Uno de los debates más serios es también uno de los debates más absurdos de todo lo que va de pandemia de la Covid-19, el de la Navidad. Todos los indicadores nos dicen que las reuniones familiares son los principales focos de transmisión desde que se levantó el confinamiento más duro en primavera, especialmente en verano. Si no queremos recaer en la trampa del verano, donde hubo una bajada de contagios gracias al confinamiento más duro previo, pero después vino la segunda ola fuerte de contagios tras todas esas reuniones de verano, parece lógico pensar que quizá para las fiestas de Navidad sería deseable (desde un punto de vista solo sanitario) un confinamiento específico para la parte más activa de esas celebraciones, que no dejan de ser dos semanas, justo los quince días a los que nos tienen acostumbrados en los periodos de confinamiento. Evidentemente la economía tiene su peso, indudable, yo lo dije desde el primer día, que ni en guerra se para la economía, tal como aquí muchos clamaban que se hiciera y que ahora se dicen y se desdicen a sí mismos como en un tobogán de montaña rusa. Se podría haber planteado un confinamiento duro para esos días matizado, o en otras palabras, haber aplicado los confinamientos estrictos para los días claves de esas fechas, para los días que más reuniones sociales hay por tradición, y dejar toques de queda y restricciones horarias tempranas para el resto de días de esas dos semanas, para evitar tentaciones de trasladar fiestones personales a los días aledaños.
Los políticos tienen miedo. Saben, porque lo han experimentado, que las medidas más duras les cobra un desgaste político que imposibilita o dificulta todos aquellos proyectos de país o de sociedad que desean crear, al margen de sus beneficios particulares por ejercer el cargo. Poner medidas duras en las Navidades saben que sería algo quizá visto por la sociedad como algo muy grave y como un ataque personal, lo que les podría pasar una factura excesivamente cara. Por no hablar de la utilización que algunos colectivos cristianos, la ultraderecha y la derecha liberal harían de todo ello calentando el ambiente un poco más y generando aún más esa falsa impresión de problemas entre la izquierda y la derecha cuando se trata en realidad de cuestiones de salud, con la economía de fondo, evidentemente.
Todo se ha quedado a medio gas y ridículo. Se baraja toques de queda más generosos que los que ya hay para que estemos más tiempo en la calle, aunque me pregunto yo ¿quién es el que cena a la 1:00 a.m. en su casa en Navidad o Año Nuevo? O en el caso de la Comunidad de Madrid, ¿a la 1:30 a.m.? Está claro que esa generosidad en el toque de queda no es por la economía, los bares no se van a beneficiar realmente con eso, y pueden dar por perdida su campaña navideña. La gente cena antes en sus casas, por lo general, y en el caso de Año Viejo, antes de las 00:00 horas, por la razón evidente de recibir el año juntos copa en mano, uvas en boca. Así que ese rifirrafe sobre ampliar justo esos días el horario del toque de queda y la enésima discrepancia entre el gobierno central y el de Madrid sobre si debe ser a las 1:00 h. o a las 1:30 h. es más paripé mediático para aparentar quien es "amiguito" tuyo.
Por otro lado, el otro debate que se genera sobre si el máximo de los asistentes a las reuniones familiares han de ser de seis personas (propuesta del gobierno) o de diez (propuesta de Madrid), y si deben o no deben contar los niños como personas presentes en esas reuniones, es poco menos que papel mojado, como papel mojado es que te digan que en esas reuniones solo haya personas que normalmente conviven juntas. ¿Cuántas familias hay en España que actualmente viven diez personas en una misma casa? O seis, que me da lo mismo. Pero sobre todo, en vista de la calidad de estos debates, ¿cómo es que no están hablando de la gran necesidad para mantener este orden de cosas? ¿Cuántos policías van a destinar y cómo van a ejercer sus patrullas para ir casa por casa a comprobar que hay un máximo de seis personas y que todas viven juntas normalmente? ¿Cómo van a comprobar esos policías que tienen las casas ventiladas con las ventanas abiertas y cuánto tiempo se van a quedar en cada núcleo familiar para evitar abrazos, besos, voces altas y cantos varios? Todo esto lo que es, es una patraña. Un canto al sol. Una nada de la gran nadería. Es tanto como las eternas normativas municipales contra petardos y cohetes en Navidad mientras de forma normal se vende a vista de todos esos petardos y cohetes en tiendas y en puestos navideños que los propios ayuntamientos ponen cada año en sus plazas, mientras los niños tiran pequeños petardos al suelo a la par que la sempiterna pareja de policías municipales van hablando en su paso con vaho en la boca.
Pero incluso si se quisiera hacer respetar grupos de seis en las personas que queden a tomar algo fuera de casa, la verdad es que es absurdo. Puede haber numerosos grupos de seis personas en unos mismos lugares, por lo que lo de las seis personas quedará diluido. Además, la ley no impedirá que un grupo de seis personas esté tomando algo al lado de otro grupo de seis personas compuesto de personas que, ¡oh, sorpresa!, se conozcan entre sí, tal como normalmente viene ocurriendo.
En cuanto al asunto de las cabalgatas de reyes que pretenden que no se muevan, que sean estáticas... es simplemente idiota. Si no se mueve, no es una cabalgata, es legítimo que se haga y que se lance la idea, pero entonces tendrá que tener otro nombre, pero decir que además que la gente no vaya a las cabalgatas o a los belenes o a las misas del gallo, etcétera, que se queden en casa a verlo por la televisión, es aún más cantos al sol. La única manera de que si haces una cabalgata de reyes la gente no vaya es no haciendo la cabalgata de reyes o bien prohibiendo la asistencia con un amplio dispositivo policial como el que se realiza para evitar que la gente se acerque al Congreso en las manifestaciones. Es un absurdo tras otro, un despropósito tras otro, por el mero hecho de que no quieren atender a la realidad de la raíz del asunto que nos mueve, y es principalmente de orden cultural y social. No se puede poner puertas al mar, y eso deberían asumirlo, valorarlo, reconocerlo y dentro de eso tratar de no lanzarnos debates idiotas para entretenernos y sí hablarnos con sinceridad, pueden incluso hacer campañas de concienciación en el sentido que deseen, pero que no nos traten como idiotas.
Y sí, es verdad que los bares y restaurantes, las salas de eventos y demás, tiene pinta que lo van a seguir pasando mal en estas fechas y ya habrán perdido la campaña de Semana Santa, la de verano, la de los puentes y ahora la de Navidad, y sí necesitan ayudas para poder subsistir y con ellos los sueldos de sus empleados y el empleo de todos los sectores que se ligan a la actividad de la hostelería, sin embargo también en esto voy a poner un "pero". A nadie se le escapa, al menos que haya querido estar ciego y sordo durante años, que en el sector hostelería hay un gran número de trabajadores que están sin contratos y que solo encuentran esos trabajos para tener ingresos, especialmente en los bares de copas. A nadie se le escapa el gran número de horas extras no pagadas que se hacen, bajo riesgo que de negarte te quedes sin trabajo. A nadie se le escapa que es un sector que suele tirar, en general, de abusos laborales. Todo eso se debe controlar para que a las ayudas que puedan llegar del gobierno solo puedan acceder aquellos hosteleros que cumplan con todos sus deberes.
Recordemos que a finales del verano de este año 2020 surgió una noticia que aún a comienzos de otoño seguía dando titulares, los autónomos de España, de todos los sectores, están en su mayoría en un fraude de ley al cotizar en la seguridad social por sí mismos como autónomos el mínimo posible en lugar de lo que deberían acorde a sus beneficios e ingresos. Ni más ni menos que un 80% de los autónomos (se puede leer, por ejemplo en La Voz de Galicia). Pero en realidad esta noticia no es nueva, en verano del año pasado eran el 90% de los autónomos los que recurrían a este fraude de ley (se puede leer en Más que Negocio). O sea, 9 de cada 10 autónomos (da igual si grande, mediano o pequeño) no estaba pagando sus cotizaciones como debía el año pasado, 8 de cada 10 este año si nos fiamos de las cifras dadas este año. Cotizaciones por ellos mismos (luego tienen la paradoja e hipocresía de quejarse de que cuando se jubilan casi no reciben pensión.... ¡coñe, haber cotizado lo que debías y no a la mínima en fraude de ley!). No cumplen con sus obligaciones con el erario público y eso nos afecta a todos. Si los autónomos no cumplen en su gran mayoría con estos deberes, se les debería condicionar el acceso a toda ayuda a que cumplan. Esto no es que ocurra por la crisis de la pandemia, viene ocurriendo desde vete a saber cuándo como una corrupción generalizada que pese a que aparentemente se esté llevando a cabo a pequeña escala (por ejemplo en un pequeño bar familiar de barrio obrero), en realidad al realizarlo 9 de cada 10 autónomos u 8 de cada 10, lo que se quiera, es una corrupción generalizada a gran escala por valor de muchos miles de millones de euros que unir a aquellos que además no tenga contratos a sus empleados o que no paguen o no reflejen en las nóminas las horas extraordinarias.
Hay falsos debates que ayudan a tapar debates más serios y más ciertos.
Saludos y que la cerveza os acompañe.