Amanecer quemado por asuntos económicos de mi trabajo. Os dejo con la tercera entrega de la Ruta de la Seda, y quedan tres... Bueno, en realidad no, creo que lo dejaré en dos más después de este. Un saludo y que la cerveza os acompañe.
EL INFORME DE LA RUTA DE LA SEDA ANTES DE LA EDAD MEDIA (3)
4. PEREGRINOS.
Esta etapa podría ser muy interesante dado que en ella la peregrinación ya no es tanto comercial, sino religiosa y por tanto más centrada en lo cultural. De hecho, muchos son los nombres de los peregrinos chinos que fueron a India. Algunos, la gran mayoría, nos son desconocidos, otros tan sólo se han conservado en cuanto al nombre o con pocos datos más de relevancia. Estos últimos serían los casos de Olopan, Kiho, Chang Kien, Fa Hsien (el cual hizo su viaje entre el 405 y el 411 y que no hay que confundir con Fa Hian), To Kwo Ki, Sung Yu o Hwei-Sang. Nombres que actualmente son un poco más fáciles de rastrear por medio de la red cibernética de Internet, pero que, aún así no dan muchos más datos de sí mismos.
Todos estos peregrinos chinos en tierras indias fueron atraídos allá por los lugares donde estuvo viviendo Buda entre unos ochocientos y novecientos años antes. Como veremos en el apartado de religión el budismo, que había nacido en India, se exportó hacia el oriente. De tal modo que en esta etapa de relaciones India-China, resultaba haber más budistas en China que en la propia India, que ahora tenían una mayoría de religión hinduísta. Todos estos peregrinos buscaban los lugares sagrados donde estuvo el Gautama, así como los lugares sagrados donde se levantaron las estupas con sus cenizas. Claro que también buscaban consultar y copiar algunas de las escrituras sagradas de su religión budista. Paralelamente, en el ahora más lejano que nunca occidente, ocurría lo mismo con los cristianos en Tierra Santa de Oriente Próximo. De allí también llegará un peregrino a India, Cosme Indicopleusta, en torno al 542 y 552. Su intención era conocer con exactitud la geografía del mundo y adaptarla a los preceptos de la Biblia, pues para él el Extremo Oriente debían ser las tierras abandonadas del Edén. Pero eso es otra historia. Turkestán, los montes Pamir, toda India (sobre todo el norte de la llanura Indogangeática donde se supone vivió Buda) y Ceilán, eran los lugares obligados para los peregrinos chinos. Es de suponer que estos viajes darían frutos en cuanto a influencias en una y otra zona geográfica afectadas, y no sólo en materia religiosa, ya que las costumbres, el arte, la filosofía o cualquier otra cosa que afecte al ser humano es fácilmente transmisible en contactos de culturas diferentes.
Los peregrinos más conocidos son Fa Hian y Hiuan Sang (también llamado en algunas fuentes como Hiuen Thsang o Hiuan Tsang).
La mayor parte de los datos de los que he podido disponer acerca de Fa Hian se hayan en un libro de Julio Verne, en uno de sus intentos por escribir historia, y este saca sus datos, a la vez, de Abel Nemusat, un francés que hizo acotaciones de costumbres tártaras y chinas en su traducción. Claro está que en Internet también hay datos disponibles, pero son pocos y fraccionados, cuando no imprecisos. Dada esta escasez de fuentes, y que la mejor fuente disponible puede estar contaminada, por así decirlo, en vistas del romanticismo de Nemusat y la exaltación novelística que a veces no puede evitar Verne, he de exponer la vida de un viajero relevante a base de remiendos cosidos lo mejor que se pueda, aunque con unos tejidos no demasiado apropiados. Para más gracia, el libro de Verne es la única edición editada en España en lengua española y fecha de... 1975. Puede quejarse el lector de la impropiedad de apuntar aquí cómo ha sido mi método en este apartado, pero creo necesario que conozca estos pormenores para que él mismo lea atentamente y juzgue bien lo que lee. Yo desde luego, intentaré relatar bien la experiencia de Fa Hian.
Fa Hian comenzó su viaje en el 399 para acabarlo sobre el 413. Tardó cinco años en ir de Chan’an (su lugar de origen) a la India central. Vivió allí seis años y tardó otros tres en llegar a la isla de Tsing-cho, de estos tres años de regreso, dos los pasó viviendo en Ceilán, el resto del tiempo fue su regreso a casa.
Fa Hian no realizó el viaje solo. Era un monje budista al que le acompañaron otros monjes budistas. Atravesando el desierto del Gobi y llegando a Lob nor (que Verne traduce como lago del Lobo), visitaron los pueblos de esa región. Estos les parecieron iguales en costumbres y tan sólo variaban, según ellos, en la lengua. Tras pasar la Tartaria, lugar donde no les gustó sus habitantes (no obstante los tártaros se emparentaban con los hunos y pasarían a ser los mongoles futuros, en breve) llegaron a Khotan, de la que anotaron que contaba “muchas veces con diez mil religiosos”. Esto se debía a sus múltiples conventos donde se podía descansar durante los viajes largos. A mi juicio esto sería una prueba de la reconversión de la ruta de la seda en una ruta de peregrinación religiosa. Khotan había sido uno de los centros de la ruta, y sin duda el budismo entró por esa ruta, de ahí su utilización para llegar a los lugares sagrados del budismo. Tras asistir a una procesión común a budistas y brahmanes siguieron su camino. Esa fiesta indica la existencia en esas tierras de una confluencia india y china, por mucho que Khotan se aleje del territorio propiamente indio. Sin embargo parece ser que hasta allí llegaban indios y chinos y ambos grupos se encontraban, compartiendo incluso una procesión religiosa. Atravesaron las frías montañas del Belistán afgano, donde dicen haber tenido que usar sus cilindros de metal para sus oraciones. Después de pasar estas etapas al fin llegan al territorio indio. Llegaron al valle del Indo, donde encuentran algunas ciudades que ellos nombran con nombres chinos, aunque son ciudades conocidas, como Peshawar o la ciudad de Hilo. Esos nombres chinos podrían indicar el conocimiento que ya de ellas tenían previamente. Otra prueba más de que los chinos habían estado en tierras indias con anterioridad. Pasan el Punjab muriendo uno de ellos. Pero llegados a Agra el balance de su viaje es una fascinación por todas las fiestas religiosas que se han encontrado y por el pacifismo de sus gentes, así como por su vegetarianismo (no obstante los budistas no comen carne). Se entretuvieron en el valle Indogangeático, de buen clima, según ellos y disertaron allí sobre el budismo. En su dirección hacia el Ganges se sorprendieron de la existencia de templos y monumentos en todos los lugares donde estuvo Buda. Llegaron a Magadha, donde vivió el Gautama, visitaron Benarés y Calcuta. Allí hablan de magos voladores. En este punto Fa Hian decidió embarcarse con unos comerciantes que iban a Ceilán. Allí coincidió con los últimos años de reinado del Rey Buddhadasa. Pudo comprobar que también allí no se paraba de construir templos a Buda, además de conocer a un Shaman llamado Ta-mo-kiu-ti, que llevaba cuarenta años viviendo dentro de una celda. Antes de llegar a su hogar de nuevo tuvo que residir por un tiempo en Java y en algunos lugares de Indochina.
Este es todo un ejemplo de viaje peregrino de un budista chino. Habla de regiones y de experiencias religiosas que, con toda seguridad, quedarían en el alma del viajero, sea este quien sea, y regresarían con él a China. Creando una mezcla cultural. E inversamente también, el viajero traería todo un mundo interior que debía dejar algo a su paso por India. Sobre todo después de tantos años de estancia.
De Hiuan Tsang no describiremos su ruta, pero sí diremos que estuvo en India entre el 640 y el 641. El norte indio había sido reunificado por Harsha Vardhana, a principios de ese siglo. Ese nuevo reino abrió de nuevo las relaciones diplomáticas con China, donde ahora estaba la dinastía Tsang. Hiuan Tsang visitó exactamente la región de Maharashtra. Loa la fertilidad de la tierra, la sabiduría y tolerancia de sus habitantes, su honestidad, su altura, ser agradecido o combatido según les traten, su valor y su desvivirse por ayudar al prójimo.
Esta etapa podría ser muy interesante dado que en ella la peregrinación ya no es tanto comercial, sino religiosa y por tanto más centrada en lo cultural. De hecho, muchos son los nombres de los peregrinos chinos que fueron a India. Algunos, la gran mayoría, nos son desconocidos, otros tan sólo se han conservado en cuanto al nombre o con pocos datos más de relevancia. Estos últimos serían los casos de Olopan, Kiho, Chang Kien, Fa Hsien (el cual hizo su viaje entre el 405 y el 411 y que no hay que confundir con Fa Hian), To Kwo Ki, Sung Yu o Hwei-Sang. Nombres que actualmente son un poco más fáciles de rastrear por medio de la red cibernética de Internet, pero que, aún así no dan muchos más datos de sí mismos.
Todos estos peregrinos chinos en tierras indias fueron atraídos allá por los lugares donde estuvo viviendo Buda entre unos ochocientos y novecientos años antes. Como veremos en el apartado de religión el budismo, que había nacido en India, se exportó hacia el oriente. De tal modo que en esta etapa de relaciones India-China, resultaba haber más budistas en China que en la propia India, que ahora tenían una mayoría de religión hinduísta. Todos estos peregrinos buscaban los lugares sagrados donde estuvo el Gautama, así como los lugares sagrados donde se levantaron las estupas con sus cenizas. Claro que también buscaban consultar y copiar algunas de las escrituras sagradas de su religión budista. Paralelamente, en el ahora más lejano que nunca occidente, ocurría lo mismo con los cristianos en Tierra Santa de Oriente Próximo. De allí también llegará un peregrino a India, Cosme Indicopleusta, en torno al 542 y 552. Su intención era conocer con exactitud la geografía del mundo y adaptarla a los preceptos de la Biblia, pues para él el Extremo Oriente debían ser las tierras abandonadas del Edén. Pero eso es otra historia. Turkestán, los montes Pamir, toda India (sobre todo el norte de la llanura Indogangeática donde se supone vivió Buda) y Ceilán, eran los lugares obligados para los peregrinos chinos. Es de suponer que estos viajes darían frutos en cuanto a influencias en una y otra zona geográfica afectadas, y no sólo en materia religiosa, ya que las costumbres, el arte, la filosofía o cualquier otra cosa que afecte al ser humano es fácilmente transmisible en contactos de culturas diferentes.
Los peregrinos más conocidos son Fa Hian y Hiuan Sang (también llamado en algunas fuentes como Hiuen Thsang o Hiuan Tsang).
La mayor parte de los datos de los que he podido disponer acerca de Fa Hian se hayan en un libro de Julio Verne, en uno de sus intentos por escribir historia, y este saca sus datos, a la vez, de Abel Nemusat, un francés que hizo acotaciones de costumbres tártaras y chinas en su traducción. Claro está que en Internet también hay datos disponibles, pero son pocos y fraccionados, cuando no imprecisos. Dada esta escasez de fuentes, y que la mejor fuente disponible puede estar contaminada, por así decirlo, en vistas del romanticismo de Nemusat y la exaltación novelística que a veces no puede evitar Verne, he de exponer la vida de un viajero relevante a base de remiendos cosidos lo mejor que se pueda, aunque con unos tejidos no demasiado apropiados. Para más gracia, el libro de Verne es la única edición editada en España en lengua española y fecha de... 1975. Puede quejarse el lector de la impropiedad de apuntar aquí cómo ha sido mi método en este apartado, pero creo necesario que conozca estos pormenores para que él mismo lea atentamente y juzgue bien lo que lee. Yo desde luego, intentaré relatar bien la experiencia de Fa Hian.
Fa Hian comenzó su viaje en el 399 para acabarlo sobre el 413. Tardó cinco años en ir de Chan’an (su lugar de origen) a la India central. Vivió allí seis años y tardó otros tres en llegar a la isla de Tsing-cho, de estos tres años de regreso, dos los pasó viviendo en Ceilán, el resto del tiempo fue su regreso a casa.
Fa Hian no realizó el viaje solo. Era un monje budista al que le acompañaron otros monjes budistas. Atravesando el desierto del Gobi y llegando a Lob nor (que Verne traduce como lago del Lobo), visitaron los pueblos de esa región. Estos les parecieron iguales en costumbres y tan sólo variaban, según ellos, en la lengua. Tras pasar la Tartaria, lugar donde no les gustó sus habitantes (no obstante los tártaros se emparentaban con los hunos y pasarían a ser los mongoles futuros, en breve) llegaron a Khotan, de la que anotaron que contaba “muchas veces con diez mil religiosos”. Esto se debía a sus múltiples conventos donde se podía descansar durante los viajes largos. A mi juicio esto sería una prueba de la reconversión de la ruta de la seda en una ruta de peregrinación religiosa. Khotan había sido uno de los centros de la ruta, y sin duda el budismo entró por esa ruta, de ahí su utilización para llegar a los lugares sagrados del budismo. Tras asistir a una procesión común a budistas y brahmanes siguieron su camino. Esa fiesta indica la existencia en esas tierras de una confluencia india y china, por mucho que Khotan se aleje del territorio propiamente indio. Sin embargo parece ser que hasta allí llegaban indios y chinos y ambos grupos se encontraban, compartiendo incluso una procesión religiosa. Atravesaron las frías montañas del Belistán afgano, donde dicen haber tenido que usar sus cilindros de metal para sus oraciones. Después de pasar estas etapas al fin llegan al territorio indio. Llegaron al valle del Indo, donde encuentran algunas ciudades que ellos nombran con nombres chinos, aunque son ciudades conocidas, como Peshawar o la ciudad de Hilo. Esos nombres chinos podrían indicar el conocimiento que ya de ellas tenían previamente. Otra prueba más de que los chinos habían estado en tierras indias con anterioridad. Pasan el Punjab muriendo uno de ellos. Pero llegados a Agra el balance de su viaje es una fascinación por todas las fiestas religiosas que se han encontrado y por el pacifismo de sus gentes, así como por su vegetarianismo (no obstante los budistas no comen carne). Se entretuvieron en el valle Indogangeático, de buen clima, según ellos y disertaron allí sobre el budismo. En su dirección hacia el Ganges se sorprendieron de la existencia de templos y monumentos en todos los lugares donde estuvo Buda. Llegaron a Magadha, donde vivió el Gautama, visitaron Benarés y Calcuta. Allí hablan de magos voladores. En este punto Fa Hian decidió embarcarse con unos comerciantes que iban a Ceilán. Allí coincidió con los últimos años de reinado del Rey Buddhadasa. Pudo comprobar que también allí no se paraba de construir templos a Buda, además de conocer a un Shaman llamado Ta-mo-kiu-ti, que llevaba cuarenta años viviendo dentro de una celda. Antes de llegar a su hogar de nuevo tuvo que residir por un tiempo en Java y en algunos lugares de Indochina.
Este es todo un ejemplo de viaje peregrino de un budista chino. Habla de regiones y de experiencias religiosas que, con toda seguridad, quedarían en el alma del viajero, sea este quien sea, y regresarían con él a China. Creando una mezcla cultural. E inversamente también, el viajero traería todo un mundo interior que debía dejar algo a su paso por India. Sobre todo después de tantos años de estancia.
De Hiuan Tsang no describiremos su ruta, pero sí diremos que estuvo en India entre el 640 y el 641. El norte indio había sido reunificado por Harsha Vardhana, a principios de ese siglo. Ese nuevo reino abrió de nuevo las relaciones diplomáticas con China, donde ahora estaba la dinastía Tsang. Hiuan Tsang visitó exactamente la región de Maharashtra. Loa la fertilidad de la tierra, la sabiduría y tolerancia de sus habitantes, su honestidad, su altura, ser agradecido o combatido según les traten, su valor y su desvivirse por ayudar al prójimo.
Un día quedamos y me lo cuentas, que uno solo puede meterse en Internet un poco mientras se escapa del trabajo y no me da tiemo a leer tus búblicos posts.
ResponderEliminarYo acostumbro a leerte cada día, pero tengo una semana difícil y no tengo cabeza para disfrutar lo que me cuentas. Me lo guardo para el próximo fin de semana, que me daré un atracón con las cinco noticias del Informe.
ResponderEliminarUn abrazo.
Desde la noticia treinta de este blog, que era duodécima noticia que se dedicaba a un informe de Historia, suelo anotar que los escribo por gusto y para la gente que les interese. Yo no obligo a nadie a leer mi blog y mis posts. El que lee lo hace libremente, y espero de ello que les guste o hayan sacado algo práctico o compartido conocimientos, a este propósito a veces se han dado incluso aportaciones o debates muy interesantes en algunos comentarios de las 103 noticias de Historia (así como de otras clasificaciones de las 319 totales). Desde esa noticia 30 anoté que sé que algunos informes de Historia son tan largos que recomiendo agrandar las letras en las pantallas, copiarlas y pasarlas a word, o incluso, si el lector está interesado en sumo grado, imprimírselo para leerlo sin torturar la vista. Por otra parte, el formato del blog engaña, puesto que imprimir esta notiica 319ª, por ejemplo, ocupa varias caras, cuando en word a mí sólo me ocupaba dos y con letra 12. En todo caso espero que quien lo desé leer no considere estar perdiendo el tiempo y, también, no se sienta obligado a leer. Un saludo y que la cerveza os acompañe.
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