En uno de mis trabajos como archivero en el pasado,
no relativamente lejano y que pertenecía a un mismo proyecto donde ya he estado
en dos ocasiones y como técnico de archivo jefe de equipo, me topé con el
expediente académico como estudiante del San Isidro de Madrid con un apellido
que me fue imposible pasar por alto.
El San Isidro de Madrid es hoy día un instituto
segunda enseñanza de carácter público que tiene por particularidad que es uno
de los centros de enseñanza en activo más antiguos de España, con permiso del
Brianda de Mendoza de Guadalajara, que tan bien conozco por estar en su tejado
el estudio de Radio Arrebato, del que fui locutor varios años seguidos. Ambos
datan su origen en el siglo XIX, si bien el San Isidro de Madrid probablemente
es incluso más antiguo. En el caso del madrileño han salido de sus aulas muchas
personas posteriormente famosas o conocidas, y mucha persona pionera en varios
campos, por más que incluso por tiempo breve Antonio Machado dio alguna clase
en sus aulas, pues este centro acogía enseñanzas de Primaria, Secundaria,
Bachillerato, exámenes de acceso a la Universidad Central (la de Madrid o
Complutense), etcétera de otro tipo de estudios y formaciones. Yo hice el
traslado de una parte considerable de su documentación al Archivo Regional de
Madrid y tanto en esa ocasión como en otra posterior, trabajé archivándola y
describiéndola para dejarla con uso útil para el ciudadano, ya que
prácticamente es al completo documentación histórica.
No negaré que mucho nombre conocido pasó por mis
manos y yo mismo he creado herramientas para que sean fácilmente localizados
sin necesidad de mirar ficha por ficha de todo el conjunto de fichas de
alumnado, si es que un investigador desea bucear en la biografía de alguien
célebre concreto que estudiase allí. Hubo bastantes que me llamaron la
atención, pero hoy quiero hablar de ese nombre que no pude pasar por alto.
Se trataba de un alumno que había sido mandado a
estudiar a Madrid desde el pueblo de Herencia, en Ciudad Real, en la actual Castilla-La
Mancha. Ya de entrada el origen me hizo pararme a mirar la ficha en papel, pues
Herencia es el pueblo de origen de mi familia paterna, a pesar de que la
materna, con origen andaluz, se asentó por Alcalá de Henares desde la década de
1930 y posteriormente en Madrid hasta el regreso a Alcalá en 1975, aunque hubo
núcleos no directos que se quedaron por acá todo aquel tiempo. La cuestión es
que el nombre correspondía a José García-Escribano Fernández-Cañada. Ese
segundo apellido es el que no pude pasar por alto, pues el segundo apellido de
mi abuelo paterno era precisamente ese.
Teniendo en cuenta que en aquellos años finales de
la década de 1920 y la década de 1930 no había mucha población en Herencia, que
aunque fuera un pueblo grande en su zona, seguía siendo pequeño, se me
evidenciaba que algún tipo de familiaridad debía tener, aunque mi abuelo
Rufino, a quien visitaba de vez en cuando a su residencia, ya no tenía la
cabeza para contestarme nada sobre ese nombre. Siguiendo mi protocolo de
trabajo en el archivo, todos los nombres eran comprobados por si aparte de
archivar su expediente para dejarlo útil para consulta hubiera que resaltarlo
como persona ilustre o destacada por algún hecho notable (para bien o para mal,
que de todo hubo en esas aulas). En principio no esperaba encontrar nada, pero
resultó que en una mera búsqueda sencilla en Internet, sin necesidad de
demasiada complicación, hallé una página católica que le tenía registrado como
ejecutado por la República durante la guerra civil por haber cursado estudios
en un seminario para ordenarse sacerdote, motivo por el cual, parece ser,
alguien le había propuesto en los últimos años para su beatificación.
Mi familia, en líneas generales, tanto la paterna
como la materna, estuvieron con la República y la defendieron, pero es cierto
que aquello me hizo recordar una historia que contaba mi abuela paterna acerca
de que unos milicianos habían matado a un primo suyo porque quería ser cura,
pero que, aunque él se había preparado, ya no quería serlo, y ella lo
achacaba a envidias del pueblo y peleas antiguas, porque, como he dicho,
prácticamente la familia al completo estaba con la República. Pero resulta que
el apellido de aquel hombre no era ninguno de los de ella, ni era González, ni
era Corrales. En recuerdo de aquellas historias, recuerdo el abuelo muchas
veces la corregía y se metían en rabietas muy graciosas de viejo matrimonio de
décadas juntos. No he investigado más sobre ese hombre cuya ficha académica
tuve en mis manos y yo mismo archivé, pero pienso si aquel hombre no estaría
emparentado de algún modo y grado con el abuelo y con la abuela, cosa que, dado
que era un pueblo pequeño, en aquella época, como hoy día en los pueblos
pequeños, no sería raro. Eso daría un cierto giro a la Historia familiar, pues,
que yo sepa, nunca nadie ha contado nada sobre algún nexo en el grado de
familiaridad que sea entre las familias de abuela y abuelo. En principio no
consta, pero como digo, tampoco sería raro en un pueblo pequeño de aquellos
años.
La cosa es que hoy, desde otro archivo y con otros
asuntos, este hombre me ha vuelto a salir en el listado publicado en Internet
por alguien que desconozco sobre gente ejecutada en los años de la guerra por partidarios
de la República, y a veces condenados por la República, pueblo por pueblo de la
provincia de Ciudad Real. El listado de Herencia es algo más amplio que otros
lugares de aquellas tierras, aunque bien es cierto que a estos listados hay que
completarlos con los de los ejecutados y represaliados por la posterior
dictadura de Franco. Como sea, este hombre volvía a aparecer, evidentemente, y
dado que tenía la lista miré si había gente con los apellidos de la abuela.
Encontrar González fue fácil, es un apellido muy común, nada garantiza que
alguno fuera su primo, aunque tal vez alguno lo fuera. Sí encontré dos hermanos
Corrales, Gregorio y Salvador Corrales Fernández. Pensé que tal vez uno de
ellos era la persona de la historia de la abuela, pero entonces, ¿por qué
mencionar solo a uno y no a los dos? Por parte del abuelo no había ningún
López-Serrano, y sí estaba el Fernández-Cañada ya citado.
Todo esto ha sido algo casual, por lo que no he
hecho indagaciones profundas, pero me sirve como hipótesis cuadrando las
historias de los abuelos, en las que, evidentemente, solo cuadra en cuanto a lo
del ejecutado Fernández-Cañada que, de ser así, algo me descuadra, pues por
apellido en principio no sería primo de mi abuela, al menos que haya alguna
familiaridad en un grado no directo que desconozco.
La cosa es que ya puestos, me puse a mirar PARES,
el Portal de Archivos Españoles, consultable públicamente desde cualquier
hogar, en busca de expedientes o fichas de mis abuelos en el Centro de
Documentación de la Memoria Histórica, el de Salamanca. De las abuelas, materna
y paterna, evidentemente, como suponía, no encontré nada. Del abuelo paterno
tampoco. Lo cierto es que él, aunque tuvo sus ideas, fue reclutado por ley en
1938 en lo que se llamó quinta del chupete, por ser recién cumplida la mayoría
de edad. Aunque estuvo en la Quinta División de la República, tan politizada
por Enrique Líster y por “el Campesino”, a quien el abuelo admiró, y pese a que
en la retirada del Ebro, dirigiéndose al Levante para cortar el avance de
Franco sin éxito fue hecho prisionero y llevado a un campo de concentración en
Aranda del Duero, y pese a que a punto estuvo de ser fusilado en una saca de
presos, cosa que evitó según él porque le bajaron del camión para quitarle una
chaqueta nueva que le habían traído, fue juzgado en bloque junto a otros tantos
soldados de leva, cosa que no era rara en la época, y se consideró que quedaban
exentos de responsabilidad porque habían sido reclutados forzosamente y no eran
voluntarios, aunque el abuelo contaba la anécdota de uno que allí se regodeó de
los que había matado, cosa que le hizo ser fusilado. En fin, el abuelo paterno,
tras acabar la guerra, fue enviado al Rif español para hacer el servicio
militar de nuevo, pues se consideró nulo su servicio durante la guerra con la
República. Fue desmilitarizado tras acabar la Segunda Guerra Mundial, pero eso
es otra historia. La cosa es que es evidente que en el archivo de Salamanca no
hay expediente ni ficha de él, aunque tal vez en ese archivo o en otro de los
archivos militares generales pueda que figure dentro de un bloque de nombres de
soldados de leva en aquel juicio sumarísimo que se les hizo, y eso hace que sea
muy difícil localizarle individualmente. Tal vez algún archivo conserve algo de
los presos en los campos de concentración, lo que le haría figurar también,
pero tengo la sospecha que esa documentación fue convenientemente destruida en
su día, o tal vez sea clasificada y salga a la luz el día que cambie la ley de
secretos oficiales. Ya se verá, tal vez.
Sin embargo sí encontré en el archivo de Salamanca
algo del abuelo materno. Lo cierto es que años atrás yo ya había localizado la
copia de una condena contra él tras la guerra civil, en los primeros días de la
dictadura, que le condenaba a arresto domiciliario en su casa de Madrid capital
de aquel momento por haber tomado parte activa por la República. O en otras
palabras, por haberse demostrado que voluntariamente defendió la República. Por
un lado sabemos que tuvo un pasado miliciano, que simpatizaba con los
anarcosindicalistas, no sabemos si militó, y posteriormente pasó al ejército
regular. Sabemos que participó de la Batalla de Guadalajara y de la defensa de
Alcalá, que en algún momento estuvo en Catarrojas, en Valencia, para casarse
por lo civil con la abuela, y que en algún momento regresó a Madrid para su
defensa y que tras la guerra se volvió a casar con la abuela, ahora por lo
religioso, porque se quemó el archivo de Catarrojas, por dar una imagen más
suave de cara al nuevo régimen y porque, se dijo en la familia, destruyó buena
parte de sus documentos para evitar acusaciones, aunque tras su muerte en 1985
fueron apareciendo papeles ocultos suyos en los colchones y lugares recónditos
de la casa durante años. Que yo descubriera por otro lado que tuvo arresto
domiciliario en los primeros tiempos implica que de vez en cuando recibirían
visitas y registros de la policía político social en la casa sin previo aviso y
de aquella manera, al menos en estos primeros momentos, sin que tíos ni madre
guardasen memoria ya por excesivamente pequeños, ya porque aún no habían
nacido.
Ahora he podido encontrar dos fichas suyas en los
fondos de la Delegación Nacional de los Servicios de Documentación, que es la
evolución en 1958 de las brigadas de lo político social para la represión del
comunismo y la masonería. En estos fondos encontramos documentación que se
incautó a todo tipo de asociaciones de izquierdas con la idea de reunir
documentación para la represión y el control de toda la gente de izquierdas.
Reunieron dos millones y pico de documentos, casi tres millones. Los
conservaron para poder controlar a todos aquellos y en bastantes casos para su
represión. Eliminaron solo la documentación referente a personas que no habían
sido activas en su pertenencia a esas organizaciones. Así que encontrar hasta
dos fichas del abuelo allí, más las de sus hermanos Manuel y José, me parece un
posible avance más en arrojar alguna pista, pues creo que puede que allí se
recoja qué acusación o acusaciones concretas se le hicieron para decretarle
arresto domiciliario. Él se hizo albañil y siguió su vida. Veo que el Portal de
Archivos no permite la consulta directa de estas fichas, por lo que hay que
solicitarlas por correo privado. Tal vez haga la consulta. Tal vez sepa algo
más del pasado del abuelo materno.