Ziryab era un músico musulmán que llegó a la corte del Rey de al-Andalus, Abd al-Rahman II. Ziryab no me llamaría la atención si no fuera porque disfrutó en vida de la misma fama que los músicos del siglo XX... sólo que él vivió de 789 a 857. De origen irakí o armenio, negro o de tez oscura, no se sabe bien, el éxito de sus poemas y sus canciones le precedían por todas partes. Su voz, que obviamente no nos ha llegado, era elogiada por todos los que escribieron sobre él. Abd al-Rahman II era uno de sus incondicionales seguidores, por eso le llamó a su Corte para que tocara su música para él, en la capital, en Córdoba. Hasta aquí ya ha tenido algunas coincidencias con los músicos famosos del siglo XX, sólo que con el mérito de no existir las telecomunicaciones de hoy día, ni radios, ni televisiones, ni ordenadores, ni soportes del tipo music cassettes, vinilos, pizarras, discos compactos, mp3 o cualquier otro. Nada. Pero ahora llega otra cuestión que le asemeja a un rock star, Abd al-Rahman II le concedió una casa espectacular, tierras, trigo y cebada al año en toneladas, 40.000 dinares y 200 más al mes... Supongo que no estamos muy puestos en lo que es el valor de un dinar, pero para hacernos una idea diré que en la misma época el gobernador de Toledo, o sea un alto cargo político, cobraba 300 dinares al mes, el sahib de la Medina de Córdoba cobraba 100, el encargado del mercado, 30, y cada uno de los encargados de custodiar el Tesoro Real 20 dinares al mes... Así que Ziryab al recibir 40.000 dinares, más 200 al mes y las tierras, la casa y los cereales con los que podía negociar, tenía desde luego el estatus de un contrato millonario. Aún más, un entusiasmado Abd al-Rahman II con su música le concedió el derecho a cobrar dos clases de impuestos en las tierras que le dejó a su cargo. ¿Qué hubiera sido de la fortuna de este hombre si hubiera podido grabar discos? Sobre todo si el añadimos que incluso influyó en la moda de vestir de al-Andalus... los nobles se querían vestir como él...
No sé qué cantaría Ziryab, aunque supongo que se pueden encontrar libros o webs con alguna de sus letras. Qué diferente era su caso al del poeta Ibn al-Simr. Sus poemas también gustaron mucho a Abd al-Rahman II, y también le llamó a su Corte. Le concedió para vivir dos tiendas en los arrabales de Córdoba que apenas rentaban 24 dinares... al año. Con todo, este poeta declaraba por escrito que era cantidad más que suficiente para él para vivir como deseaba. supongo que sus palabras implicaban mucho más acerca del arte y una filosofía de vida ante el mismo. Pero también estas diferencias de percepción artística y de filosofía de vida se dan en nuestros días entre diferentes autores... y en las vidas comunes de la gente común.
Ziryab o Ibn al-Simr, he ahí la cuestión.
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ResponderEliminarSin conocer en absoluto la obra de ninguno de los dos, me inclino a pensar, de forma totalmente prejuiciosa, que Ibn al-Simr era más talentoso y sobre todo, más inteligente que Ziryab, que sería todo pose, siguiendo el paralelismo con las estrellas del Rock. Por eso a uno le solucionaron la vida y al otro le metieron en un arrabal, como a Arrabal.
ResponderEliminarUn saludo
PD. el comentario borrado de más arriba era mío, que me he hehco un pequeño lío, pero venía a decir lo mismo.
Parece ser que Ziryab, tras leer un pcoo más de él, introdujo instrumentos de cuerda en España que derivarían en la guitarra... algo de genio tendría... pero sí que parece que le gustaba el lujo... Como a los grandes de hoy habría que ver como era el Ziryab joven y el Ziryab viejo... Ya sabemos lo que hoy día ha pasado con muchos músicos de los 1960'... Un saludo.
ResponderEliminarBueno, no dejaré que la realidad me estropee un buen prejuicio.
ResponderEliminarMi comentario vençia motivado por cierto escepticismo respecto a los grandes rockeros de los 60, y en general todo el movimiento contracultural de la época. No entro en cuestiones de talento de musical, que creo que es independiente de esto, sino de de imagen. En este sentido, creo que es Houellebecq quien llama la atención sobre los parabienes que desde el primer momento reibieron muchos de los grandes (y algunos no tan grandes) por gracia de la cultura de masas. Esto es, lujos, mujeres y prestigio, "privilegios" que hasta eran más frecuentes en líderes políticos y personajes similares que en personas ligadas a lo que no deja de ser algo tan banal (e importante) como el entretenimiento. Seguramente Ziyab sea la prueba de que Houellebecq se equivoca en parte, pero pese a todo no deja de ser curiosa el tratamiento casi divino que han comenzado a recibir de manera habitual algunos personajes desde entonces. Primero fueron músicos, ahora también deportistas de élite y en el futuro ya veremos.