Nos ha ocurrido algo extraño. Los indicadores de La Alnitak decían que en nuestro trayecto el próximo planeta era La Tierra. Pero hace catorce días que salimos de ella en dirección a Crepúsculo, algunos menos en tiempo terrestre dado lo que nos ocurrío en la nube gas en la que entramos hace unos días. Era imposible que fuera La Tierra, aunque ciertamente se asemejaba. Decidimos aterrizar para ver de qué se trataba aquello.
Ojo se quedó en la nave para que su presencia no llamara la atención en caso de ser La Tierra de verdad. Me dirigí al primer bar que vi abierto de la ciudad más cercana. Era de noche. El camarero, un ser perfectamente humano, se llamaba Tortlon, lo que desde luego no me recordaba a nombres como Antonio, Javier, Francisco, Olivier, John o Alí, aunque sí al nombre de la blogosfera de uno de los lectores frecuentes de esta bitácora. Claro que mi nave espacial lleva el nombre de otra lectora, Alnitak, que me saludó al comienzo de este viaje. Tortlon me sirvió unas cervezas perfectamente terráqueas, con una etiqueta de Mahou perfectamente igual a la que estoy acostumbrado. En mi conversación con él igualmente conocía ciudades que se asemejaban a las de la Tierra, si no es que eran iguales. Decidí probar suerte con otra persona y me acerqué a una chica que bebía cerca de mí. Su nombre era Ad Libitum, lo que volvía a ser inusual.
Ad Libitum tenía una conversación fluída, pero ocultaba algo. Tenía como cierto miedo. Creí sobreentender que insunuaba que no era seguro hablar de ciertos temas, cuando lo único que estábamos haciendo era hablar de ciudades, de echos históricos, y de todo aquello que yo quería sacar en la conversación de modo casual aunque con la secreta intención de cotejarlo con mis conocimientos de La Tierra. Al cabo de media hora de conversación se acercó un chico joven y se la llevó con una sonrisa en los labios pero una mirada sobrecogedora en los ojos. Se había presentado como su pareja, aunque la palidez y actitud de Ad Libitum no parecían de enamorada. En principio creí aquello, aunque me pareciese raro. Quizá él la maltrataba o habían discutido hacía poco, o era muy celoso. Me disponía a buscar a otra persona con la mirada para seguir mi indagación cuando vi que aquel chico no se iba con ella por la puerta principal sino que sacaba a Ad Libitum por una puerta trasera. Atravesé el local hacia ellos aunque algunas personas trataron de pararme con excusas como pedirme cigarrillos o fuego, cuando instantes antes nadie había reparado casi en mí.
La puerta trasera daba a un callejón. Ad Libitum había sido montada en un coche y se alejaba a toda prisa de allí. El chico permanecía en la calle pero no le dio tiempo a esquivarme. Le derribé de un puñetazo en la cara y le levanté zarandeándole. Aprastándole contra la pared le pregunté quién era. Con la nariz sangrando se resistió a contestar, pero lo hizo cuando recibió otro golpe contra pared que le hizo sangrar la frente. Dijo llamarse 4.809 y que este era su primer empleo donde sentía ser alguien útil, decía que sólo cumplía su deber para que no le hiciera más daño. Aquel planeta había sido rebautizado hacía poco La Tierra por las autoridades locales, aunque en realidad era Planeta Clon. La Federación Galáctica llevaba un tiempo instigándoles a volver al nombre de Planeta Clon por la imposibilidad de llamarse La Tierra, existiendo ya un planeta La Tierra. En todo caso, les exigían llamarse La Tierra 2. El asunto no se había resuelto y las autoridades llegaron a prohibir incluso que los habitantes recordasen de algún modo de su origen clon. Nadie debía decir que eran una copia como resultado de un parque temático, el cual quiso hacer otra civilización antes de ser arrasada en su gran mayoría por un gran meteorito en su propio planeta. Aunque habían aceptado recoger a una gran colonia de refugiados de aquella civilización materna, se negaban a reconocer sus orígenes, lo que había provocado diversas sanciones e incluso un bloqueo.
Entre tanto el planeta se había convertido en un lugar de corrupción donde muchos seres de otros sitios venían a divertirse por poco dinero, mientras los habitantes de Planeta Clon sufrían una dura dictadura que aunque les tapaba la boca no podía tapar las evidencias.
Una junta militar gobernaba Planeta Clon, dirigida por el hermano del dictador medio moribundo por vejez, pues era uno de los primeros clones, uno de aquellos que se rebelaron contra la situación de ser parte de un parque temático, y que había envejecido ejerciendo una opresión que había transformado a su planeta en un lugar tan corrupto por la supervivencia que volvía a ser otra clase de parque temático. No supo verlo. No quiso verlo.
Abandoné al joven 4.809 y volví al bar a tomarme un mojito. Al sentarme en el taburete de la barra del bar se me acercó una chica y me pidió invitarla a otro mojito para ella. Se llamaba 905. Era guapa. Tomamos unos mojitos y era tan simpática que la llevé a La Alnitak. Cuando salimos de la órbita de Planeta Clon la llevamos al primer lugar habitado que encontramos, donde por casualidad estaban Pony Trekker. Se quedo con ellos. Nosotros seguimos rumbo a Crepúsculo.
Grato cameo, sobre todo con "maus" de por medio.
ResponderEliminarEsto es lo más ocurrente que he leído en años...que un hombre se autodefina como mi pareja...no imaginas lo que me he reído.
ResponderEliminarUna pena que me hayan sacado antes de la ronda de mojitos (con lo que me gustan!!)