En el año 2001 hubo muchísima prensa y muchísimos textos de filosofía, de psicología, de análisis, de pensamiento que tuve y que quise leer. Yo hacía la segunda mitad del segundo curso de Historia y comenzaba a mitad de año el tercer ciclo de Historia. Pero, tras haber aprendido inglés de manera básica y deficitaria en la Enseñanza General Básica, habiendo seguido en esa línea en el Bachillerato y en el COU, aunque empezando a leer yo por mi cuenta pequeños textos largos tipo canciones en inglés y los libretos con artículos y memorias que venían con los álbumes de música, siguiendo en ese rumbo en los primeros años universitarios, y habiendo multiplicado con mucho mi interés autodidacta por aprender el inglés, hice en este curso un intento de volver a su aprendizaje formal apuntándome a una de las asignaturas opcionales de este idioma. El caso fue catastrófico a causa del método del profesor, que desincentivó a la gran mayoría de los alumnos de ese curso, que al año siguiente no quisimos cursar la segunda parte. En todo caso me dio una serie de herramientas a modo de manuales que, como autodidacta en esto, me han sido muy útiles con posterioridad. Sea como sea, la lectura de los pequeños libretos en inglés de los discos de música, como los de The Who o los de Deep Purple, y de textos de artículos universitarios comenzó a ser habitual, y mucho. Si bien el oído comencé a entrenarlo años después de la universidad, ya que el método del profesor citado fue muy frustrante para casi todos sus alumnos. Muy antipedagógico. Sólo la tozudez logró superarlo. Aún así, en la primavera de 2002, viajé a Londres de vacaciones con cuatro amistades, justo con el euro recién estrenado, aunque no en Reino Unido, y justo unos meses después de los atentados del 11 de septiembre de 2001, con todo el miedo y los controles exagerados que había en los aeropuertos. De aquel viaje vendría otra práctica que hoy día es casi diaria en mí, leer prensa de habla inglesa.
Año 2001: 22 años de edad.
Leí 33 libros completos.
Historia de la Guerra Civil Española, volumen 2 (1961, revisada y reeditada ampliada en 1977, Hugh Thomas): Me lo leí en verano, igual que el volumen uno en el año anterior. Me remito a lo que dije entonces, en la
Noticia 1790ª. Lo cierto es que con todo lo que se avecinaba a apenas uno o dos meses vistos, con los atentados de Nueva York y luego la Guerra de Afganistán, y para 2003 la Segunda Guerra de Irak, y demás, ayudaba a analizar dinámicas de la actualidad, aparte de ir cuadrando mejor la Historia de España y la Historia social. Recuerdo que cuando iba a ver a mis abuelos paternos a Madrid, a menudo ya por mi propia cuenta, sin mis padres, cosa que ya fue lo normal tras la muerte de mi padre, hablaba con ellos de estos temas porque me preguntaban por mis estudios, yo contestaba y ellos me contaban por voluntad propia sus experiencias. Luego me animaba y les preguntaba. A la abuela le gustaba como hablaba, pero no le gustaba hablar de la guerra, y hablaba de antes o de después. El abuelo sí hablaba de la guerra. Con los años creo que a mí me contaron cosas que a otros familiares no les habían contado a juzgar por conversaciones tenidas en el funeral de mi padre en 2003. Con este libro tuve, por aquellas conversaciones, especial interés por determinadas batallas donde hubo participación familiar, como la del Ebro, o la retirada hacia Cataluña. Con el tiempo algunas de las cosas de la Historia familiar, tanto paterna como materna, aunque he tenido más opciones de material con la familiar, las he ido comprobando y ampliando con documentos de archivo. Otras, lamentablemente, de momento sólo gozan de la fuente oral, aunque enmendada en parte gracias al contraste de diferentes recuerdos, hasta donde he podido. Hasta donde el tiempo me ha dejado. Así por ejemplo, la última incursión en la memoria oral fue con mi madre apenas dos o tres meses antes de su muerte, o quizá mi memoria falle y fuese un mes antes. Pongamos por horquilla tres meses antes de su muerte, y con una herramienta como es las fotografías antiguas para estimular recuerdos.
Bob Dylan, canciones, volúmenes 1 y 2 (1984 el volumen 1, 1985 el volumen 2, Bob Dylan): Eran de la editorial Espiral, como los tres volúmenes de las letras de los Beatles que leí en 1997 (
Noticia 1683ª). También estaban prologados. Mis ejemplares eran cuartas ediciones publicadas en los años 1990. Los compré en Diógenes en momentos diferentes. Eran ediciones bilingües en castellano e inglés muy populares en esos años, sin un Internet tan propagado y tan a disposición con facilidad por diferentes medios. Si mi autodidactismo en inglés iniciado en bachillerato se enriquecía con un inglés británico aparentemente muy claro y limpio en The Beatles, ahora me atrevía a intentar aprender con el inglés de Bob Dylan, que es un inglés estadounidense, exactamente con acento y jerga de New York, complejo en sí mismo y gangoso en su escucha, a lo que hay que sumarle la voz nasal de Dylan. Con esta guía algo le captada leyendo y oyendo, pero lo que más aprendía era vocabulario... y aprendí argot y contracciones del habla popular que asimilé al habla normal. Eso no ayudaba a entenderme mucho con algunos amigos que sí sabían inglés cuando tonteando decía algo en inglés. De todos modos, hablar inglés fluidamente es algo que tengo pendiente de adquirir. Como sea, Bob Dylan ha sido admirado por mí desde el bachillerato, cuando lo conocí a través del álbum
Desire. Yo ya le admiraba como cantautor, como músico y... como poeta contracultural. Sí, así es, pese a los debates que he tenido a costa de esto muchas veces, más, mucho más, desde que le dieron el Premio Nobel de Literatura en 2017. Algunas personas que no me conocen tanto como creían, pensaban que me apuntaba al carro de la polémica cuando defendí su premio como cantante cuyas canciones caen en la poesía, pero no era así, llevo considerándole cantautor y poeta desde que le oí por primera vez siendo bachiller. Admirado por mí, seguido, escuchado y visto en dos conciertos en directo, y sí, en algunos textos claramente influenciado por él. Ahora trato de coleccionar poco a poco sus álbumes, que cuando incluyen explicaciones me las leo en inglés, para saber de Dylan y para aprender inglés. Estos dos volúmenes cerraban su obra en la mitad de 1975. Ahora, con el Nobel en la mano, han editado sus obras completas, las quiero, pero he de confesar que estoy esperando un poco más... porque las quiero totalmente completas y este hombre no para de producir. Me admiró su obra y a la vez trataba de comprender y entender el inglés, aunque la principal causa de la lectura fuera la curiosidad por saber qué cantaba, qué decía, y no me defraudó.
Writte to be read (1996, William R. Smalzer): Lo compré en Diógenes. Este fue el libro de texto para aprender inglés avanzado que nos mandó trabajar y leer en la Universidad el profesor más desacertado en su método pedagógico que he encontrado nunca. Básicamente consistía en que todos debíamos hablar en inglés en clase al mismo nivel que el inglés de la persona que más inglés supiera en clase. La mayoría veníamos de un inglés que, si bien algunos habíamos tratado de perfeccionar deficitariamente por cuenta propia, era el inglés de una enseñanza general básica que no tuvo un buen método ni programa para esta lengua en su desarrollo. Además era tardío el aprendizaje de los idiomas. Sin embargo, en aquel aula universitaria se daba el caso de que la persona que más inglés sabía era una chica que es una de mis mejores amigas desde entonces, ella había vivido ya en varios países dado que su padre era piloto de avión. Su inglés era casi bilingüe. Así que se daba el caso de un aula de personas casi incultas en el habla inglesa que debían hablar inglés como si fueran bilingües. El resultado fue desastroso, como ya he dicho. Como sea, este libro lo mal que leímos entre avances personales y ayudas en el aula. Muchos llegaron a odiarlo. El profesor decía que yo tenía buen acento cuando le daba toda mi atención a ponerlo, creo que era porque lo había cogido de mis lecturas de letras de canciones intentando coger el acento de The Beatles (con Dylan era complejo), pero en general me faltaba mucho para entender el inglés como lo entiendo ahora. Este libro, muchos años después, volví a trabajarlo y a leerlo por cuenta propia, y me fue muy útil poniendo yo mi ritmo gracias a un curso sobre The Beatles y The Rolling Stones que dio gratis una universidad de Estados Unidos a través de Internet. Tengo hasta certificado con honor provechoso de aquello.
El antiguo Egipto (1997, Antonio Pérez Largacha): Largacha era un buen profesor de egiptología. Asesoró varias excavaciones en Egipto. Sin embargo no le renovaron el contrato en la Universidad, se rumoreaba que porque la decana de entonces no coincidía en ideas con él, ella acabó siendo concejala del Partido Popular. Como sea, hasta tuvimos una sentada en los pasillos de los despachos de los profesores para reivindicar que no se le echara de la Universidad, pero no hubo caso. El camino de Largacha lo siguieron varios profesores más, curiosamente todos de ideas análogas. Fin de contrato, no renovación, ahí tiene usted la calle. Las clases de Largacha estaban llenas de gente. Quizá hubo una burbuja con egiptología, y muchos la cogíamos por interés aunque sin una coherencia lógica con nuestros intereses en el camino de especialización al escoger asignaturas, ahora bien, como historiadores bien está conocer de todos. A veces hay interrelaciones muy enriquecedoras. Largacha me enseñó sobre Egipto y también sobre civilizaciones antiguas de Próximo Oriente. Este librito era un librito pequeño y estrecho que se vendía fácilmente en Diógenes. Contenía ilustraciones muy útiles y estaba compartimentado en materias tipo Arte, Religión, Administración, Realeza, etcétera, más que en cronología y reinados. No le importaba tanto explicar los entresijos políticos y sociales, le importaba más explicar una civilización de miles de años y que pudiéramos entenderla. A ella y a sus símbolos y creencias.
Egipto en la época de las pirámides (1998, Antonio Pérez Largacha): La lectura del anterior libro se completaba con la de este libro de bolsillo, que también compré en Diógenes o quizá en la de la calle de las Escuelas. En este caso también explicaba el Antiguo Egipto por materias, pero esta vez tenía un sentido cronológico. Diversas ilustraciones apoyaban el texto. Además, toca los asuntos de las principales dinastías. Ambos libros se complementan. Fue una gozada esta asignatura porque se aprendía egiptología, pero se aprendía algo mejor y transversal en Historia: el análisis y la interpretación como fundamento para enfrentarse a los datos históricos, sean estos adquiridos del modo como sean. El método científico en las Ciencias Humanas. La reflexión. Tus ideas no son ideas equivocadas si no coinciden con las ideas mayoritarias siempre y cuando las fundamentes de manera sólida y puedas defenderlas. Si no se pueden rebatir, no están más equivocadas que el resto de ideas que no se hayan podido rebatir. Pero a la vez hay que tener la humildad de si tu tesis no tiene peso, volver a formular otra tesis o, si te convence, aceptar la que se te propone, pero siempre, como historiador y con método de historiador, analizar y aportar.
El Príncipe (1532, Nicolás Maquiavelo): Esta lectura la combinaba con la lectura de amplias partes de textos donde defendió los valores de las democracias y las repúblicas de su época. Sobre este libro volvería varias veces en diversas asignaturas de filosofía, pensamiento y de Historia sin más, incluso de psicología de masas. Uno de los libros espejos de príncipes más analizados desde su primera publicación. Hoy día es enseñado hasta en las carreras universitarias dedicadas a la economía. Un libro de fácil lectura, fácil comprensión y que, según lo lees, identificas claramente situaciones que en algún momento has vivido o sabes diferenciar de entre las diversas realidades que nos rodean, salvando las distancias de las cosas más o menos morbosas que cuenta. Me gustó mucho este libro. No lo esperaba así, como lo leí. Esperaba algo más sesudo y pesado. El libro no es ligero, pero sí es ameno. Mantiene el interés y hace pensar. Se le puede leer desde varias perspectivas, pero siempre hay que recordar que Maquiavelo, pese al tópico que le ha caído encima a costa de este libro, era creyente y defensor de lo democrático. La clave de la escritura de este libro está en su biografía y las circunstancias que lo rodearon. Sus análisis de las conductas humanas no son desacertados en la gran mayoría de los casos. Otra cosa son las simpatías y antipatías que nos despiertan unos y otros métodos de los que habla. Ayuda a entender el mundo en cualquiera de sus épocas en lineas generales.
Anfitrión (188 ó 187 antes de Cristo, publicado en época actual por primera vez en 1916, Plauto): Yo había leído a Plauto por primera en 1995, y la mitad de sus obras de teatro conservadas en 1997,
Noticia 1683ª. Ahora volví a leer por segunda vez
Anfitrión, ya que había que analizarlo para las clases de mitología y cultura clásica. Yo ya conocía esta comedia, pero estuvo bien volverme a acercarme a ella. Junto a esta obra completa se leyeron fragmentos de numerosas otras obras teatrales, de odas y prosa de mitologías griegas y romanas.
Teogonía (siglo VIII o VII antes de Cristo, Hesiodo): Lo saqué de la biblioteca de la facultad. Es un libro duro de leer. Te da las claves más antiguas del origen de los dioses grecorromanos. Tal como se ha podido ver en las otras dos series anteriores y en lo que va de esta serie de mis lecturas, yo no le hago ascos a la mitología, la he leído directamente de sus textos originales. Así que aunque este libro había que trabajarlo y se hizo pesado leerlo, yo ya conocía varias de sus historias. Era necesario de leer en mi formación. Útil en Historia, en Literatura y en Arte, pero también en una especie de comprensión de la formación de la cultura o de las ideas, de comprensión del mundo de otra época no tan alejada en lo básico de la actual.
Hipólito (428 antes de Cristo, Eurípides): Es un drama griego que cumple con toda la tragedia que un drama griego promete. Hipólito es hijo de Teseo, pero hay una venganza de dioses de por medio y eso hace que exista incesto, destierros, muertes... Las clases de mitología nos abría el mundo a tramas clásicas de dos mil y dos mil quinientos años que eran más atrevidas y audaces que algunas de las tramas que se escriben hoy día. Esa libertad al crear era admirable. Si los rusos me admiraron por su construcción de los personajes, los griegos por su capacidad de crear tramas enrevesadas y que no aflojan en emoción y tensión. Saque este libro de la biblioteca. Detrás de todas estas lecturas clásicas estaba Marival, una profesora muy joven que era, además, prima de un amigo mío, Rubén Muñoz.
Las Metamorfosis (8 después de Cristo, Ovidio): Me lo prestó El Chico Gris. Debía leérmelo entero. Era el segundo libro completo que leía de Ovidio, pues ya dije que leí y comenté en su día que leí
La Eneida (
Noticia 1683ª) antes de entrar en la Universidad, en 1997 también. Era el escritor romano por excelencia para la propaganda política de César Augusto, lanzando mensajes a la sociedad de su época por medio de historias épicas y de epopeyas. Las trastocaba y reinterpretaba ligeramente para introducir a conveniencia de Roma, y en concreto de los Césares, de la familia Julia, una serie de relaciones dinásticas que emparentaban a estos gobernantes con familias de semidioses y dioses, justificando así el poder cada vez más absoluto que habían adquirido finiquitando la República e instaurando el Imperio administrativamente. En este caso Ovidio volvió a contar la historia mitológica de numerosos dioses, diosas, semidioses, héroes o humanas que sufrieron transformaciones. Reinterpreta y cambia ligeramente las historias religiosas (mitológicas) griegas y las pasa a un tamiz romano donde al final la familia Julia será relevante. Ovidio repasa las diversas metamorfosis divinas, y con ellas los cambios del mundo, hasta la llegada de Julio César y tras él de César Augusto. Se aprende de mitología romana, indirectamente de la griega, se aprende literatura, se aprende para interpretar arte y otras cuestiones, y sirve de ejemplo de la utilización política de las creencias populares y de las obras literarias. Aunque se hacía un poco cansado el libro por las repeticiones incesantes de metamorfosis sin parar, reconozco que me gustó. Requiere una lectura lenta, distanciada, para no saturarse actualmente con tanta historia similar seguida, los ritmos de la antigüedad no son los mismos que los de la actualidad.
Revoluciones y rebeliones en la Europa Moderna (1970, J.H. Elliott, Smit, Stone, Raeff y Mousnier): Fue uno de los libros que me compré junto a libros de la España Imperial el año anterior en la Feria del Libro Antiguo y de Ocasión. Era una edición de una colección de 1997 en tapa dura. Colaboraron en 1970 cinco historiadoes afamados de diferentes países para crear esta colección de artículos que abarcan del siglo XVI al XVIII en lo que es un clásico de obligada lectura para entender las diferencias entre lo que es una revuelta, una rebelión y una revolución. Tratan de diferentes procesos de esta índole dados en el periodo de tiempo citado en diferentes lugares de Occidente como son Francia, Rusia, Inglaterra, Estados Unidos de América, creo recordar que se menciona España, etcétera. Tiene una metodología clásica muy profesional que hace hincapié además en el análisis y la reflexión de los sucesos, los pone a contraste y los expone al lector a su propia reflexión. Los explican bien. Es un libro muy serio. Un libro además importante de entre los libros de Historia escritos en el siglo XX. Gracias a él, además, conocí otros puntos de vista y realidades de fenómenos que ya conocía, pero también me enseñó cosas que no sabía de otras geografías, como por ejemplo de la Rusia del siglo XVIII. Lo tengo en mi biblioteca personal con cierto respeto. Es cosa seria. Me pregunto qué ha cambiado en el mundo para que este tipo de colaboraciones tan alucinantes por su mezcla ya no se den tan fácilmente. Colaboraciones que ocurrían también en la música, el cine, la literatura... Supongo que en el fondo eran hijos de la revolución de mayo de 1968, y esta, sobre todo con el fin de la Guerra Fría, ha ido decayendo a favor del ultraliberalismo económico (también llamado capitalismo salvaje) más despiadado con las formas de pensar en grupo, de colaborar sin necesidad de otro valor crematístico. Supongo que este libro creado en 1970 trata el tema que trata desde diferentes ópticas porque estaba muy cerca precisamente de 1968.
Poder, honor y élites en el siglo XVII (1979, José Antonio Maravall): Otro clásico de la historiografía, en este caso de la española. Lo saqué de la biblioteca de la Universidad, en una edición de 1989, creo. Con este libro, para el que hay que ir a él muy concienciados y motivados, sacas en claro la mentalidad y el funcionamiento de la sociedad estamental y de clases que era España en la Edad Moderna. La cuestión del antisemitismo, la corrupción del poder, el clasismo, cómo todo eso estaba hasta el tuétano en todas las administraciones y en todas las relaciones sociales y de poder, el poder de la Iglesia y el de los nobles, lo caduco de la Universidad española a costa del Concilio de Trento y las normas inquisitoriales, el peso exagerado de un honor entendido a lo medieval que impedía progresar en ideas a la sociedad, cómo eso lo ha arrastrado la sociedad española en los siglos posteriores y otras muchas cuestiones muy interesantes que este importante y anciano historiador supo comprender y dar a entender en sus obras más maduras como esta. Ahora bien, hay que saber y poder llegar hasta el final de la lectura. Yo lo hice, leyendo en los pasillos más solitarios de la facultad por la tarde, entre otros sitios.
1984 (escrita entre 1947 y 1948, publicada en 1949, George Orwell): No fue la segunda distopía que leí en mi vida, como analicé en el anterior serial a este de los libros que leí en mi vida. Aunque sí es un libro que Orwell escribió a partir y tomando mucho del
Nosotros de Zamiatin, como he dado a conocer muchas veces en esta bitácora y otros lugares. Pero llegué a Orwell antes que a Zamiatin, del que por entonces ni sabía de su existencia. Como casi todo el mundo al que le hablaron de
1984, creía que
1984 era una idea original de Orwell. Tiene aportaciones innovadoras, pero la base argumental no es suya. Con todo, como yo eso no lo sabía, a mí me fascinó este libro, que primero lo tomé de una biblioteca, o me lo prestaron, aunque creo que lo tomé de una biblioteca, y años después lo compré y lo volví a leer. Fue uno de los dos libros que destaqué en 2007 (
Noticia 204ª) de entre los libros que leí en 2001. Fue mi primera lectura de Orwell. Esta novela tenía un mundo futuro tan cercano... tan de ahora... Era una opresión nueva donde el Estado deja al ciudadano que se oprima a sí mismo con unas mínimas aportaciones por parte de las autoridades, y estaba la rebeldía, el atreverse a romper lo establecido, porque puede que lo establecido no sea lo correcto. Un buen libro, pese a que la idea fuera de Zamiatin. Orwell hizo una novela muy suya, muy propia, enriquecida con su propia experiencia en plenos años 1940. Es una referencia para mucha gente hoy día, más con el desarrollo de la nuevas tecnologías, que en 2001 no eran tanto como ahora, pero eran mucho más que en 1996, por ejemplo, cinco años antes. El futuro estaba por venir, pero, ¿cómo? Porque ahí estaba el 11 de septiembre de 2001 y las nuevas medidas de seguridad que patrocinaban los Estados del mundo, con el control como lema y la guerra como constante.
1984 fue muy citado por los que veían algo que no debía ser traído como valor: menos libertad a cambio de más seguridad.
El pasado en imágenes, el desafío del cine en nuestra idea de Historia (1995, Robert A. Rosenstone): Pues sí, en Historia también hay asignaturas específicas para la Historia cultural, y en eso entra el Cine, donde cursé hasta un curso especial intensivo por las tardes, casi noches. Recuerdo el buen tiempo que pasamos viendo y analizando todo tipo de películas desde sus aportaciones técnicas y narrativas, hasta la Historia de la industria cinematográfica y del arte cinematográfico, hasta sus repercusiones en las masas y sociedades, su influencia en ellas, sus usos intencionados de la Historia, etcétera. Vimos muchas y analizamos muchas. Yo tuve que escribir un trabajo extenso sobre Espartaco, de Stanley Kubrik. Suave precedente para mis artículos actuales para El Tornillo de Klaus. Junto a este libro hubo otras tantas innumerables lecturas sobre estos temas. Y visionados interminables de películas de todo tipo con un proyector y una pantalla de cine en el Colegio de Málaga. He hecho vídeo forums posteriormente a lo largo de los años tratando de transportar a los que participaron algunas ideas mínimas donde todo el mundo aporte algo. El libro hablaba también de la visión y la propaganda que lanza el cine usando la Historia, como Ovidio.
Vidas paralelas: Craso (siglo I ó II después de Cristo, Plutarco):
Una biografía de Craso escrita por un historiador cronista cercano en
el tiempo a él, aunque posterior a él. Lo leí para poder realizar un
trabajo de análisis de la película Espartaco,
de Kubrik, pero aparte, nunca está mal leer a los clásicos. Se aprende
mucho de ellos y se sorprende mucho de cómo escribían. Su libertad, a
veces relativa, para contar detalles. Craso como enemigo de Julio César.
Nada más bello que odiar (1998, Iván Escobar): Otro escritor ganador del Premio Ciudad de Alcalá en novela. Y otro libro que me regaló Laura Vega y que guardo con cariño dedicado. Esta novela me gustó más que la anterior que me regaló, ya citada.
Las órdenes militares castellanas en la Edad Moderna (2001, Ignacio Ruiz): Un libro muy breve, a modo de manual rápido para entender tanto el funcionamiento orgánico y administrativo de las órdenes militares en los siglos XVI y XVII en Castilla, como el funcionamiento del fisco en el Reino Hispánico. Ahora bien, aunque era tan breve que no llegaba a las cien páginas, y si llegaba, ahí se quedaba, todos los que lo hemos leído recordamos que nos costó leerlo como si tuviera ochocientas páginas. No es la prosa más ágil de todas las prosas que se puedan leer. Si lo lees y logras prestar atención, yo lo hice, te terminarás quedando en la cabeza muchos de los temas más duros en cuanto a su funcionamiento en la Edad Moderna española. Duros en cuanto a temas económicos del Estado y de títulos y funciones entre la nobleza y el clero seglar. Ignacio Ruiz lo acababa de escribir, era nuestro profesor, nos dijo que era obligado leerlo porque habría una pregunta de él en el examen, llegado el día... no hizo ninguna pregunta sobre su libro. Lo conservo y como libro de consulta... tal vez.
Hacerse nadie: sometimiento, sexo y silencio en la España del siglo XVI (1984, Ángel Rodríguez Sánchez): Sacado de la biblioteca universitaria para seguir entendiendo la Historia de España, porque la Historia no es sólo la del poder, es la de todos. La Historia es de todos. En el siglo XVI el obispo sobre el que caía la jurisdicción de Coria hace confesar a todos sus habitantes sus pecados y sus faltas en un proceso brutal, no exento de amenaza, presión, lo que hoy sería abuso de poder y en aquella época no, represión, etcétera. El libro nos habla de una España existente en el siglo XVI que en silencio vivía de manera muy diferente a esa otra España que nos han lanzado desde lo oficial con una imagen de religiosidad, honra suma, altos valores, etcétera. Los abusos de autoridad sacan a la luz tanto la represión y el control sobre la población hasta en su intimidad, como la España silenciada que no porque no hayan podido dejar rastro propio directo, sino indirecto, no existía. Existió. Era la España a la que el Concilio de Trento, y de ahí el poder, temía, por lo que impuso un control y una represión combinándose con la Iglesia que todavía se rastrea sus efectos en muchos de los rincones de las mentalidades españolas del siglo XXI, especialmente en las personas menos formadas que reciben por formación una cultura popular propiamente española por medio de tópicos, costumbres, dichos, formas de hacerse las cosas, etcétera. Aunque cada vez menos, es de apreciar esta España en el siglo XX por ejemplo en los documentales que rodó Luis Buñuel.
El régimen de Santander en la Gran Colombia (1966, David Bushell): Historia de Iberoamérica en el siglo XIX. Había leído numerosos artículos y numerosos extensos capítulos de la Historia americana, tanto precolonial, como colonial, como postcolonial, pero este era el primer libro de la América independiente que me leía entero. Muy útil combinado con lecturas del resto de países que se formaron en la independencia. Ayuda a entender la América de hoy, aunque tienen capítulos que me parecen salidos del realismo mágico, por mucho que sean realidad pura. Curiosos los americanos. No es fácil encontrar libros de esta historiografía en España. Lo que es una pena. Del mismo modo que es una pena que los libros que escriben ellos hoy día siguen en buena parte las ideas historiográficas de la existencia de una mala madre patria como justificación de ideas nacionalistas que luego confrontaron entre sí. Hace falta una colaboración de historiadores capaces de superar argumentos nacionales y buscar una realidad más ajustada a los sucesos de aquellas épocas, comprendiendo lo que estaba ocurriendo a ambos lados del océano y porqué. Tenemos una Historia más compartida que confrontada. Quizá por ello la incomprensión mutua es mayor, porque no se quiere aceptar ser de un mismo origen histórico siendo nuestro desenvolvimiento posterior en la Historia diferente.
Simón Bolívar, el Libertador (1989, Demetrio Ramos Pérez): Con este libro podríamos explicar muchos de los
movimientos de los partidos políticos actuales en tierras movedizas. La biografía de este hombre se cruza con las del resto de libertadores iberoamericanos y no todos tenían las mismas motivaciones para su objetivo central. Es necesario conocer la Historia de América para entenderla y para entendernos. Con estos dos libros estaba yo cursando por opción propia la Historia de Hispanoamérica en el siglo XIX.
Estado y nación en Europa (1997, Hagen Schulze): Este libro lo tomé de la biblioteca. Tenía que leerlo para una asignatura que trataba de enseñarnos que los conceptos hay que reflexionarlos para tener un concepto claro y propio de ellos. Así se puede analizar mejor los temas a tratar y poder formar mejor las teorías historiográficas o comprenderlas mejor. Para finales del siglo XVIII en adelante el asunto del Estado y de la nación son temas fundamentales. Tras leerlo lamenté no haberlo comprado, al mismo tiempo que pensé si realmente lo quería tener en mi estantería. El libro es muy bueno. Puro pensamiento y análisis acerca de la formación de los Estados y de las naciones, que no son la misma cosa. Explica muy bien desde la Antigüedad a la actualidad cómo se forman los conceptos de país, nación y Estado, de cómo han quedado reflejados en los documentos, así sobre cómo se ve que los han interiorizado las sociedades con sus hechos y formas de reflejarlos en obras culturales y de otra índole. La visión sobre uno mismo y sobre otros. Cómo el estado nación es un concepto fruto de un ilustrado aleccionando a prusianos y polacos para que se defendieran de Napoleón de manera efectiva al modo como lo harían años después los españoles en 1808. Nada está cerrado y nada es evidente, nada es obvio, nada es lógico, ni matemático en estos conceptos y en estos sentimientos. Todo cambia y todo cambia incluso por intereses políticos y económicos que saben usar a su conveniencia la propaganda y los medios de productos culturales de entretenimiento. Son construcciones con un poder sobre los sentimientos que en algunas ocasiones ha tocado los temas raciales, los temas religiosos o los temas más meramente folclóricos. Cómo los han manejado los líderes sobre las masas, sean estas organizadas socialmente de un modo u otro, es el tema clave. Habla además del nacionalismo como aglutinador y como disgregador, pero también como excluyente y como incluyente. Muy buen libro de Historia, historiografía y pensamiento, de los que abren la mente. La liberan.
Historia de España, siglo XIX (2000, coordina Javier Paredes a varios autores): Es un manual de Historia contemporánea que se viene reeditando con ampliaciones durante muchos años. Muy leído, consultado y comprado por los alumnos de la Universidad de Alcalá, porque el profesor Paredes hacía leerlo, y recuerdo que los alumnos que no lo leían no solían sacar buenas notas. Por supuesto leerlo era más bien comprarlo, porque apenas había ejemplares en la biblioteca, lo mismo pasaba con la segunda parte de este libro y con los otros dos de Historia Universal. Aún así comprarlo y leerlo no garantizaba nada. Y no tanto por aprender o no Historia. Tú podías leer otros manuales y muchos otros libros de esos temas de Historia que le concernían y demostrar saber mucho, pero lo cierto es que era sabido, porque lo mostraba en público incluso presentándose a las elecciones municipales, que Paredes era una persona con valores muy altamente conservadores. Su visión de la Historia era su visión de la Historia. En estos libros, como tenía colaboraciones, había un sesgo conservador, pero algo más mitigado y fácilmente contrastable con otros textos por el alumno. Yo me leí el libro entero incluso usando parte de mis vacaciones, una vez aprobada la asignatura. Fui crítico con él, pero a la vez aprendí mucho con él. No me disgusta este libro, si soy sincero, teniendo en cuenta su tendencia, hay que reconocer que está bien parcelado y lo uso como libro de consulta habitual, este y los otros tres. Y un cuarto, pues años después me compré el Diccionario de los Papas y Concilios (1998), también de Paredes, con prólogo de Rouco Varela, que uso con frecuencia y completé en parte. Funcionan bien como libros de consulta, la verdad. Y es de lo más avanzado que tengo de la Historia más reciente en casa. Son recomendables, pero a los más interesados les aconsejo contrastar con más fuentes bibliográficas, pues hay algunas partes sutilmente partidistas.
Historia Universal Contemporánea, siglo XIX (1999, coordina Javier Paredes a varios autores): Mismo comentario que el anterior. En estos libros colaboraban profesores universitarios de otras Universidades, pero también de Alcalá. No todos eran conservadores, por eso estos libros tenían un sesgo conservador, pero mitigado. Contiene este la Historia de todas las partes del mundo, lo que para mí le dota de mucho y gran valor. Aproxima a Historias no tan tratadas como la de África, Asia u Oceanía.
El lenguaje de la culpa (1998, Jorge de Arco): Otro de los libros ganadores de los Premios Ciudad de Alcalá, este de Poesía que me regaló Laura Vega y que guardo con cariño junto a los otros dos. Los tres siempre están juntos y visibles en mi biblioteca. Este me aproximaba a la poesía alcalaína. Su lenguaje era cultista e intrincado. No es el tipo de poesía que yo escribo y leo, pero le tengo cariño.
La novela secreta (1996, Emilio Sola): Emilio Sola era uno de los catedráticos del área de Historia Moderna más apreciados por los alumnos. Con pasado hippie e historias tremendas, buen sentido el humor, escritor, hombre dado a las colaboraciones y la experimentación, especialista en Cervantes... Como escritor tenía esta novela que se dividía en tres partes independientes entre sí, una con una historia real, otra con una historia que era ficción y otra que era Historia. Tenía ese toque de memorias, ficción e Historia mezclado que hacía del libro algo extraño. Las cosas que contaba eran atrayentes y divertidas. El modelo experimental de esta obra fue homenajeado en varias recopilaciones posteriores mías, sin publicar aún.
Breve Historia del tiempo, del Bing Bang a los agujeros negros (1988, Stephen Hawking): Creo que me lo prestó un amigo llamado Carlos Porcel. Ambos solíamos hablar de temas de la galaxia y el universo, cuestiones físicas y astrofísicas, como aficionados, aunque él era de Ciencias y yo de Letras. Lo leí en lo que se dice "diagonal", o sea, rápidamente sin demasiada parada, porque muchas de sus cuestiones se me escapaban en su explicación, pero me quedé con algunas ideas básicas.
Siddhartha (1922, Hermann Hesse): Fue el segundo libro que destaqué en la
Noticia 204ª de los libros que leí en 2001. De entre las religiones de las que ya conocía en una buena base, el hinduismo ya llevaba tiempo en mi conocimiento a través de sus textos y de otras referencias, pero con esta novela de la vida de Buda Gautama cuando aún era sólo el príncipe Siddharta en La India fue un acercamiento más profundo y cercano que todo lo que había leído del budismo, la otra religión fuerte de Asia. Me pareció que llenaba aún más de paz que el hinduismo. Por ello me acerqué a leer otros textos, ahora sí, budistas, taoístas, confucionistas, zen y de otras religiones orientales, así como indagué en las diferentes corrientes del budismo actuales. Este libro me parecía una experiencia personal íntima muy reveladora. Por ello lo compré y regalé en diferentes momentos de mi vida a diversas amistades, normalmente amigas de las que creí que sería un libro que les iba a interesar. No andé desacertado. Es una lectura que se transforma en una experiencia de aprendizaje y vida.
De Roma a China por la ruta de la Ruta de la Seda en tiempos de Roma antigua (1996, quizá algo anterior, Robert Jean-Nöel): Cursaba Indología con el profesor Lauro Olmo y nos pidió hacer un trabajo sobre cualquier tema de la Antigua India. Yo elegí las conexiones de Occidente y Oriente a través de la Ruta de la Seda, que no fue con Marco Polo, como se cree popularmente, sino que comenzaron cuando existía la Antigua Roma. Hay textos y testimonios diversos, también en la arqueología, sobre viajeros chinos de la época en Europa y europeos en China. La ruta creo un trasvase de exportación de productos de lujo, pero su aportación más duradera fueron diversas leyendas, aculturaciones, alteraciones en las creencias religiosas y artísticas, etcétera. Los emperadores romanos y chinos supieron de su existencia sin verse jamás entre ellos. Entre medias había una serie de reinos intermediarios que celaban por no perder el monopolio de las rutas. Esta ruta comercial aportó tantos peligros y aventuras como un hilo que cosía dos culturas muy diferentes y a través del cual se forjó un trasvase de ideas y creencias que si bien no cambiaron al completo a las culturas afectadas, salvo a las de Oriente Medio, con la India expuesta, sí alteraron su rumbo de manera significativa y, a la larga, irreversible. El efecto más notorio es la exportación del budismo de la India a China, Indochina y Japón, donde hoy día es donde más fuerte es. Un libro que me abrió muchas perspectivas que previamente yo no había pensado que se hubieran derivado de esta ruta y de estas épocas.
India y el Catay, textos de la antigüedad clásica y del medievo occidental (1995, Juan Gil): Si el anterior libro era un trabajo de investigación actual, este libro compilaba y analizaba textos antiguos, los cuales los completé con los que escribió Julio Verne sobre los grandes viajeros, cuyo libro ya comenté en los seriales anteriores. Lo interesante de este libro era poder leer lo que escribieron de su propia mano algunos de los protagonistas antiguos y medievales de estos viajes, ya fuesen del imperio Romano, chinos, indios, persas, musulmanes, etcétera. El tráfico de contrabando de la seda escondiendo los capullos de seda en moños altos de mujeres romanas era algo apasionante en la descripción original, pues no estaba exento de riesgos. En todo caso obtuve una nota baja por mi trabajo. Fui a reclamarla, porque no me parecía muy justa. Me la llegaron a aumentar, pero aún así no todo lo que creo que se hubiera merecido. Aunque me llevaba bien con Lauro Olmo el problema estaba en que no había consultado un libro que él escribió sobre el tema, o en el que él participó. Daba igual. Aprendí mucho con estos libros y este me aportó historias muy jugosas y una forma de narrarlas muy concretas.
XI Premio José Chacón de Poesía y Prosa, 2000 (2001, varios autores): De este libro hablé en la
Noticia 1254ª, porque había un pequeño texto mío que usaron en la introducción, al igual que usaron textos de todos los participantes del concurso de ese año 2000. se publicaron los poemas y relatos ganadores. Yo no gané. Era un tanto conservador el estilo de estos ganadores, pero está bien que se publiquen esta clase de obras. Es de agradecer por todos los concursantes de premios literarios. Editó el ayuntamiento de Alcalá de Henares. Me dieron este ejemplar gratis en el acto de entrega de premios y lectura de obras, en la Capilla del Oidor.
Héroes (1994, Ray Loriga): Me lo prestó mi muy buena amiga Esther Claudio. Ella sabía que me gustaba la literatura contracultural y el rock. En aquellos años Ray Loriga tenía esa fama en España de entre los autores jóvenes afamados. A ella le había gustado mucho esta historia y quería que la leyera yo también. Lo leí. Después de haber leído a muchos autores contraculturales anglosajones me pareció algo flojo, pero bastante potente para lo que escribían los autores españoles. Además estaba el asunto del rock, de David Bowie. Una novela interesante.
Alfabetismo, escritura y sociedad (1999, Armando Petrucci): La Historia de la Cultura Escrita es muy necesaria también para entender la Historia desde un punto de vista social. En ese sentido leí un montón de artículos de numerosos autores por vía del profesor Antonio Castillo. Este libro lo recomendó él. Petrucci es un clásico de este tipo de análisis. La historia de la escritura y de la lectura a lo largo de los tiempos da muchas claves para entender el mundo. No es un tema sin importancia. Fue un libro que aprecié mucho de leer.