefour. Ocupa el lugar que anteriormente ocupó uno de los locales del conocido Indalo, éste hoy día con locales también en Madrid y Guadalajara. Se trata de un local de inspiración andaluza, aunque decorado como si fuera un bar irlandés, y con tapas no estrictamente andaluzas. Una mezcla rara, pero no desentona. El trato no es familiar, ni invita a la conversación con los que allí trabajan, pareciera que el encargado tiene gran preocupación porque el contacto entre servicio y clientes sea el estrictamente profesional. Eso no me convence nada en absoluto, como también me parece absurdo mantener permanentemente ocupado a un trabajador de hostelería incluso en los tiempos muertos que a veces ocurren en estos negocios. Pero me gusta el buen gusto que han tenido para elaborar su carta de tapas, y me gusta que además no defraudan. Me hace gracia que oferten una maceta de nachos con queso y literalmente te traigan a la mesa una maceta llena de nachos con queso. El ambiente invita a lo apartado y la intimidad con quien vas. Yo fui con dos excompañeras de trabajo en archivos del año 2009-2010. Aún tengo contacto con ellas y nos vemos de vez en cuando, en este caso lo hicimos para felicitarnos las Navidades. También fui con dos hermanos amigos míos que viven por allí. Este bar está bien porque tiene todo lo que uno quiere de un bar de tapas, salvo lo que he dicho que no me gusta, más que no está saturado y no contiene el ambiente cargado de los bares de la Calle Mayor.
Otro fogón activo en la ciudad diferente al de Amós es uno más reciente, aunque tiene ya también bastantes años, El Argentino, o también llamado El Churrasquito. Hablé de este local en varias ocasiones, pero específicamente en la Noticia 1039ª extensamente, y en la Noticia 1122ª
cuando cambiaron el nombre de El Churrasquito a El Argentino, que es
como es conocido popularmente, aunque usan los dos nombres. Está en la
Plaza de Cervantes, nº 31. También a este he ido con frecuencia desde
que era más joven. No puedo decir más de lo que dije en la Noticia
1039ª, sirven pizza incluida con la cerveza. Tienen un fogón de brasas
porque es un restaurante de parrilla argentina. Si lo vuelvo a mencionar
hoy es porque en este mes de enero una amiga me llevó allí tras hacer
el programa de radio del que soy cuarto locutor y me alegró mucho cuando
uno de los camareros se acordaba de mí, me llamó por mi nombre, nos
felicitamos el año y nos gastamos bromas. Han subido el precio un poco
en este 2015, pero es un local que está entre los bares donde se
acuerdan de uno aunque haga tiempo que, por circunstancias, uno no pueda
ir tanto como le gustaría repetir.
Y con esto, por hoy, me despido. Saludos y que la cerveza os acompañe.
Lucía Martínez Odriozola: "Algunas redacciones son auténticas escuelas de corrupción.
ResponderEliminarEn mi opinión hace falta un poco de autocrítica en las redacciones del corredor del Henares y sobre bastante corporativismo y me estoy refiriendo. al capo di tuti capi del sector Antonio R. Naranjo, el periodista facha según el senador vasco Iñaki Anasagasti
Un saludo
DNI 01476554T
No sé a cuenta de qué viene poner esto en mi blog cuando ni esta noticia va sobre el periodismo de Alcalá de Henares ni he hablado sobre el señor Naranjo en los nueve años de existencia de esta bitácora, salvo de un pequeño asunto con el nombre de mi blog que tomó uno de sus colaboradores por tiempo breve y ya está solucionado hace años. Segundo porque esto no es un noticiario, no es prensa digital, como he explicado ya en varias entrevistas que me han hecho. Hay que hacer autocrítica, decís, sí, la autocrítica siempre es buena, pero puesto que habláis de alguien que dirige el Diario de Alcalá deberíais dirigiros al Diario de Alcalá, ya que Noticias de un Espía en el Bar no tiene nada que ver en absoluto con Diario de Alcalá. Tercero, veo que habéis publicado vuestro DNI, no sé con qué finalidad, pero quizá deberíais quitarlo de un lugar público, mirad que este blog lo lee mucha gente y yo no sé quienes son las personas del otro lado, nunca se sabe. Os lo dejo a vuestra elección. Supongo que lo habréis puesto por si el señor Naranjo lo lee y os queréis hacer responsables de vuestra propia opinión y comentario.
ResponderEliminarEn todo caso os quiero aclarar también otra cosa, como esto es una bitácora... NO hay redacción, no hay equipo editorial, que esto no es un periódico.
Gracias por leer. Yo suelo estar atento a vuestras actuaciones como partido político y ecologistas, en una campaña electoral de hace mucho incluso me hablé bien de vuestras propuestas porque me parecieron necesarias. No recuerdo de qué campaña, pero vamos, esto existe desde 2005, así que será fácil de encontrar. Un saludo.
Me dicen de parte de la Fuencisla que abrieron exacgtamente para las navidades de 2013.
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