De todos los actos posibles de este mes de abril dedicado a las Letras uno se decantó el pasado día 19 por ser espectador del encuentro poético del Corral de Comedias que organizaba el poeta Martínez Morán con las poesías y presencia de la joven Ángela Álvarez Sáez y del veterano Javier Lostalé, acompañados muy acertadamente por la violinista Sandra Sardi (con quien yo mismo años atrás hice algo de literatura recitada junto a El Artista del Hambre en Guadalajara) y Marco Antonio Moreno con la flauta y con instrumentos más exóticos. También había una actriz, Marta Gutiérrez-Abad, que interpretó corporalmente muy bien y recitó... bueno, como casi todos los metidos a actuar interpretan los poemas, cosa de la que ya hablé en el pasado, el año pasado, precisamente, y a ello remito. Algunas partes las recitó la voz de la directora de la puesta en escena. El día 20 me decidí por ser espectador, y al final me animé a recitar al final de acto en el encuentro de poetas que organiza la poetisa Cristina Penalva todos los días 20 a las 20:00 h. en el bar La Oveja Negra. Un pequeño acto íntimo, por el número de asistentes, y anónimo en lo que a mi participación respecta a voluntad propia, en un día que rebosaba de actos literarios por toda Alcalá de Henares, algunos de mucho postín. Los que estuvimos lo disfrutamos. Todo sea que posteriormente invité a unas amistades editoras a tomar algo con aquello de estar a horas de mi cumpleaños. Como sea, no es que no me hubiera interesado asistir a ningún otro acto, aunque algunos me parecían impostados. Seguí, como cada año, la entrega del Premio Cervantes por la televisión, este año a Eduardo Mendoza, y hubiera sigo interesante escucharle en otros ámbitos lo que tuviera que decir.
Pero de todo este mes quizá mi participación sí planeada en uno de estos actos no era en Alcalá de Henares. Cada cierto tiempo me da por participar de concursos literarios. A pesar de tener un gran éxito de lectores y de gustar bastante mis libros o mis recitales y otras cuestiones de mi literatura, hasta el momento en ascenso constante, no gano premios literarios desde mis años universitarios. En algún caso he conocido con posterioridad a alguno de los que fueron jueces en alguno de los concursos, y algunos casos me supe a las puertas y me supe rechazado porque a veces hay quien ha de ser honesto consigo mismo a la hora de juzgar y no seguidista de lo que creen que se quiere que se juzgue. Allá cada cual. Cuando he perdido siendo los jueces sinceros con ellos mismos me ha parecido justo. Y cuando no... sólo comentar aquel premio donde el que ganó, ganó por cuestiones más políticas que literarias. Y no menciono mucho más.
Mi mayor premio es compartir mis escritos y ver que estos son aceptados y gustan. Es hacer disfrutar o sentir al lector. Lector que vuelve, lector que me premia. Y escribo no por ser premiado, pero es hipócrita quien diga, presentándose a concursos, que no le gusta ser premiado. Una cosa es que te guste, otra escribir para ser premiado, pues sí, hay quien escribe como "profesional de los concursos", hay quien trata de "vivir" de ello de concurso en concurso. Escribo, yo, para crear historias y para expresarme conmigo mismo, a la par que deseo compartirlo. Es bello compartir emociones, reflexiones o aventuras imaginadas, hacer viajar por los mundos imaginarios al otro, aquellos mundos que tú has creado porque deseaban viajar por ellos. Hubo unos años no muy lejanos que no escribía ya para concursos, pero el año pasado lo volví a intentar, básicamente porque necesitaba dinero y no había manera de conseguir un trabajo. No gané. Este año, por la misma causa y por el afán de ver si algún jurado me reconocía el mérito que ya me reconoce quien a mí se cerca a leerme, me decidí a participar en dos concursos de municipios de la Comunidad de Madrid que no eran Alcalá de Henares, ciudad mía donde las instituciones tienen la bendita costumbre de no reconocerme, no contar conmigo, no anunciarme cuando alguna vez me presenté voluntario a ellos. Amo una ciudad que me ama-desama, según de qué ciudad de Alcalá de Henares hablemos. Ya sé que estoy escribiendo un poco como Max Aub (bendito recordado del Instituto Cervantes antes los desagravios de Madrid ciudad con él en estos días). También para Alcalá mandé a concurso un poema, se resolverá eso en mayo, pero cometí el error de no mirar las nuevas trifas postales y no sé si por unos céntimos el servicio de Correos se apiadó de mí y entregó mi obra. Váyase a saber si estoy o no participando. Cuando pase Mayo se sabrá, para bien o para mal, pues incluso no ganando ya daría igual si les llegó o no llegó.
En general de los concursos literarios, de los grandes concursos literarios, habló mucho la revista Babelia, en el reportaje ¿A quién sirven los premios literarios?, buscando allí el lado oscuro de ellos. Hace ya muchos años que se habla de premios dados de antemanos a determinados autores y de editoriales que presionan para que ganen autores que al publicarlos les garanticen ventas, o sea: que sean famosos, independientemente de la calidad de su nueva obra. Yo cuando trabajé de archivero con los fondos de la agencia Carmen Balcells en el Archivo General de la Administración, leí unas cuantas cartas y documentos respecto a todo esto, porque mi profesión me obligaba a leer todo aquello para poder archivarlo correctamente, y puedo decir mucho y muy determinante, pero me voy a abstener por esta vía, aunque estando en un archivo son documentos que van a hacerse públicos en cuanto ya estén perfectamente catalogados. No van desacertadas algunas de las opiniones de los autores que hablaban en el reportaje de Babelia, mientras otras de ese mismo reportaje juegan a parecer acertadas o mejor dicho, ciertas. No deja de tener significancia lo que Aparicio Maydeu dijo en aquel reportaje del sábado 11 de febrero de este año, que aquellos que persisten en participar en concursos literarios sin ganar y más bien soliendo perder dinero en impresiones y envíos, tal vez viajes, con el panorama actual de los grandes concursos literarios lo hacen por un 20% de ingenuidad y un 80% de ego. Como sea, los autores que allí participan dicen que el Premio Anagrama es el más fiable. Bueno, ellos sabrán.
Los pequeños concursos literarios, los modestos, aparentemente son también otra cosa. Aunque es cierto que incluso en estos, si hay alguna escuela literaria en el municipio, o barriada, o si los partícipes se repiten cada año y ya se conocen sus propios estilos, o si alguien no ha sido "elegante" a la hora de guardar el secreto del nombre del autor en sobre cerrado, también se pueden trucar. Al margen de trucos o no trucos, una de las cosas legítimas que hacen muchos concursos literarios es entregar las obras candidatas a unos lectores que previamente hacen una selección según sus gustos y luego entregan esta selección a los que realmente serán el jurado del certamen, dando por caso que los jurados en realidad no leen todas las obras. No lo hacen todos los concursos literarios, pero no es una práctica inexistente ni poco común, sobre todo si el número de obras es elevado. No se tiene porqué especificar en las bases, ni siquiera si el jurado decide hacer una primeraa criba leyendo sólo los primeros párrafos.
No me gusta tampoco cuando en los concursos pesan razones políticas o editoriales, y no literarias. O cuando se valora por cuantía económica más a la prosa y menos a la poesía, como si hacer poesía fuera algo fácil y menor, o como si la poesía no se merecíera una atención en importancia como la prosa. Aún menos me gusta cuando el concurso lo crea una editorial para publicar un libro donde todos son publicados, con la idea de que que todos compren el libro, y estos concursos también existen. Es un engaño, aunque no hacen nada ilegal.
Vengo hoy de la entrega de premios del XXXIII Certamen Literario Manuel Vázquez Montalbán, que celebra cada año la cercana población de San Fernando de Henares. Como se ve estos daban tres premios a prosa (dos a relato corto y uno a literatura express) y uno único a poesía. La cuantía del premio no era mucha, pero el certamen me parecía interesante, sobre todo teniendo tantas ediciones a cuestas. No gané, yo sólo participé en poesía, eso de entrada. Ganó en express un hombre que estuvo varios años en un taller de escritura, en finalista de relato un chico que escribe guiones publicitarios y suele presentarse y ganar concursos literarios, el premio ganador de relato un profesor de instituto joven que no suele escribir, según él, y en poesía una chica que suele presentarse y ganar todo lo que puede de certámenes literarios. Lo cierto es que de la chica sólo lo sabemos porque lo dijo el finalista de relato. Dió tantos detalles de ella que casi parecía que fuera en realidad él, pero no podía acumular premios, según las bases del certamen. No sería raro que algo así ocurra. Yo nunca lo he hecho, ni deseo, pero sí he conocido a lo largo de mi vida gente que se ha presentado en concursos en los que no se puede presentar varias obras por estar así establecido en las normas como si fuera otra persona y apañarlo con un amigo o amiga si gana. Bueno, puede que el chico nos estuviera diciendo la verdad, que se conozcan y que ella no pudo venir porque tal vez no recibió el correo donde le dijeron que era ganadora. Lo cierto es que si lo hubiera recibido y aún así no hubiera querido ir, es un poco fastidioso para el resto de participantes, aunque sea algo, el premio, que probablemente sea merecido y sin tacha. Al no ir, pierde el premio, pero este no pasa a nadie, queda desierto. Bueno, una lástima que esta chica no pudiera ir. Me hubiera gustado escuchar el poema, ya que yo participé con poesía esta vez. Yo sabía que no gané, porque no me avisaron de ello, pero fui a la entrega de premios precisamente para escuchar a los ganadores, especialmente el poema ganador. No por otra cosa que porque me gusta conocer otras voces. Por eso mismo suelo ir a recitales que no son míos. Tengo mis inquietudes y curiosidades.
En este certamen, cuyo acto se celebró en la biblioteca municipal, única que tienen, no había periodistas locales, ni las políticas vestían de gala, ni usaron discursos de autopromoción. Eso me gustó mucho. La sinceridad y la cercanía. Habló un bibliotecario (que fue secretario del jurado), Catalina Rodríguez (alcaldesa por San Fernando de Henares Sí Puede, donde está Podemos, creo que fue jurado del concurso, pero no estoy seguro) y Donata Galán (concejala de Cultura, del mismo partido que la alcaldesa y jurado en este concurso). Estaban también los otros miembros del jurado del concurso, que eran el director de la biblioteca municipal, llamada Rafael Alberti, el ganador de relato del año anterior y un profesor de instituto de secundaria del municipio. Me gustó la franqueza de la alcaldesa al reconocerse lectora, pero al declararse no entendida en el Arte, no creadora de Arte, por lo que admiradora de quienes creábamos Arte, como es la Literatura. Sabía, eso sí, lo que le gustaba y lo que no. Esa franqueza no la suelo yo escuchar en Alcalá de Henares y otros municipios. Y es algo de agradecer que se sea sincero. No pasa nada, sobre todo porque la gran mayoría somos así con unas y otras cosas. Además eran muy cercanas a la gente y les preocupaba más compartir y conocer lo que los presentes podíamos decir, que crear un discurso pomposo. Eso es hacer ciudadanía, y eso lo echo en falta en Alcalá de Henares, en sus actos oficiales, como lo era este mismo.
De los ganadores sólo diré que la obra del relato express a mí no me pareció un relato, me pareció una reflexión emocional, aunque el jurado dijo que ganó por unanimidad. Habría que ver cómo era el resto, pero en principio a mí aquello me pareció un conjunto de aforismos, de reflexiones construidas a partir de un patrón muy propio de lo que él mismo declaró: un taller de escritura. Bueno, mejor para él si tanto ha logrado transmitir a tanta gente. Del finalista del relato diré que los primeros párrafos que nos leyó (no más) me parecía mucha acción muy bien ligada entre sí, excesivamente puesta en escena tan pronto, pero sin mostrar en principio cualidades técnicas literarias como para ser finalista. Es cierto que habría que leer el relato entero. En principio a mí me parece que es una historia bien construida en cuanto a hilvanar bien la acción, pero falta de recursos. Atrae, lo que es propio de un guión, y no hay que olvidar que él mismo es guionista. Del ganador del relato pues hay que reconocer que tenía un manejo del idioma, del léxico, de las sintaxis, muy rico, erudito y a la vez claro. Tenía un sentido novelesco. Al menos en los primeros párrafos este autor merecía la pena, pero hay un "pero". Su relato era de ficción histórica, ambientada en la América española colonial, con los monjes que defendieron a los indios. Como historiador diré que estaba llena de tópicos, lugares comunes, imágenes un tanto infantiles pero con palabras adultas, por lo que daban el pego, y que para un lector no muy conocedor de la Historia pero que le convezca lo verosimil, le podría valer. Técnicamente es muy bueno, pero en el contenido tal vez está muy imbuido de ideas poco profundizadas en la Historia, a pesar de ser, o quizá por ser, profesor. Y en cuanto a la poesía no puedo decir nada. No vino la ganadora. Como sea, felicito a los ganadores y que sigan por estos caminos. A ver si nos seguimos viendo y algún día podemos participar de algún proyecto común, porque las ganas de escribir y de compartir es lo que más cuenta en todo esto.
Participaron ciento seis personas, u obras, y un asistente preguntó si podían hablar de alguna de las obras no ganadoras del premio. Ninguna de las personas del jurado pudo decir nada. Decían no acordarse. Ahí sí noté algo extraño, porque pareciera que no hubieran leído todas, si no una selección. Si yo leo textos en treinta días, por muchos que sean, recuerdo aquellos que se han significado más en mi mente porque me hayan gustado o disgustado o me hayan hecho reflexionar sobre algo. Me resulta increíble que de ciento seis obras ninguno de los cinco miembros del jurado (o seis si la alcaldesa también lo fue) recuerde ninguna ni pueda hablar de ninguna otra que no sea alguna de las cuatro ganadoras. Eso sí me pareció muy raro y hasta cierto punto increíble, aunque no imposible. Además, las personas que más leen, son las personas que más recuerdos retienen, eso es un hecho psicológico comprobado desde hace más de un siglo. Pudiera ser que se hayan juntado cinco amnésicos, o que tal vez se las leyeron demasiado rápido o demasiado sin la atención debida. Eso podría explicar algo este suceso. No sé. Siendo buenos habrá que creer en principio que se leyeron todo, como ellos afirmaron al responder, y que no se acuerdan de nada.
Y supongo que esto es todo lo que tengo que decir por hoy. Me imbuyo en estudiar la oposición a archivero, aunque en mi casa el ambiente no suele ser propicio para estudiar al tener que atender yo las tareas personales de mi madre, las de mi tío y las mías propias prácticamente todos los días. A veces empezar a estudiar y que te pidan tal o cual asunto evita que te puedas volver a centrar. Pero también es cierto que pienso que hace unos años estaba con la teoría más fresca en la cabeza, aunque actualmente en la práctica, por haber ejercido, me siento mucho más que fuerte. Tal vez esto esté abocado a otra puerta cerrada. Ya se verá. Necesito fortalecer la teoría y se hace difícil estudiarla. Por otra parte y de otro asunto, pienso que sería interesante, después de tanto tiempo, montar alguna iniciativa literaria nueva que poder compartiros, pero esto, si se produce, ya se verá. Saludos y que la cerveza os acompañe.