Armand Guerra fue un cineasta español que se formó en Francia desde 1913, siendo por entonces el único director, actor y relatista español que había entonces en París. Su nombre real era José Estívalis, pero en 1914 iba a estallar la Primera Guerra Mundial y él, en broma, adoptó como nombre artístico Armand[o] Guerra. Había creado una cooperativa obrera de cineastas en Francia. Escribió artículos en revistas de cine francesas, españolas y alemanas. Hizo películas propias en España, donde fundó la productora Cervantes Films. Precisamente en Alcalá de Henares, de donde era Cervantes, conoció a su esposa en 1917, la cual trabajaba en una fábrica. Fue mientras buscaba localizaciones para una de sus películas hoy perdidas. Dicidió irse a Alemania en 1920. Allí trabajó con gente como Mornau, Fritz Lang o Newmann en los prestigiosos estudios UFA. Desempeñó todo tipo de trabajos, entre ellos el de guionista, pero apenas dejó su firma en alguno. Es difícil rastrear su enorme actividad en la Meca del cine europeo de la época. En 1926 había inventado un aparato para crear cine sonoro. Lo presentó en Valencia, pero no le hicieron caso, el invento del cine sonoro terminaría siendo norteamericano en 1927, y en España no llegaría hasta 1930, año en el que regresaría Armand Guerra.
Desde comienzos del año pasado conocí una película española un tanto desconocida que alguna vez he mencionado en esta bitácora en otros artículos sobre cine o cineastas, hablo de Carne de fieras, rodada en 1936. Era de Armand Guerra, un anarcosindicalista que, aparte de todo lo dicho antes, había viajado por toda la Europa Oriental y Central anterior a la Primera Guerra Mundial. Un hombre de mundo. Su último largometraje de ficción tuvo la desgracia de coincidir sus días de rodaje con aquellos días de julio en los que estalló la guerra civil española. Se encontraba en Madrid y su sindicato, la CNT, le pidió que siguiera rodando en lugar de ir a las milicias, porque se necesitaba que la gente mantuviera sus puestos de trabajo y sus sueldos, aparte de querer dar una apariencia de actividad normal en la capital. Carne de fieras se terminó, pero Armand Guerra deseaba servir a la república aunque fuera rodando reportajes de guerra. Por ello abandonó las cintas en manos de su equipo para que fueran montadas, pero estas no pudieron ser montadas y fueron olvidadas hasta que alguien en los años 1980 recuperó una parte para pasarlas a video de manera deficitaria. Armand Guerra había muerto exiliado tras pasar por un campo de concentración en 1939. Su viuda quedaría tan marcada por el dolor que jamás quiso remover la memoria de su esposo. Fue su hija, animada por una serie de historiadores del cine y de la guerra civil quien recuperó la memoria de su padre cuando su madre murió. En 1992 la Filmoteca de Zaragoza había recuperado, restaurado y montado Carne de fieras. El largometraje no tiene que ver con cine bélico ni con propaganda. Es un melodrama con algunas ideas sobre una sociedad nueva donde las familias no tengan que seguir los cánones cristianos. Trataba personajes marginales en una realidad pura y con actores no profesionales. En definitiva tenía todas las características del neorrealismo, que como se sabe no sería inventado hasta 1943 por los directores de cine italianos. España se pudo haber adelantado en la invención de esta tendencia, pues en 2010 aparecieron restauradas para el público otras cintas con las mismas características también de cineastas anarquistas. Todas eran películas de ficción no bélicas ni propagandistas con las características que definirían siete años más tarde el neorrealismo italiano. Carne de fieras incluye además cuestiones tan atrevidas como un desnudo integral femenino en pleno 1936. Este es el cine que pudo ser y no fue. A través de estas películas descubrimos cómo España pudo haber torcido una senda en el lenguaje cinematográfico y como esta quedó relegada a la nada.
Mauricio Basterra, un buen y antiguo mío, me dio la oportunidad de ser el primero que escribía en su bitácora un artículo entero expresamente para ella. Así pues, allí, para los más interesados, os hablo intensamente de quién fue Armand Guerra y qué significaba su película, así como los desgraciados pormenores de su rodaje, en el que, por otra parte, se colaron de fondo milicianos armados de la vida real. Lo podéis leer desde ya pulsando en:
Y en breve espero publicar un segundo artículo en El Tornillo de Klaus sobre el resto de aquellas películas que os he citado. Espero que os interese. Saludos y que la cerveza os acompañe.
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