"Yo soy más del plano antiguo", dijo ayer el director de cine José Luis Garci en el Teatro Salón Cervantes de Alcalá de Henares. Llegó veinte minutos tarde y la charla de presentación de su película se prolongó más de la cuenta. La película empezó con cincuenta minutos de retraso en un día en el que el cine estaba muy lleno de gente de la tercera edad que prefirió irse antes que ver el metraje, y gente de mediana edad y joven que prefirió irse a mitad para ver un partido de fútbol de la semifinal de la Champion League entre el Atlético de Madrid y el Chelsea. La cuestión es que Garci llegó con sus habituales tertulianos de cine, el actual fiscal del Estado, Eduardo Torres-Dulce, que ha sido siempre un muy activo crítico de cine, Gil Parrondo, que es un cineasta con 93 años ya y con dos Oscars y cuatro Goya en su haber de premios (mejor dirección artística, Oscars por Patton, de F.J. Schaffner en 1970, y Nicolás y Alejandra, del mismo director en 1971; Goyas por Canción de cuna, de Garci en 1994, You're the one (una historia de entonces), de Garci en 2000, Tiovivo c.1950, también de Garci, en 2004, y Ninette, del mismo director, en 2005), Javier Rioyo, que es un director y escritor de cine, y un infiltrado, el alcalde de Alcalá de Henares por el conservador Partido Popular, Javier Bello. Y cuando llegaron y se sentaron en la mesa que les habían preparado para realizar una mesa redonda, no tuvieron reparo en reconocer que llegaron veinte minutos tarde porque habían estado paseando por Alcalá de Henares y haciendo tiempo para ver los previos al comienzo del partido de fútbol, ya que Garci es muy forofo del Atlético de Madrid. La charla debía haber comenzado a las 19:30, comenzó a las 19:50, prolongaron su conversación unos cuarenta minutos, según dijeron ellos también medio en broma pero en serio, para hacer tiempo para ir a ver el partido de fútbol a algún bar cercano. Y debieron hacerlo porque no regresaron hasta el final de la película, que empezó con gran retraso, pues hubo de desmontarse la mesa para poner la pantalla, debieron perderse tan sólo los últimos diez minutos del partido. En consecuencia: entre el final de la charla y el comienzo del metraje ocurrió lo dicho, abandono de ancianos y jóvenes, cosa que se triplicó al final del metraje sin esperar la mesa redonda con el público... Y malestar, no sé si lo notaron, pero hubo bastantes murmullos de malestar entre el público con esa actitud. Sólo nos quedamos los más pacientes, curiosos y satisfechos con el metraje.
José Luis Garci, polémicas aparte que pueda suscitar en muchos su persona acerca de su forma de ser o sus creencias, es un gran cineasta, realmente conoce muy bien el cine clásico, y es una mina de conocimiento cinematográfico que siempre es un placer escuchar, ya sea en la televisión o, como en este caso, en persona.
La cuestión es que el año pasado ganó el Premio Ciudad de Alcalá por su trayectoria y este año el ayuntamientos le ha organizado una retrospectiva a lo largo de abril y mayo que se abría ayer. Todas las proyecciones son gratuitas hasta completar aforo y se acompañan de tertulias de las que el público puede participar. En la primera tertulia estaba el mísmisimo Garci con Gil Parrondo, lo que era un lujo que me resultó inevitable al que acudir. Más aún teniendo en cuenta que tenía la espina de no haber visto jamás antes la película que iniciaba el ciclo, Volver a empezar (1982). Otras películas que se proyectarán cada martes serán You're the one (una historia de entonces) (2000), Canción de cuna (1994), El abuelo (1998), El Crack (1981), Tiovivo c.1950 (2004), Luz de domingo (2007) y Holmes & Watson, Madrid days (2012), esta última se rodó en Alcalá de Henares, en concreto se usó bastante el Palacio Arzobispal. Hay más detalles por aquí. La semana que viene en la tertulia creo que estará el periodista y aficionado al cine Juan Manuel de Prada.
Uno no comparte que fuese el alcalde Javier Bello quien estuviera en aquella mesa redonda para hablar de cine. Siempre que traen a alguien famoso o importante al teatro para esta clase de actos hay alguien en la mesa de preguntas o que es concejal del Partido Popular o que es un muy conocido militante del Partido Popular, en este caso, con total descaro: el alcalde. ¿Para hablar de cine? En teoría. En realidad no dijo ni una palabra de cine, todo lo que dijo es un "yo me lo guiso, yo me lo como, que guapo soy y que culito tengo". Un acto político de autobombo tremendo adornado de piropos a Garci. En general, harta ver siempre el mismo soniquete. ¿Por qué el alcalde y no un o una concejal esta vez? Será porque le gusta Garci, o será porque estamos en precampaña electoral para las europeas. Entre el público estaba otro concejal, el de educación y Universidad, creo, Francisco Bernáldez, lo que me parece correcto y lógico, aunque debiera haber estado la de Cultura, María Dolores Cabañas, que no estuvo. No hubo nadie de la oposición política salvo uno, el concejal de España2000, Rafael Ripoll, que encima, para hacer acto de presencia, tomó la palabra en la mesa redonda, a pesar de que hubiera sido interesante menos acaparar los turnos de palabra de la mesa redonda los cargos políticos y dejar que lo disfrutasen los ciudadanos. ¿O es que el acto no se hacía para los ciudadanos? Al menos este otro concejal sí se centró en un comentario y una pregunta cinematrográfica, en torno a la historia de amor entre los personajes que interpretaban Antonio Ferrandis y Encarna Paso, a la que comparó con la de Robin y Marian (1976, Richard Lester). Otro que estaba entre el público y que también tomó la palabra fue el director del Archivo General de la Administración, Alfonso Dávila. También hizo una pregunta de cine, pero relacionada con el exilio real, ya que la historia de amor del metraje se encuadra en el contexto del exilio, en este caso relacionada con el científico Severo Ochoa. Bueno, como ciudadano y como espectador, y sé personalmente que es un cinéfilo, es lógico que pregunte, tan sólo un detalle, él fue uno de los que habían ido con Garci a tomar algo para ver el partido, creo que en ese momento privado ya tuvo mucho de lo que hablar con él sin necesidad de participar de esa mesa redonda que en principio era para los ciudadanos más comunes. No sé, quizá es que vio que nadie se animaba, aunque en realidad sí lo hicieron varios ciudadanos comunes y anónimos, entre ellos yo mismo, y quiso con su acto animar, o quizá es que tenía curiosidad o ganas de compartirlo. Es posible, no sé. Como sea, da igual. Lo cierto es que lo más importante era que el teatro se había llenado al principio de mucha gente que quería ver el metraje y al director.
Volver a empezar ganó el Oscar a mejor película extranjera en 1982. Fue la primera película española en ganarlo, aunque como recordó Torres-Dulce hubo antes, en otras décadas, otros españoles que ganaron Oscars en apartados técnicos en producciones estadounidenses. En este sentido formulé yo mi pregunta recordándoles que Garci era el primer español en recibir un Oscar como director en nombre de España, pero que ya había otro anterior que, por su exilio, lo había recibido en nombre de Francia, Luis Buñuel. No sólo lo reconocieron sino que además le elogiaron y rememoraron muchas cuestiones de su vida y muchas anécdotas, como por ejemplo una no muy conocida, y es que Buñuel buscó los exteriores de Tristana (1970) en Alcalá de Henares, pero que al final descartó a la ciudad.
La película tenía unas connotaciones políticas y sociales en 1982 que no tiene hoy. Como ellos recordaron, el año anterior, 1981, se había producido el intento de golpe de Estado de Tejeros y el metraje no dejaba de ser una historia de amor entre dos personas de la tercera edad en 1982 que se habían separado forzosamente en 1938 porque él, a causa de la guerra y la dictadura de Franco, se había exiliado a Estados Unidos, de donde tenía ya hasta la nacionalidad. Él, Premio Nobel de Literatura, regresa a Gijón, en Asturias, un lugar realmente republicano hasta la médula, brevemente para retomar lo interrumpido, que no sólo es esta historia de amor. Y no cuento más para quien no la haya visto, salvo que Gil Parrondo hizo un magnífico trabajo artísitico, ya que son los decorados y exteriores los que con detenimiento visual más nos cuentan de una historia simple que, en cierto modo, estaba de moda en la época desde Love Story (1970, Arthur Hiller). En buena parte Garci reconoció que el guión lo hizo en dos semanas y que se basaba en su padre, que era republicano y que estuvo a punto de exiliarse, cosa que no hizo, y en Albajara, un poeta amigo de su padre que sí se exilió, el cual da nombre al protagonista que interpreta Antonio Ferrandis. De hecho hay numerosos guiños a ambos, incluída la pertenencia al equipo de fútbol Sporting de Gijón. En todo caso, Garci, Rioyo, Torres-Dulce y Gil Parrondo, coincidían en que las primeras películas de Garci eran películas que hablaban de la Transición y hechas durante la Transición. Y esto lo prolongan a lo largo de sus ocho primeras películas de las veinte que actualmente tiene. Si bien Garci decía que la película más perfecta que había hecho para su gusto de esta temática había sido Las verdes praderas (1979).
Una pareja de bachilleres de 19 años, según se autoidentificaron ella y él, le preguntaron por qué había sido tan benigno con el Rey Juan Carlos I en el metraje, al cual interpreta en voz Pedro Ruíz, hasta el punto de insinuar que le darían el Premio Nobel de la Paz. "En este país es más fácil separarse que darse la mano, por eso intento hacer películas que nos unan", contestó Garci, "soy más de la dignación que de la indignación". Explicó que su padre era republicano, como ya se ha dicho, y dijo subconscientemente "pero no tenía ningún delito", lo que me parece algo injusto, pese a que lo dijera subconscientemente, Hubo muchos miles de republicanos que sin tener delitos, como él dice, fueron privados de su trabajo, de sus propiedades, algunos condenados a cárcel, otros llevados a campos de concentración, muchos fusilados, otros torturados, otros separados de sus hijos, otros marcados socialmente todo lo que duró la dictadura, algunos con la policía política social controlándoles por siempre, otros desterrados de su provincia. Quizá ahí tenía que haber hecho otro tipo de reflexión, o el mismo, pero más consecuente. Para Garci, según sus palabras literales, la Transición fue ejemplar porque se hizo sin sangre, sin nada de sangre, ni un sólo muerto, lo remarcó todo él, y que eso se logró gracias a un artífice que lo orquestó que, para él, era el rey como gran conciliador. Olvidaba Garci que sí hubo muertos. Los hubo en el despacho de los abogados laboralistas de la calle Atocha, los hubo en Montejurra, los hubo en el montaje policial del atentado del Teatro Scala, los hubo en manifestaciones de huelgas obreras donde algún policía nacional disparó con fuego real, los hubo también por parte de la banda terrorista vasca ETA, los hubo por parte de la banda terrorista GRAPO, etcétera. Es verdad que esto no desembocó en una guerra y que la situación era muy delicada. Pero yo no creo que el gran artífice fuese sólo el Rey. Creo que la sociedad y los movimientos sociales fueron realmente los protagonistas, pero esto es otro debate de Historia. Quizá los jovencitos de 19 años no conocían que Garci es un hombre conservador y monárquico, cosa que nunca ha ocultado, a pesar de que es un hombre respetuoso con personas que piensan de otro modo.
En todo caso, la película está dedicada no sólo a su padre, sino también a toda la juventud de los años 1930, la cual es una generación interrumpida. Se lee incluso en el final de la película. Es verdad. Ahora tenemos en nuestras manos otra generación perdida, que se está perdiendo, la mía y aledaña. Nos han robado la juventud y nos roban el futuro, a nadie se le escapa que cuando se acabe la crisis de verdad, según los años que calculan, los de mi generación y aledaños tendremos cerca de los cuarenta años, y si hoy no nos contratan por no tener trabajo, o al que contratan lo contratan en pésimas condiciones, mañana, por cuarentones, no nos contratarán tampoco. Y pasado mañana, cuando seamos viejos, pediremos por las calles. Así que la generación perdida de los años 1930 por la guerra, la dictadura y el exilio tiene en cierto modo con qué darse la mano con la generación de jóvenes de los años 2008 a la actualidad. Somos generaciones a los que nos han robado el futuro prometido. La película, en otras claves, se entiende emocionalmente muy bien. Una espectadora le dijo que vio la película de joven y que ahora, treinta y dos años después, le parecía otra. Garci le dijo que no cambiábamos nosotros, sino las películas, que depende de cuando las vieras las ves con unos u otros ojos. Quizá ahora, para la gente de mi generación, esta película melancólica y preciosa, tiene mucho sentido, una gran carga emocional de sentido.
"Yo soy más del plano antiguo", dijo Garci, que confesó que no votaba desde hace dos años en los Oscars porque el sistema de voto se había deshumanizado, mecanizado al máximo, como si llamaras a una teleoperadora. Yo también soy más del plano antiguo.
Saludos y que la cerveza os acompañe.
No hay comentarios:
Publicar un comentario