Hace ya un mes que se inauguró la Gran Biblioteca Central de la Universidad de Alcalá de Henares. Pero yo decidí ir a verla por dentro hace una semana. Y eso hice, entré allí y fui recibido por esa moqueta en el suelo llena de nombres de ciudades y horas que o bien es producto de un diseñador, o quizá una compra al metro en IKEA, o quizá, lo más probable: las sobras puestas a precio barato de las obras de algún aeropuerto español nuevo o remodelado. Tengo la sensación de que esta última opción es la más acertada. Uno ha pensado bastante en el mensaje que nos lanza esa moqueta en el gran recibidor y sala de recepción de la biblioteca, y aunque podría encontrarle explicaciones peregrinas, muy peregrinas, la verdad es que la explicación que más me convence es esa: son los restos de unas obras de construcción o de remodelación de algún aeropuerto. Bonita es, eso es verdad, pero su conexión con la idea de gran biblioteca central es... digamos que de concepción abierta.
Todos los medios de comunicación locales informaron de ello en su momento. El que más me llamó la atención por ser más crítico, más realista y menos complaciente con las instituciones implicadas, no por ello una crítica negativa continua, fue Código 288, y efectivamente el color violeta es una puerta abierta que os invita a leerlo. De hecho, en las redes sociales profesionales de bibliotecarios y archiveros donde yo me muevo les enlacé precisamente esta noticia, y tuvo mucha buena acogida y mucho profesional que indicó gustarle el enfoque. Código 288 nació posteriormente a Noticias de un Espía en el Bar, no sé si con afán de bitácora, pero desde luego se ha transformado en un referente más de los noticiarios de análisis en la ciudad. Yo no suelo comentar mucho allí, aunque suelo leerlo siempre. No comento no porque muchas veces no quiera, de hecho no he comentado porque muchas veces lo he intentado pero no me deja su servidor de blog. Ellos son Wordpress y yo soy Blogger, y aunque en principio en muchos sitios esto no es un problema, en otros muchos, por ejemplo en este, eso supone un problema. Según la configuración que tengan, supongo, ponen más pegas. La cosa es que lo habitual es que incluso habiéndome registrado en una web a drede para comentar en Wordpress no me reconoce la contraseña, así que por desesperación termino borrando mis intentos de comentario. Así pues Código 288 termina teniendo una voz única en su casa, al menos por mi parte muchas veces. A pesar de que hay veces que yo quisiera matizar o en otros casos expresar mi punto de vista contrario o con otras informaciones que contradicen un poco su visión, esto no es posible por lo dicho, por ello muchas veces no hay lugar en los comentarios para la réplica y la participación sana. Alguna vez lo he logrado, pero pocas. Aún con todo, Código 288 y yo solemos coincidir en muchas cosas, en muchas, y siempre es un placer leer noticias allí, a pesar de que últimamente, para comportarse como un noticiario alternativo en Alcalá, parece que su criticismo está variando hacia un informativo que ve sólo las cosas desde un prisma altamente a favor de Podemos sin crítica a este grupo. Bueno, cada uno es cada uno. Insisto, aunque pueda parecer lo contrario leyendo esto, la verdad es que coincidimos en muchas cosas y personalmente sus autores y yo nos conocemos y nos llevamos bien, tenemos más en lo que coincidimos que en lo que no coincidimos, y en lo que no coincidimos es cosa más de matiz la mayoría de las veces que otra cosa. Código 288 siempre es recomendable de leer.
La cosa es que el edificio donde está la nueva Biblioteca Central de la Universidad de Alcalá de Henares (en adelante para simplificar en este artículo la nombraré como BCUAH), fue un edificio que desde el principio fue diseñado como edificio universitario entre los siglo XVI y XVII. Era una residencia universitaria para los alumnos, especialmente para los alumnos becados, que en principio eran de clase humilde o hijos de la baja nobleza. Sus normas eran conventuales y hacía algunas funciones colegiales, de ahí que a menudo se le llame colegio o convento. De hecho en sus últimos momentos, hacia el siglo XVIII, tuvo funciones netamente conventuales, ligadas a la Universidad, pero más conventuales que residenciales. Con la desamortización de Mendizábal en 1836 el edificio al poco tiempo pasó a ser cuartel militar, para lo cual fue derribada una de sus partes y ampliado. Y es como Cuartel Militar de Lepanto que nos llegó hasta el final del siglo XX, hasta los primeros años del siglo XXI. Estaban allí a última hora la brigada paracaidista (BRIPAC) y también alguna unidad de las unidades militares de intervención rápida, si no recuerdo mal. Las intervenciones militares en la Primera Guerra de Irak, en Bosnia en los años 1990 y demás salían de aquí. Luego el ejército dejó el lugar, era una desamortización encubierta durante el gobierno del PP de José María Aznar, pero nunca se le llamó así y se le llamó de otros modos más amables. El Ministerio de Defensa le pasó el edificio al Ministerio de Educación, Cultura y Deporte, y de este modo el edificio también pasó a la Universidad de Alcalá de Henares y al ayuntamiento de Alcalá de Henares. En principio una buena parte de sus instalaciones se usaron para rodar alguna película y la serie de televisión "Cuéntame cómo pasó", en la que por cierto yo mismo actué en la segunda o tercera temporada, como actor de figuración. Pero el estado de conservación en el que estaba el edificio era deplorable, contaba con grietas en su interior donde se podía meter una mano. Quizá el ejército dejó el edificio, como dejó otros en aquella época, para racionalizar sus fondos económicos; si no podían mantener el patrimonio histórico, se deja en manos de otros, cosa que a la vez sirve para dar buena imagen al ejército si a quién se deja es al mundo de la Cultura.
La cosa es que otra parte del edificio se usó en crear el Archivo Obrero, que tuvo que sufrir hasta dos remodelaciones y cuyo acceso es por la calle Colegios (antigua Avenida de Roma en otras épocas). Mientras que lo que hoy es BCUAH entró en un bucle de peleas administrativas sobre qué hacer con el edificio, mientras las obras se paraban y avanzaban según épocas. La crisis económica de 2008 no hizo ningún bien. Una parte importante del edificio que también da salida a la calle Colegios está tan abandonada que no me extrañaría que se cayera por estado de ruina y todos se pusieran posteriormente las manos en la cabeza sin responder a las responsabilidades propias, desde el Ministerio, pasando por el ayuntamiento y yendo a la Universidad en este aspecto. Otra parte también abandonada es el gran patio central, uno de los más grandes de la ciudad, y de los más desconocidos, con una estatua del Sagrado Corazón de Jesús en su centro y gran cantidad de vegetación que ha caído en el descuido casi selvático. Se puede ver desde las ventanas del Archivo Obrero. Podría ser un pulmoncito más en el centro de la ciudad y un lugar de recreo ciudadano, un jardincito bonito en ese patio, pero el abandono por falta de compromiso y de dinero es lo que tiene. Y aún otra parte más sigue abandonada y apuntando hacia la ruina, llena de patios y de edificación en la parte posterior a las nuevas instalaciones de la BCUAH.
Tras muchas peleas dimes y diretes, al final la UAH optó por crear esta gran biblioteca, quizá como proyecto faraónico que legar a la posteridad, quizá con las vistas puestas en la Biblioteca de Alejandría, cosa que no deja de hacer gracia por lo pretencioso. La parte de edificio que ocupan son tres plantas muy amplias donde abunda la luminosidad por aquello de que los arquitectos modernos que están afrontando las obras de remodelación o creación de archivos y bibliotecas, y conozco ya bastantes proyectos de estos, llegan a la conclusión de que si el mensaje actual de archiveros y bibliotecarios es la transparencia, ellos metafóricamente quieren reflejarla en que haya luz natural por todas partes, suelos acristalados y transparentes, paredes transparentes, ausencia de paredes, grandes lugares diáfanos, ventanales... entra luz a raudales, ahora bien, la luz abundante es un enemigo directo del papel, y mucho tiempo de luz sobre el papel provoca una enfermedad de acidez del papel que termina oxidándolo, volviéndolo amarillo, acabando con su humedad apropiada (todo papel lo tiene) y provocando, en definitiva, la destrucción del documento a medio y largo plazo, en este caso de los libros. No puedo aplaudir esta falta de información de los arquitectos, aunque aplauda su excelencia a la hora de reconstruir el espacio viejo para hacerlo nuevo. Así por ejemplo, es llamativo en la planta superior, que da con el techo, la que menos ventanas tiene, que se ha recurrido más que a las vigas tradicionales a ese sostén en modo de barras haciendo de cableado metálico que sostiene la estructura, que es la misma idea que tenían las Torres Gemelas de New York entre plantas, ocultas por las paredes. Sujetan por tensión. Por cierto que fue ese "anclaje" para soportar los pesos una de las causas de la rápida caída de las torres en el ataque que sufrieron en 2001.
No creo que sea un acierto tampoco que un edificio que lleva en pie quinientos, cuatrocientos años, haya sido remodelado en parte vaciando su interior para reinventarlo a base de aplicar hormigón armado. Aparte del efecto industrial más bien feo que provoca este material, su única ventaja es que vale económicamente poco en relación a otros materiales. Por lo demás, el hormigón tiene un promedio de vida de unos ciento cincuenta a doscientos años. Tras ese periodo, y lo sabemos porque el hormigón comenzó en el siglo XIX, se comienza a desmigajar y se cae. Haber recibido como legado un edificio histórico que ha vivido tantos siglos y restaurarlo a base de hormigón es en mi mente poco menos que un crimen. Hay edificios en los que hay que invertir mucho dinero, porque significan muchas cosas. Y además esa inversión supone también mucho trabajo. Mi recomendación es que en la medida de lo posible, si es posible, se vaya cambiando el hormigón poco a poco por materiales más duraderos, piedra, ladrillo compacto, etcétera. No hace falta hacerlo de hoy para mañana, la Universidad misma tardó muchas décadas, traspasó siglos, en terminarse. Da igual que se vaya poco a poco, este será nuestro legado a quienes nos sucedan, un legado que nosotros mismos hemos recibido de quienes nos precedieron. Vayamos poco a poco, pero seguros. A mí, tal como lo han hecho por un lado me parece bonito, muy basado en geometrías y luminosidad, pero a la vez me parece un crimen y una falta de respeto. Así que tengo una percepción doble del espacio, y además contrapuesta, cual Jekyll y Hide.
Otro problema de haber hecho eso es la destrucción total de la distribución del espacio que nos había llegado. Por dentro es muy evidente que sólo quedan las paredes externas y si acaso algún muro y el techo de la obra original, por fuera se puede ver en la apertura de puertas, cambio de cristaleras de las ventanas y la desaparición de una garita militar, que si bien no era parte del edificio original, por muchas décadas fue parte de la Historia del edificio y podía haber sido un testigo mudo de su pasado también militar si se hubiera conservado.
Luego tenemos el asunto de que se han reunido aquí los libros de todas las bibliotecas de las facultades de Letras, salvo los de Trinitarios, que es el Centro de Estudios Norteamericanos a través del Instituto Benjamin Franklin, asociado a la UAH, y que siendo de origen universitario en los siglo XVI al XVIII, también entre el XIX y el XX tuvo uso militar. Yo de niño lo conocí como Comandancia Militar, con sus cañones en la puerta y todo, incluso estuve dentro cuando mi padre iba anualmente a que le firmaran su libreta de licenciado (hizo el servicio militar obligatorio) y en un concurso de dibujo en el que participó mi hermano. Tenían en el recibidor de la entrada principal una ametralladora pesada de tiempos de la guerra civil expuesta como decoración. Cada vez que he comentado que las bibliotecas de las facultades ya están cerradas porque ahora, salvo Trinitarios, están todos sus libros en la BCUAH, mi interlocutor sorprendido no ha parado de preguntar si ya no hay ningún libro en las otras bibliotecas, como no dando crédito a lo que oye. Y es así. Es verdad. No los hay. Los espacios de esas bibliotecas se han cerrado y se ha dejado que cada decano decida qué hacer en el futuro con esos sitios. Un gran y grave error. Esas bibliotecas era consultadas entre clases por los alumnos faltos de tiempo, ahora no pueden hacer ese uso si no es yendo a la BCUAH, lo que en algunos casos supone elegir ir a la biblioteca y perder la hora de la clase siguiente, o no ir y posponer el momento para gastar tiempo o perder otra clase futura. En otros casos supone que en épocas de examen tengas que elegir estar en la biblioteca y correr el riesgo de no llegar a tu facultad a la hora de examinarte, o bien no disponer de la comodidad de estar en tu facultad, en su biblioteca, e ir a ver a la tutoría de un catedrático que solucione alguna duda, pues si estás en la BCUAH, no estás en tu facultad. Otro problema es la pérdida de uso de las antiguas bibliotecas, aún cerradas por no tener sus libros. Algunas han sido muy útiles y han costado mucho dinero, como aquella restauración de la iglesia del edificio donde hoy está Arquitectura, precisamente, para hacerla biblioteca, o la biblioteca de varias plantas de Derecho, o la biblioteca más emblemática de Filosofía y Letras, o la de Económicas, o la de Filología... etcétera. Todo el dinero usado en esos espacios es ahora mismo dinero en la basura. Y ese dinero es dinero no de la UAH, sino de todos los ciudadanos. Esto es lo más grave de todo.
Y aún algo peor, ¿todos los que trabajaban en las bibliotecas de las facultades han conservado su puesto de trabajo? Porque esa es una duda profunda y una sospecha que tengo.
Y aún algo peor, ¿todos los que trabajaban en las bibliotecas de las facultades han conservado su puesto de trabajo? Porque esa es una duda profunda y una sospecha que tengo.
Podría seguir hablando de todo esto, pero otra vez casi me remito mejor a leer, para completar esto, a Código 288. ¿Es bonita la BCUAH? Es moderna. ¿Útil? Depende. ¿Ayuda a la conservación de los libros? Lo dudo. ¿Es silenciosa? Pues como dicen en Código 288, es tan diáfana que cualquier ruido o ligera conversación que a veces se da necesariamente entre colegas de estudios se transforma en murmullo que no invita a la intimidad de la lectura. De tan diáfana que es creo que debe ser muy antiecológica, por la mucha electricidad que tendrán que gastar en invierno y en verano para no helarse y para no asarse. Quizá es un acierto un espacio dedicado exclusivamente a los investigadores de doctorados, pero a la vez eso es algo elitista, eso sí, están construidos en una habitación aparte como si fueran peceras, a mí me recuerdan a los habitáculos de los espías del bloque soviético en la Guerra Fría.
Yo espero y deseo mejoras, de momento es una biblioteca más que podremos usar, y no necesariamente siendo universitarios.
Saludos y que la cerveza os acompañe.
¿No te llamó la atención la cantidad de columnas que han puesto para poder soportar la planta superior que han creado y que obstaculizan los pasillos? ¿O el ruido que hacen los aparatos de aire acondicionado en salas laterales...y que no se pueden apagar porque se concentra mucho el calor? ¿O que en vez hagan una "sala accesible", escondida, con puertas que necesitas que alguien abra en vez de apostar por una accesibilidad integrada en cualquier sitio? Bueno, y que no te pille una emergencia que deje sin luz el edificio, o un incendio, porque como vayas en silla de ruedas tendrán que auparte entre varios ya que las salidas de emergencia sólo tienen escaleras (esto lo menciono más que nada porque se ha llevado un premio de turno por su gran accesibilidad)
ResponderEliminarPodría seguir añadiendo que no hay personal de apoyo en cada planta ("no hace falta, aquí entra cualquier persona", me soltó como excusa la persona que estaba en ese momento en recepción). Y no sólo es porque te puedan asesorar/ayudar en la búsqueda de información...es que para las personas con movilidad reducida es indispensable para poder consultar textos que están en las baldas superiores.
"Algo bueno tendrá,¿no?" Sí, innumerables puestos de estudio y aulas para trabajo grupal...y si se plantea habilitar residencia para investigadores que hagan estancias, no están nada mal pensados esos despachos "asépticos".
Coincido en tus dudas: ¿qué ha pasado con el personal que estaba trabajando en cada biblioteca? ¿Qué va a pasar con esos espacios en las facultades, donde ya se cuenta con aulas de informática vacías porque no hay becarios que puedan dar soporte en el mantenimiento de los ordenadores?... porque lo de ponerse en la piel de los estudiantes ("tengo una hora libre, me voy a la biblioteca a estudiar"), ¿para qué?
Mi teoría es que el edificio iba para otras funciones, se quedaron sin pasta y se sacaron de la manga esta opción para callar bocas y justificar haber pasado ahí años invirtiendo pasta.
Pues está todo lo que dices muy bien visto, FL. Gracias.
ResponderEliminarCanichu, no se como andarás ahora de trabajo y si esto te vale, pero por si acaso te lo paso:
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