Joan Carles Ambrojo, periodista, escribía hoy un largo reportaje de dos hojas llamado “La precariedad laboral es nefasta para la salud”, publicado en EL PAÍS, nº 11.410, Martes, 9 de septiembre de 2008. En él se lee lo siguiente entre otras muchas cosas:
“Tal vez se queja más, o más alto, quien vuelve de vacaciones y sufre el síndrome postvacacional. Pero hay quien tiene muchos más motivos, seguramente más callados para lamentar su suerte: los parados y los trabajadores que se ven obligados a empleos precarios ajenos a su formación y escasos para pagar sus facturas. ¿Qué impacto está teniendo la crisis en ellos? ¿Cómo viven emocionalmente esta situación? ¿En qué medida afecta a su salud? (…) Desde hace décadas se estudia cómo influyen las condiciones laborales y el paro en la salud. (…) El desempleo y la precariedad no afectan por igual a todas las personas, pero pueden provocar desestabilización emocional, la pérdida de confianza en uno mismo, la sensación de sentimientos de inferioridad o de pesimismo si la situación se prolonga, y en los casos más extremos, mayor riesgo de sufrir trastornos depresivos.”
Este es un tema interesante. El reconocimiento por entidades médicas estadísticas de una enfermedad real en la psicología de las personas derivadas de la ausencia de trabajo o de la inestabilidad del mismo. Obviamente el Estado no lo reconoce como enfermedad laboral, desbordaría la Seguridad Social... aunque antes de desbordar el sistema de prestaciones más valdría prevenir, mejorando las condiciones laborales y empezando a acabar con los trabajos más precarios o con las altas tasas de desempleo, o cuando menos dando salida laboral a aquellos que más tiempo llevan en las listas de desempleados. Claro que el estudio también indica que no basta con tener un empleo, y que no sea excesivamente inestable, sino que este cumpla con las expectativas que la persona tiene de sí misma. Los estados de ansiedad, depresión o baja estima, por otra parte, está comprobado que atraen a un mayor número de probabilidades de padecer otras enfermedades ahora ya físicas o incluso disparan la posibilidad de morir antes de tiempo en los casos más graves. No es cuestión ahora de volver a hablar de las muchas deficiencias de España en lo laboral y el despilfarro de su mucha gente preparada en puestos de baja cualificación, nula cualificación, o el desempleo. Pero sí me ha parecido importante reproducir ese texto del periódico de hoy. Quizá en parte me sienta un poco afectado, por cuanto aunque he trabajado últimamente de camarero o transportando obras de arte, sigo oficialmente desempleado, ya que todo ha sido como free, esto es tanto como decir esporádicamente por voluntad... aunque la voluntad es la del empresario y la necesidad absoluta del trabajador de tener medios de vida. O quizá por mi interés y afición a la psicología. En todo caso, y al margen de mi vida particular, creo que este reportaje es necesario, ya que marca una sensibilidad psicológica hacia los desempleados y los empleados inestables y los precarios, que debe desarrollarse por parte de la sociedad, pero también por parte de sindicatos, Estado y otros entes que puedan tratar de poner remedio. Pero sobre todo la sociedad, ya que los individuos viven en sociedad y esta la que crea las circunstancias. Todos somos la sociedad. Quizá hay que concienciar más en esta sensibilidad, desde la persona de recursos humanos cuando entrevista a alguien en el desempleo desde hace un año o que opta a puestos de cualificación por debajo de las posibilidades del solicitante, a las personas del entorno que tratan a la persona en cuestión. El remedio está en la autoestima, pero esta no sube sola, por más que la persona afectada es la única en lograrlo. Todos somos la sociedad.
Este es un tema interesante. El reconocimiento por entidades médicas estadísticas de una enfermedad real en la psicología de las personas derivadas de la ausencia de trabajo o de la inestabilidad del mismo. Obviamente el Estado no lo reconoce como enfermedad laboral, desbordaría la Seguridad Social... aunque antes de desbordar el sistema de prestaciones más valdría prevenir, mejorando las condiciones laborales y empezando a acabar con los trabajos más precarios o con las altas tasas de desempleo, o cuando menos dando salida laboral a aquellos que más tiempo llevan en las listas de desempleados. Claro que el estudio también indica que no basta con tener un empleo, y que no sea excesivamente inestable, sino que este cumpla con las expectativas que la persona tiene de sí misma. Los estados de ansiedad, depresión o baja estima, por otra parte, está comprobado que atraen a un mayor número de probabilidades de padecer otras enfermedades ahora ya físicas o incluso disparan la posibilidad de morir antes de tiempo en los casos más graves. No es cuestión ahora de volver a hablar de las muchas deficiencias de España en lo laboral y el despilfarro de su mucha gente preparada en puestos de baja cualificación, nula cualificación, o el desempleo. Pero sí me ha parecido importante reproducir ese texto del periódico de hoy. Quizá en parte me sienta un poco afectado, por cuanto aunque he trabajado últimamente de camarero o transportando obras de arte, sigo oficialmente desempleado, ya que todo ha sido como free, esto es tanto como decir esporádicamente por voluntad... aunque la voluntad es la del empresario y la necesidad absoluta del trabajador de tener medios de vida. O quizá por mi interés y afición a la psicología. En todo caso, y al margen de mi vida particular, creo que este reportaje es necesario, ya que marca una sensibilidad psicológica hacia los desempleados y los empleados inestables y los precarios, que debe desarrollarse por parte de la sociedad, pero también por parte de sindicatos, Estado y otros entes que puedan tratar de poner remedio. Pero sobre todo la sociedad, ya que los individuos viven en sociedad y esta la que crea las circunstancias. Todos somos la sociedad. Quizá hay que concienciar más en esta sensibilidad, desde la persona de recursos humanos cuando entrevista a alguien en el desempleo desde hace un año o que opta a puestos de cualificación por debajo de las posibilidades del solicitante, a las personas del entorno que tratan a la persona en cuestión. El remedio está en la autoestima, pero esta no sube sola, por más que la persona afectada es la única en lograrlo. Todos somos la sociedad.
Fraternidad es la palabra que usan muchos lemas revolucionarios, empezando por todas las democracias, pues es en la fraternidad donde se debe dar esta sensibilidad y tratar de ayudar. Con estos estudios psicológicos y médicos se puede entender que el desempleo es una lacra, por cuanto apuntala a la persona y la minimiza dentro de sí misma. En eso consiste en tener baja autoestima, deprimirse, infravalorarse... La ambición de unos cuantos no debería permitirse si esta implica la continuidad del desempleo o de los trabajos inestables y precarios, de las lacras, que sin duda se completaran cuando los afectados se ven agobiados con facturas e hipotecas. La igualdad, la fraternidad, la libertad, no se pueden ejercer correctamente si se vive afectado por una lacra. Todos somos la sociedad, y para poder disfrutar de nuestra propia persona felizmente se debe no estar enfermo de forma grave, y es sin duda la baja autoestima o la depresión algo grave, enfermedades de la mente. Quizá sea una quimera que desaparezca el desempleo, o la necesidad de empleo para vivir, o que desaparezca la inestabilidad laboral, los acosos de facturas, o la precariedad, pero nunca será una quimera, al menos, el apoyo y comprensión de la sensibilidad de las personas del entorno de los afectados. Queda abierta la reflexión.
Muy oportuna tu reflexión, justo hoy que no he dejado de oir la cantidad de gente que se va a ir al paro, en concreto en industrias automovilísticas. Se destacaba como noticia importante, y no es para menos, ya que, si todavía estamos hablando de lo difícil de llegar a fin de meses con sueldos miserables... ¿qué hacer sin tan siquiera eso poco?
ResponderEliminarTodos somos la sociedad, pero "ande yo caliente... ríase la gente". Algunos no se permite el lujo de mirar más allá de sí mismos, no vaya a ser que puedan sentir culpables.
Creo que este tipo de enfermedades van a ser de las peores en los próximos años, porque de momento no han dejado de aumentar los casos. Hace años se hablaba del estress como "nueva enfermedad", y ahora nos encontramos con lo contrario: grandes profesionales desaprovechados, sintiéndose poco menos que una carga para la sociedad.
Y aquí lanzo yo mi reflexión: ¿por qué prescindir de tantos TRABAJADORES que cobran dos duros, habiendo tantos directivos (VAGOS, INÚTILES) cuyo único cometido es chupar a sus empresas miles de euros? Señores, piénselo bien, porque yo no lo veo rentable. Y mucho menos, inteligente.
¿Qué podría añadir, si me quedan 7 euros en el banco, y este mes sólo podré trabajar de mi oficio el día 19, el 20 y el 21, teniendo que pagar una matrícula de universidad que supera los 600 euros?
ResponderEliminarTodo cierto, añadir que la autoestima no está solo en relación con la satisfacción en el trabajo, si fuera así los que lo tienen estarían fuera de riesgo, y no es así.
ResponderEliminarLa autoestima tiene mucho que ver con la vida sentimental, y añade infancia, añade construcción, añade reflexión sobre uno mismo, añade amor, añade besos, añade charla, añade satisfacción, por resumir. El trabajo no trae nada de eso, es solo un cumplimiento básico, seguramente, o eso es para lo que vivimos desde que se inventó la producción tal y como hoy la entendemos. Otro planteamiento de vida es necesario, pero claro, eso no se hace en dos días, a lo peor nunca. Mientras tanto, pies a la tierra, a pisar lo que se pueda para mantener la misma mierda. Condenas.
Por mí, el mito del trabajo que se vaya al carajo. Tienes cabeza de sobra para trabajar en mil cosas. ¿Si te aconsejo un objetivo me mandarás al cuerno?
Un abrazo