sábado, enero 10, 2015

NOTICIA 1429ª DESDE EL BAR: EL AÑO DE LA GRAN EMPRESA

El dardo estaba envenenado desde hacía muchos años. Estaba envenenado desde los cada vez más lejanos primeros años 1980, con el gobierno socialdemócrata del PSOE de Felipe González. Por entonces nadie le dio gran importancia, sólo unos pocos, excesivamente pocos, que fueron tomados por agoreros. Esos pocos correspondían a gente con ideas anarquistas y comunistas, pero no del comunismo del Santiago Carrillo de la época, sino de uno más allá. Ellos ya lo advirtieron, pero nadie les escuchó. Los medios de comunicación más exitosos de España también prefirieron que su voz no se oyera. Curiosamente ahora, en pleno 2015, cuando el veneno ha comenzado la matanza, todos se echan las manos a la cabeza y todos hablan de ello. En este asunto hay demasiadas hipocresisas y demasiada gente con culpas entonando el "yo no he sido". Los primeros años 1980 parecían muy lejanos del año 2015. Quizá pensaron que el siglo XXI sería socialmente mucho mejor. ¿Quién les iba a decir que en algunas cosas retrocedimos a épocas incluso anteriores al año 1980?

¿De qué hablo? Hablo de unas normativas y unas leyes que se crearon con Felipe González mediante las cuales los precios de los alquileres de renta antigua quedarían anulados para ponerlos igualados a las rentas de la época. Los principales peticionarios de esas medidas eran los grandes empresarios, a pesar de que afectaba a todo tipo de alquileres. La renta antigua es aquella renta que se contrata en un determinado año y que, con el paso del tiempo y por las condiciones del contrato de arrendamiento usado, no se pueden subir de precio pues no se contempló la posibilidad de aumentar o renegociar los contratos de alquiler acorde a las subidas del precio de la vida. Lo que en principio parece malo para el rentista, para aquel que paga el alquiler era benefecioso, así por ejemplo, muchos ancianos que viven en casas alquiladas y cuyas pensiones no les dan para vivir, al menos por este medio podían permitirse seguir pagando el techo bajo el que viven. Quizá pensando en ellos sólo en una mínima parte Felipe González cedió ante los grandes empresarios y concedió la rescisión de la renta antigua pero en el lejano 2015. El problema quedaba en manos de las generaciones futuras, a pesar de que su propia generación sigue viva y son los ancianos de ahora. Quizá pensando en ellos hizo que al menos los alquileres de casas de rentas antiguas no queden anulados en 2015, sino que a partir de esta fecha se vayan anulando conforme el inquilino muera o se vaya de la casa. Nada más fácil para un rentista que ocasionarle todo tipo de molestias a alguien anciano para que se vaya de la casa. Pero eso es otra historia que estará por verse a partir de este año.

El problema más visible en pleno enero de 2015 está en los pequeños comercios tradicionales que han ocupado la vida de los municipios grandes y pequeños desde hace tantas décadas que algunos son centenarios. Estos pequeños negocios no han enriquecido a sus empresarios, que suelen ser familiares, simplemente les ha permitido seguir con sus vidas y contratar a una o dos personas mientras su negocio le daba personalidad, carácter propio y vida a su municipio. Eran negocios tipo pastelerías, sombrererías, cesterías, farmacias, bares, bodegas, mesones, sastrerías, fruterías, carnicerías, carpinterías, panaderías, pescaderías, librerías, tiendas de fotografía, tiendas de ropa, cerrajerías, tiendas de forjas, papelerías, cererías, y un largo etcétera unido al comercio conocido como comercio tradicional y comercio de proximidad de barrio. Muchos de estos negocios personales o familiares han sido auténticas sagas familiares que han compuesto la Historia de su municipio a la vez que han cubierto las necesidades de sus vecinos y han atraído la curiosidad de visitantes foráneos. Sus rentas de alquiler antiguo han desaparecido de un plumazo y han quedado a merced del renegociado con aquellas personas que les alquilaban los locales, que son otra saga particular de la Historia de los municipios, muy particular y muy problemáticos en líneas generales.

Sobre la problemática de la gente que se dedica a alquilar locales y casas escribí en dos ocasiones más o menos recientes con motivo del cierre y la reapertura del Flamingo Rock Bar el año pasado. En la Noticia 1390ª os dije: "La cuestión es que la postura del rentista, nada razonable, era la misma que la mayoría de los rentistas del distrito centro de la ciudad, y últimamente observo que también de otros distritos. La sin razón de los rentistas ha forzado al cierre de un gran número de negocios, no sólo de bares, en mi misma calle, ahora mismo, en el distrito II, la panadería que me es habitual va a cerrar tras 29 años por esta misma razón".  Y en la Noticia 1400ª completé diciéndoos: "(...) los locales que había mirado Pepe estaban en muy malas condiciones materiales, con muchas carencias y sus rentistas pedían y piden precios de alquiler muy altos sin apenas ofrecer mejoras realizadas por ellos mismos para mejorar la oferta del propio alquiler de su local. Así pues lo que ofrecen en general es un alquiler alto de locales en malas condiciones que han de ser reparadas por el alquilador, por lo que sólo tiene lógica la petición de un alquiler alto por la ubicación en el distrito centro, cosa que es discutible, pues ya sabemos que no todas las calles de ese distrito son afortunadas para estos bares. En otras palabras, las ideas generales de los dueños de locales en el distrito centro es cobrar precios altos sin ofrecer prácticamente nada más que un espacio de dudosa calidad. Por lo general estas familias alquiladoras coinciden con familias de personas jubiladas, con varias generaciones complutenses, y curiosamente buena parte de ellos son familiares de policías o bomberos, o bien de abogados, y que además han cultivado el afán de comprar otros locales en otros lugares para alquilar. Todo ello en general, y este párrafo lo escribo bajo lo que sé a través de varios y muy diversos tipos de amigos dueños de bar. Se podría comparar con aquellos rentistas del siglo XIX español, o de comienzos del siglo XX, que con su actitud eran más un freno que un aporte para la prosperidad del trabajo. Cosa que al final terminó a lo largo de los años con un gran descontento social hasta triunfar las tesis de los republicanos, y cosa que tampoco fue una solución total, pues con el triunfo del Partido Radical y de la CEDA en 1933 se llegó a la huelga revolucionaria de octubre de 1934, pero eso es ya otra Historia. Como sea, y por cerrar este párrafo, sólo anotar que siguiendo el paralelismo con ese cambio de siglo del XIX al XX no es raro encontrar en Alcalá de Henares que hay no uno si no muchos edificios enteros que pertenecen a una sola persona o a una sola familia, distintas entre sí, que se dedican precisamente a vivir de las rentas de los espacios de esos edificios. Lo de vivir de las rentas es algo tan español que ya en el siglo XVII y en el XVIII hubo muchos secretarios de la Hacienda pública que señalaban a los reyes del momento que eran un problema para la economía nacional, y como muestra un botón: vayan ustedes a las bibliotecas y a los archivos, comprobarán que no les engaño"

En estos tiempos de crisis, y sin ella también, tenemos los casos de rentistas como el de aquel local que ocupó el año pasado el Flamingo en el Paseo de las Moreras de Alcalá de Henares cuyo coste mensual eran unos 1.500 euros al mes y cuyo rentista no quería bajar el precio a pesar de que no había tanta clientela como antes de 2008. Podemos hablar también de aquellos que tienen bloques enteros de locales y casas alquiladas. Podemos hablar del caso por ejemplo del rentista del local del bar Coímbra, un bar de toda la vida de la Calle Mayor. Llevaba abierto muchísimas décadas, pero en verano del año pasado cerraron sus puertas. Su modelo de negocio era el de un bar de todas la vida del centro de la ciudad, pero le rodearon de tantos bares de tapas que su clientela se reducía a los habituales. A mí me gustaba, aunque iba de vez en cuando. Según se acercaba la fecha del final de su contrato decidieron irse tras muchos años estando donde estaban. El bar no tiene arreglo de infraestructura ninguna, necesita todo tipo de obras para ponerlo al día. Tampoco es muy grande. Sin embargo su rentista pide por él 2.500 euros al mes y sin arreglar nada previamente él. Una locura. Tenemos luego a otros rentistas del centro de la ciudad que te ofrecen locales a 1.500 euros al mes (es una cifra elevada) pero con la cláusula de que dentro de tres años el alquiler se duplicará, o sea que en tres años te cobrará el rentista 3.000 euros al mes, vamos, lo que es una trampa mortal para alguien que simplemente quiere salir adelante con un pequeño negocio. Para un gran empresario es dárselo en bandeja.

Paseaba yo hace pocos días por la calle Cardenal Cisneros cuando me encontré el muy clásico negocio Agricojardín, dedicado a semillas y pesticidas, con el siguiente cartel colgado que decía: "Cerrado por cese de negocio. Muchas gracias por su confianza durante los últimos 42 años". Cuarenta y dos años, nada más y nada menos. Casi medio siglo prestando sus servicios comerciales a alcalaínos y no alcalaínos que tienen jardines, huertos, pequeñas parcelas en otros lugares o simplemente les gusta la floristería o la jardinería. Un servicio personalizado y especializado llevado por una familia.

El dardo envenenado al que me refería al comienzo de este escrito está no sólo en que se veía venir que los rentistas aprovecharían la ocasión para desmandarse en el precio de alquiler, sin atender a la realidad de la economía y del mundo de los negocios de hoy día, pues, tampoco lo olvidemos, la ley no pone los precios de alquiler, sólo acaba con la renta antigua, está en manos del rentista poner y negociar el precio. El dardo envenenado lo está porque, como he dicho, Felipe González recibía esta petición de manos de los grandes empresarios. Efectivamente, los mejor posicionados para hacerse con los negocios clásicos de toda la vida de un municipio, o mejor dicho: con sus ubicaciones, son los que más dinero tienen, los más despersonalizados, los más faltos de todo tipo de cuestiones del comercio de proximidad, las grandes empresas, especialmente las multinacionales que nada en absoluto tienen que ver con la vida, la cultura, las tradiciones y la Historia de los municipios y sus gentes, a veces ni con sus necesidades, y por ello hacen todo lo posible por inventarles nuevas necesidades relacionadas con sus productos y su forma de venderlos.

Los políticos municipales no son tampoco agenos a esto. Llenar la Calle Mayor de bares de tapas, especialmente de unos mismos empresarios o de franquicias, es, como ha sido, ahogar hasta matar al negocio del bar que de verdad estaba inserto en la vida de la ciudad, llámese Coimbra o llámese El Perro Verde. Hablar de la necesidad de recuperar el comercio tradicional y a la vez llenar la calle de multinacionales de los helados o de la ropa, es una contradicción grave. Y los ciudadanos no somos tontos. Quizá estos negocios es cierto que debían renegociar el precio de su alquiler porque 1982 no es lo mismo que 2015 y también el rentista debe vivir, pensemos que algunos rentistas no tienen su alquiler para vivir, sino para lucrarse exclusivamente, y pensemos en la cantidad de trabajo de calidad que se destruye de estos locales, y que dejarán huecos sin negocios durante años y que los que se cubran con negocios serán generadores de trabajos precarios. También es cierto que estos negocios necesitan, o necesitarían, que las propias políticas municipales genere normativas que, sin estorbar la ley nueva de alquileres, intente mantener a este auténtico modelo de comercio tradicional con algún tipo de ayuda o intermediación, pues no hay nada más tradicional en los comercios que el comercio que lleva cien o cincuenta años en un lugar. 

Muchas veces la desaparición de determinados modos de vida se asocia a la desaparición de determinados comercios, y estos comercios asocian su desaparición a determinadas políticas y normativas, especialmente de la despreocupación de los políticos municipales a la hora de conceder licencias a determinadas formas de negocio. O quizá precisamente por su especial preocupación por colapsar de grandes centros comerciales los alrededores de las ciudades y construir barrios enteros sin bajos comerciales en sus edificios.

Saludos y que la cerveza os acompañe.

6 comentarios:

  1. Aparte del articulo, en el negocio del que hablas eran y son propietarios del local, creo que es un caso de jubilacion en este caso.

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  2. Muchas gracias. La coincidencia en el tiempo me hizo asociarlo a la nueva ley de rentas. En todo caso, y pese a que tu aclaración es muy valiosa y cambia el sentido de uno de los párrafos, en general creo pertinente el resto del artículo, pues creo en ello.

    A otros lectores les invito a leer la referencia en facebook, pues otros lectores han iniciado allí un debate interesante.

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  3. La ley de arrendamientos que entró en vigor el 1 de enero de 2015, fue aprobada definitivamente en 1994.

    En la Comunidad de Madrid afecta a 19.000 establecimientos, una buena parte de ellos están ubicados en Madrid capital.

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  4. Han cerrado Agricojardín!! que pena!. Era detención obligada al pasar por esa calle (me encantaba el escaparate y el gusto con el que tenían la tienda...alguien dirá que vaya friki) y la de veces que he comprado cosas para mi jardín ahí. Era un clásico de Alcalá...la peor noticia en cuanto a locales entrañables desde el cierre del restaurante Aki en Madrid.

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  5. Sí, la verdad es que era de los pocos sitios realmente especializados para estas cosas. Un saludo, César y feliz año, aunque estemos ya a mitad de enero.

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  6. Hoy, 20 de enero de 2015, Motos y Bicicletas Alcano, que da al parque O'Donel, junto a fotocopias Canon, cierra. Tienen todos sus productos al 50%. Una pena que se vaya uno de los negocios más antiguos de Alcalá en estos asuntos (el más antiguo es el que está junto a Puerta de Madrid, que se inauguró en 1932, ese sigue). Si alguien con moto o bicicleta quiere aprovechar, este es el momento.

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