¿Y qué escribir cuando uno tiene tanto que decir y sin embargo no lo puede escribir? En las últimas semanas han ocurrido varias cosas en mi vida, a cada cual haciendo apuestas por ver cuál era el mayor batacazo. Y así voy. Mañana es mi último / penúltimo día de trabajo como becario de colaboración en el Archivo Obrero. El viernes me lo dan libre y deberé regresar sólo el 1 de septiembre para decirles cómo organicé su fondo del exilio parisino, la tesorería, solidaridad democrática... Así es la vida del becario. No tenemos contrato laboral, no cotizamos seguridad social, no contamos a la hora de ser defendidos como trabajadores, y podemos ser despedidos de nuestro trabajo (que no está reconocido legal y burocráticamente como trabajo) en cualquier momento sin previo aviso. En este caso por un final de los fondos de beca del Ministerio de Cultura. Mi jefe me dijo que volverían a solicitarla y que me llamarían si se la conceden... Me temo que eso lo veo difícil. Y sin embargo, trabajé casi como si fuera el jefe de una sección... de un fondo de archivo. Y luego está mi vida privada, esa que se empeña en repetirse en determinado aspecto. Será mejor no ahondar en esto por estos lares, aunque escribir tal vez me desahogaría. Mañana es casi mi último día, lo será en lo práctico, en lo formal lo será el 1 de septiembre. Vivía al día, cada mes, como ya dije, cerraba con menos 10 ó menos 20 euros, algo muy justito, muy ajustado. Ahora cobraré julio para pasar agosto. Luego... luego sólo será otro momento. Que la cerveza os acompañe, por hoy... a ver si la próxima entrada levanto esto un poco, hoy no tengo muchas ganas de escribir... bueno, sí, sí las tengo, pero me paro, borro, escribo, borro... pienso "¿cómo voy a publicar esto?" Y vuelta a empezar. Me autocensuro. Hoy mejor que lo dejamos aquí... El mañana será otro día.
COMPAÑERA BECARIA: Te voy a quitar tus cajas [para guardar cosas suyas]
ResponderEliminarCANICHU: Cógelas todas. Después de mañana te las doy todas.
COMPAÑERA BECARIA: ¿Te vas de vacaciones ya y no vienes el viernes?
CANICHU: Me voy, en general.
COMPAÑERA BIBLIOTECARIA: ¿Te han dado trabajo en otro sitio?
CANICHU: No, que me dijeron ayer que ya me voy.
COMPAÑERA BIBLIOTECARIA: Pero ¿cuándo te lo dijeron?
CANICHU: Ayer, por teléfono, y luego el jefe habló conmigo en persona.
COMPAÑERA BIBLIOTECARIA: No sabía nada... Me dejas...
CANICHU: Sí, sí, te dejo, eso es.
COMPAÑERA BECARIA: Pero...
CANICHU: Mañana es mi último día, coge todas las cajas que quieras.
Sonó el despertador y no quería levantarme. Mi gata vino a maullarme a pie de cama ante la anomalía. Sonó Crack a mi lado y se desplomó algo, la gata salió corriendo. Una balda de mi estantería ha quebrado. Hoy empiezo mi último día de trabajo. No comienza bien. Pero me dicen que tengo un doble cósmico en Bretaña que parece feliz.
ResponderEliminarLa vida es lucha, compañero. Por lo menos arregla la balda que se ha roto, que volver al paro con los libros esparramados por ahí deprime más.
ResponderEliminarJo, siento leer esto...ya sé que no es un consuelo, pero a una servidora estas cosas le han servido para luchar y conseguir algo aplazado...no sé, no sé, desparrama, habla, grita, quéjate o no, lo que más te plazca y cuando sueltes todo, p'alante que tu sabes...y un abrazo y un besote
ResponderEliminarLo siento.
ResponderEliminarOdio los comentarios optimistas sin sentido, pero siempre será cierto que toda etapa que concluye abre una nueva, que no tiene porqué ser mejor, pero para mí todo cambio siempre es emocionante, significa que estamos vivos, que la vida es puro dinamismo, que no caemos en la monotonía ni la resignación.
En mi caso me queda una semana de trabajo y no pienso más que en los nuevos proyectos en los que embarcarme.