"Aquí [en Europa] ustedes reflexionan lo que han de hacer, allí [en América] se pasa a la acción de lo que hemos de hacer" Rigoberta Menchú, dicho en Madrid el 11 de Abril de 2007.
Danaclaudio me invitó a ir a una conferencia de Rigoberta Menchú hoy en la Facultad de Filosofía y Filología de la Universidad Complutense de Madrid (UCM). Ella en concreto estaba invitada a una recepción previa en la cual pudo conocerla personalmente. Yo entretanto fui al Paraninfo de la facultad para poder hacerme con un asiento. No es la primera vez que voy a conferencias de gente más o menos relevante, por lo que sabía que debíamos estar con tiempo. Pero veo que allí el tiempo no valía para mucho y a continuación escribiré porqué, pues desde luego la organización de esta conferencia me dejó insatisfecho, como a la gran mayoría del resto de asistentes, incluida Danaclaudio que incluso había sido invitada especial en la recepción previa.
Rigoberta Menchú fue nombrada Premio Nobel de la Paz en 1992 por su defensa de los derechos de la mujer, de los indígenas y de la paz en Guatemala, país que atravesaba largos años de guerra y de dictadura. Su voz fue recogida por el resto de indígenas latinoamericanos y por ende por Sudamérica en general. Se valora sobre todo su autobiografía "Yo, Rigoberta Menchú", donde describe las matanzas de indios, su discriminación y exclusión social, las muertes en Guatemala, el asesinato de su padre y el de su hermano, su exilio del país y su vagar por los organismos internacionales a lo largo de los 1980' en busca de socorro y paz para Guatemala y la situación de los indígenas y las mujeres. La verdad es que pocos años después de que la dieran el Nobel, un historiador británico quiso biografiarla y destapó que varias de las cosas que había contado en el libro y en sus conferencias eran mentiras, medias verdades y exageraciones. Rigoberta Menchú, y después de ella algunos de sus colaboradores más estrechos, reconoció que así era, pero en lugar de pedir perdón, rectificarse o aclarar, afirmó que si lo hizo fue para ayudar mejor a la causa indígena. Creo que no debió mentir ni exagerar lo que de por sí ya era algo denunciable, pese a que es una táctica que hasta Bartolomé de las Casas hizo en el siglo XVI. Es cierto que su labor (usando cualquier medio para alcanzar un fin -algo maquiavélica pero eso fue su táctica- mejoró algo la situación indígena del momento). Hay que reconocer que ciertamente sigue siendo su labor una labor importante en el mundo de la lucha por la paz y la igualdad.
Pues bien, viniendo a hablar una mujer sobre la igualdad en todos sus sentidos, entre sexos, entre personas , entre clases, entre culturas... no se comprendía como podía ser participe de una organización para nada igualitaria y sí muy discriminatoria y clasista. Vino con una nube de periodistas, políticos, catedráticos y guardaespaldas (algo que no he visto tan acentuado ni cuando fui a conferencias de Anguita, Carrillo o Redondo, por ejemplo). Pero es cierto que quizá ella fuese un tanto ajena a ese hecho que la había envuelto, o que quizá desde que la dieron el Nobel ya se ha acostumbrado a que la siga como la sigue su sombra. Entró primero en la recepción especial donde le esperaban diversas personas a quienes habían orientado su visita a la UCM, entre ellas investigadores de diversos proyectos de doctorado universitario, como Danaclaudio. El resto de personas, y éramos un número enorme, con abundancia de jóvenes, fuimos tratados como ganado o decoración haciéndonos esperar dos horas a las puertas del Paraninfo sin dar permiso de entrar a sentarse allí. Pero al entrar comenzó la indignación entre todos los asistentes y no hubo persona que no se quejase.
En una conferencia donde se hablaría de la igualdad entre las personas, más de la mitad de los asientos estaban reservados. Los mejores asientos y las mejores filas. Para políticos, para catedráticos, para estudiantes norteamericanos e ingleses, para periodistas... para.. para... para... Además, estos reservados entraban, en principio, por la puerta cercana a la tarima de la conferenciante, mientras el resto éramos obligados a entrar por el piso superior de las gradas, subiendo unas escaleras más o menos estrechas... como ganado. Había muy pocos asientos no reservados, y eran las peores posiciones. Como yo había ido tiempo antes con Danaclaudio estuve con ella cerca de la puerta de la recepción privada, por otra parte cercana a la puerta del Paraninfo, he de confesar que por ello pude ser de los primeros en entrar en la sala, pudiendo sentarme en un asiento lateral. Pero multitud de gente no tenía asiento y muchos colapsaron la galería superior estando de pie o sentándose en la barandilla que daba al patio de butacas. Otros muchos se sentaron a lo largo de las escaleras, no dejando hueco para pisar ni diez centímetros de suelo. Daba rabia ver como algunos de los asientos reservados no los ocupaba nadie, pero los organizadores no dejaban ocuparlos. De este modo donde existían clases y discriminaciones y apartados sociales, Rigoberta Menchú vino a hablar sobre la igualdad de las personas... Mientras, otra multitud de gente joven no dejaba cerrar las puertas porque no les habían dejado entrar... y abiertas se quedaron las puertas, por fuerza. El espectáculo de la hipocresía estaba servido, quizá más por parte de los organizadores que de ella, pues ella misma hizo un par de referencias acerca de que le daba pena la gente que estaba fuera y quería escucharla.
Más deforme aún, Rigoberta Menchú, que era la principal en esa conferencia, no fue sentada en el centro de la mesa de conferenciantes, sino en un lado. Claro que los carteles que la anunciaban en las puertas estaban colocados al lado de aquellos que se presentaban a decano y a rector en aquella Universidad y facultad. La gente no paraba de murmurar su indignación. Cuatro personas de la Universidad, el rector, el secretario de relaciones internacionales de la UCM, y un par más de organizadores comenzaron a hablar para presentar el acto. Tenían dos traductoras de signos para sordomudos, cosa muy beneficiosa, pero que quedaron totalmente inutilizadas cuando una mujer que representaba al Boston College decidió que ella expondría su parte única y exclusivamente en inglés, para que la entendieran los estudiantes anglosajones que tenían asientos reservados... demostrando a mi parecer respeto a esa minoría, y a la vez total desprecio al resto de asistentes, de mayoría de españoles y latinoamericanos. Cuando otro de los conferenciantes organizadores se lamentó de que no pudieran entrar todos los jóvenes que estaban intentando escuchar desde la puerta (y la sala de ese Paraninfo es realmente grande), un profesor anciano, quizá emérito, sentado en la tribuna como apartado en una silla traída adrede, dijo: "¿cómo que no pueden entrar? Yo veo aquí mucho sitio, junto a nosotros, se pueden sentar a nuestro lado, mire cuánto sitio hay". Y señaló el espacio vacío que había en el suelo en torno a la tribuna y en la tribuna misma. La gente le aplaudió con fuerza estallando al fin de modo abierto la indignación acumulada. El espacio indicado por el anciano profesor, ciertamente no era suficiente, pero desde luego lo que esas palabras encerraban era que si no podían entrar es porque los organizadores del acto no habían querido su presencia en un acto supuestamente por la igualdad de las personas y sin embargo tan discriminatorio. El rector intentó mediar entre los aplausos alegando que ese suelo debían usarlo los periodistas para su trabajo (cosa que no ocurrió tanto así) y que no había sitios para todos. En este momento varias personas sentadas gritaron que sí lo había a su lado, indicando asientos reservados cuyos dueños directamente no habían querido ir al acto. Se dijo que debían ser reservados por si llegaban tarde, pero algunos de los sentados en las escaleras decidieron ignorar tal hecho y ocuparon los asientos, cosa que se aceptó por ser ya un hecho de facto y evitar una trifulca delante de la Premio Nobel de la Paz. Pero eran muy pocos esos asientos, la gente seguía en el suelo o estirando sus cuellos abarrotando el otro lado de las puertas. El rector seguía intentando excusarse, pero no lo lograba. Yo mismo me negué a aplaudir a ninguno de estos intervinientes, salvo al anciano profesor y su comentario. Al otro extremo de la sala pude distinguir como varios de los investigadores de doctorado que habían sido invitados a la recepción privada previa, los que eran jóvenes, los alumnos, no los profesores, eran algunos de los que se sentaban en el suelo en las escaleras, entre ellos Danaclaudio. El ambiente de indignación me recordó uno de mis tiempos pasados, cuando comencé en esa misma universidad la carrera de pedagogía que abandoné, cuando "okupamos" la facultad y realizamos asambleas, y otros actos y hechos no permitidos por la rectora, en protesta del hacinamiento de alumnos en las aulas de la Facultad de Educación de la UCM en 1998.
El ambiente se calmó y Rigoberta Menchú habló. Su voz estaba entre la reflexión y lo duditativo. Tiene sentido del humor y habla en metáforas y parábolas. No da la sensación de que tenga grandes conocimientos teóricos o académicos, pero sí una filosofía de vida propia, sacada fundamentalmente de viejas teorías de vida de los pueblos maya. Es afable y su voz sosiega, calma. A veces se inventa palabras, pero se la comprende. A veces tiene contradicciones en su argumentación. No responde claramente ni directamente a lo que se le pregunta, pero parece contentar a su auditorio, que no replica. Según la que la oí decir, no parece que se considere occidental, aunque su cultura, por muy maya que se considere ella a sí misma, es occidental. Habla de los occidentales como una cultura con la que se ha de compartir valores, pero sin mezclarlos, pero en todo momento parece hablar de ellos como si fuesen el mal puro para los pueblos de Latinoamérica, como si Latinoamérica no fuera una cultura occidental. Menciona la guerra como algo traído por los occidentales a América, como algo inexistente entre los indios, siendo esto mentira, pues aztecas, incas, mayas y diversas confederaciones tribales ya estaban en guerra antes de la llegada europea. Habla de los occidentales como únicamente preocupados por lo material y lo superficial, siendo tan sólo los indios los únicos capaces de ver lo espiritual, lo bello de las pequeñas cosas y la Naturaleza y reflejarlo en su idioma (y no hablaba en general, si no como un hecho)... siendo esto mentira. Habla de la mujer como epicentro salvador, ignorando en su argumentación que también hubo mujeres que comandaron guerras en el mundo. Habla de la explotación de Guatemala y olvida que su independencia fue entre 1820 y 1822, y que por tanto han tenido ya un promedio de 190 años para encauzarse por sí solos. Ignorando sus propios errores por decisiones de ellos solos en esos 190 años. Nada dice de la United Fruit Company y de los contratos de su gobierno con ella para cultivar café y bananas y de lo que eso les ha supuesto en su Historia. Y uno piensa que dentro de pocos años se celebrarán los 200 años de la independencia de los países hispanoamericanos, y pienso si no se estará preparando una avalancha de medias verdades que inculpen a España de todos los males de América latina y no hagan ellos nada de autocrítica de cómo se han gestionado a sí mismos en estos 200 años. Desde la llegada de los españoles a finales del siglo XV hasta la fecha, por ejemplo, no ha vuelto a gobernar un indígena americano hasta la subida a la presidencia de Bolivia de Evo Morales el año pasado, 2006 (siglo XXI). Y eso que muchos de los detractores de España obtuvieron la independencia a principios del siglo XIX. ¿Qué fue de los patagones? ¿no fueron tropas argentinas quienes se dedicaron a matarlos por órdenes de Rosas, presidente argentino en el siglo XIX, si no recuerdo mal? España hizo cosas mal, también hizo cosas bien, otras naciones del mundo intervinieron en Sudamérica aparte de España, y con todo, ellos han sido soberanos de sí mismos durante 200 años, todos han de hacerse autocrítica y no tanto decir: "pues este me tiró los platos y ya no tuve platos donde comer". Y con todo creo que conforme se acerque la década de 2010' y la de 2020' a España le caerá un chaparrón de críticas de Historia... Olvidando también que los indios que nosotros dejamos no estaban en reservas, aunque muriesen muchos, ni iniciamos políticas de exterminio, aunque muchos murieran en las guerras del XVI (y estuvimos tres siglos, no sólo ese siglo XVI), que hay mucha mezcla racial y dejamos allí una mezcla genética y cultural tan basta que hoy día permanece y es señal de identidad en las facciones de los hispanoamericanos.
Pero para ser justo, Rigoberta Menchú también dijo cosas muy sabias y muy justas. A veces desde un misticismo cósmico, según sus palabras. Expuso la vida del hombre en La Tierra desde el orden natural de la vida y la muerte y lo valioso de ese orden y sus energías, a través de energías de vida que transmiten los ciclos del Sol y de la Luna. En todo momento abogó por la paz y por la convivencia entre culturas, que no la mezcla que diluya a las culturas más débiles, según sus ideas. Siempre usando del humor acompañando sus metáforas. Afirmó que la mujer por ser mujer, o el indígena por ser indígena, no tienen más valor que otras personas, si no que lo tienen por ser personas, y siendo primero personas luego serán mujeres o serán indígenas. Aunque en el párrafo anterior se pueda deducir que estuve en contra de lo que ella expuso, en realidad no es tanto así, si no que quise destacar en este escrito los desencuentros que tuve con ella reflexionando lo que dijo, pero en general y mayoritariamente estuve muy de acuerdo con ella en muchas cosas, sobre todo en los valores de la paz y en la lucha por conseguirla. Habló sobre la globalización y su interpretación personal de esta, la cual no la considera más que de modo económico, y por consiguiente cultural, y que esta no es global en realidad, si no impositiva de la economía y estilo de vida occidental, pues de otro modo lo que habría serían todas las culturas relacionándose en igualdad. Habló de la necesidad de reencontrarse el occidental (quiero cambiarlo en mi mente por el ser humano) con la Naturaleza y no tratar de buscar beneficio en todo, pues vivimos en Naturaleza y sin Naturaleza no viviremos ni seremos todo lo humano que somos. Y así, dijo muchas ideas bonitas y pacifistas que me gustaron. Pero ciertamente, ya lo dije, habla desde la sencillez, con metáforas y alegorías, pero también con reflexiones. Ella misma dijo que no le gusta analizar, sino explicar, lo que es en cierto modo una contradicción que más o menos se entiende cuando se la oye argumentar.
También mencionó la Premio Nobel e la Paz algo de su futura candidatura a la presidencia de gobierno de Guatemala, este año. Me dejó atónito que dijera que no va a presentar un plan de gobierno, pues luego no quiere que la acusen de no cumplir lo que haya prometido. Pero si no crea un plan de gobierno, y no presenta propuestas, su única baza es ser Premio Nobel de la Paz, ser popular y hablar de la paz y la igualdad... Cosas que quizá le hagan ganar escaños, o la presidencia, aunque es posible que no ante la desorientación del electorado acerca de qué propone ella, pero que desde luego una vez ganado, si gana, lo que está es sin orientación para llevar el país o para hacer oposición seria. Dijo que en Guatemala se presentaban once hombres ("y de negro") y ella, y que ella se presentó por no tener un futuro tan negativo... lo que sonó en exceso feminista discriminador en la sala, pero que se le pasó por alto. Presenta su campaña sin propuestas, basándose en valores humanos sólo, dijo, o sea hemos de entender que basándose en la paz, la justicia, la igualdad, etcétera... vamos los valores que los políticos de todas las tendencias en democracia defienden aunque luego cada uno lo matice según sus ideas y planes de gobierno... salvo ella, que no tiene, dice. Pero alguno sí debe tener, pues mencionó que si preside Guatemala quiere eliminar a los 80.000 policías privados existentes frente a los 3.000 del Estado. ¿Cómo? Pues contratando más policías públicos que eliminen a los otros y desmilitaricen al ejército... en otras palabras, algo audaz y necesario para Guatemala pero que puede hacer correr el riesgo, a mi juicio, de que el Estado caiga en guerra civil o de conflicto permanente.
Y más o menos así viví la conferencia de esta mañana, aunque hubo anécdotas en el viaje que no vienen a cuento pero que fueron algo excepcionales, como la pérdida de uno de los espejos retrovisores del autobús entre Alcalá de Henares y Madrid, o una mujer atendida por el SAMUR. Acompañé en la comida a Danaclaudio en la cafetería de la facultad. Estaban dos amigas suyas, una marroquí musulmana practicante y una siria musulmana no practicante. Por cierto que la siria hacia honor al tópico de los habitantes de ese país, pues era ciertamente muy bella y atractiva. Los cuatro a la mesa teníamos más o menos la misma impresión sobre la conferencia y sobre las palabras de Rigoberta Menchú. De hecho la marroquí había abandonado el Paraninfo antes de que Rigoberta acabara. Pero la verdad es que, con todo, Rigoberta Menchú dijo cosas muy sensatas sobre la paz. La conferencia tuvo algunos momentos interesantes.
Danaclaudio me invitó a ir a una conferencia de Rigoberta Menchú hoy en la Facultad de Filosofía y Filología de la Universidad Complutense de Madrid (UCM). Ella en concreto estaba invitada a una recepción previa en la cual pudo conocerla personalmente. Yo entretanto fui al Paraninfo de la facultad para poder hacerme con un asiento. No es la primera vez que voy a conferencias de gente más o menos relevante, por lo que sabía que debíamos estar con tiempo. Pero veo que allí el tiempo no valía para mucho y a continuación escribiré porqué, pues desde luego la organización de esta conferencia me dejó insatisfecho, como a la gran mayoría del resto de asistentes, incluida Danaclaudio que incluso había sido invitada especial en la recepción previa.
Rigoberta Menchú fue nombrada Premio Nobel de la Paz en 1992 por su defensa de los derechos de la mujer, de los indígenas y de la paz en Guatemala, país que atravesaba largos años de guerra y de dictadura. Su voz fue recogida por el resto de indígenas latinoamericanos y por ende por Sudamérica en general. Se valora sobre todo su autobiografía "Yo, Rigoberta Menchú", donde describe las matanzas de indios, su discriminación y exclusión social, las muertes en Guatemala, el asesinato de su padre y el de su hermano, su exilio del país y su vagar por los organismos internacionales a lo largo de los 1980' en busca de socorro y paz para Guatemala y la situación de los indígenas y las mujeres. La verdad es que pocos años después de que la dieran el Nobel, un historiador británico quiso biografiarla y destapó que varias de las cosas que había contado en el libro y en sus conferencias eran mentiras, medias verdades y exageraciones. Rigoberta Menchú, y después de ella algunos de sus colaboradores más estrechos, reconoció que así era, pero en lugar de pedir perdón, rectificarse o aclarar, afirmó que si lo hizo fue para ayudar mejor a la causa indígena. Creo que no debió mentir ni exagerar lo que de por sí ya era algo denunciable, pese a que es una táctica que hasta Bartolomé de las Casas hizo en el siglo XVI. Es cierto que su labor (usando cualquier medio para alcanzar un fin -algo maquiavélica pero eso fue su táctica- mejoró algo la situación indígena del momento). Hay que reconocer que ciertamente sigue siendo su labor una labor importante en el mundo de la lucha por la paz y la igualdad.
Pues bien, viniendo a hablar una mujer sobre la igualdad en todos sus sentidos, entre sexos, entre personas , entre clases, entre culturas... no se comprendía como podía ser participe de una organización para nada igualitaria y sí muy discriminatoria y clasista. Vino con una nube de periodistas, políticos, catedráticos y guardaespaldas (algo que no he visto tan acentuado ni cuando fui a conferencias de Anguita, Carrillo o Redondo, por ejemplo). Pero es cierto que quizá ella fuese un tanto ajena a ese hecho que la había envuelto, o que quizá desde que la dieron el Nobel ya se ha acostumbrado a que la siga como la sigue su sombra. Entró primero en la recepción especial donde le esperaban diversas personas a quienes habían orientado su visita a la UCM, entre ellas investigadores de diversos proyectos de doctorado universitario, como Danaclaudio. El resto de personas, y éramos un número enorme, con abundancia de jóvenes, fuimos tratados como ganado o decoración haciéndonos esperar dos horas a las puertas del Paraninfo sin dar permiso de entrar a sentarse allí. Pero al entrar comenzó la indignación entre todos los asistentes y no hubo persona que no se quejase.
En una conferencia donde se hablaría de la igualdad entre las personas, más de la mitad de los asientos estaban reservados. Los mejores asientos y las mejores filas. Para políticos, para catedráticos, para estudiantes norteamericanos e ingleses, para periodistas... para.. para... para... Además, estos reservados entraban, en principio, por la puerta cercana a la tarima de la conferenciante, mientras el resto éramos obligados a entrar por el piso superior de las gradas, subiendo unas escaleras más o menos estrechas... como ganado. Había muy pocos asientos no reservados, y eran las peores posiciones. Como yo había ido tiempo antes con Danaclaudio estuve con ella cerca de la puerta de la recepción privada, por otra parte cercana a la puerta del Paraninfo, he de confesar que por ello pude ser de los primeros en entrar en la sala, pudiendo sentarme en un asiento lateral. Pero multitud de gente no tenía asiento y muchos colapsaron la galería superior estando de pie o sentándose en la barandilla que daba al patio de butacas. Otros muchos se sentaron a lo largo de las escaleras, no dejando hueco para pisar ni diez centímetros de suelo. Daba rabia ver como algunos de los asientos reservados no los ocupaba nadie, pero los organizadores no dejaban ocuparlos. De este modo donde existían clases y discriminaciones y apartados sociales, Rigoberta Menchú vino a hablar sobre la igualdad de las personas... Mientras, otra multitud de gente joven no dejaba cerrar las puertas porque no les habían dejado entrar... y abiertas se quedaron las puertas, por fuerza. El espectáculo de la hipocresía estaba servido, quizá más por parte de los organizadores que de ella, pues ella misma hizo un par de referencias acerca de que le daba pena la gente que estaba fuera y quería escucharla.
Más deforme aún, Rigoberta Menchú, que era la principal en esa conferencia, no fue sentada en el centro de la mesa de conferenciantes, sino en un lado. Claro que los carteles que la anunciaban en las puertas estaban colocados al lado de aquellos que se presentaban a decano y a rector en aquella Universidad y facultad. La gente no paraba de murmurar su indignación. Cuatro personas de la Universidad, el rector, el secretario de relaciones internacionales de la UCM, y un par más de organizadores comenzaron a hablar para presentar el acto. Tenían dos traductoras de signos para sordomudos, cosa muy beneficiosa, pero que quedaron totalmente inutilizadas cuando una mujer que representaba al Boston College decidió que ella expondría su parte única y exclusivamente en inglés, para que la entendieran los estudiantes anglosajones que tenían asientos reservados... demostrando a mi parecer respeto a esa minoría, y a la vez total desprecio al resto de asistentes, de mayoría de españoles y latinoamericanos. Cuando otro de los conferenciantes organizadores se lamentó de que no pudieran entrar todos los jóvenes que estaban intentando escuchar desde la puerta (y la sala de ese Paraninfo es realmente grande), un profesor anciano, quizá emérito, sentado en la tribuna como apartado en una silla traída adrede, dijo: "¿cómo que no pueden entrar? Yo veo aquí mucho sitio, junto a nosotros, se pueden sentar a nuestro lado, mire cuánto sitio hay". Y señaló el espacio vacío que había en el suelo en torno a la tribuna y en la tribuna misma. La gente le aplaudió con fuerza estallando al fin de modo abierto la indignación acumulada. El espacio indicado por el anciano profesor, ciertamente no era suficiente, pero desde luego lo que esas palabras encerraban era que si no podían entrar es porque los organizadores del acto no habían querido su presencia en un acto supuestamente por la igualdad de las personas y sin embargo tan discriminatorio. El rector intentó mediar entre los aplausos alegando que ese suelo debían usarlo los periodistas para su trabajo (cosa que no ocurrió tanto así) y que no había sitios para todos. En este momento varias personas sentadas gritaron que sí lo había a su lado, indicando asientos reservados cuyos dueños directamente no habían querido ir al acto. Se dijo que debían ser reservados por si llegaban tarde, pero algunos de los sentados en las escaleras decidieron ignorar tal hecho y ocuparon los asientos, cosa que se aceptó por ser ya un hecho de facto y evitar una trifulca delante de la Premio Nobel de la Paz. Pero eran muy pocos esos asientos, la gente seguía en el suelo o estirando sus cuellos abarrotando el otro lado de las puertas. El rector seguía intentando excusarse, pero no lo lograba. Yo mismo me negué a aplaudir a ninguno de estos intervinientes, salvo al anciano profesor y su comentario. Al otro extremo de la sala pude distinguir como varios de los investigadores de doctorado que habían sido invitados a la recepción privada previa, los que eran jóvenes, los alumnos, no los profesores, eran algunos de los que se sentaban en el suelo en las escaleras, entre ellos Danaclaudio. El ambiente de indignación me recordó uno de mis tiempos pasados, cuando comencé en esa misma universidad la carrera de pedagogía que abandoné, cuando "okupamos" la facultad y realizamos asambleas, y otros actos y hechos no permitidos por la rectora, en protesta del hacinamiento de alumnos en las aulas de la Facultad de Educación de la UCM en 1998.
El ambiente se calmó y Rigoberta Menchú habló. Su voz estaba entre la reflexión y lo duditativo. Tiene sentido del humor y habla en metáforas y parábolas. No da la sensación de que tenga grandes conocimientos teóricos o académicos, pero sí una filosofía de vida propia, sacada fundamentalmente de viejas teorías de vida de los pueblos maya. Es afable y su voz sosiega, calma. A veces se inventa palabras, pero se la comprende. A veces tiene contradicciones en su argumentación. No responde claramente ni directamente a lo que se le pregunta, pero parece contentar a su auditorio, que no replica. Según la que la oí decir, no parece que se considere occidental, aunque su cultura, por muy maya que se considere ella a sí misma, es occidental. Habla de los occidentales como una cultura con la que se ha de compartir valores, pero sin mezclarlos, pero en todo momento parece hablar de ellos como si fuesen el mal puro para los pueblos de Latinoamérica, como si Latinoamérica no fuera una cultura occidental. Menciona la guerra como algo traído por los occidentales a América, como algo inexistente entre los indios, siendo esto mentira, pues aztecas, incas, mayas y diversas confederaciones tribales ya estaban en guerra antes de la llegada europea. Habla de los occidentales como únicamente preocupados por lo material y lo superficial, siendo tan sólo los indios los únicos capaces de ver lo espiritual, lo bello de las pequeñas cosas y la Naturaleza y reflejarlo en su idioma (y no hablaba en general, si no como un hecho)... siendo esto mentira. Habla de la mujer como epicentro salvador, ignorando en su argumentación que también hubo mujeres que comandaron guerras en el mundo. Habla de la explotación de Guatemala y olvida que su independencia fue entre 1820 y 1822, y que por tanto han tenido ya un promedio de 190 años para encauzarse por sí solos. Ignorando sus propios errores por decisiones de ellos solos en esos 190 años. Nada dice de la United Fruit Company y de los contratos de su gobierno con ella para cultivar café y bananas y de lo que eso les ha supuesto en su Historia. Y uno piensa que dentro de pocos años se celebrarán los 200 años de la independencia de los países hispanoamericanos, y pienso si no se estará preparando una avalancha de medias verdades que inculpen a España de todos los males de América latina y no hagan ellos nada de autocrítica de cómo se han gestionado a sí mismos en estos 200 años. Desde la llegada de los españoles a finales del siglo XV hasta la fecha, por ejemplo, no ha vuelto a gobernar un indígena americano hasta la subida a la presidencia de Bolivia de Evo Morales el año pasado, 2006 (siglo XXI). Y eso que muchos de los detractores de España obtuvieron la independencia a principios del siglo XIX. ¿Qué fue de los patagones? ¿no fueron tropas argentinas quienes se dedicaron a matarlos por órdenes de Rosas, presidente argentino en el siglo XIX, si no recuerdo mal? España hizo cosas mal, también hizo cosas bien, otras naciones del mundo intervinieron en Sudamérica aparte de España, y con todo, ellos han sido soberanos de sí mismos durante 200 años, todos han de hacerse autocrítica y no tanto decir: "pues este me tiró los platos y ya no tuve platos donde comer". Y con todo creo que conforme se acerque la década de 2010' y la de 2020' a España le caerá un chaparrón de críticas de Historia... Olvidando también que los indios que nosotros dejamos no estaban en reservas, aunque muriesen muchos, ni iniciamos políticas de exterminio, aunque muchos murieran en las guerras del XVI (y estuvimos tres siglos, no sólo ese siglo XVI), que hay mucha mezcla racial y dejamos allí una mezcla genética y cultural tan basta que hoy día permanece y es señal de identidad en las facciones de los hispanoamericanos.
Pero para ser justo, Rigoberta Menchú también dijo cosas muy sabias y muy justas. A veces desde un misticismo cósmico, según sus palabras. Expuso la vida del hombre en La Tierra desde el orden natural de la vida y la muerte y lo valioso de ese orden y sus energías, a través de energías de vida que transmiten los ciclos del Sol y de la Luna. En todo momento abogó por la paz y por la convivencia entre culturas, que no la mezcla que diluya a las culturas más débiles, según sus ideas. Siempre usando del humor acompañando sus metáforas. Afirmó que la mujer por ser mujer, o el indígena por ser indígena, no tienen más valor que otras personas, si no que lo tienen por ser personas, y siendo primero personas luego serán mujeres o serán indígenas. Aunque en el párrafo anterior se pueda deducir que estuve en contra de lo que ella expuso, en realidad no es tanto así, si no que quise destacar en este escrito los desencuentros que tuve con ella reflexionando lo que dijo, pero en general y mayoritariamente estuve muy de acuerdo con ella en muchas cosas, sobre todo en los valores de la paz y en la lucha por conseguirla. Habló sobre la globalización y su interpretación personal de esta, la cual no la considera más que de modo económico, y por consiguiente cultural, y que esta no es global en realidad, si no impositiva de la economía y estilo de vida occidental, pues de otro modo lo que habría serían todas las culturas relacionándose en igualdad. Habló de la necesidad de reencontrarse el occidental (quiero cambiarlo en mi mente por el ser humano) con la Naturaleza y no tratar de buscar beneficio en todo, pues vivimos en Naturaleza y sin Naturaleza no viviremos ni seremos todo lo humano que somos. Y así, dijo muchas ideas bonitas y pacifistas que me gustaron. Pero ciertamente, ya lo dije, habla desde la sencillez, con metáforas y alegorías, pero también con reflexiones. Ella misma dijo que no le gusta analizar, sino explicar, lo que es en cierto modo una contradicción que más o menos se entiende cuando se la oye argumentar.
También mencionó la Premio Nobel e la Paz algo de su futura candidatura a la presidencia de gobierno de Guatemala, este año. Me dejó atónito que dijera que no va a presentar un plan de gobierno, pues luego no quiere que la acusen de no cumplir lo que haya prometido. Pero si no crea un plan de gobierno, y no presenta propuestas, su única baza es ser Premio Nobel de la Paz, ser popular y hablar de la paz y la igualdad... Cosas que quizá le hagan ganar escaños, o la presidencia, aunque es posible que no ante la desorientación del electorado acerca de qué propone ella, pero que desde luego una vez ganado, si gana, lo que está es sin orientación para llevar el país o para hacer oposición seria. Dijo que en Guatemala se presentaban once hombres ("y de negro") y ella, y que ella se presentó por no tener un futuro tan negativo... lo que sonó en exceso feminista discriminador en la sala, pero que se le pasó por alto. Presenta su campaña sin propuestas, basándose en valores humanos sólo, dijo, o sea hemos de entender que basándose en la paz, la justicia, la igualdad, etcétera... vamos los valores que los políticos de todas las tendencias en democracia defienden aunque luego cada uno lo matice según sus ideas y planes de gobierno... salvo ella, que no tiene, dice. Pero alguno sí debe tener, pues mencionó que si preside Guatemala quiere eliminar a los 80.000 policías privados existentes frente a los 3.000 del Estado. ¿Cómo? Pues contratando más policías públicos que eliminen a los otros y desmilitaricen al ejército... en otras palabras, algo audaz y necesario para Guatemala pero que puede hacer correr el riesgo, a mi juicio, de que el Estado caiga en guerra civil o de conflicto permanente.
Y más o menos así viví la conferencia de esta mañana, aunque hubo anécdotas en el viaje que no vienen a cuento pero que fueron algo excepcionales, como la pérdida de uno de los espejos retrovisores del autobús entre Alcalá de Henares y Madrid, o una mujer atendida por el SAMUR. Acompañé en la comida a Danaclaudio en la cafetería de la facultad. Estaban dos amigas suyas, una marroquí musulmana practicante y una siria musulmana no practicante. Por cierto que la siria hacia honor al tópico de los habitantes de ese país, pues era ciertamente muy bella y atractiva. Los cuatro a la mesa teníamos más o menos la misma impresión sobre la conferencia y sobre las palabras de Rigoberta Menchú. De hecho la marroquí había abandonado el Paraninfo antes de que Rigoberta acabara. Pero la verdad es que, con todo, Rigoberta Menchú dijo cosas muy sensatas sobre la paz. La conferencia tuvo algunos momentos interesantes.
Sé que este post es excesivamente largo pero quería reflejar mis impresiones de esta conferencia.
Enhorabuena por el postio, Canichu. En especial por haberte atrevido a describir objetivamente a un icono mediático. Por principio, tiendo a no confiar en los premios Nobel de la Paz, cuya lista incluye a más criminales de guerra que otra categoría cualquiera. Antes de que saliera a la luz lo fantasioso de sus memorias, un conocido que vivió años en Guatemala me contaba desalentado ante el fulgor mediático de "la gorda" -como la llamaba- que allá era público y notorio que su familia eran unos mafiosos y que su padre y hermano murieron en un ajuste de cuentas. No tengo medios de comprobarlo y ni siquiera lo doy por bueno; sólo lo traslado.
ResponderEliminarYo creo que con tu post nos has hecho participar, de alguna manera, en esa conferencia. Realmente, sé lo que es ese tipo de eventos, donde lo más importante parece no ser el disertante, sino todo lo que lo rodea.
ResponderEliminarA Rigoberta Menchú, más allá de que comparte el Premio Nobel con varias personas que no lo merecen, la respeto por las banderas que agita y que son universales. Lo que lamento es que haya tenido que mentir para sostenerlas. Me parece que no le debería haberlo hecho.
Estoy segura que debe tener un plan de gobierno, sólo que quizá no lo haga público. Eso tampoco lo veo muy bien, porque le quitará electores (supongo que su plan de gobierno debe ser un poco más original que el de otros), pero además, creo que debería jugarle limpio a quienes van a confiarle su voto.
Sobre lo que dices de Latinoamérica y la factura eterna que se le pasa a España, creo que tiene que ver con la eliminación de toda cultura precolombina, aunque es cierto también que han pasado varios años y hemos tenido que caminar solos (bueno, solos es un decir, porque no nos hemos independizado, creo yo, sino que más bien hemos cambiado de colonizador).
En realidad, no quisiera desatar una polémica inútil sobre esto, pero creo que la manera en que aprendimos a "caminar solos" no fue en las mejores condiciones, pues lo autóctono (al menos en mi país) no sobrevivió, sino que la población fue cambiando debido a las diferentes inmigraciones, con las cuales se compuso una población tan diversa y desarraigada, que creo que tuvo mucho que ver con todo lo que nos ha pasado y nos sigue pasando.
Claro que no es la idea echar culpas. Sino que se trata de un proceso tan complejo, que me parece difícil no entender lo que Menchú quiere rescatar: un indígena idealizado, una cultura soñada, aquélla que no pudo ser.
súper válido tu post.
ResponderEliminaren América - lamentablemente - los espanoles siguen siendo vistos como los generadores no de un escubrimiento, sino de una invasión y eso lo encontrarás en cada país que vayas y en cada ciudad.
te lo cuento, porque mi abuelo materno llegó a Chile, desesperado de la Guerra que vivían y la dictadura de Franco y lo mismo que tú sentiste en la conferencia y esa sensación de desahogo hacia el europeo, la sintió mi viejo.
un beso y un gusto leerte.
PCBCARP: Supongo que del mismo modo que siguen existiendo allí seguidores de Ríos Montt, habrá detractores de Menchú, pero lo interesante sería saber si esops detractores son de ideología política totalmente opuesta, o de gene que teniendo ideas parecidas no crean en ella, que os lo que parece apuntar el rumor que anotas. Me gustaría conocer a un guatemalteco para hablar amigablemente de todo esto. Un saludo.
ResponderEliminarLILIANA: En cuestiones de política democrática se debería haqblar claro. Debéría presentar un plan de gobierno, aunque no muestre sus lineas hasta última hora, de otro modo o perdera votos o confiarán en ella gente que creerá en acciones que quizá no se den, lo que les defraudará, y esto puede ser peor. En cuanto al asunto de Hispanoamérica y España, creo que todos debemos hacer autocrítica seria y sin desconfianzas. Aparte de que ciertamente en Hispanoamérica no sólo ha intervenido España, tambiénj ha metido mano Gran Bretaña, Francia, Alemania, EEUU, Portugal y si se me apura en algunos lugares hasta Holanda. No es una cuestión de echar culpas, si no de ser autocríticos y mirando al presente y al futuro. Por otra parte, añado que la acción de Bartolomé de las Casas es única en aquella época. Ningún otro país con colonias en la época organizó una campaña y un juicio en defensa de los derechos de los indígenas, dando por sentencia que tienen los mismos derechos que el resto de ciudadanos del Imperio, con un régimen especial, por venir, eso sí, de una cultura diferente a la europea. España prohibió la esclavitud sobre los indios, aunque es cierto que determinados políticos se inventaon la mita, un impuesto de mano de obra que terminaba siendo casi esclavismo, lo que es triste y de hecársenos en cara. Pero lo cierto es que ese juicio en defensa de los derechos de los indios sólo se dio en España y las Leyes Nuevas sólo se dieron en el Imperio Español es aquella época. Cometimos atrocidades, sí, pero a ningún otro imperio se le ha echado tanto en cara sin tener en cuenta que nosotros dejamos América con indios que no necesitaban estar en reservas y con una gran mezcla y cultural entre ellos y nosotros (futuros sustentadores de los países que surgieron tras la independencia). Otras naciones occidentales que se han sumado a lo largo de los siglos en criticarnos no pueden decir lo mismo. Autocrítica es lo que debemos hacer todos, pero siempre sin rencores, y mirando al presente y al futuro. Me centro en el tema de los indios, pues de esto trataba Menchú, pero tú eres bien consciente, por razones obvias, de que el asunto Latinoamericano no es sólo los indios, es toda América, su población al completo, sus organización territorial y económica, sus alianzas, sus acuerdos, sus migraciones e inmigraciones... en estos 200 años han ocurrido muchas cosas en todos los niveles. Obviamente. La idea de Menchú, según se desprende en esta conferencia, es irrealizable... retomar la cultura maya, imposible, pero es que habiendo ya una mezcla de culturas ¿por qué empeñarse en cerrase en una? Pues defender sólo lo maya es, al fin y al cabo, encerrarse en una cultura, en una raza única. No es eso, a mi juicio, no es eso. Esto es lo que hay hoy día. Se puede defender su patrimonio y su legado cultural y conservarlo, pero a los niveles del siglo XXI, donde cada vez hay más intercomunicación además, no a niveles del siglo XV en el siglo XXI. Espero me hayas entendido lo que he querido decir, que es una reflexión y un diálogo contigo. Un saludo, Liliana.
LOREDANA: Yo tengo familia exiliada por la guerra y la dictadura en Perú y en Argentina, y buena parte de ella no regresó, por lo que van ya por la segunda y tercera generación allí (nos carteamos con los de Argentina, a los de Perú les perdimos el rastro hace diez años). Yo creo que el resquemor contra los españoles (en todos sus chistes figuramos como tontos, por ejemplo) habría que analizarlo a qué nivel se da en cada país y región, tampoco creo que se dé en toda la población, ni en todo la población de un modo serio y preocupante. Pero el punto de vista que comentas de que se trata el asunto como invasión y no como descubrimiento es curioso... puesto que eran los indios puros los que vivían allí, todo latinoamericano que no sea indio puro es descendiente, según esa palabra que has dicho tienen, de invasores, por lo que tampoco sería para tener la cabeza alta, ¿no? Pero las cosas no son tanto así, y creo que en el fondo ellos lo saben. Las relaciones entre América y España son por lo general buenas, por lo que en realidad no llega la sangre al río. Insisto en que todos deberíamos hacernos autocrítica sin rencores mirando siempre al presente y al futuro. Y por lo demás, te abro link en el blog.
miles de indígenes en centro américa se vieron beneficiados por esta mujer, al margen de diferencias ideológicas.
ResponderEliminarbesos Dani.
No me ha parecido largo este post y sí muy interesante y ameno. Ciertamente nos has hecho partícipes de tu experiencia. Y como tantas otras veces antes, Canichu, debo decir que me maravilla tu capacidad para ser objetivo, para discernir una cosa de otra, para valorar y mesar...y ese conocimiento que demuestras de tantos momentos de la historia. Por todo ello, incluida esa comida con tres mujeres, felicidades!
ResponderEliminarMARI: Sí, es cierto, y eso no se lo quita nadie. Ha dado una gran contribución. Pero ¿es lícito el todo vale? ¿El fin justifica los medios? Si la respuesta es sí, entonces tendríamos que validar los medios que usaron otros personajes para obtener sus fines, de consecuencias catastróficas. La pregunta que nos plantea la máxima de Maquiavelo, siempre de actualidad, está en continua reflexión por cada generación y persona. Menchú ha hecho mucho bien, es cierto, pero ¿necesitaba mentir, exagerar u ocultar verdades? De todos modos, no era el fin de este post polemizar con tal asunto, ni hablar de tal asunto. Muchos indígenas se vieron beneficiados, es cierto, y muchos siguen sin beneficio alguno. Dudo de que una sola persona logre todos los logros, por otra parte, y hay muchos anónimos que de no haberla seguido ella no habría logrado nada. Ella tiene su mérito, el resto también. La situación es compleja y da para una extensa conversación mucho más seria que todo esto, eso también es cierto, asíque simplemente: saludos.
ResponderEliminarDUNA: sí... eran tres... y tenías que haber visto a la siria. Caray con el tópico de la belleza de los sirios... sí que se cumplía, sí.
Yo también veo esto como una conversación e intercambio de pareceres. Creo que sí hace falta una autocrítica y ya no puedo escindir qué es de Latinoamérica y qué de España. Muchos (no me animo a decir casi todos) tenemos un abuelo español, así que no puedo verlo como un enfrentamiento, sino que lo veo como el resultado de una suma de razas. Rescatar la cultura maya es utópico e imposible. En realidad, y tienes razón, hay que ver qué hacemos con lo que tenemos.
ResponderEliminarUn abrazo.
Me ha resultado muy interesante el post, y sí, un poco largo, pero nada sobra, así que se te perdona.
ResponderEliminarYo estoy de acuerdo contigo en que el fin no siempre justifica los medios y que creo que posiblemente Rigoberta Menchu habría conseguido el mismo efecto contando las cosas sin mentir, puesto que todos sabemos que el panorama no es nada halagador y que las cosas ya están bastante mal sin necesidad de incluir mentiras.
En cuanto a la conferencia, gracias por la crónica tan exhaustiva, realmente la he vivido como si estuviera allí, y la verdad es que no me extrañan estos sucesos. A las universidades normalmente lo único que les importa es que quedar bien, y poder decir trajimos a fulano de tal a dar una conferencia, si la gente le o la escucha a nadie le interesa y si la gente no tiene donde sentarse pues más de lo mismo.
Por otra parte, me ha parecido horrible que una de los conferenciantes hablase sólo en inglés. Yo hablo inglés perfectamente y estuve viviendo en Inglaterra hace unos años, pero esto es España, y si los estudiantes anglosajones están aquí, deberían estar aquí para aprender español, y si no están para ello, sino por otros motivos, deberían aprenderlo igualmente.
Nos quejamos siempre de que los inmigrantes que vienen a España quieren imponer sus costumbres y tradiciones, y sólo hablamos de inmigrantes africanos, latinoamericanos, de Europa del Este o asiáticos, pero ¿qué pasa con los anglosajones o los alemanes que han creado sus colonias propias en Mallorca, en Tenerife o en Gran Canaria?
Llegan aquí y viven durante años y décadas sin decir ni una sóla palabra en español, somos nosotros los que tenemos que ponerles dependientes que hablen idiomas, y además tenemos que estar agradecidos.
Yo, como española, me siento europea, y tengo muchos amigos ingleses, alemanes, austriacos, franceses, italianos, pero... esto es España y lo que llaman Globalización parece más una invasión cultural que a nosotros también nos está afectando. Lo peor es que les hemos dado nuestro consentimiento, permitiendo este tipo de cosas.
pd. Desde mi punto de vista si quiere hablar en inglés, debería haber puesto una intérprete, pero claro...